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Foto: Laia', el fosil de simio de 12 millones de años encontrado en Cataluña
Fuente: EL Mundo.es| 29 de octubre de 2015
Desde un punto de vista evolutivo, la familia del ser humano es un completo galimatías. A casi nadie se le escapa, por ejemplo, que el chimpancé es el pariente vivo más cercano o que hubo otras especies humanas merodeando y conviviendo con el hombre actual hace algunas decenas de miles de años. Pero el árbol genealógico se complica si le damos hacia atrás al reloj evolutivo. Para el gran público, no resulta tan intuitivo que un gibón -una familia de primates del sudeste asiático- se parece mucho más (y está más cerca en el árbol de la vida) al ser humano que un mono de las selvas de Brasil, por ejemplo. Pero es así.
Los monos y los primates antropomorfos -gibones, y grandes simios, entre los que se incluye el ser humano- se separaron hace entre 25 y 30 millones de años. Y, con el paso del tiempo y el devenir de la evolución, la rama que dio lugar a estos últimos se separó a su vez hace entre 15 y 20 millones de años en las líneas evolutivas que dieron lugar a los gibones (llamados hilobátidos) y a los homínidos actuales. El problema es que el registro fósil de estos grupos es tan pobre que los científicos apenas tienen pistas sobre el aspecto y la biología de los ancestros que dieron lugar a las especies actuales.
Fragmento principal del cráneo de 'Pliobates'. Science
Pero un vertedero de Cataluña, el de Can Mata, en Hostalets de Pierola (Barcelona), está empezando a cambiar este vacío. Allí, un grupo de investigadores españoles ha descubierto el fósil de una nueva especie de primate hominoideo de más de 11 millones de años de antigüedad, justo después de la separación de las ramas de los gibones y de los grandes simios y los humanos, pero no sabemos cómo era el último ancestro común que tuvieron ambos grupos.
Hasta ahora, los investigadores pensaban que sería más parecido a los grandes simios de hoy en día. «Pero lo que hemos encontrado es un primate de 11,6 millones de años de pequeño tamaño y en muchas características más similar a los pequeños antropomorfos, lo que cambia la visión de este ancestro común», explica a este diario, David M. Alba (izquierda), investigador del Instituto Catalán de Paleontología Miquel Crusafont (ICP) y autor principal del trabajo recién publicado en la revista Science.
Los 70 restos fósiles encontrados en Can Mata componen el esqueleto parcial de una hembra adulta que pesaba entre cuatro y cinco kilos. El nombre científico que le han dado es Pliobates cataloniae -en alusión al lugar geográfico en el que fue encontrado-, pero los investigadores han bautizado coloquialmente a su fósil como Laia.
Reconstrucción del cráneo a partir de los fósiles. Science
La nueva especie conserva algunos caracteres primitivos, pero los autores del hallazgo resaltan que hay otros caracteres importantes que ya presentan el diseño básico de los hominoideos actuales -gibones y grandes simios-, como por ejemplo la anatomía del brazo y las articulaciones entre el húmero y el radio y en la muñeca. «Lo que tenemos es el primer antropomorfo de esa edad con características similares a los antropomorfos actuales», añade Alba.
De hecho, tanto el cráneo como algunas partes del esqueleto postcraneal de Pliobates cataloniae muestran algunas características que sólo están presentes en los gibones actuales. «Esto sugiere que, alternativamente, Pliobates podría ser el grupo hermano sólo de los actuales gibones», explica en una nota Salvador Moyà-Solà (derecha), investigador ICREA y director del ICP, que también ha participado en el estudio.
«Sólo el hallazgo de otros fósiles completos, como el de Pliobates, y una mejor comprensión de los mecanismos que influyen en el desarrollo morfológico ayudará a dilucidar la compleja historia de la evolución de los primates», afirma la investigadora de la Universidad Estatal de Nuevo Mexico (EEUU), Brenda Benefit (izquierda), en un artículo que acompaña a la investigación.
El análisis para situar a esta nueva especie en el árbol evolutivo se realizó basándose en más de 300 caracteres y, según el estudio, sitúa a Pliobates, de manera muy consistente, como el hominoideo primitivo más cercano a la separación entre pequeños y grandes antropomorfos, es decir, entre los hilobátidos -gibones y siamangs, una especie de gibón arbóreo de gran tamaño, unos 25 kilos- y los homínidos. Además, el estudio de las marcas microscópicas dejadas por los alimentos en la superficie masticatoria de los dientes poco antes de la muerte indican una dieta esencialmente frugívora, es decir, basada principalmente en frutos maduros y blandos, como los gibones actuales. Con estos datos en la mano, la hipótesis que plantean los autores es que el último ancestro común de los gibones y grandes simios actuales debió ser más parecido a los gibones que a los chimpancés u oragutanes actuales, tal y como se pensaba hasta ahora. El trabajo sacude por tanto el estudio de las raíces del árbol evolutivo del que procede el ser humano y abre una ventana a las primeras fases del camino que separó al hombre del resto de primates antropomorfos.
Foto: Vista panorámica de las obras realizadas en Can Mata. / J.M. Robles (Instituto Catalán de Paleontología Miquel Crusafont)
Una ventana al pasado
El vertedero de Can Mata, en Cataluña, se está convirtiendo en una pieza clave para la reconstrucción de la historia evolutiva de los homínidos. Puede parecer un yacimiento poco romántico e incluso extraño, pero lo cierto es que tiene muchas ventajas. Cada vez que una máquina va a remover algún estrato del Mioceno donde podría haber fósiles lo hace bajo la atenta mirada de un paleontólogo que detiene la excavación si aparece algo. De esta forma, han podido peinar ya miles de toneladas de material potencial, algo impensable en yacimientos normales. Por eso han hallado ya más de 70.000 fósiles y han descrito cinco especies nuevas de primates, entre las que está Pliobates. «El vertedero de Can Mata es una ventana al pasado de un millón de años», dice David Alba. «Con eso no podemos resolverlo todo, pero podemos dar pistas».
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Fuente: EL PAIS.com | Materia | 29 de octubre de 2015
Reconstrucción del ambiente en el que vivió Laia hace 11,6 millones de años / Oscar Sanisidro / ICP
Hace casi 12 millones de años, el territorio que ahora ocupa Cataluña era muy distinto del actual. Era un bosque cerrado, con un ambiente más cálido y con pequeños cambios climatológicos entre estaciones. Allí vivían parientes de los elefantes, rinocerontes e incluso ardillas voladoras, y una especie de simio que puede arrojar luz sobre un momento de la evolución en que se separaron los monos del viejo mundo y los grandes simios, los animales vivos más próximos a los humanos.
Los restos fósiles del nuevo simio, buena parte del cráneo y los dientes y una parte del brazo izquierdo que incluye varios elementos de las articulaciones del codo y la muñeca, fueron encontrados en enero de 2011, en un vertedero de els Hostalets de Pierola, Cataluña, y se han presentado hoy al mundo en un artículo publicado en la revista Science. Sus descubridores, paleontólogos del Instituto Catalán de Paleontología Miquel Crusafont, han bautizado como Laia a esta hembra que cuando estuvo viva debió de pesar entre cuatro y cinco kilos. Su nombre científico es Pliobates catalonia, y tiene una edad de 11,6 millones de años.
Los hominoideos actuales, entre los que se encuentran los humanos o los gorilas, no tienen cola y su cuerpo les permite erguirse. Estas características podrían haber estado ya presentes en el ancestro común de los homínidos y los hilobátidos, un grupo en el que se encuentran primates como los gibones. Además, los nuevos hallazgos sugieren que aquel ancestro, del que también procedemos nosotros y que debió existir hace entre 15 y 20 millones de años, se parecería más a los pequeños gibones que a los grandes antropomorfos actuales como chimpancés o gorilas.
Es muy destacable que la anatomía del brazo de Laia en particular la articulación entre el húmero y el radio, y los huesos de la muñeca, ya presenta el diseño básico de los hominoideos actuales. Su inteligencia no daba para mucho: su grado de encefalización era similar al de los monos y gibones actuales y muy inferior al de los grandes antropomorfos y ni digamos a nosotros.
Más que un animal poderoso Laia sería una criaturita de aspecto similar a un loris (derecha), los pequeños primates perezosos actuales del sur y sudeste de Asia. Su vida habría tenido unos horizontes muy limitados, dedicada a coger fruta madura (la dieta frugívora la acreditan las marcas microscópicas dejadas por los alimentos en la superficie masticatoria de los dientes) en las ramas de los árboles y atenta siempre a la amenaza de los numerosísimos depredadores que acechaban en unas selvas semitropicales llenas de fauna de lo más extraña y peligrosa (incluidos falsos tigres dientes de sable y hienas).
Los investigadores sospechan que la monita de nuestros orígenes, una hembra (se sabe por los dientes, el alveolo revela un canino pequeño), un ejemplar adulto, pasada ya su mejor época, quizá de 7 u 8 años, pudo haber acabado sus días en las fauces de algún carnívoro. Es a lo que parece apuntar el que se conserven mejor los huesos de su parte izquierda: el depredador se hartó con la parte derecha de Laia. Ella y sus congéneres, señalan los científicos, se moverían de manera lenta y cautelosa columpiándose por las copas de los árboles con una gran flexibilidad de movimientos y cierta capacidad de colgarse de las ramas.
“Los hominoideos actuales se caracterizan sobre todo por ser trepadores verticales y suspensores, y esto es posible gracias a una estructura corporal muy determinada”, explica David Alba, autor principal del estudio. “En el caso de Pliobates, tenemos un brazo completo con sus huesos que nos muestra una combinación de caracteres en la articulación del codo y la muñeca que estaría adaptado a un comportamiento trepador lento y cauteloso”, continúa. “Se colgaría de las ramas, pero no de forma tan acrobática como los grandes antropomorfos actuales ni los gibones”, añade.
Lo de Laia también juega con la etimología de Eulalia, “la que habla bien”, en griego, y que viene de perlas por los nuevos conocimientos que el fósil aporta a la ciencia, según los descubridores.
Foto: Restos del cráneo del primate hallado y una reconstrucción en 3D del mismo a la izquierda.
El hallazgo de Pliobates se añade a otros importantes fósiles de primates de entre 12,5 y 11,5 millones de años de edad encontrados en el vertedero de Can Mata. Allí, donde trabajan grandes máquinas excavando el terreno para la gestión de basuras, colaboran paleontólogos que paran los trabajos si se encuentran indicios de fósiles relevantes. “Los resultados que hemos tenido en los últimos 13 años es una muestra de la importancia de una legislación que proteja el patrimonio paleontológico y de la colaboración con la administración y las empresas”, apunta Alba.
En la presentación pública en rueda de prensa, con Laia de cuerpo presente, por así decirlo, Alba y Moyà-Solà tuvieron que responder a algunas preguntas inesperadas, como a la de si la pequeña primate apunta a que los catalanes y españoles pudieran tener ancestros distintos, “proceder de monos diferentes”, según la expresión utilizada. Tras unos momentos de perplejidad y asombro por la pregunta -al cabo Laia está millones de años más allá de cualquier proceso de hominización-, Alba bromeó que la remota monita “no tiene nada que ver con el hecho diferencial catalán”.
Compasivamente didáctico, explicó que el hecho de que hayan aparecido primates del Mioceno en Cataluña y no en otros lugares de España se debe a cuestiones geológicas y paleoambientales. “Cataluña era entonces el extremo más hacia el sur de una paleoprovincia que se extendía por centroeuropa y en la que el clima era más húmedo que en el resto de la península ibérica, lo que explica que aquí hubiera primates y fuera no”. De no ser así, rió, “quizá deberían darnos la independencia automáticamente”
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