Red social de Arqueologos e Historiadores
Interpretación de algunos lugares y objetos en la Cultura Cretense
En cuanto al significado de la clase de arte desarrollado en Creta, arquitectura y escultura, pintura al fresco, cerámica, grabado y modelado, y de los lugares y superficies empleados en el despliegue de ese arte, se trata sin duda de una clase de arte práctico, que tiene mucho que ver con los hechos y costumbres inmediatos, con los oficios y ceremonias que se usaron en esos tiempos. No es necesario buscar en ello ni asociarlo, excepto en alguna realidad concreta, con mitos religiosos -en Creta prácticamente no existían los dioses-, y las figuras humanas que en ese arte aparecen se refieren sin duda a retratos genéricos de la clase de mujeres y de hombres, sus atuendos y aderezos, que protagonizaron la vida social y de los palacios.
Los Palacios.- El elemento más característico de este Arte y Cultura que nos ocupa es la presencia y despliegue de unas construcciones que serían identificadas como Palacios por los investigadores. Esta clase de construcciones magníficas aparecen diseminadas por todo el entorno de la isla, sobre todo en el centro y norte de la misma.
Los palacios cretenses son concebidos como complejos de aspecto civil, sin apenas manifestaciones o estructuras militares y al servicio de una comunidad, ciudad o pueblo de alrededor. Esta relación se hace, sobre todo, sobre las ruinas del Palacio de Cnosos y la historia de su descubrimiento.
Sería, pues, a finales del siglo XIX cuando el cónsul español en Creta, llevado por su interés, realiza en Cnosos pequeñas prospecciones sin acaso resultado aparente. En 1878 Minos Kalokerinos hizo una serie de excavaciones en el lugar con el hallazgo de diversos materiales y grandes jarras de cerámica destinadas a contener productos en la zona que después sería identificada como almacenes. Es en torno al año 1900 cuando comienzan las excavaciones y reformas de Arthur Evans, que conferirán al lugar el aspecto que puede contemplarse en la actualidad. Estos trabajos y reformas, no obstante, es necesario compararlos con las ruinas de otros palacios investigados como Faistos y Mallia, reformas que es necesario restringir en cuanto a despliegue decorativo y arquitectónico, pues ni siquiera es posible saber si esas famosas columnas cretenses son algunas auténticas.
Los palacios y su arquitectura albergan para nuestro interés una doble finalidad: una funcionalidad orgánica, a partir de un área abierta o gran patio central para la función de palacio y producción de bienes, y una segunda finalidad arquitectónica en relación con las condiciones extremas del medio ambiente, seísmos, terremotos y volcanes.
Según la primera de las funciones, se advierten una serie de condiciones de construcción y otras de ornato o decoración de las mismas.
Los materiales utilizados son sillares y bloques de piedra caliza, ladrillos de arcilla y paramentos internos de piedras, además de cascotes irregulares, armazones de madera y travesaños reforzados con losas de piedra en muros y techos; también hay que mentar el yeso para enlucir paredes y suelos, la madera de ciprés, el alabastro en láminas que recubre superficies y arcilla para los ladrillos y canalizaciones. Los planos de construcción se hicieron en base a una serie de cuadrículas, y la medida utilizada fue el llamado pie cretense. Se advierten diversas escalinatas que comunican los diferentes pisos y dependencias, revestimientos con piedras pulimentadas, pisos superiores muy gruesos en base a piedra y argamasa, columnas de madera de formas ovaladas y pintadas, grandes tragaluces de iluminación, mamparas plegables, umbrales en las antesalas, agua corriente, cuartos y aparatos para la higiene y desagües, los pasillos tienen forma de zig-zag y muchas escalinatas no son rectas. Tanto pasillos y escalinatas parecen confluir hacia los nobles apartamentos de la reina, como dando unos rodeos.
La distribución de dependencias sería: una escalera principal de acceso en el sudeste; los almacenes y talleres en el flanco oeste con un total de unas 25 salas; dependencias de oficinas hacia el interior desde los almacenes, unas 8 salas; dependencias domésticas en el sudeste, otras 8 salas y talleres de cerámica y escultura en el norte con unas 7 salas.
En cuanto a las condiciones de ornato o decoración se usaron técnicas de pinturas murales al fresco según la preparación de unos colores conseguidos por una diversidad de pigmentos minerales. Las escenas representan bellos y estilizados motivos de baile, danza, deportes y tauromaquia, procesiones y retratos de personajes genéricos y reales de la vida del palacio. La técnica es de colores vivos y planos con líneas expresivas y fuerte sentido simbólico. Ejemplo de lo mismo serían el 'Príncipe de los lirios', el 'Salto del Toro' y 'Las jóvenes de azul'. Hay que recordar que la mayor parte de los frescos en la actualidad se hicieron en base a pequeños restos de las pinturas y frescos originales.
La segunda de las funciones es aquella que nos habla de que una gran parte de las razones arquitectónicas fueron hechas así, con la simple mira de prevenir, asegurar y restaurar los edificios en relación con pequeños o grandes acontecimientos naturales como seísmos y terremotos. En efecto, no hay más que darse cuenta de la conjunción usada de madera, piedra y cascotes en las paredes, y algunos techos, para la consecución de una cierta elasticidad que no solo aguantase los desperfectos tras los seísmos, sino que permitiese su más fácil restauración. También la forma del fuste de las columnas -si su forma es o fuera de esa manera- más estrecha en la base y más anchas en el capitel podría ofrecernos razones para lo mismo: la elasticidad y seguridad de los techos y paramentos superiores. Existen además, pues se han descubierto, unos pequeños compartimentos disimulados en la base del suelo y paredes, muy llamativos y de materiales ricos, que la arqueología catalogó como “depósitos fundacionales”, es decir, lugares conmemorativos, pero que acaso podrían tratarse de pequeños y elementales sistemas de control de seísmos, esto es, sismógrafos elementales, pues allí sería el lugar de colocación de pequeños recipientes con agua u otros líquidos -el mercurio, por ejemplo- para averiguar si los mismo se derramaban cuando sucedieran terremotos, y según la cantidad derramada poder calcular la intensidad de esos movimientos, los posibles daños en la estructura del palacio y los arreglos pertinentes a los que habría lugar.
Una cosa es cierta esta función de aguantar las condiciones naturales daría su resultado, más o menos aparente, a través de los siglos. Y no conviene echar la culpa de su estado actual, o del que tuviese al inicio de las excavaciones, a grandes catástrofes como el hundimiento de la caldera del volcán Santorini -que acaso sucediera en etapas diversas- u otra clase de fenómenos grandiosos o fuera de la tónica habitual en aquellos tiempos, pues esos palacios, sin duda, siguieron estando, una vez reformados o reconstruidos, en óptimo estado durante la dominación micénica. También existen pruebas de habitación en tiempos de los siguientes invasores, los dorios, que los utilizaron para su gobierno en la isla y de vivienda particular. Incluso se cree que los cónsules de Roma, cuando se adueñaron de la isla habitaron en esos palacios, y en Cnosos en concreto.
Es un enigma histórico las circunstancias que los redujeron al grado de destrucción que ahora lucen. Quizás fuese el espolio secular de sus materiales para otras construcciones, pues se tiene evidencia de que en la Edad Media los conquistadores venecianos usaron gran parte de esos edificios para la construcción de un castillo en Herakleion. Lo cierto es que cuando A. Evans se dio cuenta de su existencia, todo debía ofrecer un aspecto deplorable de abandono y consunción, dado que el arqueólogo inglés lo tildaría de un auténtico descubrimiento.
Cnosos, como ejemplo paradigmático de la cultura y civilización en la Creta prehistórica sería construido hacia el año 2.000 a.n.e., y alcanzaría su esplendor en el periodo de los Segundos Palacios, entre el año 1.700 a.n.e., hasta el año 1.450 a.n.e. Tenía aproximadamente unos 17.500 metros cuadrados habitables y unas 1.000 habitaciones. El antiguo asentamiento humano de Cnosos se piensa que pudo contar entre los 15.000 y los 50.000 habitantes.
La sala del trono en Cnosos
Si se acepta la evidencia de que las primeras figuras que presidieron los palacios en Creta son mujeres, aquí en Cnosos, en particular, debería aceptarse otras evidencias de función social y política que acompañen ese hecho. Todo ello podría hacer referencia a que esa clase especial de mujeres en Creta, presidieron esos palacios como reinas y señoras de los mismos, con ostentación de poderes singulares, que la relación matrimonial, digamos, con sus cónyuges, sería el paradigma de función social de cara a la sociedad y que de hecho esa relación no sería algo extraordinario, es decir, una mayoría de hogares en la isla debieron usar esas formas. Otra evidencia debió ser el hecho de la existencia de unas dinastías de esas reinas y señoras que se habría sucedido a través de los siglos, unos 600 años sucesivos de esa clase de dinastías de línea materna.
El lugar que ahora tratamos de dilucidar es la llamada Sala del Trono de Cnosos, algo que consta de dos estancias diferentes. Una de aspecto más importante de suelo y paredes de piedra caliza, tiene un banco que rodea la sala por entero y terminado con piedra de alabastro y en la cara norte aparece un trono también de alabastro con el respaldo adosado a la pared. El respaldo tiene formas ondulantes como de ondas marinas y el asiento imita las formas de un sillón convencional. Por curiosidad a ambos lados de ese trono existen unos espacios que, de cierto, debieron estar ocupados por los emblemas de poder, los labrys, de un aparente tamaño y unas peanas que los sujetasen. Esta sala más importante se complementa y comunica con otra de aspecto más normal, una especie de antesala abierta al exterior por un espacio en el techo de donde llega la luz y el aire del exterior. Esta segunda sala ofrece el aspecto de lugar para invitados o interesados en los asuntos que se dirimen en la otra sala, la del trono. Pero es que, en esta segunda, es posible que también haya un trono, pues tiene un espacio destinado para ello, en donde, según las excavaciones se habría encontrado un trono de madera quemado. El actual sería una imitación aproximada del original.
La primera de las salas, la del trono de alabastro, sería un lugar importante de representación, un lugar donde se iba a discutir y obtener consenso sobre las decisivas cuestiones que movían la economía y la política del palacio y de la isla. En el trono aparecería la reina o señora del lugar y en el banco se sentarían los miembros de esa asamblea. Por curiosidad, esa asamblea debía estar constituida casi exclusivamente por mujeres, consejeras o asistentes de la reina, de su propia familia o las responsables de los diferentes departamentos del palacio. Aunque, sin duda, también debían de asistir hombres, el marido-consorte y sus acompañantes, los mayordomos del palacio, los mandos militares adscritos al palacio, los jefes de los talleres y zonas de producción, encargados de las oficinas y del comercio.
Existe una cierta presencia de esta clase de salas en los otros lugares monumentales en Creta, palacios y grandes casas, algo que sería conceptuado como “santuarios con banco”. Pero no sería tan descaminado conjeturar su existencia como lugares asamblearios, como ya lo hemos descrito aquí en Cnosos.
Otro lugar en la imaginería y los símbolos en Creta y Cnosos que sigue exigiendo explicación son los símbolos y uso en objetos de arte como la cabeza de toro, su cornamenta, los llamados “cuernos de la consagración” y la presencia por doquier en pintura, grabados y objetos de fábrica de los “Labrys”, el llamado “doble hacha”.
El símbolo de la cabeza del toro y sus cuernos fueron siempre usados desde la más remota antigüedad en la fábrica de objetos para significar la riqueza y el progreso, su presencia en los lugares más ricos y entre las gentes más señaladas así lo atestiguan. Pero de cierto esa representación no puede desvincularse de las costumbres y los usos de aquellos tiempos, el aprovechamiento de esa clase de animales -los bóvidos- en las granjas y su uso para alimentación y consecución de materiales. Sería, entonces, ese mayoritario uso lo que habría originado desde el principio su abstracción artística en multitud de objetos y emblemas de ceremonias, algo que sería magníficamente empleado por las clases más poderosas y en significación de eso mismo, su riqueza y su posición en la sociedad misma.
En cuanto a los llamados “cuernos de la consagración”, es muy probable que en algún lugar o representación puntual sí podría advertirse un uso de ceremonia religiosa o de veneración por los antepasados, pero su uso en Creta y Cnosos es muy variado desde instrumentos para la higiene o la comida, hasta pequeños aparatos para sujetar los 'labris de representación.
La 'labris' es un objeto y símbolo también de rancias dinastías anteriores y que, aquí en Creta, seguramente vino de importación con las migraciones de grupos matriarcales-patriarcales llegados desde Asia Menor, y recuerdo acaso de otros más viejos contactos con las tribus guerreras que llegaban desde el norte. En relación con este símbolo y objeto aquí en Creta, y en Cnosos en concreto, hay que tener presentes unas ideas: primera, que aunque se trate de un símbolo de fuerza y de aspecto guerrero, el doble hacha se trata de un símbolo y objeto que cae dentro de los atributos femeninos y de la mujer, en este caso de las señoras reinas de Cnosos. En la mayoría de las representaciones, sobre todo aquellas ostentosas para significar la presencia de alguien en pintura y grabado, en escultura y fábrica de objetos, siempre es necesario asociarlo a la figura de la mujer. Segundo, que esa figura, objeto y símbolo también sería usado por los varones, en este caso sí, para significar atribuciones guerreros y de guardias los palacios, tal como esas en que los 'labris' aparecen con grabados geométricos como una condecoración o insignia de algún personaje policial o militar que lo usase.
Otro momento cénit del arte cretense serían las representaciones de celebraciones taurinas. La fiesta de saltar el toro debió ser una celebración importante e instaurada dentro de otras celebraciones más amplias y oficiales, una celebración de aspecto y asistencia popular y que viene predicha por una serie más o menos grande de pinturas, sellos y pequeñas esculturas que nos lo muestran.
La fiesta en sí, debió consistir en lo que aparece magníficamente representado, una serie de lances o entradas al gran toro, unas veces para quedar atrapado entre los cuernos y aguantar su empuje; y otras una especie salto al toro. Este salto sería de especial espectacularidad y consistiría en una carrera hacia el animal, hacer un salto acrobático para pasar por encima de la cornamenta, apoyar las manos en el dorso del mismo -como si de un plinto se tratase-, dar una vuelta en el aire para caer al otro lado, de pie, y recibir la ovación del público.
Un lugar para comentar también aquí en Cnosos, sería el llamado “teatro”, un sitio ubicado en el exterior y justo al borde de la construcción magnífica del palacio. Asemeja una especie de estancia al aire libre, con una serie de gradas que la rodean a un lado y otro de la misma. Es de suponer que esta estructura en el exterior debió servir para una serie de actos públicos a los que asistiría una cierta clase de gente particular interesada en los negocios que allí tuviesen lugar. Se piensa que en esas gradas cabrían unos 400 espectadores. Quizás se hiciesen juegos florales o representaciones de oradores, grupos de cómicos o músicos, aunque también podría tratarse de una simple pasarela de la moda, algo que podría llamarse en palabras de nuestros días “pasarela Cnosos”, y que sería allí donde desfilarían las modelos vestidas con los trajes procedentes de los almacenes y producidos, allí mismo, en el centro-palacio. Serían entonces los asistentes de esos desfiles quienes a la postre comprarían esos modelos y las unidades pertinentes de los mismos.
El sarcófago de Hagia Tríada
Hagia Tríada es otro de aquellos centros-palacios en la isla de Creta, pero no es tan importante como otros lugares como Festos, Mallia, Gournia o el propio Cnosos. Todos ellos constituyeron los centros de poder y desarrollaron la prehistoria en la isla.
El lugar, villa o palacio está situado en el centro del litoral sur de la isla, cerca del más famoso y grande palacio de Festos. Su construcción se data hacia el año 1.600 a.n.e., aunque varios siglos después sería destruido por diversas causas hacia el año 1.450 a.n.e. Pero seguramente el edificio sería reconstruido, pues es aquí en Hagia Tríada donde la presencia micénica invasora se advierte mejor.
Esta villa o palacio se hizo famoso y conocido sobre todo por dos importantes hallazgos: un número no determinado, pero alto, de tablillas de arcilla que contenían escritura cretense del Lineal A y el llamado y conocido por todos, sarcófago de Hagia Tríada. Es este segundo objeto lo que nos proponemos comentar ahora y que procede precisamente de los primeros años de autoridad micénica.
El objeto en sí, uno de los más importantes de la Historia del Arte en Grecia y que se expone en el Museo de Herakleion, fue descubierto en 1.903 en un edificio usado para enterramientos contiguo al yacimiento de Hagia Tríada. Las últimas dataciones que corresponden al sarcófago son desde el 1.370 al 1.320 a.n.e.
El sarcófago está fabricado en piedra caliza y tiene forma rectangular con cuatro patas. Posee una decoración con base en una capa de yeso superficial donde se aplica la pintura al fresco y que debió ocupar toda la superficie exterior del mismo. Tiene escenas de ceremonias habituales y profanas en la parte anterior y posterior, además de otras más pequeñas a los lados. Todo ello está rematado por cenefas de decoración geométrica con espirales en forma de dobles eses y rosetas. El conjunto ofrece un aspecto en el que se aprecia claramente una síntesis de técnicas y motivos del arte cretense y micénico. Los colores usados son los característicos de este arte: rojo, azul, amarillo, marrón y blanco.
Sería acaso difícil averiguar si la decoración del sarcófago posee en sí una cara principal anterior y otra secundaria o posterior, más bien parece algo sin esa clase de distinciones.
En una de las caras, la más habitual y contemplada, aparecen dos procesiones que siguen a ambos lados del panel. La una procesión es de chicos y aparece representada sobre fondo azul. Dos de ellos llevan ambos animales que parecen perros de raza y, el primero del grupo, porta lo que parece ser la maqueta o representación de un barco. Los tres chicos son recibidos por otra figura que aparece de frente y que puede ser, sin más, un mayordomo en la entrada de una estancia -escalera, planta de palma, edificio- donde debía residir el importante señor o marido consorte de la villa o palacio en cuestión.
La segunda procesión, de aspecto más importante, aparece pintada sobre fondo blanco, color reservado para las mujeres, y en ella aparecen tres personajes: un hombre que porta una cítara elemental que parece tocar con sus manos, una mujer intermedia con unas angarillas en los hombros y ambos recipientes en los huecos de las angarillas. Y una primera mujer que porta y vuelca otro recipiente de parecidas características de los de las angarillas. Este acto de volcar es muy significativo y se hace sobre otro recipiente que aparece sobre una mesita dorada y queda enmarcado en el centro preciso de dos columnas de un aparente tamaño que sujetan unos 'labris' de representación. Esta escena de los 'labris' parece presidir la entrada de otra estancia donde debía residir la señora reina del centro-palacio en cuestión.
Otro dato para lo mismo vendría dado por la clase de recipientes que portan y vuelcan las mujeres de la procesión, si son recipientes que contienen elementos de ritos o libaciones o más bien podrían ser los abalorios de las rentas que el palacio y que la señora reina debía cobrar derivado de los impuestos a las tierras y a las fábricas adscritas al centro-palacio. Además, esa clase de recipientes no parecen lo más adecuado para contener líquidos, o perfumes, o bien cualquier otro presente simbólico. No tendría sentido un rito o ablución de volcar un recipiente en otro más grande si además no hay nadie presente para ello. Y, sin embargo, el cobro de impuestos en abalorios y objetos de valor sí parece algo adecuado.
En esta primera cara, supuestamente anterior, podría pensarse que representa de forma maravillosa la clase de sociedad matriarcal-patriarcal que desde siempre había imperado en los ambiente de Creta: la reina señora con sus atributos de poder, los 'labris' y el cobro de los impuestos por las tierras y las fábricas y su marido-consorte en sus aposentos. No es posible saber, no obstante, ya en estos tiempos en los que se data el sarcófago, si ese marido consorte sigue perteneciendo a los rancios clanes de matriarcado-patriarcado de la isla o se trata de alguien diferente e impuesto por la autoridad micénica invasora.
En el panel de la otra cara del sarcófago aparece una sola procesión hacia la derecha. Se trata de tres mujeres ataviadas de ricos vestidos. En el lugar central y escena principal aparece una gran mesa sobre la cual se representa a un bóvido, vaca o toro, encogido sobre sí mismo y con una especie de ataduras en forma de aspa y, además, en segundo plano, un hombre que toca la flauta de dos tubos o aulós. En el primer lugar de la procesión hay una figura de mujer de aspecto muy parecido a la primera mujer del otro panel, la cual parece llevar a cabo una ceremonia sencilla de ablución de manos con el jarrón que tiene al lado, y que mira la estructura de edificio con formas de cuernos y plantas que deben representar el palacio y su entrono en la isla.
Este segundo panel viene a ser, por simpleza, la representación de la procesión de la muerte según la forma de ser y las costumbres luminosas, pero milenarias, de las gentes de Creta. La vaca atada sobre la mesa en señal del fin mortuorio de la reina-señora del palacio y la serie de ceremonias sucedidas a su alrededor.
Esto es lo que da de sí la interpretación literaria de la decoración del sarcófago, aunque aún quedan algunas cosas por dilucidar como la clase y calidad de los vestidos, propia de la moda cretense o micénica, la posesión cierta de los emblemas que representan el centro-palacio, que es más propiedad de la reina o de su señor marido consorte, o el significado de los carros de guerra que aparecen a ambos lados.
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