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Hace algún tiempo realicé en Celtiberia.net algunas tentativas de localización de varias ciudades de los vascones, mencionadas por Ptolomeo, a sugerencia de la Dra. A.M. Canto, autora del estudio: “La Tierra del Toro: ensayo de identificación de ciudades vasconas”[1].
Hice aquellos intentos desde los trabajos sobre la Geographia de de E. Martínez Hombre[2] y J. Montero Vítores[3] y, aunque se obtenían algunos resultados, no me convencieron totalmente por las dificultades que se presentaban a la hora encontrar una referencia que resultase válida para todas las mediciones.
Donde a0, a1, a2, b0, b1 y b2 son los coeficientes de regresión, en tanto que λ y φ serán respectivamente las longitudes y las latitudes denotadas por sus subíndices.
Los coeficientes de regresión se calculan por el método de los mínimos cuadrados, utilizando las posiciones de los lugares bien conocidos de la Geographia, obteniéndose despues el resto de posiciones con las fórmulas resultantes.
Se trata de un método ampliamente utilizado en todas las ciencias: por ejemplo en medicina puede utilizarse un análisis multivariante para determinar como dos variables, vgr. tabaquismo y tensión arterial, influyen en el curso de una enfermedad en una población determinada.
Aquí trataremos de ver la correlación existente entre dos conjuntos de datos: las coordenadas ptolemaicas y las reales, utilizando las posiciones de aquellos lugares que conocemos bien, haciendo cada coordenada real función del par de coordenadas ptolemaico, con la esperanza de hacer aflorar la regularidad que siguió en sus mediciones el autor alejandrino.
Si tomamos las siete ciudades de ubicación conocida y citadas en la Geographia entre los vascones del interior, y efectuando la regresión, obtenemos los siguientes resultados:
Vemos que existe una correlación (R2) apreciable en longitud y fuerte en latitud, pero, curiosamente, la longitud no depende del valor de longitud de las tablas ptolemaicas -la variable presenta una significación del 97%, sin utilidad- sino de la latitud, aunque con una significación del 16%. La latitud tampoco depende de los valores de longitud.
Con estos resultados, aún eliminado las variables no significativas, no logramos construir unas ecuaciones que nos permitan situar aceptablemente todas las ciudades de referencia.
Existe, sin embargo un tercer factor, una variable que no hemos considerado: casi todos los estudiosos de la Geographia han expresado la idea, sin duda correcta, de que Ptolomeo compuso su obra ensamblando muchos mapas parciales[5], de manera que podemos encontrarnos con que, incluso dentro de un mismo territorio, podrían existir distintas regularidades, consecuencia de los orígenes diversos de las fuentes de la Geographia.
La Dra. A.M. Canto propone en su ensayo una solución que permite resolver dicha dificultad: el análisis sectorial, que consiste en dividir el mapa ptolemaico en sectores y analizar cada uno de ellos por separado.
No conocemos las fuentes de Ptolomeo, ni como estaban organizados los datos de que dispuso pero, dado que sabemos que las siete ciudades de nuestra correlación necesariamente se corresponden con otras tantas localizaciones seguras, podemos añadir una nueva variable, el sector, a nuestro análisis multivariante para forzar apriorísticamente el resultado, asignando todas las combinaciones posibles de sectores a las siete ciudades, hasta conseguir maximizar los coeficientes de determinación de longitud y latitud.
Es decir: si suponemos que la agrupación en sectores es la que ocasiona el error de situación (y el hecho de que los valores de longitud de la regresión dependan de los valores de latitud refuerza esa idea) de las ciudades que tenemos localizadas, podemos intentar corregirlo y analizar la redistribución del territorio que se deriva de esta hipótesis.
Estos son los resultados (repetimos que hay que tener en cuenta que se han obtenido cuadrando los sectores para preparar una hipótesis):
Ahora hemos conseguido cierta significación de la longitud ptolemaica en el cálculo de la longitud (14%), en tanto que la latitud depende muy poco del sector y prácticamente nada de la longitud ptolemaica. No se han eliminado las variables no significativas para mantener la homegeneidad del procedimiento, toda vez que se ha comprobado que no hay una diferencia de resultados relevante contra una regresión practicada sin esas variables.
(R2=0,96 en longitud y R2=0,93 en latitud)
Ahora, simplemente se trata de asignar un sector u otro a las diferentes ciudades de ubicación desconocida, hasta obtener puntos que se aproximen lo más posible a las propuestas historiográficas y a los yacimientos arqueológicos.
Bastan dos sectores para que funcione la correlación, no resultando necesaria la subdivisión propuesta por la Dra. en su ensayo. El primer sector podría corresponderse, al menos en parte, con una vía que siguiese el Ebro, de acuerdo al recorrido que siguió Sertorio para someter a los Berones en el 76 a.C.
Para la siguiente lista, he utilizado las denominaciones de las ciudades utilizadas en el ensayo de referencia [1], así como las variantes de coordenadas y las reducciones propuestas.
La columna más a la derecha muestra la distancia en kilómetros, en línea recta, entre la posición generada y la reducción propuesta en el ensayo de referencia, valor que podemos utilizar para conocer la precisión que hemos alcanzado en nuestro cálculo.
Si tenemos en cuenta que las posiciones conocidas se han ajustado en un margen de unos 11 km de media, Ergáoiua con 61 km claramente no nos ofrece un resultado aceptable y su emplazamiento debería buscarse próximo a Cascontón.
Iákka, con 21,5 tampoco parece adaptarse adecuadamente a la reducción propuesta, si bien la longitud generada se corresponde muy bien con la de Castiliscar, no resutando posible un resultado tan oriental como Jaca.
El resto de las posiciones se adapta bastante bien al conjunto de propuestas de la Dra. A. M. Canto, si bien Itoúris(s)a podría corresponderse también con Auritzberri-Espinal, con un margen algo mayor: unos 16 Km.
En este enlace de Google-Maps podemos ver las propuestas de reducción geo-posicionadas. Las rayas azules apuntan hacia las posiciones generadas en este trabajo:
(No he incluído el detalle de como se aplica el método de los mínimos cuadrados, para no hacer ilegible el artículo: facilitaré la explicación a quien lo solicite)
ADDENDA: OTRA POSIBLE REDUCCIÓN PARA NEMETOURÍSSA
Hemos visto que dividiendo las ciudades de identificación segura en dos sectores se consigue una correlación efectiva entre las coordenadas geográficas reales y las de las Tablas:
Primer sector
Ándelos
Grakourís
Kalagorína
Cásconton
Segundo sector
Pompelón
Ségia
Alauóna
Luego, adscribíamos Nemetouríssa al primer sector, obteniendo unas coordenadas a unos 16 km de San Tirso/Oteiza, sin embargo, si adscribimos Nemetouríssa al segundo sector, podemos obtener unas coordenadas a 14 km de Santa Crís, en Eslava, lo que concuerda con otra propuesta de reducción [6]:
Ambas soluciones resultan equiprobables en este análisis de la Geographia, de manera que sólo la arqueología podrá resolver la cuestión de un modo definitivo.
Tomás Tornadijo
POST-SCRIPTUM: LOS VASCONES DE LA COSTA
Para completar este estudio vamos a incluir la ciudad de Oiassó, que Ptolomeo menciona en su descripción de la costa cantábrica, colocando dos puntos en la costa de los vascones (G. II, 6,10), la ciudad de Oiassó (15º 10' - 45º 5') tradicionalmente situada en Oiartzun/Oyarzun (más recientemente en Irún) y el promontorio Oiassó (15º 10' - 45º 50'), el cabo Higuer.
La latitud que Ptolomeo asigna al promontorio resulta exagerada, como en la mayoría de los puntos del litoral, donde la costa y el interior se consignan muy separados, con todo si fijamos el cabo Higuer como referencia, fácilmente podremos situar la ciudad de Oiassó, pues ni podrá estar muy separada del andén litoral, ni su longitud real podrá ser muy diferente a la del promontorio, y así la elección de Oiartzun/Oyarzun, con solo 4 minutos reales de diferencia con el Cabo Higuer, resulta la más apropiada, por conveniencia etimológica, sin necesidad de ningún cálculo. Para compatibilizar dicha conveniencia con los testimonios históricos que mencionan la costa de la ciudad y los recientes descubrimientos arqueológicos en Irún, remito al artículo de referencia: los dos núcleos de Oiassó
[1] A.M. Canto (1997) "La Tierra del Toro: ensayo de identificación de ciudades vasconas”, Archivo Español de Arqueología 70, págs. 31-70, (Ensayo de identificación)
[2] MARTÍNEZ HOMBRE, E. (1.964). Vindius, el lado septentrional clásico de Hispania, ed. Varicop, Madrid.
[3] MONTERO VÍTORES J. (1.991). Carpetanos y Vettones en la Hispania de Ptolomeo Universidad Complutense, Madrid,
[4] LYUDMILA M. FILATOVA, DMITRI A. GUSEV, SERGEY K. STAFEYEV (2005).
Ptolemy’s West Africa Reconstructed, en Cartography and Geographic Information Science (CaGIS). Ptolemy’s West Africa Reconstructed
[5] Vgr: Noticia
[6] MATEO, ARMENDÁRIZ y SÁEZ DE ALBÉNIZ (2007), «La necrópolis de Santa Criz (Eslava)», La tierra te sea leve, Pamplona 2007, 149-155.
Sr. Tornadijo ("Diviciaco"), sea bienvenido a esta nueva ágora. No me corresponde sino darle mi sincera enhorabuena por haber continuado, mejorado y completado aquellos primeros ensayos suyos de los tiempos de Celtiberia.net.
Me gusta además (es humano y natural) porque lo que Ud. presenta ahora desde el punto de vista de los cálculos más propiamente "científicos", de alguna forma complementa o refuerza, como Ud. dice, las propuestas que hice en Archivo Español de Arqueología de 1997 para las ciudades vasconas más desconocidas, discutidas, o incluso de siempre ignoradas.
Un trabajo que está en red desde el año 2004, con otra versión reducida, de dic. 2007, en la propia Celtiberia.net: “Ptolomeo y las ciudades vasconas. Ensayo de localización” (por esta segunda publicación de 1999: "Una nueva imagen de Ptolomeo. Hipótesis de ubicación de ciudades vasconas"), y que tuvo un complemento itinerario y epigráfico sobre una zona que permanecía prácticamente sin estudiar, la muy importante de Tafalla, que propuse que podía ser la Curnonion de Ptolomeo, releyendo mejor las lín. 1-2 de esta inscripción perdida (pero junto a otros argumentos, como los varios antropónimos y microtopónimos con cornu- que había y aún hay por allí).
Me basé en analizar a Ptolomeo subdividido en 5 sectores (fig. 9), dentro de los cuales apliqué luego, para cada ciudad, otros tipos de fuentes y pruebas más "humanísticas", como fuentes literarias antiguas e incluso visigodas, árabes y del siglo XIX, itinerarios, estelas y aras con toros (fig. 1, fig. 3 y fig. 5) que también me ayudaron a definir mejor el territorio y las fronteras vasconas, inscripciones, miliarios, monedas y mapas del siglo XVII (para las Bardenas Reales, o para proponer que el raro "Nemantourista" podía ser mejor "Nemeturissa" -o sea, "el bosque de Eturissa"- y encontrarse en San Tirso de Oteiza, junto con la ilocalizada ceca -para mí vascona- de tirsos), teniendo que recurrir muy rara vez la toponimia moderna, que venía siendo siempre el método más habitual.
Varias de aquellas propuestas mías actuaron como una especie de revulsivo (en algunos casos esto fue literal...), y de hecho se puede comprobar que en la década siguiente apareció de repente una notable serie de artículos interesados en los mismos temas del territorio y de las ciudades vasconas (ambos “durmientes” desde esta obra de 1986) y hasta se celebraron dos o tres congresos.
Pero otra cosa es esperar encontrar reconocimiento del esfuerzo hecho... A la vez que era palpable el impulso (alguno, como J. Andreu, lo acaba de admitir), hubo más bien una clara minusvaloración de mi trabajo (p.ej. Andreu y Jordán en 2006, nota 3, "resumieron" aquel largo y muy complejo estudio como sólo “algunas propuestas discordantes”) o, como J.J. Sayas en 2005, se ha omitido o minimizado su verdadero alcance de una forma injusta e incomprensible (la clásica "pena de silencio" española); y hubo también resistencia, sobre todo tácita (mediante el conocido recurso hispano del “no-se-la-cita-y-punto”) o, peor aún, citando de forma abiertamente ambigua, o errónea, por no decir directamente falsa.
Véase un increíble ejemplo reciente de este peculiar “método” en J.L. Ramírez Sádaba 2006, nota 16, y compárese luego con lo que yo había argumentado realmente sobre Bitourís/Beturri o sobre Eturissa/Iturissa, y no se encontrará ni rastro de lo que este "colega" asegura que dije. Menos mal que ahora en Internet todo es más fácilmente comprobable, pero el daño sin duda lo causan cuando citan con mala fe, y casi más cuando no citan, porque impiden a su futuro lector que pueda valorar por sí mismo los datos que otro autor había aportado antes.
Particularmente creo que no gustaron nada, aparte de la de Iturissa en Velate (pues parece haberse vuelto una cuestión de fe -o de honor local- que a toda costa esté en Espinal, cuando sigue sin haber prueba epigráfica ninguna de tal atribución, y además en esta época a los romanos les interesaba mucho más ir a Burdeos que ir a Tolosa, o sea, sin dar un rodeo por los nevados Pirineos), mis ubicaciones de Curnonium en Tafalla, o la de Iákka (corrigiéndolo en "Isca/Ipsca/Esca") en Castil-iscar, y no en Jaca de Huesca, donde se ponía de siempre, pero en mi opinión distorsionando mucho el posible territorio vascón (además de que sabemos que Jaca era la capital de otra etnia distinta, los Iacetani). Veo ahora con gusto que su Curnonion y su Iákka, Tomás, vienen a coincidir más o menos donde por entonces las propuse, en Tafalla y en Castiliscar.
El que el mapa final, con las 19 nuevas localizaciones (fig. 13, varias de ellas jamás mencionadas en los más conocidos estudios sobre la Vasconia romana, como Seburi, Ispal, o las Bardenas Reales...), viniera a coincidir bastante bien, tanto con las calzadas y miliarios conocidos (mi fig. 10) como con el análisis sectorial de Ptolomeo que previamente planteé (fig. 9) ya me animó en su día a pensar que mis propuestas podían estar bien encaminadas (fig. 12).
Pero sin duda es muy satisfactorio el que doce años después se aporten otros estudios diferentes desde la perspectiva de los análisis de coordenadas, y ver que, de forma independiente y desde otro método, Ud. llega a parecidas conclusiones de ubicación (exceptuando Ergáouia, que habrá que ver mejor, y Eturissa/Iturissa, que queda “a medias”), como también que se confirme que la segunda calzada del Ravenate es la que remontaba el Arga, y donde deben encontrarse por tanto las tres ciudades siempre bailantes de Beldalin-Erguti-Beturri, las tres ciudades del Ravenate que para mí estaban en la calzada del río Arga (lo que también planteé por primera vez).
Sólo echo en falta un par de cosas, que no sé si podría aún incluir: La referencia y enlace al texto de Ptolomeo en el que relaciona las 15 ciudades principales de los Vascones: II, 6, 66 (“Más allá de éstos [de los Várdulos] están los Vascones, y sus ciudades de tierra adentro son...”), que puede verse aquí, y el que no haya incluído, quizá porque Ptolomeo las referencia al hablar de la costa, unos capítulos antes, en II, 6, 10, a los dos núcleos de Oiassó: “(Cerca de éstas) son de los Vascones: (la ciudad de ) Oiassó 15° 10’ - 45° 5’ (y) el promontorio de Oiassó del Pirineo 15° 10’ - 45° 50’”, que en 1997 sugerí entender como un doble núcleo: el prerromano y romano en Oiartzun/Oyarzun, la ciudad, y el sólo romano, con el puerto, en Irún-Kosta, abriendo un "abanico costero" para los Vascones, bastante más amplio que el que se venía suponiendo.
Como Ud. sabe (hace una referencia, que me permito completar algo), ya el equipo de geodestas del Institut für Geodäsie und Geoinformationstechnik der Technischen Universität Berlin (Univ. Politécnica de Berlín), dirigidos por Dieter Legelmann, en los anuncios preliminares de sus estudios, por ejemplo en "Entzerrte Weltkarte", de 13-8-2007 ("Un mapamundi rectificado"), unos estudios poco o nada conocidos (y menos aún citados) en España, coincidieron con varios de mis planteamientos de 1997, como en concreto (febrero de 2008) sobre los errores originales de Ptolomeo, los de sus copistas y, sobre todo, en cuanto al análisis por regiones y sectores, incluso con las zonas que debían estudiarse "de forma invertida" decían ellos (“como en un espejo”, decía yo hace doce años sobre "mis" sectores 3 y 5). (De hecho ellos me propusieron redactar yo la parte del territorio vascón, pero no tenía tiempo para comprometerme en el plazo que necesitaban).
Estos estudios alemanes, y geodésicos, me ha dejado más tranquila aún respecto a la validez del método de análisis y a las muchas localizaciones nuevas que por 1997 y 1999 propuse, bastante más a ciegas en lo puramente astronómico que Ud. o que ellos, pero usando y combinando otros varios métodos nada desdeñables, como ahora puede verificarse también con sus resultados de Ud.
Así que sólo queda ya esperar la futura aparición de (más) documentos epigráficos o de otro tipo significativos al respecto de la identidad y ubicación de las ciudades vasconas discutidas, y comprobar si determinados expertos locales, a pesar de estas pruebas llegadas a posteriori desde el campo astronómico y el geodésico, perseverarán en su negativa (en algunos algo cerril) a admitir siquiera alguna de aquellas novedades (aunque ello es algo con lo que siempre hay que contar…), o bien se dedicarán sólo a seguirlas silenciando, o bien a utilizarlas procurando borrar el rastro de su fuente (que es otra vía bastante usual).
Por lo demás, me disculpo por la longitud de este excursus, le doy otra vez mi enhorabuena (junto a la parte alícuota que corresponde a los cimientos puestos por Martínez Hombre y Montero Vítores, a los que Ud. ya recuerda), y le deseo que su método dé resultado también en otras muchas regiones peninsulares, donde los preciosos datos de Ptolomeo siguen sin ser bien aprovechados. Y ya el Padre Tiempo pondrá a cada uno en su lugar...
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