"En los tiempos en que fue Munda, ignorante de su pasado histórico, echa la siesta el oscuro pastor" M. de Unamuno.

Es cierto que la historia de la actividad humana sería necesario datarla o pensarla desde el mismo instante de su existencia y, también es cierto, que las pruebas de esa actividad, lo que constituye esa historia, se remonta a fechas sorprendentes de millones de años cuando se fabricaran las primeras pruebas del uso de la piedra y algunas costumbres adyacentes relacionadas con lo mismo.

También podría decirse que la historia de esa actividad y las pruebas paleontológicas y antropológicas que la demuestran podrían quedar circunscritas a esas largas eras, Paleolítico Superior, Medio y Superior de uso y pertinaz perfeccionamiento en el trabajo de la piedra como material imprescindible para los humanos, pues las eras de "modernidad" en ese sentido, Epipaleolítico-Mesolítico y Neolítico no habrían supuesto sino una ínfima cuña temporal de unos 10.000 o 15.000 años.

Los hechos, sin embargo que se asocian a éstos últimos periodos, el surgir de la cultura y la civilización y el desarrollo de sociedades complejas, revisten ciertos grados de espectacularidad como si en su misma cualidad se supusieran intrínsecos todos aquellos de cientos de miles de años de existencia y desarrollo anteriores.

Los términos de Epipaleolítico y Mesolítico se utilizan para nombrar las eras y civilizaciones intermedias entre el Paleolítico Superior y el Neolítico y según una cierta tendencia de análisis prehistórico cada uno de esos periodos usa una diferente cronología y se aplican a diferentes lugares geográficos. Mesolítico tiene una cronología más antigua y se usa para describir esas edades intermedias en lugares punta del surgir de esa civilización, "focos de invención" como el Levante Mediterráneo, Asia Menor, Mesopotamia y Egipto y Epipaleolítico tiene una cronología más moderna y se usa para describir regiones periféricas de esos lugares hacia los espacios europeos. Mesolítico se refiere a sociedades con sistemas elementales de obtención, producción y almacenamiento de alimentos, incluso producción artificial de los mismos, siempre en relación y como estado de transición hacia el Neolítico cuando se consigue la plena actividad hortense, agraria y ganadera, mientras que Epipaleolítico siempre se refiere a sociedades en las que perviven modelos procedentes del Paleolítico Superior Final, sociedades tradicionales en base a grupos de cazadores-recolectores con cierto grado de previsión para los alimentos y cuidado de los mismos, alimentos "para pasar el invierno", y en los que el Neolítico aparece procedente de fuera, de importación.

Sería en estas edades intermedias cuando mejor podrían apreciarse las costumbres y procesos del tipo de "reparto de trabajos" dentro del grupo de humanos  -mujeres y hombres-  y la aportación de cada cual a la economía del grupo.

Las características generales del Neolítico, una última fase del uso de la piedra  -la piedra pulida-  hablan de sedentarización en nuevas estructuras funcionales de casas, pueblos y ciudades, domesticación de plantas y animales con el consiguiente desarrollo de la ganadería y la agricultura, el desarrollo de nuevas técnicas como la cerámica y los telares y la puesta en marcha de un elemental comercio y mercantilismo.

En la Península Ibérica el Neolítico empezaría hacia los 6.000 años antes de n.e., y duraría hasta los 3.000 años antes a partir de lo cual y por las evidencias arqueológicas rescatadas se situaría la nueva Edad de los Metales, el Calcolítico o Era del Cobre, Edad de Bronce y Edad de Hierro.

Una de las primeras manifestaciones de poblado o ciudad organizada en la Península aparece en el yacimiento de Los Millares en la provincia de Almería. La cronología que ofrece la Cultura de Los Millares lo sitúa dentro del Calcolítico, Era del Cobre, con unas primeras manifestaciones hacia los 3.500 años antes de n.e.,  y el 2.500 años antes, cuando los más principales lugares son abandonados y la propia cultura se funde o "se oculta" en otra llamada de El Argar que se irradia por la propia Almería y lugares cercanos.

Es en esta época siguiente cuando empiezan a manifestarse las primeras culturas en las riberas de los grandes ríos del sur, Guadiana y Guadalquivir. En efecto, procedentes de los más antiguos asentamientos de humanos al lado de esos ríos, aprovecharían, ahora, una doble circunstancia favorable. Por una parte hasta aquí llegarían noticias en técnicas, aparatos y organización desde el este y las vías de comercia norteafricanas con el consiguiente desarrollo del neolítico y era de los metales y, por otra, ello se vería implementado por la propia riqueza que proporcionaban los ríos, posibilidad de fácil alimento tanto vegetal como animal de las corrientes y la efectividad del comercio con otros lugares más próximos o más lejanos en pequeñas embarcaciones.

El yacimiento del Carambolo podría quedar enmarcado así dentro de estos parámetros y de otros referentes a su ubicación en la Prehistoria y su importante papel en la entrada histórica por su contacto con las primeras culturas que llegaron del Mediterráneo.

Para una interpretación más o menos acertada o ideal del yacimiento del Carambolo es necesario tener bien presente que las cosas y la sociedad, los tipos de gentes y su manera de ser, el trabajo y actividad de "su humanidad" sea quizás algo diferente del carácter y los modales que se usan en la actualidad, no sólo a nivel paleontológico, sino antropológico y evolutivo.

Pero también es algo importante reconocer su mérito, el propio interés de aquellas gentes para con su tiempo y avatar, sus habilidades, sus logros en el medio humano y sobre todo y ante todo que acaso en su haber existan algunas de esas consecuciones que pudieran ser o parecer superiores a las nuestras de hoy en día, algo insoluble y de su propia responsabilidad y algo que no encontraría repetición en el mundo futuro.

Es necesario, así mismo, conceptuar el Mundo Antiguo según razones o parámetros no relacionados con complejidades sociales, antropológicas o políticas ni abstrusas concepciones de mitos, dioses y religión, sino con formas y funciones muy relacionadas con lo inmediato, la vida práctica de cada día y la simpleza  y cosa llana que demuestran en sus mensajes artísticos, sus construcciones y las relaciones humanas, sociales y económicas. Pero sin duda, sería precisamente después cuando todo comenzaría a complicarse.

Una de aquellas consecuciones del mundo antiguo neolítico podría ser el grado sumo de desarrollo y conjunción entre los dos elementos de la pareja humana, mujeres y hombres. En efecto, aquella distribución de trabajos entre ambos y su aportación particular   -la de unos y de otros-  a la economía del grupo habría originado un modelo de sociedad elemental harto típica y característica no exenta de beneficios inmediatos y cuyo desarrollo cronológico no sería una cualquier cosa cercano a los 10.000 años en los tiempos antes de nuestra era.

En las primitivas sociedades postcavernarias de cazadores-recolectores, los hombres, en seguimiento de las seculares costumbres de venalidad alimentaria se dedicaban a la caza, la pesca en los ríos  -actividad importantísima- y la recolección de algunas plantas. Las mujeres se dedicaban al cuidado del hogar, refugio o cueva, choza o cabaña, la recolección de frutos y raíces del medio y su pertinente clasificación en servibles o no para el consumo y la crucial función de la procreación. Esto sería en simples rasgos la distribución de los trabajos entre unos y otros. Pero de cierto en estas eras serían los hombres quienes llevarían las de ganar  -de ahí su estatus-  en cuanto a su aporte personal a la economía del grupo. Las piezas conseguidas tanto animales como vegetales serían llevadas y depositadas  en el lugar de la vivienda, repartidas y consumidas hasta su desaparición.

El aspecto de todo ello cambia sustancialmente con la puesta en marcha de la "revolución neolítica", durante lo cual  -su lento y milenario proceso-  los hombres seguirían con las viejas costumbres y leyes  -aprendizaje de los adolescentes en lo mismo-  para ir de caza y pesca, pero las nuevas técnicas y modelos neolíticos de domesticación de animales y plantes serían acaparados por las mujeres  -aprendizaje de sus hijas en lo mismo-  y que lo harían en lugares próximos, inmediatos a la choza o refugio por una lesa cuestión de práctica.

Ahora lo que sucede es un ligero bandazo del devenir histórico, pues esto, la historia, o mejor la prehistoria, no seguirá por las costumbres, trabajos y leyes de las que se encargaban los hombres, sino por las costumbres y trabajos que llevaban a cabo las mujeres. Bien. Este es el auténtico "cambio de paradigma" que se pretende para la comprensión de ese devenir en las eras del neolítico hacia la era de los metales y alrededores de la historia.

Después hay que pensar en una reformulación en la distribución de los trabajos y quehaceres entre los hombres y las mujeres y una nueva perspectiva en cuanto al aporte de cada uno de ellos  -mujeres y hombres-  a la economía del grupo, al mismo tiempo que este grupo se multiplica y reforma hacia los modelos de familia, núcleos gregarios cada uno habitante de un lugar o vivienda.

Cuando las mujeres consiguieran, en su intento, comercializar los excedentes de producción  -sobrantes en las cosechas de cereales y producción de nuevos animales en los ciclos anuales-   y la puesta en marcha de las nuevas industrias y fábricas relacionadas con lo mismo, su aportación real a la economía del grupo habría ido aumentando y paulatinamente sobrepasando ese mismo aporte de los hombres, los cuales se habrían visto seriamente desplazados en los intereses económicos del grupo y la familia, el barrio y la ciudad.

Ahí no quedaría la cosa, sin embargo, sino que las mujeres en sus habilidades y comprensión de la jugada habrían vehiculizado y comerciado esos excedentes de producción y su aportación a la economía del grupo habría aumentado en forma de riqueza, campos, utensilios y posibilidades. Pero algo sucedió ahí, por una parte, las mujeres  -una generalidad de las misma-  comenzarían a quedarse con parte de las ganancias que consiguieran al comercializar los excedentes y los productos de sus fábricas  -telares- algo gravísimo, según como se mire, para la economía de la familia y del grupo y a crear pequeños tesoros particulares, "apartes" de riqueza y aparatos enmarcados en su propiedad particular y como una situación que perduraría en el tiempo. ¿Cuál sería el mecanismo preciso que usaron para ello? Pues no sería otro que la Herencia. Ellas al morir habría dejado todas sus riquezas, su tesoro, a sus hijas y estas a las siguientes. Es a partir de esa "herencia" cuando aquel "irse quedando con alguna cosa" y no repartir en su totalidad con el resto de los miembros del grupo iría creando con el paso de los siglos y las generaciones matrilineales los grandes tesoros particulares de aspecto femenino en la antigüedad, algo que quedaría demostrado en las viejas culturas de China, El Indo, Mesopotamia, Culturas del Sur de Europa, Anatolia, Micenas, Tirinto y Creta, Etruria y en la propia Península Ibérica.

Pero la cosa no resultaría ser tan simple en el desarrollo y conformación de aquellas sociedades elementales del Neolítico-Edad de los Metales, pues los hombres no se habría quedado mirando gamusinos o pescando musarañas, sino que su visión de la jugada habría permanecido en torno a los edificios principales de los pueblos y ciudades, lugares de poder, organización y negocios comunitarios y se habrían constituido como auténticos administradores de la riqueza, el tesoro y los aparatos de la comunidad con el triste hecho, esto también gravísimo, que se habría enriquecido con ello y se lo habrían dejado en herencia  -riqueza y aparatos-  a sus hijos y estos a los siguientes.

Es cierto que los hombres  -ente masculino-  no habrían sido siempre los poseedores del dinero y la riqueza. Incluso del poder. Ello podría demostrarse con un somero vistazo a la Historia del Arte en un sinnúmero de culturas del planeta. También es curioso que se podría formular la simple idea proveniente de aquel ancestro ambiente de matriarcado-patriarcado que habrían sido las mujeres las inventoras del capitalismo  -de alguna forma de capitalismo elemental-  y los hombres los auténticos urdidores del socialismo  -manipulación de los dineros de la comunidad-  y esto procedente de situaciones anteriores de igualitarismo o comunismo primordial, reparto y distribución de bienes en el grupo.

Bien, con esta breve reseña de trasfondo genérico, aunque podrían conseguirse otras, para la comprensión del yacimiento del Carambolo y otros muchos en el actual panorama arqueológico, Cancho Roano, El Turuñuelo, La necrópolis de Montelirio, todos ellos incluidos o no en ambiente Tartesos, pero de un carácter o impronta parecidos y a este lado del año 1.000 antes de n.e., se podría dar paso a la interpretación del yacimiento y artefactos arqueológicos encontrados en el mismo o relacionados con el.

Fue a partir de 1.958 cuando, a raíz del descubrimiento de unas piezas de oro en la superficie de aquel lugar El Carambolo, comienza la investigación arqueológica.

El yacimiento del Carambolo está situado en una pequeña elevación de unos 90 metros en la ribera del Guadalquivir a 4 kilómetros al Oeste de la capital Sevilla y ubicado en el pueblo de Camas. Nombre éste que no tiene nada que ver con el mueble que se usa para dormir, sino que es una deformación graciosa de un nombre árabe por un preboste del tiempo de la conquista musulmana llamado Al Kama que habría puesto su negocio en el antiguo pueblo. Carambolos se refiere a una serie de altos parecidos al citado que existen en la zona y ribera del río.

Una somera descripción del lugar reflejaría un antiguo asentamiento de unos 3 a 5 kilómetros cuadrados si se suman el cerro y las laderas, pero lo más interesante es el edificio que aparece en lo alto del cerro donde se hallaron la mayoría de los restos arqueológicos y edificios de habitación.

En la ocupación humana del cerro se advierten una serie de fases de ocupación: una primera en el Calcolítico, Edad del Cobre, hacia los 2.500 al 1.700 antes de n.e.; otra en la Edad del Bronce Final entre los años 1.400 y el 1.100 y una tercera de protohistoria Tartésica y Fenicia entre los siglos IX y VII antes de n.e.

Para conseguir una ubicación geográfica e historiográfica para las ruinas se hace una somera relación de otros lugares en el mundo y coetáneos del Carambolo, que serían: Babilonia, que había constituido su imperio de unificación de los viejos lugares mesopotámicos, es conquistada por el rey asirio Tiglat Pileser III hacia el año 740 antes de n.e. A continuación los Caldeos conquistan la ciudad y sus reyes más famosos serían Nabopolasar y Nabucodonosor (604.562 antes de n.e.). En Asiria, constituida en imperio hacia el año 1.000 antes de n.e., se suceden las dinastías de Los Sargónidas (Senaquerib, Asurbanipal). El fin del imperio asirio se sucede hacia el año 600 antes de n.e. En Fenicia las ciudades más importantes comienzan su desarrollo colonial hacia el año 1.400 antes. Están en Chipre (Kitión), en Palestina (Gaza) hacia el 850, en Rodas están hasta el 500, en Sicilia hasta el 750, en Africa del Norte, fundan Cartago en el 814 y otras colonias como Mogador y Tánger. En la Península Ibérica, los fenicios fundan Gadir en el año 1.100 y otras. La estela fenicia dura hasta el año 573 cuando los reyes caldeos de Babilonia conquistan el país. El imperio Medo va desde el 800 al 500 antes de n.e., y los Persas lo fabrican desde el 650 año, hasta Dario III y la conquista de Alejandro Magno. En Egipto se vive en la llamada Baja Época que comienza hacia el 730 con las dinastías de Sais en el Delta, más tarde dominio asirio. 

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Comentario por Roberto Pérez el agosto 13, 2018 a las 6:48pm

Muy interesante pero solo lei dos párrafos y desistí de seguir por lo ladrilludo, es una pena creer que ser grandilocuente y pesado es ser genial y sabio.

Comentario por Marta Corredera Chacon el agosto 14, 2018 a las 10:19am

A mi me ha encantado, pero hay que leerlo varias veces porque contiene mucha información. 

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