El cerro del Carambolo, a la vera del Guadalquivir, aunque ello no parece estar demostrado, debió estar hace casi 30 siglos en el propio límite de las tierras firmes que conformaban una especie de laguna o bahía y que el mar y la desembocadura del río estarían muy cerca de la ciudad, Sevilla.

Se trataría, entonces, El Carambolo de un lugar de referencia de lo que en la actualidad se conoce como Cultura Tartésica y en relación con otros lugares más próximos o más lejanos de caracteres y afinidades comunes.

Acaso la primera vez que apareciera Tartesos en crónicas y textos antiguos sea en escritura griega entorno a los siglos VII antes de nuestra era, pero existen una diversidad de menciones en textos griegos y latinos y siempre relacionados con relatos de tradición y mitológicos. Tartesos aparece como una buena tierra junto a unos ríos y más allá de las Columnas de Hércules entre las actuales provincias de Cádiz, Sevilla y Huelva. Se presupone ahí una población indígena relacionada con el vocablo "Turte" o "Tarte" de donde provendría el nombre de Tartesos.

Las características más importantes de las gentes y sociedad engendrados en Tartesos tendría que ver con el desarrollo agrícola y ganadero como vórtice del crecimiento económico, explotación de minas y comercio de metales desde antes incluso de la llegada de Fenicios, comunicación y comercio por vías fluviales y marítimas y un tipo de sociedad compleja en base a un esquema de matriarcado-patriarcado según el despliegue de grandes familias y clanes en pueblos y ciudades, (existen evidencias de que ya hacia el año 1.000 antes de nuestra era, esos clanes dominaban o supervisaban de manera pacífica o con gentes de armas los caminos y carreteras, los importantes vados de los ríos, el paso de los rebaños, algunas zonas agrícolas y los lugares de minas). Más tarde, con la llegada de las gentes extranjeras, fenicios, griegos, semitas, gentes del norte de África, se conservan las importantes razones anteriores, es decir, la agricultura, y la ganadería como esenciales en la economía de los lugares, pero el progreso es más espectacular con el aumento de las superficies para la agricultura, el número de rebaños, la adquisición de nuevas técnicas artesanales y productos de la metalurgia del hierro, el torno de alfarero, cultivo de la vid y el olivo, nuevas variedades de cereales y la cría de gallinas y de asnos. Con el paso de los años se produce una evidente mezcla de gentes entre los indígenas y los extranjeros que van llegando, las costumbres se refinan y aparece el comercio de objetos delicados llegados desde el exterior tanto de representación (cascos, corazas, armas), como de arte mueble, orfebrería y joyería.

Es hacia el siglo VI cuando los historiadores consideran en llamar Turdetanos a la gente de aquellos lugares, algo que viene a coincidir con una época de máxima densidad de población en la zona y acaso de desarrollo.

Una descripción más detallada del lugar El Carambolo y con un interés especial en su comprensión haría situar en las faldas y accesos al mismo a la población de antiguos residentes, sus casas y negocios, artesanales, agrícolas y ganaderos, funciones que podrían atender las necesidades del edifico en lo alto y aquí situar no una construcción con fines religiosos, un templo o varios de ellos, fuera esto de las religiones autóctonas o alguna llegada con los extranjeros, sino un edificio funcional con una fuerte personalidad propia y con un peso específico en la función social de su entorno y por supuesto relacionado de manera crucial con las costumbres, las leyes, incluso las manías de las gentes paisanas de esos lugares.

También sería posible pensar que el gran edifico de lo alto estuviese atendido o supervisado por gentes del antiguo pueblo cercano, Camas, o de la propia ciudad grande Sevilla (Spal en fenicio y después Hispalis).

Si uno caminase hacia el gran edifico en lo alto del cerro lo primero que se encontraría  -según la investigación arqueológica-  sería una franja de terreno que rodeaba todo el edificio y de un sorprendente color rojo, tierra batida de color como aviso o prevención para las labores que dentro se realizasen. A continuación hallaría una valla o pared seguida que acogería en su interior los edificios de habitación y con diversas entradas. Una vez cruzado este umbral aparecería una especie de patio o atrio antes de los edificios en sí. Estos, según las referencias arqueológicas, describen hacia el pretérito más antiguo, poco después del año 1.000 antes de n.e., un único edificio central de forma rectangular hacia el fondo que sería el objeto y objetivo de toda la construcción. Este primigenio edificio, más tarde, habría sido derribado a propósito con el fin de realizar una ampliación acaso por necesidades prácticas porque el negocio que se llevaba a cabo  en su interior hubiese progresado. Sobre este mismo edificio, entonces, se construyeron otros dos de parecidas características rectangulares hacia el fondo, paralelos entre sí y acaso con pasillos y dependencias intermedias.

La orientación de los edificios es hacia el este, pues lógicamente si el complejo Carambolo está al oeste de la capital Spal, su construcción debía quedar mirando hacia el importante núcleo urbano por meras cuestiones prácticas. Los muros de los edificios fueron fabricados de ladrillo de adobe y debieron sujetar un techo de entramado de madera y unas cubiertas de tierra y materiales duros para la lluvia. Paredes y suelo, en parte, debieron estar cubiertos de la típica industria de materiales blancos de cal, yeso o jalbegue para evitar humedades y mantener una higiene y aspecto de brillo y limpieza.Pero la fabricación de los suelos sería algo más complicada pues en algunos lugares aparecen pavimentados con primorosos trabajos de conchas marinas alineadas o cantos de sílice pegados a la base tal como en algunos sitios en la actualidad y existían una especie de gradas pintadas o enlucidas unas en damero rojo y negro y otras con franjas alternas de color rojo y blanco.

El edifico en sí tenía dos accesos, acaso en la valla que rodea el complejo, uno orientado hacia el Este, hacia la salida de los astros y otro hacia el Oeste, hacia la puesta del Sol.

A mediados del siglo VI antes de n.e., los edificios son destruidos casi por completo y se reutilizan para otros fines concretos y muy diferentes a la utilización anterior, un uso extravagante y casi en contradicción con la labor que habían estado ejerciendo durante siglos, un uso artesanal e industrial fuera de toda lógica pues se hallaron unos 14 hornos en uno de los laterales para producción metalúrgica.

Habría que suponer que este simple hecho de la destrucción del complejo habitacional del Carambolo debió ser "todo un suceso" en el ambiente social y gregario de aquellos lugares y de otros vecinos debido a su fama extendida. También habría que pensar que los habitantes del lugar ya estarían avisados, por amenazas anteriores, suspicacias vecinales, incluso planes previstos desde las esferas de poder en los municipios, de que esa destrucción iba a pasar, pues les habría dado tiempo de recoger el ajuar y los aparatos, muebles, instrumentos, vajilla y recipientes, tejidos, lencería y vestidos, etc., ya que los restos en los rescates arqueológicos desdicen sobremanera de la gran función que debió disfrutar el complejo.

Los rescates arqueológicos hablan de restos de cerámica de diversas formas, intenciones y decoración, una pieza también de barro a manera de una pequeña barca con una forma equina en la proa, una cadena de apliques de oro, un escarabeo (escarabajo) de color azul y otro de pasta blanca con escritura egipcia, un exvoto estatuilla de la diosa Astarté que puede proceder o no de este mismo complejo o puede venir de los pueblos o ciudades vecinas, pero que debido a la leyenda en fenicio que hay a los pies se relaciona de manera admirable con la función del cerro del Carambolo. ¡Ah!, y por supuesto el famoso y llamado "Tesoro del Carambolo", una especie de atuendo o armadura de representación compuesto por diversas piezas de oro decoradas y del que se hablará al final.

También en el complejo habitacional se encontraron dos mesas, una de forma circular y otra en forma de "piel de toro" y procedentes de la fase Calcolítica  -Edad del Cobre-  unas 14 fosas-silos de reserva de productos y alimentos, restos de hogueras y un enterramiento infantil. Del Bronce Final se citan diversas fosas rellenas de detritus de carácter sacrificial y restos de animales domésticos.

La mayoría de los historiadores coinciden en afirmar que El Carambolo es un conjunto crucial en la historiografía de Tartesos. Hay que tener en cuenta que sería en el año 1.958 cuando el arqueólogo e historiador Juan de la Mata Carriazo habría asociado e identificado esas ruinas y el Tesoro encontrado en ellas con el nombre y la civilización de Tartesos. Existe una banda de historiadores que concibe esa cultura y los yacimientos en su relación como un producto nacional de las gentes autóctonas de esos lugares cercanos al Guadalquivir. Y por los restos arqueológicos encontrados, restos sacrificiales, objetos litúrgicos y elementos de decoración se formula la hipótesis de que El Carambolo sería el santuario en relación con la ciudad grande cercana Spal, siendo El Carambolo el santuario de Spal. También se asegura la existencia de un culto y sacrificios en relación con la vida económica de las colonias.

Otra clase de historiadores se deslindan de esta "forma clásica", digamos, de entender el problema y pretenden un "cambio de paradigma" en el sentido de que Carambolo y acaso el resto de la civilización Tartesos no serían sino ejemplos de la colonización fenicia en el sur de la Península Ibérica. Es a finales de los años 90 cuando se produce una "relectura" de los materiales del Carambolo que conduce a ese cambio interpretativo sobre el fenómeno tartésico. Esta segundas teorías preconizan la existencia de un Santuario (el edificio más antiguo) construido por los fenicios hacia el siglo VIII antes de n.e., y sobre el que se habrían construido otros santuarios así mismo de hechura fenicia (los dos edificios superpuestos) que mantienen su carácter sagrado por 200 años más. La nueva propuesta se basa en aspectos estructurales del yacimiento, sus relaciones históricas y una serie de detalles como la presencia de cerámica fabricada con el Torno de Alfarero  -técnica desconocida por los paisanos- , la estatuilla de la diosa Astarté y su escritura fenicia y otros. Esta hipótesis con el tiempo sigue siendo minoritaria entre los historiadores.

De cualquier forma, actuales estudios que tratan de compaginar ambas teorías se refieren al Carambolo como un yacimiento mucho más complejo que un simple santuario fenicio. 

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