El río Jordán

 

El alba de la agricultura de cereales

¿Podría una bebida dulce y ligeramente embriagadora  cambiar el escenario de los últimos milenios del Mesolítico?

Esta idea no es nueva, durante la elaboración de este capítulo encontré comentarios sobre  pensamientos originados en los años 50 del pasado siglo, que habrían enunciado lo siguiente: lo que nos llevó a la agricultura no fue otra cosa que el deseo de alcohol. Mi fuente para este documento fue el biólogo Josef Reichholf (1), y como en el resto del libro mi visión pone el foco en la interpretación de testimonios del pasado.

A fines de la era glaciar hace 14.500 años un clima templado y húmedo fue envolviendo las llanuras de Oriente Próximo, los arboles avanzaron sobre la estepa y las hierbas cubrieron las colinas y los rebaños de gacelas y otros herbívoros crecieron ante las nuevas condiciones que ofrecía el paisaje. Pequeños grupos nómadas de cazadores-recolectoras se asentaron en torno a los lagos y cursos de ríos como el Eufrates dando forma a proto aldeas que se extendían desde el sur de la meseta de Anatolia hasta el Valle del Jordán. Esas pequeñas bandas pertenecían a la cultura natufiense. Como los animales a los que seguían en sus migraciones, encontraron nuevas condiciones para la vida. Durante esos pocos milenios quizás tomaron contacto con la hipotética cultura de Edén (1) (los edenienses) que vivía más al sur en su refugio cálido del actual Golfo Pérsico y los huertos arbóreos comenzaron a formar parte de sus recursos.

En las crecientes sabanas de los piedemontes se ocultaba un presente griego. Datos de la arqueología muy apreciados por los investigadores consisten en hoces formadas por laminillas de sílex incrustadas en mangos de cuernos de ciervos; el sílex tiene un brillo característico producido por el roce continuo y cortante con tallos de herbáceas como la cebada silvestre (Hordeum spontaneum). También aparecen en el registro arqueológico hermosos morteros cuidadosamente tallados y es probable que su uso haya sido para moler raíces y otras plantas comestibles. El peso de los morteros denota, como en otros asentamientos más antiguos, que no eran útiles para una vida nómada. Podríamos considerar (haciendo un balance energético), la economía de los grupos natufienses en esta fase del mesolítico como excedentaria. Nuevos mosaicos ecológicos se habían desplegado con el fin de la era glaciar, numerosas corrientes de agua atravesaban el paisaje (hoy son uadis o lechos secos o fósiles), tenían caza y pesca abundante, cosechaban diversos frutos, (por el hallazgo arqueológico de Gilgal 1, podríamos suponer la existencia de huertos arbóreos) y recolectaban decenas de plantas comestibles; entonces, la presencia de las hoces de sílex abre un interrogante.

Hoces de sílex                        

Por testimonios entresacados de los textos que nos han llegado del remoto pasado sabemos de una bebida muy apreciada, la cerveza producida por la fermentación de granos de cebada, el siguiente fragmento ya citado corresponde al Poema de Gilgamesh:

 

Tablilla IX - Columna VI

El Jardín de los dioses (…) desde el mar,

tiene aguas (…) para llenar (…) de exuberancia.

Gilgamesh, yendo y viniendo por este maravilloso

Jardín,

levantó los ojos hacia (…) (2) 

Y vio a una mujer...  (3)

Tablilla X – columna I

Siduri, la tabernera, que habita en la orilla del mar,

residía allí sobre un trono (…);

le habían hecho una cuba, le habían hecho una

prensa de oro,

iba cubierta por un velo (…);

 

La diosa Siduri quien guardaba el Jardín de los dioses por designio del dios Shamash, con el tiempo ha devenido en tabernera, y se destacan en el poema sus útiles para producir cerveza. Como he referido el Jardín de los dioses puede ser una representación, una huella de la primitiva agricultura, (se lo ha comparado con el Jardín del Edén), y la figura de Siduri sea una encarnación de las mujeres que crearon esos jardines del deleite. Y su posterior degradación de diosa a tabernera podría encubrir un conocimiento velado que tenían los antiguos del pasaje de una economía excedentaria a otra más ardua. El poema fue configurado sobre tradiciones orales y contiene incrustaciones de mitos muy arcaicos. Y este relato puede develar el papel que tuvo la cerveza en esta secuencia.

 

Tablilla II - columna III

¡Bebe cerveza, es la costumbre del país!

Enkidu comió el pan.

¡Hasta saciar su hambre!

Bebió cerveza,

¡siete cantaras!

Con el ánimo distendido, se puso a cantar:

su corazón estaba alegre

y su rostro se ilumino (4).

Tablilla del Poema de Gilgamesh

Quizás nunca sepamos el origen de esta bebida estimulante; como el muy posterior pan, su descubrimiento debió ser accidental. Los azucares presentes en el endosperma de las semillas de cereales como el trigo y la cebada en presencia de un medio acuoso se fermentan mediante levaduras en alcohol etílico y gas carbónico. Dentro de esta hipótesis, es probable que durante mucho tiempo los natufienses usaran las hoces para cosechar cebada silvestre empujados por el deseo de beber cerveza, esa bebida dulce que mejoraba el ánimo y el contacto con los amigos y las compañeras durante las noches en torno al fuego (después de todo la humanidad no ha cambiado mucho, cuando pienso en amigos y amigas congregados por las noches en los bares a beber cerveza, esa costumbre nórdica que ha arraigado entre nosotros).

Sello mesopotámico con imagen de bebedores de cerveza, se destaca un ánfora y las cañas con las que absorben la bebida.

Así nos encontramos ante un recurso abundante formado por densos matorrales de herbáceas, las hoces de sílex y la cerveza. Pronto descubrieron una característica de los granos de la cebada, con especiales cuidados se podía almacenar durante mucho tiempo una reserva de energía considerable. Ese excedente, ese juguete nuevo formado por esas diminutas semillas, comenzó muy pero muy lentamente a cobrar presencia en la cultura humana y en el futuro remoto provocara consecuencias. Una de ellas será la primacía de su carácter utilitario por sobre  la salud y la nutrición. Claro que entonces (como alimento solido) era un recurso muy poco apreciado comparado con la carne asada de gacela, el pescado seco o los frutos que cosechaban durante el otoño; podemos decir que era un último recurso por si todo lo demás fallaba. Cuando ese aciago día llegaba procedían a moler los granos en los morteros, luego hacían una masa pegajosa mezclando la harina de cebada con agua y secaban esas tortas al sol, hasta que descubrieron como cocinarlas sobre piedras planas puestas sobre el fuego o entre las brasas como siguen haciendo hoy día los beduinos. La historia podría haber comenzado así: el resto que quedaba de la fermentación de la cebada se desechaba, quizás alguien encontró esos restos sobre una piedra soleada y se lo llevo a la boca. La sal, la sal de la vida, esos trozos que eran tan fáciles de disgregar, traídos de las playas de ese mar a días de distancia donde desembocaba el río Jordán, hizo el resto. Comer esas galletas durante las partidas de caza era una forma de poner algo en el estómago. Durante los próximos 2.000 años una tormenta se abatiría sobre la humanidad.

(1) Josef H. Reichholf, "La invención de la agricultura" (Warum die Menschen sesshaft wurden), Critica, páginas 217-221.

(2) La cultura de Edén es una hipótesis  que debe ser probada buscando sus restos en los fondos someros del Golfo Pérsico. Hasta ahora solo contamos con testimonios de origen mítico (en el primer libro del Génesis bíblico y en mitos sumerios como Enki y Ninhursag), datos genéticos como los expuestos en el libro de Stephen Oppenheimer, “Los senderos del Edén”, Crítica, y el excelente trabajo del arqueólogo Juris Zarins sobre la posible localización geográfica del Jardín del Edén, Idolphin.org/eden/, “Has the garden of Eden been located at last?” De la presencia de huertos en el valle del Jordán la arqueología ya ha encontrado pruebas que expongo más adelante.  La hipótesis sobre una nueva cultura en la prehistoria: los edenienses, y sobre una nueva economía: la de los cazadores-agricultoras, sobre la cual  habría una sola  evidencia física es un tema espinoso, en las páginas de este libro he tratado de demostrar su existencia, si pudo florecer fue por las extraordinarias condiciones de su geografía durante la era glaciar. Y como he reiterado, su mayor legado habría sido la primitiva agricultura.

(3) Federico Lara Peinado, Poema de Gilgamesh, Editorial Tecnos, páginas 141 y 145.

(4) Frase extraída del libro de Jorge Silva Castillo, “Gilgamesh, o la angustia por la muerte” de editorial El Colegio de México, página 141.

(5) Federico Lara Peinado, Poema de Gilgamesh, Editorial Tecnos,  página 25.

Capítulo de mi libro: “El Jardín del Edén. Como las Mujeres Crearon la Agricultura”. Las imágenes cumplen una función ilustrativa ya que no pertenecen a la edición impresa.

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Comentario por John Marin el febrero 25, 2018 a las 6:17pm

Alcoholismo: Origen del alcohol...

alcoholismo419.blogspot.com/2008/05/origen-del-alcohol.html

La palabra alcohol surge del árabe alkuhi y significa esencia y espíritu, esta sustancia es considerada una droga que es consumida en todo el mundo

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