Templo de Anemospilia

 

Si hubiese un lugar en el mundo y un tiempo en la historia para cantarle al amor, ese lugar debe ser la isla de Creta; y el tiempo, aquellas eras cuando las muchachas eran dueñas de todo el poder y de su belleza, cuando la gracia y la simpatía no llegaban de la sombra, y el sol de sus días inundaba por doquier su vida y su casa.

Difícil debía de presentársele al muchacho enamorado la resolución de su amor. Aquí, ahora, en el Templo de Anemospilia tenemos el ejemplo, la palabra justa.

El así llamado “templo de Anemospilia” debe tratarse de un lugar y edificio de aquellos que antiguamente aúnan los diversos caracteres de construcción y utilidad y que manifiestan la misma forma de ser de las gentes antiguas, sus costumbres e intenciones, algo que habla de la simpleza con la que resolvían algunas de las más graves situaciones y, al mismo tiempo, en su misma simpleza, la extrapolación y brutalidad que se manifiestan en algunos usos y costumbres, algo que a más de uno en nuestro siglo, les dejarían alelados y con los pelos de punta.

             

El Templo de Anemospilia debió ser un edificio, lugar o negocio con una finalidad determinada, como la inmensa mayoría de los objetos y edificios en la antigüedad, utilidad y negocio que debía estar regentado por una pareja de un hombre y una mujer que entendían de manera particular de la resolución de los asuntos amorosos en base a una serie de prácticas más o menos de aspecto sacrificial, con una finalidad determinada y que, además, hacían un servicio a la comunidad en relación con alguna de sus necesidades más urgentes.

             

El edificio está situado en el extremo norte del monte Iuktas y con vistas a la ciudad de Herakleion, precisamente. Fue excavado  en el año 1979 por el arqueólogo griego Yannis Sakellarakis, excavación muy polémica en el ambiente de la isla y en Grecia entera, es decir, que hubo mucha gente en ese país que no estuvo de acuerdo con excavar ese templo y le preguntó al arqueólogo por qué lo había hecho. El señor Sakellarakis fue alguien muy brillante en su carrera, director y subdirector de diversos museos en el país y condecorado  con la medalla de oro nacional.

             

Anemospilia está cerca de la villa palacio de Archanes, a 15 kilómetros de la capital Herakleion y a 7 kilómetros del pueblo y el palacio de Cnosos. El edificio consta de un pórtico alargado en forma de pasillo al norte y tres naves, pero hay indicios de que podrían haber existido otras tres naves al otro lado del pórtico-pasillo que ahora sería una especie de antecámara o estrecho vestíbulo que daría paso a seis habitaciones, tres a un lado y tres al otro. Este pequeño edificio singular usa unas líneas claras y angulosas, de un plano simple y efectivo y sus paredes no ofrecen restos de decoración.

               

La datación cronológica para el pequeño edificio según la cerámica encontrada en el lugar  -estilo Camares- y el momento de su destrucción, se sitúa hacia el siglo XVII- XVIII a.n.e., y coincide admirablemente con las fechas de la primera destrucción de los palacios, la que sucediera hacia el año 1.700 a.n.e., y por causas naturales, terremotos y seísmos. Es en estas fechas y a continuación cuando se produce la reconstrucción de los palacios en base a un nuevo enfoque en su arquitectura y cuando comienza la era de máximo esplendor de la cultura cretense.

              

Anemospilia, sin embargo, no sería reconstruido y los ritos, sacrificios, o costumbres que en el tuviesen lugar se abandonaron y detuvieron en esos justos momentos, incluso la gente que se acercase más tarde por el lugar a mirarlo  lo habría considerado tabú o cosa intocable.

 

Durante las labores arqueológicas en el pequeño vestíbulo alargado se encontraron diversos recipientes como jarrones, morteros, ollas de trípode y un Pithoi con restos de alimentos y trapos. Así mismo, en el espacio de este pasillo se encontró el esqueleto de un hombre en actitud de huida y que llevaba un cuenco en sus manos. La actitud de salir o huida del edifico por parte del hombre atrapado se piensa a causa del temblor de tierra que hizo caer techos y entramado superior de paredes. El cuenco descubierto también tiene su miga y ha sido identificado muy parecido a uno que hay pintado en el “Sarcófago de Hagia Triada”, un cuenco del que gotea sangre de toro, cuencos aquellos que debieron usarse para fines rituales y de sacrificios.

             

La Sala Oriental se ha catalogado como un lugar de “sacrificios sin sangre” y en ella aparece un altar escalonado para depositar ofrendas en los escalones. Esta clase de altares escalonados para ofrendas fueron muy famosos y habituales en la Antigua Grecia. En la época clásica había altares de esos en lugares de habitación, pero también en lugares públicos como plazas o cruces de caminos. Estas simples construcciones aparecen representadas en la pintura griega clásica y estaban dedicados a los dioses, sobre todo a Zeus.

             

No puede saberse, sin embargo, la intencionalidad precisa de este altar escalonado como elemento principal en el ala oriental de Anemospilia. Si realmente se trata de un lugar religioso, de “ofrendas a los dioses”, digamos, el mismo edifico en sí podría catalogarse como templo. Pero, seguramente en Creta, más de 1.000 años antes del primer esbozo o evidencia de dioses en Grecia como podría ser la Teogonía de Hesíodo  -recordemos que ésta está datada hacia el año 600 a.n.e., y casi coetánea de los relatos de Homero- no sería posible  aún pensar en la existencia de dioses, pero que de cierto ya debían creer o pensar en alguna clase de espíritus o entes superiores de aspecto protector o sanador de males.

             

Las gentes en Creta en el siglo XVII-XVIII a.n.e. debían de creer y usar los ritos y santuarios según las antiguas formas y fórmulas de los mismos, para conseguir favores o estar agradecidos a alguna clase de fuerzas sincréticas de la naturaleza y el respeto y admiración por sus antepasados. Serían por otra parte dioses elementales sin sexo, ni femenino ni masculino y es muy probable que cada persona que dejaba su ofrenda o exvoto en el altar escalonado sabía de cierto a quién iba dirigida, conocía de cierto la fuerza o el dios que debía ayudarle o a quien mostrarse agradecido.

             

Pero también es muy posible que ese altar escalonado en la cámara oriental de Anemospilia no tenga como objeto la práctica de aspecto religioso y que lo que allí se depositara, o bien guardaba una relación puntual con los negocios que se llevaban a cabo en el edificio o bien se trataba del pago en efectivo de la ceremonia que los señores dueños del edificio tendrían que realizar a favor de sus clientes. En esa sala oriental, justo en el altar escalonado, se hallaron unos cuencos de regulares proporciones con frutas, productos de cultivo como vino y aceite. Pero también se encontraron, en esos mismos escalones unos cofres de los que debían usarse para guardar el dinero, es decir, los ricos abalorios que se usaron en la antigüedad para pagar las cosas antes de la existencia de las monedas.

             

Pero también podría ser que esos dos sentidos se aunasen en uno solo y serían las ofrendas a los dioses lo que al mismo tiempo pagaría las ceremonias.

             

Seguramente sería en la cámara central donde se llevaría a cabo la ceremonia o rito más común o practicado en ese templo de Anemospilia. En ella se encontraron los recipientes cerámicos más grandes, cuyos trozos estaban esparcidos por el suelo. En uno de los costados de la sala había un banco de piedra adosado a la pared.

             

Se descubrieron más cosas en ésta cámara central, cosas extraordinariamente curiosas y de difícil interpretación como un par de pies de arcilla de tamaño natural, es decir el pie izquierdo y el derecho que aparecieron como enterrados en el suelo, y, junto a estos pies, aparecieron cenizas de madera, de lo que se ha supuesto una estatua o muñeco de madera que debía estar colocada encima de ambos pies de arcilla enterrados. Esta estatua además, según los restos descubiertos, usaba ropa de cuero.

             

Se piensa, por otra parte, que los jarrones de aparente tamaño encontrados en esta cámara central guardan relación con la costumbre del sacrificio de toros, algo que debía poseer en aquellos entonces una diversidad de usos e intenciones. En el caso de Anemospilia esos sacrificios de toros podrían estar relacionados con la singularidad del hecho amoroso entre los jóvenes de la isla, aquí en el entorno más rico de Cnosos y Herakleion.

             

Es de suponer que la política matrimonial llevada a cabo  por las señoras- reinas de los palacios debió de ser uno de los resortes más importantes de su política y que el juego intrincado del amor debía estar inmerso en la búsqueda y formación de parejas para el matrimonio. Además el hecho de “hacer la corte” o ligar, como se dice en nuestros días, debió poseer en el ambiente de la isla unas ciertas connotaciones especiales, pues de cierto serían los muchachos quienes optarían, digamos, desde su posición inferior en el entramado social, a conseguir el amor y la posición superior que las damas  -cada una de ellas-  poseía en esa sociedad.

             

La forma especial de contemplar el amor en aquellos tiempos y en Creta habría originado un sinnúmero de descalabros y desengaños amorosos, de “recibir calabazas”, digamos, y tan sólo y en su mayor parte en el estamento de los chicos, más notorio, si cabe, en aquellos pertenecientes a las clase más ricas.

 

Esto debía ser, entonces, el servicio más importante que prestaba este templo y sus dueños en Anemospilia. Pero sin duda alguna, allí, en aquel lugar y templo de Anemospilia no se sacrificaron toros. La ceremonia completa de reparación amorosa debía ser de la siguiente manera: una vez que el muchacho fuese desengañado, dado calabazas, y despreciado por una dama, lo que se acostumbraba en el ámbito familiar era hacer un sacrificio en solución o reparación de esa triste situación. Se mataba un toro y recogían su sangre en un jarrón apropiado para ello. Este jarrón con la sangre del toro  -o de los toros-  según la riqueza de la familia, era subido al templo de Anemospilia y se entregaba al matrimonio encargado y dueños del templo que, después de la ceremonia de intercambio de bienes para el pago del servicio, algo que debía llevarse a cabo en la sala oriental, en el altar escalonado de esa sala, se harían unas ceremonias pertinentes y el jarrón sería colocado en la sala central junto a otros jarrones que allí había y que rodeaban el muñeco o la escultura de madera que había en el centro de la sala.   

 

 

En relación con esto último, la estatua de pies de barro hundidos en el suelo, que presidía el centro de esta sala central, puede tratarse también de algo especial, es decir, que no fuese una estatua convencional, sino una especie de muñeco para significar la futilidad que en ocasiones rodeaba los hechos de amor. Incluso podría ser, ¿por qué no?, que ese muñeco tuviese de cabeza una calabaza.

             

Este sacrifico y ceremonias de reparación debía conseguir el suficiente poder y magia de curación para el enterramiento del amor fallido y la recuperación de la salud para el muchacho enamorado.

             

Pero acaso, todas esas prevenciones para con el hecho de amar y de ser correspondido en el amor, no fuesen suficientes y que esos ritos y ceremonias, algunos de ellos, no consiguiesen la magia necesaria de curación que se pretendía. Es aquí, entonces, cuando entra en juego la última de las estancias del templo, la llamada sala occidental.

             

La tercera y, acaso última de las salas, la sala occidental, viene a significar lo extraordinario, el rito brutal y antediluviano, algo que justamente no le habría venido mal las condiciones trágicas de su fin, es decir, el desplome del techo y las paredes encima para que eso terminara y no volviese jamás a celebrarse.

             

En esta sala del oeste se encontró una mesa alargada que presidía el espacio de la sala y los esqueletos de tres cadáveres en un contexto que no era de enterramiento normal, sino ocasional. Dos de los esqueletos pertenecían de un hombre y una mujer de una edad parecida ya de adultos. La mujer debía tener unos 30 años y el hombre debía tener alguno más. Estos debían ser entonces los encargados y dueños del templo. Ambos esqueletos se encontraron masacrados por el desplome del techo y las paredes. El tercero de los esqueletos es el más importante y se halló justo encima de la mesa que preside la sala. Este esqueleto corresponde a un chico de unos 20 años de edad. La información que se posee del esqueleto es que  tenía las piernas, o una de ellas flexionada detrás de los muslos y una cuchilla de aparente tamaño sobre el pecho.  

             

El arqueólogo griego que hizo la excavación sugiere que los pies del muchacho habían sido atados, que se trata de la evidencia de un sacrificio humano, y que la sangre había sido drenada del cuerpo que había encima de la mesa.

             

No puede saberse, no obstante, si el cuenco que portaba el hombre que salía llevaba la sangre del joven sacrificado ni tampoco a donde lo llevaba. Si se dirigía al exterior del edificio o iba a depositarlo en la sala central donde estaban los otros jarrones.

             

Otra cuestión importante es que esa clase de ceremonias pueden ser una especie de rito o ceremonia de curación para el joven enamorado, un exorcismo o simulacro de sacrificio que le dispusiese en el buen hacer de las cosas para su problema amoroso, con drenado de sangre incluido. Para esto último hay que alegar que el cuchillo encontrado y a pesar de su tamaño ofrece un simple aspecto de objeto ritual, sin filos en sus bordes, algo que no habría podido servir para degollar un cuerpo y que la posición en la que se encontró el cuchillo no es de traspasar el pecho en su acción, sino que fue dejado o depositado encima del pecho.

             

También es asombroso, creo yo, los casi 4.000 años que ha permanecido eso ahí, sin que nadie lo mirase o se interesara por ello y la tremenda casualidad que justo en el momento del sacrificio o simulacro, su produjera el terremoto, el desplome del edificio y la muerte de los que allí había.

             

El Templo o negocio de Anemospilia, que como otros muchos lugares en la antigüedad debió cumplir unos servicios precisos para la comunidad, que poseía una serie de circuitos sociales en los que se desenvolvía y una serie de personas que los atendía o que eran los dueños de los mismos.

Restos del Santuario de Gazi

Gazi es un departamento o barrio que se encuentra en la periferia de la ciudad capital de Herakleion. El llamado Santuario de Gazi se trata de un edifico de una sola estancia que podría formar parte de una construcción más grande pues el lugar no ha sido excavado en su totalidad.

             

No se sabe si se trata de un santuario público o semipúblico, de una simple capilla doméstica o de cualquier otra clase de recinto sagrado. La estancia no tiene banco alrededor ni otras plataformas adicionales y es muy probable que se trate de un anexo, de un almacén de otro edificio que aún no fue explorado o descubierto.

             

Pero lo realmente importante y significativo son los hallazgos encontrados en ese lugar, almacén o santuario y que por sus tremendas características pueden hablarnos de un hecho diferente, es decir, que la mayoría de esos objetos no guarden relación con la estancia donde fueron encontrados, sino que habría sido depositados allí en espera de unos mejores tiempos en los que fuesen recuperados.

             

Los objetos rescatados  se encontraron sobre el pavimento y guardan acaso una relación entre unos y otros, pero desde la perspectiva de haber sido depositados, dejados o escondidos a propósito en el santuario. Su datación cronológica los sitúa en los tiempos finales del Periodo Pospalacial hacia los años 1.300-1.200 a.n.e., y dentro de un ambiente cultural de hibridismo con el mundo micénico instaurado en la isla desde el año 1.450 a.n.e.

Los materiales encontrados hablan de una mesa de ofrendas, hecha de terracota, con perforaciones horizontales que es una especie de mueble o carretilla con tres ruedas, dos “vasos de las serpientes”, dos Kilikes de pie alto, dos jarros, un vaso con pie y un cuenco. Pero los hallazgos más importantes son varias estatuas de señoras o diosas con ricos vestidos y tocados, y una “estalagmita” que se relaciona de cierto con los hallazgos recuperados en el área de culto de Cnosos. Los vasos de las ofrendas fueron hallados también sobre el pavimento y justo delante de las estatuas de las llamadas diosas.

             

Las esculturas y el extraño mueble con ruedas están fabricadas en terracota, y en cuanto a la interpretación de las mismas acaso sería posible también aquí un alejamiento de la dimensión religiosa e interpretar y catalogar esos objetos según emblemas o símbolos de representación oficial, estatuas de señoras reinas que debieron estar colocadas en lugares preeminentes de los palacios o en lugares visibles de sus calles o fábricas. Se habla de la Señora de las Adormideras, de la Señora de Gazi con tocado de ave y de otra escultura con tocado  de un ave entre una especie de paletas y peinado sinusoide. Aparecen con los brazos en alto en representación de los “cuernos de la consagración” y unos vestidos acampanados que recuerdan de manera curiosa las modas en la Europa de siglos pasados. El extraño mueble con ruedas o carretilla debe tratarse  de una reproducción en terracota de otro objeto que habría existido en la realidad, más grande y de un uso más estricto. Se trata de una especie de mesa en la que aparecen tres cabezas de toros, una mampara con sendos orificios, tres ruedas a modo de carretilla y un señor detrás que parece llevar o conducir esa carretilla. Este objeto, es decir, el que existiera en la realidad, debió ser sin más un carrito representativo de los poderes establecidos  y que se haría rodar o pasar a modo de emblema para abrir las procesiones y ceremonias que tuvieran lugar en los palacios.    

 

Conclusiones

             

La conclusión es que no existen conclusiones, es decir no se puede hacer una conclusión de algo que no existe. Cuando la cultura cretense, al igual que otras muchas, sin duda en el ambiente de la Prehistoria, consiga unos estamentos de realidad y cosa objetiva, en base a unos estudios y análisis cercanos a los hechos históricos e intrahistóricos de ese lugar, acaso sí será posible sacar alguna clase de conclusiones sobre lo mismo. Es decir, no es posible asociar Cnosos como Palacio del Rey Minos, con la idea de un centro-palacio de aspecto medieval y regido por unas dinastías de señoras reinas.

             

¿Puede uno, entonces, o cualquier persona ponerse a contemplar o estudiar por simple afición o necesidad de estudio la Prehistoria-Historia sin un riesgo efectivo para su vida e intelecto y sin dejar en ello tres cuartos de sus intenciones, su ansia de sabiduría y conocimiento? En otro sentido ¿por qué no existen pruebas fehacientes de que las cosas y los hechos pueden ser de otra manera en esa Prehistoria? ¿Por qué no hay referencias reconocidas de aquellas figuras legendarias de señoras-reinas, de sus abuelas de abuelas que habrían presidido esos palacios y sociedades en Creta?

             

Porque no se crearon esas pruebas y en base a las evidencias arqueológicas y de Historia del Arte. O si se crearon siempre se interpretaron de una manera insuficiente, en la dirección equivocada de mitos y divinidades abstrusas. Quizás la misma aparición de la escritura y los sistemas de datos que constituyen los inicios de la Historia habría sucedido en las márgenes precisas cuando las antiguas sociedades matriarcales-patriarcales se ocultaban y las figuras de aquellas reinas desaparecían paulatinamente, sin más, engullido su nombre, economía y riqueza por el hecho de la guerra, el pago sumarial de cuerpos de ejército que defendiesen palacios y ciudades y sus propios intereses. En el caso particular que nos ocupa, Creta, esas figuras de señoras-reinas y la clase de sociedad que representan, serían soslayadas por una serie de invasiones de tipo comercial y militar de unos importantes señores que escapaban así, del control de su metrópolis en el interior de Grecia.

             

Yo no estuve nunca en Creta, por consiguiente no conozco Cnosos, es uno de esos lugares en los que uno piensa, tal como ir a Roma o a Paris. Pero sin duda, algún día lo haré y podré escuchar entre sus ruinas y rincones los antiguos dichos y palabras de aquellas señoras de que “el tesoro es mi corazón y yo soy la cabeza”.

 

 

Esto termina aquí.

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