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Un aspecto del lugar de enterramiento llamado Tofet. Foto: Dennis Jarvis, Flickr
Fuente: Live Science | Tia Ghose| 19 de septiembre de 2012 (Traducción: G.C.C. para Terrae Antiqvae)
Un lugar de enterramientos cartaginés no fue hecho para llevar a cabo sacrificios de niños, sino que se usó como cementerio para bebés y fetos, afirman ahora los investigadores.
Un nuevo estudio sobre el antiguo enclave del norte de África ofrece la última perspectiva de un debate sobre el propósito principal del cementerio, largamente considerado como un lugar de sacrificios sagrados.
"Es todo muy exagerado, cinematográfico, pero sí eso fue una actividad diaria y constante creo que nuestro análisis lo contradice", dijo el coautor del estudio Jeffrey Schwartz (izquierda), de la Universidad de Pittsburgh.
La ciudad-estado de Cartago fue fundada en el siglo IX a.C., cuando la reina Dido huyó desde Fenicia (a lo largo de la costa oriental del Mediterráneo) hasta lo que hoy es Túnez. El imperio se convirtió en un centro neurálgico del mundo antiguo y libró varias guerras contra los romanos.
Cuando los arqueólogos comenzaron a excavar la antigua civilización en el siglo pasado, se encontraron unas urnas con restos incinerados de miles de bebés, cabras y corderos jóvenes, en un cementerio llamado Tofet, el cual había sido utilizado desde el 700 al 300 a.C. En su apogeo, el Tofet pudo haber sido más grande que un campo de fútbol y tenía nueve niveles de enterramientos.
Con base a los relatos históricos, los científicos creían que los cartagineses sacrificaban niños a Tofet, antes de enterrarlos allí. Por ejemplo, la Biblia describe el sacrificio de niños a la deidad Baal, adorada por la civilización de Cartago. Un historiador griego y otro romano cuentan relatos sangrientos de este período de tiempo, en cual los sacerdotes degollaban a los bebés y los arrojaban a fosas ardientes, dijo Schwartz.
Sin embargo, esos relatos provenían de los enemigos de Cartago. "Parte de ello podría haber sido propaganda anti-cartaginesa", dijo Schwartz a LiveScience.
En 2010 (ver noticia más abajo) Schwartz y sus colegas usaron restos dentales de 540 individuos para argumentar que el lugar aludido no estaba principalmente destinado a la matanza ritual de niños, y han reiterado esa opinión en la edición de este mes de la revista Antiquity. En el nuevo artículo, los investigadores citan varios estudios anteriores para validar sus métodos de estimación de las edades infantiles de los fragmentos dentales.
El equipo sostiene que muchos de los fragmentos dentales encontrados en el Tofet eran en realidad brotes dentales en desarrollo de las mandíbulas de los fetos y de bebés nacidos sin vida que no podrían haber sido sacrificados vivos. Como pruebas mostraron que la mitad de los dientes carecían del signo de nacimiento llamado línea neonatal. El estrés del nacimiento detiene temporalmente el desarrollo de los dientes en los recién nacidos, creando una pequeña línea oscura en las raíces de sus dientes; sin embargo, la línea no se forma hasta una o dos semanas después del nacimiento.
Foto: Presencia y ausencia de la linea prenatal. PLoS ONE.
Por el contrario, otros investigadores todavía creen que el Tofet era un lugar sagrado para el sacrificio.
"Este no es un cementerio normal; la distribución de las edades sugiere que se sacrificaban niños a la edad de un mes", dijo Patricia Smith (izquierda) antropóloga de la Universidad Hebrea de Jerusalén.
El equipo de Smith publicó un artículo en 2011 cuestionando el análisis dental de Schwartz. El alto calor y la presión generada durante la cremación suele borrar la línea neonatal, dijo ella, por lo que su ausencia no es una medida confiable de la edad. El equipo de Schwartz calculó mal cuánto se encongieron los dientes durante la cremación, lo que lleva a una subestimación de las edades infantiles, argumentó Smith.
Sin embargo, Smith también duda de que en Cartago hubiera rutinariamente cremación de mortinatos o bebés recién nacidos. Debido a las estratosféricas tasas de mortalidad infantil, los recién nacidos probablemente no se consideraban personas hasta que no tuvieran por lo menos 1 o 2 años de edad. Los cartagineses talaban la mayor parte de sus árboles para plantar cultivos y no habrían utilizado la preciosa madera para quemar a los recién nacidos, dijo.
"Los cartagineses eran gente de mar; ellos necesitaban la madera para sus barcos, para sus telares, para sus herramientas", afirmó ella.
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Otro aspecto de lugar de enterramiento llamado Tofet. Foto: Dennis Jarvis, Flickr
Ponemos a continuación la noticia sobre el primer artículo publicado en 2010 sobre esta materia:
Vía: Science 2.0|17 de febrero de 2010 (Traducción: G.C.C. para Terrae Antiqvae)
Un análisis de restos óseos encontrados en urnas funerarias cartaginesas podría finalmente hacer desechar la conjetura, de milenios de antigüedad, de que en el antiguo imperio de Cartago sacrificaban regularmente a sus ciudadanos más jóvenes. Un examen de los restos de niños cartagineses revela que la mayoría de los bebés murieron antes de nacer, o poco después del nacimiento, y es escasamente probable que hayan vivido lo suficiente como para ser sacrificados.
Los resultados, publicados esta semana en PLoS ONE, refutan afirmaciones, desde ya tan pronto como el siglo III a.C., de un sacrificio infantil sistemático en Cartago, el cual sigue siendo un tema de debate entre los eruditos bíblicos y arqueólogos. Los autores del nuevo estudio dicen que es más probable que los niños púnicos muy pequeños fueran incinerados y enterrados en urnas funerarias, independientemente de cómo ellos murieran.
"Nuestro estudio pone de relieve que los científicos de la historia deben tener en cuenta todas las pruebas al descifrar el comportamiento de la sociedad antigua", dijo el investigador Jeffrey H. Schwartz, profesor de antropología en la Universidad de Pittsburgh.
"La idea del sacrificio regular infantil en Cartago no está basada en un estudio de los restos cremados, sino en casos de sacrificios humanos comentados por algunos cronistas antiguos, deducida de inscripciones ambiguas cartaginesas, y por referencias del Antiguo Testamento. Nuestros resultados muestran que algunos niños fueron sacrificados, pero ellos contradicen la conclusión de que los cartagineses fueron un grupo brutal que regularmente sacrificaba a sus propios hijos".
Schwartz trabajó con Frank Houghton, de la Fundación de Veteranos de Investigación de Pittsburgh, Roberto Macchiarelli, del Museo Nacional de Historia Natural de París, y Luca Bondioli, del Museo Nacional de Prehistoria y Etnografía de Roma, para inspeccionar los restos de los niños encontrados en el Tofet, lugar de entierro periférico a los convencionales cementerios cartagineses para niños mayores y adultos. Los Tofet alojaban urnas con los restos incinerados de los niños pequeños y de animales, lo que dió lugar a la teoría de que fueron reservados para las víctimas de sacrificio.
El equipo analizó los pretendidos sacrificios mediante el examen de los restos óseos de 348 urnas con el fin de registrar los desarrollos que determinan la edad de los niños a su muerte. Schwartz y Houghton registraron cráneos, caderas, huesos largos y el tamaño de los dientes, indicando que la mayoría de los niños murieron en su primer año de vida, con un número considerable de aquellos que tenían entre solamente dos a cinco meses, y que al menos el 20 por ciento de la muestra era prenatal.
Los dientes de 50 individuos que se pensaba habían muerto antes de nacer, o poco después, fueron enviados a Macchiarelli y Bondioli, quienes examinaron las muestras para hallar la línea neonatal. Esta línea opaca se forma en los dientes humanos entre la interrupción de la producción de esmalte al nacer y su reanudación dentro de las dos siguientes semanas de vida. La identificación de esta línea se utiliza comúnmente para determinar la edad de un niño a su muerte. Macchiarelli y Bondioli hallaron una línea neonatal en los dientes de 24 individuos, lo que significa que los restantes 26 individuos murieron antes de nacer o dentro de las dos semanas después del nacimiento, informaron los investigadores.
El contenido de las urnas también disipa la posibilidad de sacrificio en masa infantil. Ninguna urna contenía suficiente material óseo para sugerir la presencia de más de dos individuos completos. Aunque muchas urnas contenían algunos fragmentos superfluos pertenecientes a otros niños, los investigadores concluyeron que estos restos óseos provenían de cremaciones anteriores y pudieron haber sido, inadvertidamente, mezclados con las cenizas de cremaciones posteriores.
El informe del equipo rechaza también el argumento de que los cartagineses sacrificaban específicamente a los primogénitos varones. Schwartz y Houghton determinaron el sexo por la medición de la escotadura ciática -una grieta en la parte posterior de la pelvis que es más ancha en las mujeres- en 70 huesos de la cadera. Descubrieron que 38 pelvis procedían de mujeres y 26 de hombres. Otras dos eran probablemente de mujeres y otra más de un varón, y tres eran indeterminadas.
Schwartz y sus colegas concluyeron que la alta incidencia de prenatales y la mortalidad infantil son consistentes con datos modernos sobre mortinatos, abortos y muerte infantil. Escribieron que si las condiciones de otras ciudades antiguas se mantenían también en Cartago, los niños pequeños y los fetos podrían fácilmente haber sucumbido a las enfermedades y deficiencias sanitarias que se encontraban en ciudades como Roma y Pompeya.
El tofet de Cartago, también llamado tofet de Salambó, es un antigua área sagrada dedicada a las deidades fenicias Tanit yBaal, ubicada en el barrio cartaginés de Salambó, cerca de los puertos púnicos. Este tofet «híbrido de santuario y de necrópolis» comprende un gran número de tumbas de niños que, de acuerdo a interpretaciones, habrían sido sacrificados o enterrados en ese lugar después de su muerte prematura. El perímetro forma parte del sitio arqueológico de Cartago, clasificado como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
La cuestión del destino de estos niños está fuertemente vinculada con la religión fenicia y púnica, pero principalmente a la forma como los ritos religiosos fueron percibidos por los judíos en el caso de los fenicios o por los romanos durante los conflictos que los opusieron a los cartagineses. De hecho, el término «tofet» designa originalmente un lugar cercano a Jerusalén, sinónimo delinfierno: ese nombre que procede de las fuentes bíblicas induce a una interpretación macabra de los rituales que se supone tuvieron lugar y corrobora una hipótesis compartida por los interlocutores que revelaron fuentes sobre los fenicios en general y sobre los púnicos en particular: la religión en Cartago era «infernal». En fecha más reciente, el imaginario colectivo ha sido alimentado por la novela de Gustave Flaubert Salambó (1862), cuyo nombre proviene del barrio donde fue descubierto el santuario. El cómic, que cuenta las aventuras de Alix escritas por Jacques Martin, retoma esta interpretación.
La mayor dificultad para determinar la causa de los entierros reside en el hecho de que las únicas fuentes escritas que se refieren al rito del sacrificio de niños no proceden de la ciudad de Cartago, sino del extranjero. Por su parte, las fuentes arqueológicas —estelas y cippos— están sujetas a múltiples interpretaciones. Por mucho tiempo, el debate ha estado vivo y aún no existe un consenso amplio entre los diversos historiadores que han estudiado el tema.
*** Fuente: Wikipedia
Desde hace tiempo, se conoce la presencia de estelas en el sitio. Los primeros indicios conocidos datan de 1817. De hecho, las estelas estaban repartidas en todo el sitio arqueológico de Cartago por la dispersión que siguió a la destrucción de 146 a.C. y las operaciones de urbanismo que removieron el suelo para construir la ciudad romana.
Por otra parte, en la historia de Cartago, se debe dar un lugar especial al cargamento del Louvre, así como del naufragio del Magenta, buque insignia de la flota del Mediterráneohundido en Tolón el 31 de octubre de 1875, tras un incendio seguido de una explosión. A bordo se encontraban más de 2.000 estelas púnicas y otras piezas, tales como laestatua de la emperatriz Vibia Sabina, esposa del emperador romano Adriano (117-138). Las piezas arqueológicas habían sido cargadas en el puerto de La Goleta, luego de las excavaciones llevadas a cabo por Pricot de Sainte Marie, intérprete en el consulado general de Francia en Túnez, con autorización del bey Muhammad III ibn al Husayn. Después del naufragio, los buzos recuperaron una parte de las estelas y de la estatua; las piezas arqueológicas terminaron dispersas entre diversas colecciones, como la de la Biblioteca Nacional de Francia. En cuanto a los restos, fueron dinamitado para que no impidieran el acceso al puerto. Bajo doce metros de fondo, lo que subsistía de los restos se fue sedimentado poco a poco.
Tres campañas arqueológicas se llevaron a cabo en 1995-1998 por Max Guerout y el Grupo de investigación en arqueología naval, para recuperar las estelas y la cabeza de la estatua. En abril-mayo de 1995, la cabeza de la estatua fue encontrada; dos años más tarde, en abril-mayo de 1997, aparecieron unos 60 fragmentos de estelas y fragmentos de la estatua. Finalmente, en 1998, 77 fragmentos de estelas fueron extraídas a la superficie.
Entre los precursores, se debe destacar el rol desempeñado por Jean Herszek Spiro (1847-1914), pastor protestante y profesor en el Liceo Sadiki, quien volvió a Lausana con 19 estelas y redactó una obra sobre Les inscriptions et les stèles votives de Carthage (Las inscripciones y las estelas votivas de Cartago, 1895). No existe indicación alguna del descubrimiento del tofet ni en las excavaciones de Pricot de Sainte Marie ni por los descubrimientos de Spiro. A lo sumo, el primero mencionó el descubrimiento de estelas reutilizadas en las murallas de la época romana. Todos estos restos, que provenían primitivamente del tofet, habían sido objeto de un cambio desde la Antigüedad y nadie estaba buscando un lugar específico donde pudiera encontrarse.
Las colecciones arqueológicas de Spiro procedían sobre todo de una investigación epigráfica. Un descubrimiento fortuito haría cambiar la comprensión de toda una sección de la topografía de la Cartago púnica.
*** Fuente: Wikipedia.
En 1921, se descubrió la estela del sacerdote en el marco de unas excavaciones arqueológicas clandestinas, muy comunes en aquella época. Una estela de caliza, sobre la cual aparecía un adulto con un sombrero típico de los kohanim (sacerdotes púnicos), una túnica púnica y que sostenía en sus brazos a un niño, fue presentada ante los coleccionistas de antigüedades Paul Gielly y François Icard, funcionarios franceses destacados en Túnez. Frente a una pieza que parecía confirmar en todo sentido los datos bíblicos y de ciertos autores clásicos, los dos aficionados decidieron poner fin a la clandestinidad para que ningún descubrimiento pudiera escapar a los arqueólogos e historiadores, Compraron el terreno y empezaron a excavarlo hasta el otoño de 1922.
La primera excavación estadounidense, dirigida por Kelsey y Harden en 1925, brindó una comprensión global de la organización del sitio. Lamentablemente, la muerte de Kelsey en 1927 tuvo como consecuencia la cancelación de esta serie de excavaciones. En cuanto al padre Lapeyre, un padre blanco, excavó un terreno vecino en 1934-1936 y recolectó material arqueológico y epigráfico diverso, pero sin precisiones estratigráficas que permitieran comprender el contexto del descubrimiento.
*** Fuente: Wikipedia.
Excavaciones recientes: de Pierre Cintas a la campaña internacional de la Unesco
«Capilla Cintas» y lugar de culto
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, el arqueólogo Pierre Cintas efectuó excavaciones sobre el sitio arqueológico y descubrió en 1947 uno de los elementos que planteó en su momento una enorme controversia: el elemento denominado «capilla Cintas» en honor de su descubridor. Rodeado de ladrillo en una cámara de aproximadamente 1 m2, lo que fue interpretado como un depósito de fundación que estaba conformado de piezas de cerámica de diversos orígenes del siglo VIII a.C., es decir, el elemento más antiguo de la presencia fenicia en esta región. Estos han sido ampliamente estudiados y se descubrió que fueron colocados en las fisuras en el suelo. Las complejidades de la datación de las cerámicas en particular, manifiestamente egea para una parte de ellas, permitió un fechado menos antiguo que el propuesto por primera vez por Cintas.
Las últimas excavaciones, ligadas a la campaña internacional de excavaciones emprendida por la Unesco, tuvieron lugar entre1976 y 1979 bajo la dirección de las American Schools of Oriental Research (ASOR) y Lawrence E. Stager. Como un balance de las excavaciones se demostró el uso continuo del sitio durante seis siglos, con una superficie estimada de 6.000 m², con 20.000 urnas encontradas en los diversos estratos.
Tan pronto como el área sagrada estuvo totalmente ocupado, fue recubierta de tierra y los testimonios recomenzaron en el nivel superior.
Los restos descubiertos, desde las primeras excavaciones, han sido objeto de análisis forenses y los resultados han presentado más problemas que dado respuestas a las insistentes preguntas que se planteaban los especialistas.
***Fuente: Wikipedia.
Máscaras funerarias:
Foto: Ba‘al Hammon. Museo Nacional del Bardo. Cartago (Túnez).
En Cartago la principal divinidad era Ba‘al Hammon, atestiguado también en las estelas y dedicatorias del N. de Africa, Sicilia, Cerdeña y Malta. Originario de Oriente, algunos investigadores señalan sus relación con el fuego o el calor, “el Señor del altar de los perfúmes” o, más bien, “el Señor de las ascuas”, mientras que otros lo interpretan como “Señor del Amanus”, una divinidad atmosférica relacionada con la tormenta y la lluvia. Todas estas interpretaciones de su teónimo nos hablan de su personalidad rica y compleja. Su identificación posterior con el Saturno romano, bajo cuya forma pervivió en el norte de Africa mucho tiempo después de la destrucción de Cartago, sugiere que era el protector y garante de la prosperidad de la ciudad y que al mismo tiempo poseía aspectos relacionados con la regeneración y la fecundación. Su iconografía era la de un dios barbado tocado con la tiara y sentado sobre un trono. Fuente: Qarthadasht por Carlos G. Wagner. Dpto. Hª Antigua UCM.
Ellos [los cartagineses] estimaron que Kronos también les era hóstil, por lo que quienes previamente habrían sacrificado a ese dios a los mejores de sus hijos, habían empezado a comprar en secreto niños que alimentaban para enviarlos después al sacrificio. Luego, se descubrió que algunos de los "[hijos]" sacrificados habían sido sustituidos. Teniendo en cuenta estas cosas y viendo al enemigo [el ejército de Agatocles] que acampaba fuera de las murallas, experimentaron un temor religioso ante la idea de haber arruinado los honores tradicional debidos a los dioses. Ardiendo de deseo por reparar sus errores, eligieron doscientos niños de los más queridos y los sacrificaron en nombre del Estado. Otros, que murmuraron contra él, se entregaron voluntariamente; no eran menos de trescientos. Tenían entre ellos [en Cartago] una estatua de bronce de Kronos, con las manos extendidas, las palmas en alto e inclinadas hacia el suelo, de forma que el niño que era colocado en ellas rodaba y caía en un foso lleno de fuego.
Se dice que los antiguos sacrificaron a Cronos en Cartago tanto como duró la ciudad.
Es en plena consciencia y conocimiento que los cartagineses ofrecían a sus hijos y quienes no los tenían los compraban de los pobres como a los corderos o aves, mientras que la madre estaba de pie sin lágrimas ni lamentos. Si ella se lamentaba o lloraba, perdería el precio de la venta y el niño no dejaba de ser sacrificado; sin embargo, todo el espacio delante de la estatua era llenado del sonido de las flautas y de los tambores a fin de que no se pudieran escuchar los gritos.
Los niños eran sacrificados públicamente a Saturno, en África, hasta el proconsulado de Tiberio, quien hizo exponer a los propios sacerdotes de ese dios, atados vivos a los árboles de su templo, que cubrían los crímenes de su sombra: Juro por mi padre, quien, como soldado, ejecutó esta orden del procónsul. Pero, aún hoy en día, ese sacrificio criminal sigue en secreto
Frente a estos textos contundentes, debe tenerse en cuenta el silencio de otros historiadores que indica, sobre todo cuando se trata de las fuentes más importantes para la historia antigua como Herodoto, Tucídides, Polibio y Tito Livio, que «el concierto de las acusaciones de impiedad y perfidia que eran, entre los autores clásicos, el lote habitual de los cartagineses».
Foto: Diosa Deméter sobre un trono. Museo Nacional del Bardo. Cartago (Túnez).
Los sacrificios humanos eran muy comunes y particularmente en los periodos de conflictos o dificultades. La mitología hace eco de esta práctica a través del mito de Ifigenia y se contenta con recordar que incluso en Roma, en 216 a.C., se sacrificó a una pareja de galos ygriegos en el Foro Boario, acto relatado por Tito Livio en su Historia de Roma.
Por indicación de los libros del Destino, se hicieron varios sacrificios extraordinarios: entre ellos, un galo y una gala, un griego y una griega fueron enterrados vivos en el mercado de reses, en un lugar cerrado de piedras, regado ya desde antes con la sangre de las víctimas humanas, ceremonia religiosa muy poco romana.
*** Fuente: Wikipedia.
Foto: Júpiter capitolino. Museo Nacional del Bardo. Cartago (Túnez).
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- « La Méditerranée des Phéniciens », Connaissance des arts, n°344, octubre 2007
Gracias, José Luis. Estupenda ampliación.
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