Los arqueólogos hacen caer un mito de 3.000 años: la dinastía de los hicsos no invadió el Antiguo Egipto

Foto: La invasión de Egipto de los hicsos, de Hermann Vogel (pintor e ilustrador alemán, 1854-1921).

Su propio nombre ya daba pie al equívoco. Porque hicsos deriva de la expresión egipcia heqa Jasut  (reyes de tierras extranjeras). Ese fue uno de los momentos por el que, durante décadas, se creyó que este grupo invadió Egipto desde Oriente Próximo para convertirse en los faraones de la XVª dinastía, que gobernó desde el año 1638 hasta el 1530 a. C.

Sin embargo, los investigadores de la Universidad de Bournemouth, la Universidad de Burdeos, la Universidad de Durham y la Academia de Ciencias de Austria, acaban de desmontar esta teoría clásica que en los últimos años ya se había empezado a poner en duda. En un estudio publicado en la revista PLOS ONE certifican que esta etnia tenía su origen en el Cercano Oriente, pero descartan que fueran conquistadores.

“Era un pueblo con características no egipcias como se puede ver en los tipos de cerámica, las costumbres funerarias, los adornos, las armas y detalles de su arquitectura domésticos y de culto. Pero esta nueva élite gobernante no llegó directamente de tierras extranjeras como relató Manetón, sino que eran personas que nacieron y se criaron en el Delta”, relata la Dra. Christina Stantis, de la Universidad de Bournemouth  (izquierda).

Sus conclusiones se basan en cinco décadas de excavaciones en el yacimiento de Tell el-Dab’a, situado a unos 120 kilómetros al noreste de El Cairo. En 1885 se encontró en esa zona la ciudad de Avaris, capital de los hicsos en el Delta del Nilo Oriental, y varios de sus cementerios. El análisis de los isótopos de estroncio, que se vincula a partes del cuerpo humano como el esmalte de los dientes a través del agua o la comida, de 75 individuos ha permitido observar una “afluencia de personas no locales” durante las dinastías XII y XIII (entre los años 1991 y 1649 a. C.), mientras se construía este importante asentamiento portuario.

Restos humanos analizados en el estudio. 

Cuando los hicsos se hicieron con el poder, aún así, los estudios muestran que el número de individuos nacidos en el Delta es mucho mayor que el de los foráneos. “Aunque la nueva clase dominante tuviera sus orígenes en el Próximo Oriente, su ascenso al poder no fue el fruto de una invasión”, señalan los especialistas en su artículo.

Los relatos del sacerdote ptolemaico Manetón fueron, durante siglos, la única fuente de información conocida sobre el ascenso, el gobierno y la caída de los hicsos. Según sus textos, los “extranjeros” se aprovecharon de las debilidades por las que atravesaba Egipto al final del Imperio Medio para hacer prevalecer su armamento. Mientras ellos usaban armaduras, dagas y espadas de bronce, arcos compuestos y caballos y carros de guerra, el ejército regular egipcio apenas contaba con infantería armada con hachas y lanzas. El problema es que Manetón vivió unos 12 siglos después de que esta dinastía se hiciera con el poder.

El carro de dos ruedas, como este encontrado en la tumba de Tutankamón, pudo ser introducido e Egipto por los hicsos (Wikipedia).

Empezar a descifrar los jeroglíficos no aportó mucha más información sobre esta dinastía. El nombre, el orden e incluso el número total de reyes hicsos sigue siendo una información parcial e incompleta. Los faraones, que frecuentemente destruían registros o difundían propaganda sobre sus predecesores, vincularon a los hicsos “con el desorden y el caos, cuyo asesinato ritual era la forma en que los faraones mantenían el orden y legitimaban el poder”, indican los investigadores.

“La evidencia arqueológica -señalan los arqueólogos- tampoco respalda la narrativa de Manetón sobre esta etnia como líder de una fuerza invasora que se extendió desde el noreste para gobernar como la primera dinastía extranjera de Egipto; en cambio, se sugiere que aquellos que se convirtieron en gobernantes hicsos descendían de asiáticos que habían estado viviendo en Egipto por generaciones”.

Las tumbas de Tell el-Dab’a no eran típicamente egipcias. No había ni escarabajos ni otro tipo de amuletos protectores. Además, la mayoría de las sepulturas tenía équidos de algún tipo (habitualmente burros) enterrados a su alrededor, a menudo en pares, como si estuvieran preparados para tirar de un carro.

El análisis químico de los dientes también reveló que 30 de los individuos estudiados eran mujeres. Si los hicsos hubieran aparecido en Egipto como invasores, la primera ola probablemente sería toda masculina, porque eran los encargados de la guerra en las sociedades antiguas. La gran cantidad de féminas “inmigrantes” sugiere que ellas estaban a la vanguardia de la migración de esta etnia desde Oriente Próximo.

Sello con el nombre del faraón hicso Apofis I. Crédito: El Museo Metropolitano de Arte (CC0)

"La química arqueológica, específicamente el análisis isotópico, nos muestra una migración de primera generación durante una época de grandes transformaciones culturales en el antiguo Egipto", dice la Dra. Stantis. Y añade: "En lugar de las viejas teorías escolásticas de una invasión, vemos que más personas, especialmente mujeres, migran a Egipto antes del gobierno de los hicsos, lo que sugiere cambios económicos y culturales que conducen a un gobierno de extranjeros, no a un episodio invansor violento".

Fuentes: lavanguardia.comabc.es | express.co.uksci-news.com | 16 de julio de 2020

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