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Fuente: IPHES| 21 de abril de 2013
Hace 1,3 millones de años, Fuente Nueva-3, en Orce (Granada), era un lugar que acogía las primeras poblaciones de homínidos que habían llegado a Europa. El paisaje estaba caracterizado por la presencia de mucha agua y una gran variedad de fauna, entre la que abundaban los grandes mamíferos, especialmente los megaherbívors, como Mammuthus meridionalis (elefante), Hippopotamus antiquus (hipopótamo), Stephanorhinus hundsheimensis (rinoceronte), Bison sp. (Bisonte), o Praemegaceros verticornis (ciervo gigante de grandes cuernos), junto a otras especies de menor tamaño.
Situación geográfica y estratigrafía de Fuente Nueva-3
Este fue el contexto ambiental que acogió a los autores de los primeros cuchillos de piedra en Europa, elaborados con la materia prima localizada en los alrededores, especialmente sílex y calizas dolomíticas. Con estos utensilios podían, por ejemplo, aprovechar los cadáveres de los grandes megaherbívoros que encontraban normalmente en lugares próximos a ríos y manantiales, como es el caso de Fuente Nueva-3.
Herramientas de piedra que fueron encontradas alrededor del esqueleto de la elefanta
Un día del Pleistoceno inferior
Esto es lo que pasó un día del Pleistoceno inferior, hace 1,3 millones de años, al encontrarse con los restos de una elefanta (se sabe el sexo por la morfología de la mandíbula) perteneciente a la especie Mammuthus meridionalis, antecesora de los mamuts lanudos que posteriormente poblaron el continente europeo.
Esqueleto parcial de 'Mammuthus meridionalis' de Fuente Nueva-3 y distribución espacial de coprolitos y herramientas de piedra
Quien llegó antes al cadáver? Quien se comió la carne más fresca?
Muy probablemente, la elefanta se había acercado moribunda a un charco para beber y acabó muriendo allí. Los homínidos descuartizaron y se comieron parte del cadáver, pero no fueron los únicos en sacarle provecho. Como seguramente pasó muchas veces, las hienas gigantes de cara corta de la especie Pachycrocuta brevirostris, de más de 110 kg de masa (pueden llegar hasta los 160 kg), también rentabilizaron sus nutrientes.
Ahora bien, quien llegó antes al cadáver? Quien se comió la carne más fresca? "Los homínidos". Así lo interpreta Bienvenido Martínez-Navarro, paleontólogo e investigador ICREA (Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados) en el IPHES (Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social), coautor de un artículo que ha publicado la revista Quaternary International sobre la competición por los recursos entre homínidos y hienas.
Las afirmaciones de Martínez-Navarro se basan en el estudio de un esqueleto de Mammuthus meridionalis encontrado en la campaña de excavación realizada en Fuente Nueva-3 el verano de 2001, y que fue extraído dos años después. "A este fósil le faltaban los miembros, tanto anteriores como posteriores, además del cráneo, pero se conservó gran parte del esqueleto axial, con la pelvis y la columna vertebral completas, varias costillas, una escápula y la mandíbula ligeramente desplazada", puntualiza el paleontólogo del IPHES.
El mismo investigador insiste: "Normalmente el sentido común conduce a las conclusiones más acertadas. Es de suponer, aplicando el principio del 'actualismo' (según el cual los agentes o causas que actúan en el presente ayudan a entender los sucesos del pasado) que aquellos homínidos eran individuos que, a pesar de haber desarrollado ya la necesidad de comer alimentos animales, base del proceso de la diferenciación y evolución del género Homo -respecto al resto de primates que son básicamente vegetarianos-, no consiguieron desarrollar una capacidad digestiva tan elaborada como los grandes carnívoros para procesar desechos animales en avanzado estado de putrefacción, tal como hacen las hienas o los cánidos".
A esto hay que sumar que en estas etapas tan tempranas no hay ninguna evidencia de que los homínidos se sirvieran de manera sistemática del fuego. "Por ello, hemos de imaginar -precisa Martínez-Navarro- que nuestros antepasados tenían que comer carne fresca, centrándose especialmente en las regiones proteicas menos tóxicas, como los paquetes musculares de los miembros que, además, contienen los huesos largos donde se acumulan grandes cantidades de médula, de alto rendimiento calórico, como el fémur, el húmero, el radio, el cúbito y la tibia".
Paul Palmqvist (izquierda), investigador de la Universidad de Málaga, y Bienvenido Martínez-Navarro, investigador ICREA en el IPHES, en Orce - Jordi Mestre / IPHES
Cráneo y médula
Lo mismo sucede con el cráneo, donde se encuentra el cerebro, sumamente nutritivo, y que, junto a la médula, son comestibles y especialmente importantes para los niños recién destetados, los cuales no pueden masticar adecuadamente alimentos más duros, y también son necesarios para la manutención de los individuos ancianos desdentados, lo que les permite alargar su longevidad y, con ello, transmitir su experiencia y conocimientos a las generaciones más jóvenes.
"Curiosamente, estas partes menos tóxicas y más nutritivas, son las que le faltan al esqueleto", añade Paul Palmqvist, coautor del trabajo y catedrático de Paleontología de la Universidad de Málaga. "Por ello, debemos considerar que nuestros antepasados sacaron rendimiento a la ventaja de llegar los primeros al cadáver; cortaron y se llevaron las patas y el cráneo, marchándose lo más rápido que pudieron. Después las hienas acabaron con el resto del cadáver, ya que estuvieron comiendo allí mientras hubo alguna cosa todavía comestible", añade.
Coprolitos blancos de P. brevirostris (hiena) del nivel arqueológico superior de Fuente Nueva-3 A) y más oscuro coprolitos encontrados envolvente del esqueleto M. meridionalis
Los coprolitos
Hay otros datos más que indican que las hienas llegaron más tarde, considera María Patrocinio Espigares, primera firmante del artículo, profesora asociada en la Universidad de Málaga y miembro de lMuseo de Prehistoria y Paleontología de Orce "Por un lado -cuenta esta investigadora- ingirieron grandes cantidades de carne y vísceras, ya que los coprolitos son de color oscuro debido a que comieron mucha cantidad de materia orgánica y poco hueso, ya que en caso contrario serían más claros, debido a la mayor presencia de materia mineral".
Por otra parte, "los coprolitos se sitúan mayoritariamente en el lugar donde habrían encontrado los huesos de las extremidades, lo que indica que fueron depositados allí con posterioridad a la su desmembramiento y transporte".
Precisamente, una de las aportaciones científicas más interesantes durante la excavación fue el hallazgo de 34 coprolitos (excrementos fosilizados) de la hiena gigante Pachycrocuta brevirostris, en torno al esqueleto de la elefanta, todo ello junto a 17 lascas de sílex con las que los homínidos habrían aprovechado los restos del animal. "Esto sugiere que el cadáver de este megaherbívoro pudo servir de alimento a dos grandes consumidores de carroña: la hiena gigante y nuestros antepasados homínidos", afirma Bienvenido Martínez-Navarro.
"Con esta investigación se ha verificado una evidencia clara de competencia por el aprovechamiento de la carne entre los dos supercarroñeros mencionados, siendo el caso más antiguo que se conoce de competencia directa por el aprovechamiento de un cadáver de megaherbívoro entre ambos", agrega.
Además, prosigue, "muy probablemente sea el principal hallazgo arqueopaleontológicos encontrado hasta ahora en Orce y representa la punta del iceberg de lo que el yacimiento de Fuente Nueva-3, y los otros de la región, brindarán en un futuro próximo de cara al conocimiento del género de vida de nuestros antepasados más primitivos".
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