Red social de Arqueologos e Historiadores
Fuente: IPHES | 11 de julio de 2013
Personal investigador del IPHES (Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social, instituto universitario de la Rovira i Virgili de Tarragona) ha encontrado en la Cueva de Valdavara (Becerreá, Lugo) un diente infantil, de hace unos 17.000 años, que constituye el fósil humano más antiguo descubierto hasta el momento en Galicia. Se trata de un molar de leche con un grado de desgaste muy avanzado y perteneciente a un individuo de unos 10 años de edad. Es, además, el primer resto humano del Paleolítico encontrado en la comunidad gallega.
“El diente de Valdavara sería por lo menos 7.000 años más antiguo que los que hasta ahora ocupaban esta categoría en Galicia, unos restos hallados en la Serra do Courel y datados en torno a los 10.000 años antes del presente”, puntualiza Manuel Vaquero (izquierda), investigador del IPHES y director de las excavaciones en Valdavara.
Según las dataciones de que se disponen actualmente, realizadas por el método de Carbono 14, dicho diente tendría una cronología de más de 17.000 años antes del presente, aunque no se descarta que pueda ser algo más antiguo. “Este mismo año se tiene previsto realizar nuevas dataciones que permitirán establecer con más precisión la antigüedad del fósil”, ha anunciado Manuel Vaquero. Rico conjunto arqueológico
El diente se puso al descubierto durante excavación arqueológica del año pasado, pero el hallazgo no se ha hecho público hasta ahora porque se estaba pendiente de algunos análisis científicos. Apareció en la base del nivel 4 que corresponde culturalmente al Magdaleniense antiguo y en el que además se ha recuperado un rico conjunto arqueológico, integrado por numerosas herramientas elaboradas con sílex y hueso, así como elementos de adorno personal, tales como una serie de conchas de Dentalium utilizadas como cuentas de collar.
Los trabajos en la Cueva de Valdavara se iniciaron en 2007 y se enmarcan en un proyecto de investigación conjunto de la Universidad de Santiago de Compostela y el IPHES. Las excavaciones se llevan a cabo gracias al apoyo del Concello de Becerreá (ayuntamiento) y están dirigidas por Manuel Vaquero y Susana Alonso, esta última colaboradora del IPHES.
Actualmente, –como vemos en la imagen-, se está realizando la séptima campaña de excavaciones, que se inició el 1 de julio y finalizará el próximo día 27. Participan ocho investigadores procedentes de diversas instituciones.
Entrada a la cueva de Valdavara. / EQUIPO ARQ. VALDAVARA
Fuente: farodevigo.es | Salvador Rodriguez| 19 de julio de 2013
"Cada verano, desde que empezamos a realizar excavaciones en Valdavara, nunca nos atrevemos a adelantar con qué nos vamos a encontrar, pero el hecho es que casi siempre hallamos algo importante".
Manuel Vaquero Rodríguez, director del equipo arqueológico que trabaja, desde 2007, en este asentamiento humano cuyos orígenes se remontan al Paleolítico Superior, ha tenido la suficiente paciencia para esperar un año en dar a conocer, tras las sucesivas y exhaustivas pruebas analíticas efectuadas, el fósil humano más antiguo de Galicia: un diente perteneciente a un niño que vivió hace 17.000 años.
Pero los descubrimientos, a veces sorprendentes, que este equipo constituido conjuntamente por personal de la Universidad de Santiago y del Institut Catalá del Paleoecología i Evolució Social dela Universitat Rovira i Vigil de Tarragona, ha venido realizando en los últimos cinco años, han erigido Valdavara en una de las plazas clave de la investigación arqueológica en Galicia.
Por lo pronto, y lo que respecta a la comunidad autónoma gallega, estamos hablando del paraje donde se han hallado huellas de presencia humana durante un período más largo: desde hace 120.000 años hasta la Edad de Bronce europea (tercer milenio a. de C.). "Esto en Galicia es sin duda muy singular, pero no así en el resto de España, particularmente en yacimientos de Cantabria y Asturias, pues no hay que olvidar que, por ejemplo, los de Atapuerca datan de hace 1 millón de años. Ello puede deberse a que en Galicia, hasta hace muy poco, se habían realizado muy escasas excavaciones en las cuevas".
También, circunscritos a Galicia, de Valdavara han salido a la luz una serie de conjuntos mesolíticos que corresponden a un momento apenas documentado en la región y del cual se disponía de ínfima información. "Todos los restos que fuimos recogiendo en esa fase -relata Manuel Vaquero- nos permitieron afirmar que Valdavara se habilitó como lugar de ocupación, pero no de residencia permanente. Esta conclusión se derivaba de que los arqueólogos apenas habían encontrado herramientas ni útiles de trabajo, por lo que todo parecía indicar que la gente se internaba en la cueva en busca de restos de animales o como resguardo durante breves períodos de tiempo, y cuando se marchaba se llevaba sus útiles de trabajo consigo": "Si quedaban en la cueva -sostiene el arqueólogo catalán- lo hacían durante períodos muy cortos de tiempo puesto que, en aquella época, la gente se agrupaba en tribus nómadas que viajaban de un lado a otro en busca de comida".
Ya en 2009, y tras la voladura con dinamita de una cantera situada muy cerca de las dos cuevas de Valdavara, una intervención de urgencia permitió otro de los hallazgos más espectaculares, el conjunto de fauna más rico y diverso que se conoce en Galicia: leones, leopardos, rinocerontes, osos, caballos y, sobre todo, hienas. Todo un tesoro al que añadir otro, si cabe, tanto o más valioso: huellas de una industria de piedra que, tras obtener la datación científica de las fechas, se remontaba a entre 100.000 y 120.00 años a. de C.
Claro que el más misterioso hallazgo en Valdavara ha sido el de los cadáveres de tres niños: uno de 6 meses de edad, otro de alrededor de 2 años y un tercero de aproximadamente 6/7. Todos estos restos fueron encontrados en la segunda de las cuevas, denominada Valdavara 2, y han sido datados en la Edad de Bronce. Vaquero Rodríguez reconoce que la concentración de estos "cadáveres infantiles" en una determinada ubicación no es, desde luego, ninguna casualidad: "Obedecen a una intención, eso es claro, pero no sabemos exactamente cuál, y por ahora no nos atrevemos siquiera a esbozar teoría alguna al respecto. En el transcurso de las excavaciones también hemos encontrado restos humanos en la primera de las cuevas, Valdavara 1, pero pertenecen tanto a adultos como a jóvenes".
¿Podría ser Valdavara 2 un antiguo cementerio de niños? ¿Podría tratarse de tres hermanos fallecidos a causa de alguna enfermedad o incidente violento? ¿Acaso de los restos de unas criaturas sacrificadas en "alabanza" a una sanguinaria deidad de la época? No existe, a día de hoy, ninguna respuesta científica a cualquiera de estas preguntas, lo cual si cabe, por enigmático, hace más atractivo el yacimiento.
Un yacimiento que, por cierto, tiene su propia, y curiosa, historia reciente, para la cual, en este caso, tan solo hemos de remontarnos a la década de los 60 del siglo pasado. Fue por esa época cuando un grupo local de aficionados a la arqueología se internaron en las montañas adyacentes al concello de Becerreá. Entre ellos estaba Carmelo Alonso, un joven de 18 años, que se convertiría en pieza clave para el descubrimiento de las cuevas. Aquellos jóvenes recorrieron e incluso se atrevieron a internarse en grutas ocultas entre la maleza hasta que un día, de manera fortuita, tropezaron con una guarida de conejos en la que había un conjunto de piezas arqueológicas y restos humanos diversos.
Sin percatarse, en principio, de la relevancia de su primigenio hallazgo, procedieron a guardar su "tesoro" en una caja, y allí permanecieron escondidos hasta que, en 2006, Susana Alonso, hija de Carmelo y estudiante de Arqueología en la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona, decidió mostrárselos a su profesor, quien enseguida tuvo la intuición de que lo que se le enseñaba tenía más importancia de la que le habían dado Carmelo Alonso y sus amigos. Pocos meses después, arqueólogos de la universidad tarraconense y de la Universidad de Santiago se trasladaron a Valdavara (así fueron denominadas las cuevas) para reiniciar, ya con metodología científica avanzada, aquella "aventura" que habían emprendido los jóvenes descubridores de las grutas.
"Cuando llegamos a las cuevas en 2007 -recuerda Manuel Vaquero Rodríguez- no teníamos casi ni idea de a qué nos enfrentábamos, así que entre las probabilidades varias, la de fracasar estrepitosamente también estaba incluida". En esa primera toma de contacto con Valdavara, la decena de arqueólogos que acudieron a Becerreá rastrearon palmo a palmo, a golpe de pincel, cada centímetro de tierra en busca del más mínimo resto que constatase la presencia de niveles con contenido arqueológico.
Según escribió Manuel Vaquero en uno de los primeros estudios sobre el yacimiento "Valdavara es una de las numerosas cuevas que forman parte de las formaciones cársticas existentes en el entorno del municipio de Becerreá. Alguna de estas cuevas ya era conocida por haber proporcionado restos arqueológicos o paleontológicos aislados, como la Cueva do Furco o la Cova da Venta. Sin embargo nunca hasta el momento habían sido objeto de un proyecto de investigación encaminado a su relevancia arqueológica. La cueva se localiza en el margen derecho del río Narón, que recibe el nombre de Cruzul, uno de los afluentes del Navia, a una altura de unos 120 metros sobre el cauce actual. Se trata de una pequeña cavidad abierta hacia el noreste, con una entrada de apenas 1, 2 metros de anchura y 1, 6 metros de altura que da acceso a una sala de unos 5x3 metros, al fondo de la cual se bifurcan dos galerías de escaso recorrido debido al relleno sedimentario que las va colmando progresivamente".
Pero a fe que los esfuerzos no tardaron en dar sus primeros y satisfactorios frutos: aunque fuese a cuentagotas, las cuevas comenzaron a "emitir" la información que durante tantos años habían guardado. "A los pocos días de comenzar los trabajos -refiere Vaquero- constatamos la existencia de una segunda entrada, a la que denominamos Valdavara 2, y que por lo tanto la cueva en sí era mucho más extensa de lo que habíamos pensado".
A partir de ese momento, día tras día, iban apareciendo restos, los más antiguos del Paleolítico en Galicia, lo cual permitió albergar una esperanza fundada de llegar a encontrar restos humanos, como no tardaría en ocurrir. Probado el potencial arqueológico, desde 2007 cada verano el equipo ha vuelto a Valdavara en procura de más evidencias. Así, a través de diversas campañas, se comprobó que el paraje no solo era un nido de huellas del Paleolítico, sino también de otras épocas.
Y sin embargo, los arqueólogos de las Universidades de Santiago y Tarragona coinciden en señalar que Valdavara todavía no ha dado todo lo puede potencialmente dar de sí: "Este verano -dice el director del equipo- trabajaremos únicamente en Valdavara 1, la entrada descubierta en los años 60, con el objetivo de completar la secuencia estratigráfica en el interior de la cueva para comprobar si, debajo de estos niveles del Paleolítico Superior, encontramos episodios de ocupación todavía más antiguos de los hallados hasta ahora".
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