Colocan la cabeza al tercer coloso de Memnón recuperado

Foto: El tercer coloso de Memnón erigido

 

Fuente: teinteresa.es | 23 de marzo de 2014

 

Un terremoto le hizo perder literalmente la cabeza y uno de los colosos de Memnón, en el sur de Egipto, acaba de recuperarla por obra de un equipo internacional de arqueólogos.

 

Con el contorno bien definido de uno de sus lados y la huella de la erosión marcada en el otro, esa cabeza de dieciséis toneladas fue presentada hoy descansando sobre los hombros de la gigantesca estatua, como no lo había hecho desde hacía unos 3.200 años.

 

Después de diez años de trabajo, "colocar la cabeza ha sido como poner la guinda al pastel", sostiene a Efe el arqueólogo español Miguel Ángel López Marcos, que ya levantó el grueso del cuerpo en 2012 y se ha encargado de lo que llama la mayor reconstrucción colosal del mundo.

 

Trabajos de levantamiento del cuerpo del tercer coloso en el recinto del templo funerario de Amenofis III en Luxor. Miguel Ángel López Marcos es el primero por la derecha.

 

Según explica, se han utilizado un sistema de poleas y unos andamios de madera para ir subiendo, con la fuerza de más de veinte hombres, la parte superior de la figura pese a las presiones que ejercía.

 

De cuerpo completo, ese gigante de cuarcita se halla en el segundo pilono de los tres que forman el templo fúnebre de Amenhotep III (Amenofis III, en griego), cerca de la ciudad de Luxor.

 

Representa a ese faraón de la XVIII dinastía, que consolidó la supremacía egipcia en Babilonia y Asiria desde la antigua Tebas entre los años 1390 y 1352 a.C.

 

Sentado en un trono con la reina Tiye junto a su pierna derecha, supera las 300 toneladas y mide 11,5 metros de altura.

 

Unas dimensiones con las que compite otra estatua de ese mismo faraón recientemente levantada por el mismo equipo, dirigido por la armenia Hourig Sourouzian, y considerada la reconstrucción más alta de ese tipo.

 

 

En una parte más alejada, esta estilizada figura se erige (arriba) con el pie adelantado, mide más de trece metros y pesa casi 120 toneladas.

 

"Tenía la base muy erosionada y tuvimos que reforzarla para que volviera a sujetar ese peso", comenta López.

 

Foto: Los dos tradicionales colosos de Memnón.

 

 

Tras la recolocación en su lugar original de estas piezas y otras de menor tamaño, faltan otras muchas por recuperar en el mayor templo del mundo, de unos 700 metros de largo y compuesto de tres patios, un peristilo, una sala hipóstila y un santuario.

 

Entre las joyas que yacen ahí está una estatua de alabastro y 1,70 metros de altura que representa a "Iset", una de las hijas de Amenhotep III, "única por el material y la calidad artística, así como por ser la primera vez que se la descubre con un coloso de su padre en este sitio", asegura a Efe la directora del proyecto, iniciado en 1998.

 

Sourouzian se muestra "encantada" por la restauración de este inmenso "puzzle", mientras trata de imaginar cómo sería retroceder en el tiempo y ver las estatuas colosales integradas entre edificios administrativos, religiosos y comerciales, entre otros.

 

Aunque gran parte de las figuras fueron utilizadas en otros templos, la armenia insiste en reconstruir "todo lo que se pueda en nuestras cabezas, mentes y papeles".

 

La idea es, además, transformar esta parte del valle del río Nilo en un "gran museo al aire libre" y cambiar la fisonomía del paisaje para el disfrute de los visitantes, considera el jefe de Egiptología del Ministerio egipcio de Antigüedades, Ali Al Asfar, presente en la inauguración.

 

Eso supone intentar remediar los efectos de aquel fatídico seísmo que hizo colapsar la mayoría de las grandes figuras del templo, las cuales quedaron desmembradas y dispersas bajo una superficie de agua y barro.

 

Solo se libraron del desastre los dos colosos de Memnón de la entrada principal, cuyo nombre lo pusieron los griegos en alusión a un monarca etíope que luchó en la guerra de Troya.

 

Ambas figuras, desgastadas y agrietadas, también van a ser sometidas a continuas operaciones para reparar sus partes dañadas en la próxima campaña, en la que sus responsables prometen seguir restaurando todo lo "imaginable".

 

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Comentario por José Luis Santos Fernández el marzo 24, 2014 a las 10:21am

Los dos nuevos Colosos de Memnón

"El mundo hasta ahora conocía a dos colosos de Memnón, pero a partir de hoy se hablará de los cuatro colosos de Amenhotep III. Las estatuas habían permanecido en pedazos durante siglos en los campos, dañadas por las fuerzas destructivas de la naturaleza como terremotos, y más tarde por el agua de riego, la sal, la intrusión y el vandalismo", dijo el arqueólogo Hourig Sourouzian , que dirige el proyecto de conservación del templo de Amenhotep III. La estatua es de 11,5 m. (38 pies) de altura, con una base de 1,5 m. de altura y 3,6 m. Los arqueólogos dijeron que con su ahora desaparecida doble corona, la estatua original habría alcanzado una altura de 13,5 m. y pesaría 450 toneladas. El faraón heredó un imperio que se extendía desde el Eufrates hasta Sudán, dicen los arqueólogos, y fue capaz de mantener la posición de Egipto principalmente a través de la diplomacia. Amenhotep III murió en torno al 1354 a.C. y fue sucedido por su hijo Amenhotep IV, conocido como Akenatón .AFP. Foto: Khaled Desouki.


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Los colosos de Memnón (en árabe Al-Colossat o Es-Salamat) son dos gigantescas estatuas de piedra que representan al faraón Amenhotep III situadas en la ribera occidental del Nilo, frente a la ciudad egipcia de Luxor, cerca de Medinet Habu y al sur de las grandes necrópolis Tebanas.

Las dos estatuas gemelas muestran a Amenhotep III en posición sedente; sus manos reposan en las rodillas y su mirada se dirige hacia el Este, en dirección al río Nilo y al Sol naciente. Dos figuras de menor tamaño, situadas junto al trono, representan a su esposa Tiye y a su madre Mutemuia; los paneles laterales muestran una alegoría en bajorrelieve del dios de la inundación anual, Hapy.

Las estatuas están esculpidas en grandes bloques de cuarcita, traídos especialmente desde Guiza y de la cantera de Gebel el-Silsila, al norte de Asuán. Incluyendo las bases de piedra sobre las que se sustentan, las estatuas tienen una altura total de dieciocho metros.

El historiador y geógrafo griego Estrabón explica que un terremoto, en el año 27 a.C., dañó a los colosos. Desde entonces se decía que las estatuas "cantaban" cada mañana al amanecer, concretamente, la estatua situada más al sur. La explicación es que el cambio de temperatura, al comienzo del día, provocaba la evaporación del agua, que al salir por las fisuras del coloso producía el peculiar sonido. El emperador romano Septimio Severo nos privó de este fenómeno al restaurar la estatua en el siglo III d.C.

El nombre "Colosos de Memnón" proviene del período helenístico. Los colosos fueron bautizados por los primeros viajeros griegos con tal nombre porque la pronunciación de «Phamenoth» (Amenofis), que escuchaban a los lugareños, les recordaba a la de Memnón un héroe griego de la guerra de Troya, rey de Etiopía, que llevó a sus ejércitos desde África hasta Asia para ayudar a defender la sitiada ciudad y que fue finalmente derrotado por Aquiles.

Fuente: Wikipedia http://es.wikipedia.org/wiki/Colosos_de_Memnón

Comentario por José Luis Santos Fernández el marzo 25, 2014 a las 12:15pm

Los colosos de Memnón vuelven a levantarse en la antigua Tebas

Hace 3.200 años la tierra tembló en la antigua Tebas. La convulsión causó una escabechina en el templo de Amenhotep III, el más extenso e imponente de todos los templos conmemorativos que salpican la orilla occidental de la actual Luxor. Cientos de esculturas - retratos del faraón, su estirpe y sus deidades más queridas- se despeñaron vencidas por la sacudida. Solo permanecieron en pie las moles del faraón que flanqueaban la entrada al complejo. En el año 27 a.C. las figuras sedentes del monarca resistieron un nuevo seísmo. El envite, sin embargo, agrietó el coloso norte. De la pequeña hendidura nació un rumor que griegos y romanos convirtieron en la leyenda de Memnón, rey etíope, héroe de la guerra de Troya e hijo de Eos (la diosa del amanecer).

Fuente: Francisco Carrión, Luxor | El Mundo.es, 25 de marzo de 2014

"Era una grieta estructural. La cuarcita suena. El ruido que emitía lo asociaron con los gemidos de Eos que lloraba la muerte de su vástago en Troya", cuenta a EL MUNDO el arqueólogo español Miguel Ángel López Marcos, miembro del proyecto que trata de recuperar el templo de Amenhotep III (1387-1348 a.C.) y rescatar la memoria del bisnieto del gran Tutmosis III y padre del hereje Ajenatón, enterrada por la fábula de "los colosos de Memnón" y los temblores que hundieron el recinto.

La tarea, a la que la misión arqueológica egipcio-europea ha dedicado ya dieciséis campañas, ha desvelado esta semana su conquista más lograda hasta la fecha: dos figuras colosales del faraón, cosidas a partir de decenas o cientos de piezas, han vuelto a erguirse sobre la vasta llanura que un día ocupó el templo. La primera se halla a unos cien metros al oeste de los gigantes de Memnón, escoltando la puerta del segundo pilón. El rey aparece sentado con sus brazos recostados sobre las rodillas. En la cabeza, el nemes -la especie de tocado de tela que usaban los faraones- con las trazas de una doble corona de la que solo se han hallado algunos vestigios. Y como atuendo, una falda real con pliegues. Junto a la pierna izquierda, en las jambas del trono, asoma la estatua de su esposa, la gran reina consorte Tiy. La efigie de su madre Mutemuia debía decorar el lado derecho pero permanece desaparecida.

"Han sido diez años de puzzle. Este coloso pesa 300 toneladas y hemos llegado a pegar más de 370 fragmentos. Desde piezas de 10 o 12 gramos hasta una de 250 toneladas", explica López Marcos, impresionado aún por la proeza que supuso su construcción y el traslado de la cuarcita desde las canteras de Gebel el Ahmar, cerca de la actual capital egipcia. "Me sigue pareciendo increíble quepudieran mover cientos de toneladas en un barco a contracorriente a lo largo de 700 kilómetros".

Restos sumergidos en el agua

La restauración no ha resultado menos laboriosa. Sus pedazos fueron sepultados por los aluviones del Nilo en medio de un terreno arcilloso e inestable. Aparecieron en 2002 sumergidos en el agua a tres metros de profundidad. Ayudada por poleas -a la usanza faraónica- y modernos cojines de aire comprimido, una legión de trescientos obreros los recuperó del fango. En 2011, tras su paso por quirófano, el cuerpo -a falta de testa, torso, pie y rodillas- fue colocado en un pedestal consolidado con cemento. Y ha sido durante esta campaña cuando ha recobrado las extremidades, incluida una cabeza de 16 toneladas.

El segundo de los colosos presentados en sociedad está ubicado cerca del lugar donde se alzaba la puerta norte de un recinto que consta de tres patios, un peristilo, una sala hipóstila y un santuario. Son trece metros que se yerguen hacia el cielo con Amenhotep III de pie, enfundado en la corona del Alto Egipto y un rollo de papiro asido en cada mano. "Se trata de la mayor reconstrucción realizada hasta la fecha", apunta López. Para la próxima temporada, que arrancará en noviembre, le aguarda la misión de recomponer y levantar las parejas de ambos colosos.

Piedra a piedra, el más espectacular de los templos de Millones de Años (como se denomina a los templos funerarios del Imperio Nuevo) descubre sus tesoros. "Estamos devolviendo la vida a unos monumentos que se hallaban abandonados; proporcionando un poco de dignidad al templo y recuperando parte de la gloria del constructor de este recinto, Amenhotep III", declara a este diario la arqueóloga germano-armenia Hourig Sourouzian, directora del proyecto. Tras el terremoto que lo redujo a ruinas en 1.200 a.C., su arquitectura se diluyó. Por orden de otros faraones sus piedras fueron trasladadas y reutilizadas en la construcción de templos colindantes como el de Merenptah (1213-1203 a.C.) y el Ramesseum. Y en el siglo XIX, en pleno furor por la egiptología, franceses e ingleses hallaron en sus confines un buen almacén donde conseguir material para las estanterías del Louvre o el Museo Británico. Dos de las esfinges del templo custodian desde la década de 1830 el muelle de la Universidad de San Petersburgo.

Los restos que sobrevivieron a monarcas y coleccionistas estaban abocados al colapso en 1998, cuando el Fondo Mundial de Monumentos lo incluyó en su lista de los 100 sitios en peligro de desaparición. "Estaba amenazado por el agua, el salitre, la vegetación, la agricultura y el vandalismo", recuerda Sourouzian, feliz por los avances y los hallazgos. En esta última campaña, que concluyó ayer lunes, se ha desenterrado la estatua de Iset, hija Amenhotep III,entre las piernas de uno de los colosos que hacía guardia en el tercer pilón. "Es la única pareja de colosos de alabastro que existe en el mundo y la primera vez que Iset aparece en el templo", esboza la directora, empeñada en crear un museo al aire libre con las piezas recuperadas. "Trabajaremos aquí entre cinco y diez temporadas más para poner los descubrimientos en exhibición y remontar la entrada. Luego, dejaremos los patios y el resto del templo a futuras generaciones", detalla ante de confesar su quimera. "Imagino a cada rato cómo sería el templo y sueño con la idea de regresar en el tiempo y poder ver como era".

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