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Tenochtitlán, la ciudad sagrada - Wikimedia
Fuente: ABC.es | 28 de enero de 2015
Desde hace décadas, las investigaciones históricas afirman que los aztecas (civilización que habitaba el actual estado de México), sacrificaban a los prisioneros de guerra españoles que capturaban durante sus enfrentamientos con los conquistadores.
Sin embargo, un nuevo estudio elaborado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México ha roto este mito al llegar a la conclusión de que también mataban a sus propios esclavos (entre ellos ancianos, mujeres y niños). Así lo ha demostrado el análisis de una serie de huesos hallados en en el templo de Tenochtitlán por los investigadores de esta institución. Restos fechados entre 1440 (antes de la llegada de los europeos) y 1521.
Según ha explicado el arqueólogo Alan Barrera Huerta (izquierda), la conclusión a la que han logrado llegar es que aquellos esclavos que eran asesinados para congraciarse con los dioses solían ser transportados hasta allí desde regiones conquistadas por los pobladores de Tenochtitlán. «Fueron traídos directamente desde sus lugares de origen», ha explicado.
Para realizar estas afirmaciones, el equipo ha analizado una pared en la que se «colgaron» los cráneos humanos una vez que fueron amputados. Concretamente, gracias a fragmentos de hasta seis personas diferentes para llevar a cabo su estudio. En base a ellos se ha podido determinar que algunas víctimas llevaban más de seis años viviendo con sus captores antes de su muerte. Esto -junto con las fechas en las que han sido fechados- hace imposible que sean europeos.
Estas conclusiones se enmarcan dentro la tesis de Barrera («Isotopía de estroncio aplicado a material óseo humano localizado en las ofrendas del Templo Mayor de Tenochtitlán»), una investigación que busca determinar el origen concreto de aquellos humanos que fueron sacrificados en el templo y cuyos restos aún se encuentran en el lugar. Dicho estudio comenzó cuando este arqueólogo recogió huesos -así como esmalte dental- de hasta seis víctimas ubicadas en una pared de piedra del templo. Estos fueron llevados posteriormente hasta la Universidad Nacional Autónoma de México, donde se les realizó un análisis de isotopía de estroncio.
Foto: Así luce actualmente la zona arqueológica del Templo Mayor en la Ciudad de México. Fuentes históricas sostienen que los restos en las ofrendas del lugar corresponden a enemigos, lo cual es desmentido con una reciente investigación.
Foto: Investigadores del Instituto Nacional de Antropología tomaron muestras de los cráneos y dientes de seis personas que fueron sacrificadas en el complejo del templo, el cual incluye una pared intimidante de cráneos tallados (en la foto) en la que se colocaron las cabezas reales de las víctimas de los sacrificios.
Los resultados obtenidos mediante este proceso lograron determinar, en primer lugar, que no todos los fallecidos habían sido asesinados durante el periodo en el que Hernán Cortés y sus hombres llegaron hasta el territorio méxica, sino que habían vivido mucho antes, entre los años 1440 y 1520. A su vez, gracias a este estudio se ha logrado esgrimir que los huesos pertenecían a hombres que provenían de las regiones de Veracruz, Querétaro, San Luis de Potosí, Hidalgo, los Valle de Oacava o la región del Yucatán (entre otros). Es decir, lugares que nada tenían que ver con los «gigantes barbudos» que llegaban en sus buques desde el otro lado del mundo.
Finalmente, el estudio realizado por este arqueólogo ha logrado establecer que las personas a las que pertenecían estos restos habían vivido en la región mexica durante al menos seis años. Los diferentes datos hacen pensar, por tanto, que vivieron esclavizados por sus captores durante casi una década hasta que fueron asesinados. A su vez, y según ha determinado el diario Daily Mail en base a una entrevista con el grupo investigador, entre ellos se hallaban -habitualmente- ancianos, mujeres y niños.
Todo ello ha sido averiguado gracias a un análisis de isotopía de estroncio, el cual busca restos de minerales determinados en los huesos para averiguar -entre otras cosas- de donde provenía su dueño. «Los huesos cambian su composición mineral entre seis a diez años de vivir en una determinada región y de acuerdo con la alimentación varía la firma isotópica, pero los esmaltes dentales que se forman en la vida intrauterina no se vuelven a modificar, por lo que esa huella se queda de forma permanente, aunque las personas cambien de residencia», determina el experto.
Foto: Parte de la plataforma en la que se muestran las cabezas fue hecha con filas de calaveras junto con mortero formando un círculo (se muestra a la izquierda y derecha), en torno a un espacio aparentemente vacío en el centro.
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Descubren restos de principal cancha de juego de pelota en Tenochtitlan y una ofrenda con vértebras cervicales humanas.
Fuente: inah.gob.mx | 27 de enero de 2016
En el mismo predio de la calle Guatemala, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, donde en 2010 se localizó el Templo de Ehécatl-Quetzalcóatl, deidad mexica del viento, arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) detectaron restos del costado norte de la principal cancha de Juego de Pelota de la antigua Tenochtitlan.
Foto: Bajo la escalinata norte se detectó la ofrenda de las vértebras cervicales.
El descubrimiento dado a conocer públicamente en la pasada Primera Mesa Redonda de Tenochtitlan, organizada por el INAH, fue registrado como parte de los trabajos de salvamento del Programa de Arqueología Urbana (PAU), bajo la coordinación del arqueólogo Raúl Barrera Rodríguez.
Durante las excavaciones efectuadas en 2014, un equipo de especialistas junto con la arqueóloga Lorena Vázquez Vallín, jefa de campo, dejó al descubierto los vestigios de una plataforma orientada de este a oeste y cuya longitud aún se desconoce.
Dicha sección de la estructura prehispánica, que mide 9 m de ancho y se encuentra a 6.45 m al sur del Templo de Ehécatl, presenta tres etapas constructivas correspondientes a las fases V, VI y VII del Templo Mayor, y abarca el periodo comprendido entre 1481 y 1521. La fase VI, edificada hacia 1486-1502, es la mejor conservada.
En el costado norte de la plataforma que delimita al Juego de Pelota, se localizaron remetidas dos escalinatas superpuestas de cuatro peldaños, con sus respectivas banquetas que comunicaban con el Templo de Ehécatl. En el otro extremo (lado sur), se identificó la superposición de los restos de tres muros estucados en forma de talud de aproximadamente 1.95 m de altura. El arqueólogo Raúl Barrera comentó que el INAH tiene el propósito de continuar con las exploraciones en el lugar este año.
Ofrenda de cervicales
Bajo uno de los pisos de la escalinata norte del juego de pelota, los expertos encontraron una ofrenda única por sus características, respecto con otras localizadas en estructuras del Recinto Sagrado de Tenochtitlan. Ésta la conformaban varios grupos de cervicales humanas (entre dos y seis vértebras en cada conjunto) que aún guardaban su posición anatómica y presentan buen estado de conservación.
Foto: Conjuntos de vértebras cervicales relacionados con un sacrificio.
La maestra en Antropología Física, María García Velasco, y los arqueólogos Fernando Orduña Gómez y Lorena Vázquez Vallín, del PAU, expusieron que este depósito sui generis —del que también se recuperaron navajillas y puntas de maguey, entre otros materiales que aluden al sacrificio— se halló a una profundidad de 1.60 m, en un reducido espacio de aproximadamente 45 centímetros de diámetro. Tras realizar un estudio antropofísico se determinó que correspondía a una treintena de individuos, cuyas edades oscilaban desde los infantiles (0-6 años) hasta los juveniles, que eran más numerosos.
Al parecer, los huesos del cuello se depositaron con los tejidos blandos, ya que conservaban su disposición anatómica. Debido a esto se tomaron muestras de sedimento para futuros análisis en busca de restos proteicos que pudieran indicar la presencia de sangre en el depósito, anotó María García.
“Parecía que cada segmento correspondía a un individuo, pero ya en el laboratorio nos dimos cuenta de ciertas excepciones. En algunos grupos se identificaron vértebras pertenecientes a dos individuos distintos, en la mayoría de los casos juveniles mezclados con adultos. Esto se determinó a través de las diferencias morfológicas presentes en las vértebras.
Al hacer el registro y análisis de los grupos de cervicales que conforman la ofrenda, encontramos que pertenecían a 31 individuos entre infantiles, juveniles y adultos; en 18 de éstos había presencia del hueso axis (la segunda vértebra cervical), lo que es importante para profundizar en el conocimiento acerca de la técnica de desarticulación del cráneo”.
María García Velasco, Fernando Orduña Gómez y Lorena Vázquez Vallín explicaron que en el cotejo con fuentes históricas, caso particular de los códices, se observa una clara relación entre el Juego de Pelota, la decapitación y la fertilidad. El hueso, seco, molido, podría representar una semilla, al igual que la sangre, un elemento esencial dentro de un sistema de regeneración de vida.
“Es factible que algunos individuos hayan sido sacrificados como pago a los dioses, convirtiéndose en un alimento para la continuidad de la vida”, concluyó.
Esto debe ser nombrado el templo de Halloween. No solo sacrificio humano sino canibalismo formaban parte de los rituos que marcaban celebraciones diarias. En el ano 1487 cuando inaguraron el templo Mayor que es en verdad el templo de Huizilopochli y Tlaloc el emperador Ahuizotl mando a sacriificar 20,000 victimas.
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