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La puerta de entrada de Berenike helenística, vista desde el noreste. Crédito: SE Sidebotham / Antiquity.
Berenice, en la costa egipcia del mar Rojo, fue durante mucho tiempo una de las ciudades egipcias más prósperas. Allí atracaban barcos procedentes del Mediterráneo y de más allá que transportaban todo tipo de mercancías y productos exóticos. Pero sorprendentemente, hace más de 2.000 años la ciudad fue abandonada, al parecer cuando el suministro de agua potable se acabó. Pero ¿qué ocurrió exactamente en Berenice? Hasta ahora los arqueólogos e investigadores no lo tenían muy claro...
Precisamente, que la ciudad fue abandonada es lo que se desprende de un reciente estudio publicado en la revista Antiquity, realizado por Marek Woźniak (izquierda), del Instituto de Culturas Mediterráneas y Orientales en Varsovia, Polonia, y por James A. Harrell (derecha), profesor emérito de Geología en la Universidad de Toledo, Ohio. Según estos investigadores, la causa del abandono de Berenice pudo haber tenido origen en una catastrófica erupción volcánica, posiblemente acaecida en el otro lado del mundo, lo que provocó en Egipto una sequía severa.
Los arqueólogos han estado excavando la ciudad de Berenice en la costa egipcia del mar Rojo de forma intermitente desde 1994. Berenice se fundó entre 275 y 260 a.C., pero, al parecer, fue abandonada temporalmente en algún momento entre los años 220 y 200 a.C., antes de volver a ser repoblada. Tras la anexión de Egipto al Imperio Romano, en 30 a.C., Berenice se convirtió en el puerto situado más al sur del Imperio. "La ciudad era una especie de combinación de ciudad y base militar", explica Woźniak.
Desde 2014, el investigador polaco ha excavado los restos de una puerta y una torre en la muralla de la fortaleza que se alzó en la ciudad junto con el geólogo James Harrell, y sus trabajos han sacado a la luz un pozo hundido en el pavimento del edificio. El pozo todavía acumula agua en la actualidad. "Sabe bastante bien, aunque en realidad un poco salada", comenta Woźniak.
Interior de un pozo de agua en el complejo de la puerta mirando hacia el sur; seremarca el pozo original (fase uno). El resto de la cámara, con cuatro nichos, representa una expansión del mismo Fotografía de J. Rądkowska.
Dentro de uno de los nichos del pozo en la puerta de entrada los investigadores descubrieron los restos de ánforas que se utilizaron para extraer agua. Crédito: SE Sidebotham / Antiquity.
Berenice, situada en un entorno desértico, dependía de los pozos para obtener agua. Pero el pozo de la fortaleza se secó entre 220 y 200 a.C., y, con el tiempo, el viento del desierto fue cubriéndolo de arena. Los arqueólogos que excavan en Berenice han encontrado esta arena milenaria conservada en el interior pozo, en cuyo fondo se han descubierto asimismo dos monedas de bronce que datan de las décadas anteriores al año 199 a.C. En otras zonas de la fortaleza, se han hallado muy pocos objetos de ese período, lo que sugiere que, en efecto, Berenice fue abandonada.
Woźniak cree que la sequía que provocó el abandono de la ciudad tuvo que haber sido muy intensa para llegar a secar el pozo. De hecho, la erupción volcánica que pudo haberla provocado arrojó a la atmósfera toneladas de cenizas y gases (como el dióxido de azufre), que absorben la luz solar, enfrían la superficie de la Tierra y debilitan los monzones. Esto probablemente ocasionó que las lluvias de verano que estos hacían caer sobre Egipto no se produjeran. Esta falta de lluvia podría explicar que el pozo se secase.
Artefactos encontrados en la arena que llenaba el pozo: a) una moneda de bronce helenística temprana, que probablemente data del reinado de Ptolomeo IV Filopátor; b) un ánfora y el nombre del ánfora, Antíoco, es probablemente el del propietario. Fotografías de E. Sidebotham.
En línea con la teoría de Woźniak de la erupción volcánica como causa principal de la sequía que obligó a los habitantes de Berenice a abandonar la ciudad, un estudio publicado en Nature Communications en 2017 y dirigido por Jennifer Marlon (izquieerda), de la Universidad de Yale, analizó los rastros químicos conservados en los núcleos de hielo y descubrió que en el año 209 a.C., una erupción volcánica había liberado muchos aerosoles de sulfato en la atmósfera terrestre.
Lo que sigue sin estar claro es qué volcán fue el responsable, pero comparando los rastros químicos con la composición química de las rocas de lava de origen conocido, los geólogos identificaron cuatro posibles culpables: el Popocatéptl en México, el Pelée en la isla de Martinica (en las Antillas Menores), o el Tsurumi o el Hakusan, ambos en Japón. El mismo estudio registró otros dos picos de sulfato en el registro de hielo, que datan de los años 46 y 44 a. C., y un estudio publicado en 2020 por un grupo internacional de investigadores identificó la posible fuente como el volcán Okmok de Alaska en las Islas Aleutianas, que al parecer causó la erupción volcánica más grande de los últimos 2.500 años.
Parte occidental del complejo de la puerta con el pozo, las cuencas de almacenamiento de agua y las estructuras relacionadas, mirando hacia el norte. Fotografía de S.E. Sidebotham.
Grandes erupciones volcánicas en el hemisferio norte entre el 400 a. C. y el 400 d. C. (dibujo de J. Harrell según Manning et al.2017
La erupción del año 209 a.C. (además de otra erupción cuatro o cinco años después) causó un cambio climático que sería el culpable de una sequía severa que duró varios años, secándose el pozo de Berenice e impidiendo que el Nilo no se desbordase, lo que acabó provocando un período de malas cosechas y una hambruna devastadora en el Alto Egipto (que sería el origen de una grave revuelta tebana entre los años 207 y 186 a.C.). Este disturbio fue provocado por el descontento de la población egipcia con sus señores macedonios y solo requirió una chispa para encenderlo. Ptolomeo IV Filopátor (221-205 a.C.) perdió el control del Alto Egipto durante 20 años y, con él, el acceso a casi todas las rutas terrestres que conectan el Valle del Nilo con el Mar Rojo. Berenice quedó así impedida de la capacidad de intercambiar bienes y personal con el valle del Nilo.
Foto: Detalle del mosaico romano de Veyes (Isola Farnese, Italia) que representa a un elefante africano siendo cargado en un barco, siglos III-IV d.C., Badisches Landesmuseum Karlsruhe, Alemania - Wikipedia
Fragmentos del cráneo de un elefante joven encontrados por la bioarqueóloga Marta Osypińska en un antiguo vertedero de basura ubicado en el lado sur del muro defensivo norte. Crédito: S. E. Sidebotham / Antiquity.
Además, después del reinado de Ptolomeo IV Filopator, hay una disminución significativa en el número de referencias a la importación y uso de elefantes en Egipto. Estas interrupciones en Berenice al final del período helenístico temprano probablemente se relacionan con la revuelta aludida, y el secado del pozo de la ciudad como probable consecuencia de la erupción del 209 a. C. constituyó un segundo golpe.
Complejo de trincheras de cimentación excavadas en la roca de la torre noroeste de un edificio defensivo / industrial visto desde el sur. Crédito: S. E. Sidebotham / Antiquity.
Estructuras helenísticas marcadas en el mapa geomagnético: 1) el 'fuerte' con sus tres fases (azul: la más antigua; amarilla: fase media principal, unida a las fortificaciones de la ciudad; rojo: la más joven); 2) muro defensivo norte; 3) construcción de la puerta (mapa de T. Herbich, interpretación de M. Woźniak y J. Rądkowska).
Las excavaciones de Berenice han aportado numerosa información sobre la vida en esta ciudad helenística de la costa del este de África, y ahora también parece que van a contribuir a una mejor comprensión del efecto de los desastres naturales en las sociedades antiguas.
Fuentes: nationalgeographic.com.es | cambridge.org | archaeologynewsnetwork.blogspot.com | 23 de marzo de 2021
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