El XVII Congreso Mundial de la Unión de Científicos de Prehistoria y Protohistoria, que reúne desde mañana en Burgos a 2.000 científicos, revisará varios conceptos de la evolución humana a partir de los hallazgos en los yacimientos de Atapuerca, declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2000.
Los tres codirectores de Atapuerca tienen, de hecho, un papel destacado en los preparativos de este encuentro, que da continuidad a una serie de reuniones que comenzaron en Londres en 1932 y no se celebraban en España desde 1954, cuando la sede fue Madrid.
En declaraciones a Efe, el presidente del comité ejecutivo del congreso, Martín Almagro, ha explicado que esta cita se repite cada tres años y salta habitualmente de continente en continente.
De hecho, la última reunión tuvo lugar en Florianópolis (Brasil) y ya está decidido que la siguiente se celebre en 2017 en Melbourne (Australia).
El secretario general del comité organizador, también codirector de Atapuerca, Eudald Carbonell, considera que la reunión cerrará “un ciclo” en lo que se refiere a estos yacimientos.
Ha recordado que Atapuerca cuenta ya con una estructura estable en su entorno para investigación y divulgación, con el Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana, el Museo de la Evolución, los centros de recepción de visitantes cerca de los yacimientos y la Fundación Atapuerca, cuyo gerente es el propio Carbonell.
La presencia en Burgos de unos dos mil científicos especialistas en prehistoria y evoluciónsupondrá, en opinión de Carbonell, un “empujón” para que Atapuerca gane peso en el plano internacional.
En este sentido, otro de los codirectores de Atapuerca, José María Bermúdez de Castro, ha recordado que Atapuerca es en este momento el mayor complejo activo de yacimientos de homínidos del mundo y su riqueza permite tener muchos más datos de la presencia del género “Homo” en Europa desde hace más de un millón de años.
Las referencias a Atapuerca serán sólo una parte de las 115 sesiones científicas y 1.653 comunicaciones elaboradas por más de 3.000 autores de los cinco continentes que son el esqueleto del congreso mundial.
Aportaciones
El volumen de aportaciones es tan ingente que parte de las sesiones se desarrollarán de forma simultánea en veinticuatro aulas de la Universidad de Burgos, que acoge la mayor parte del encuentro.
Sin embargo, otro de los codirectores, Juan Luis Arsuaga, que es uno de los cinco españoles que pertenece a la Academia de las Ciencias de Estados Unidos y es el director científico del Museo de la Evolución Humana, en Burgos, cree que el congreso será “clave” para el debate que se ha abierto en la comunidad científica sobre la necesidad de revisar “el árbol de la evolución”.
No obstante, Arsuaga reconoce que no toda la comunidad científica está de acuerdo en la necesidad de estos cambios y, en todo caso, es algo que ya se ha empezado a debatir y se seguirá debatiendo en encuentros científicos de los próximos meses y, seguramente, años.
Las sesiones del congreso comenzarán el lunes a las once y media con una conferencia de Kristian Kristiansen, de la Universidad de Gothenburg (Suecia) titulada “Hacia una nueva prehistoria europea”.
Participación
El congreso abrirá también sus puertas a la participación de los ciudadanos no expertos con una disertación del profesor argentino José Luis Lanata, director de Diversidad Cultural y Procesos de Cambio de la Universidad Nacional de Rio Negro (Argentina).
Lanata, especialista en Ecología y Evolución Humana que recibió en 2007 el premio “Simón Bolivar” de estudios latinoamericanos por la Universidad de Cambridge, ofrecerá el miércoles la única conferencia abierta al público en el Fórum Evolución.
El profesor argentino, que utiliza la arqueología combinada con modelos matemáticos para describir los flujos de población, hablará sobre “La evolución humana en América. Paralelismos globales y particularidades desde el último continente colonizado”.
Con motivo del encuentro científico, los yacimientos de Atapuerca se han preparado para una avalancha de visitas, ante la previsión de que muchos de los asistentes quieran conocer los yacimientos.
Habrá visitas durante toda la semana, pero se intensificarán el fin de semana de cierre del encuentro, que está previsto el 7 de septiembre, aunque el día 6 ya se darán a conocer las principales conclusiones. EFE
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«La Prehistoria estudia el pasado, pero siempre es nueva»
¿Qué se juega la arqueología española en este congreso?
Evidentemente, cuando los prehistoriadores de todo el mundo llegan a un país, lo conocen mejor. Es el mejor marketing posible. Hoy en día, en estos grandes congresos con miles de congresistas, no es tanto el interés científico, que lo tienen, sino el ambiente social. Se hacen relaciones con un señor al que solo se conoce por internet y te ayuda a profundizar, a hacer proyectos conjuntos... Y como es un escaparate de la Prehistoria de todo el mundo, en todos los millones de años de la Antigüedad, siempre puedes ver otras cosas. Y mirando, se aprende.
El congreso alude a la Prehistoria, un período con el que la mayoría de la gente está familiarizada, y a la Protohistoria. ¿Podría explicar de manera sencilla qué es esto último?
Este congreso nace en Europa en el siglo XIX. Entonces, la Prehistoria se dividía en dos etapas: lo que era la Prehistoria propiamente dicha y, cuando ya se acercaban hacia culturas más desarrolladas, lo llamaban Protohistoria. Cada país tenía un límite, algunos admiten hasta el Neolítico y otros solo a partir de la Edad de Bronce. Pero es una visión centroeuropea, cuando se exporta o se extiende a otros países ese sistema de división del tiempo no funciona.
Y de qué manera se podría visualizar en España la Protohistoria, ¿cuál sería la joya que la representa?
Es muy difícil. España, como explico en la publicación que he tenido que dirigir, es un microcontinente. Es decir, es un país tan variado que hay tantas diferencias culturales como, a lo mejor, en todo el resto de Europa junta. Entonces, no sé qué puede ser más interesante. Ahora, por ejemplo, han salido los grandes núcleos del Guadalquivir con culturas ya urbanas en el cuarto milenio. Es decir, que el hombre ya sabía hacer sociedades complejas, que es muy difícil. Y surge mucho antes que en el resto de Europa central y occidental. Otra cosa es la cultura tartésica y el mundo ibérico, que es el reflejo del avance hacia la cultura urbana en la península ibérica, igualmente antes que en toda Europa con excepción de Italia y de Grecia. Hay muchos aspectos que podríamos señalar, en la Edad del Bronce es lo mismo.
¿Por qué?
La península ibérica es el gozne entre el Mediterráneo y el Atlántico: comunica por los Pirineos con Europa central y, curiosamente, está muy cerca de África pero separada, no por el Estrecho de Gibraltar, sino por el Sáhara. Entonces, las grandes masas demográficas africanas raramente han llegado a la península. Entonces, eso es lo que le da el especial interés.
Usted presenta la primera conferencia magistral, del profesor Kristian Kristiansen, titulada Hacia una nueva Prehistoria Europea, el declive del Neolítico y el auge de la Edad de Bronce. ¿Por qué el adjetivo nueva, qué va a cambiar en nuestra Prehistoria?
Porque quiere explicar cómo se debe hacer la nueva Prehistoria. Siempre es nueva. Estamos estudiando el pasado, pero innovando continuamente. Quitando la Criminología, no hay ningún saber humano que sea tan interdisciplinar, que recurra a tantas otras ciencias, para construir su propio saber. Tenemos que hacer análisis como los de los criminólogos: estudiar el ADN, el polen, la composición de las piedras y además, la historia y el clima. Eso le da un particular interés y eso está continuamente evolucionando. Y eso es lo que quiere plantear el profesor Kristiansen, gran especialista que partió de bases materialistas, marxistas, y ha evolucionado al comprender que de la cultura material, que es lo que estudiamos los arqueólogos porque es lo que queda -las piedras, las casas, un fuego, lo que comían...- se puede reconstruir primero la economía, luego la sociedad y, por último, incluso, lo que pensaban y creían. Hoy ya podemos hacer hasta literatura de la Prehistoria, lo que se contaban los prehistóricos sin saber escribir. Y eso es mucho más fascinante que encontrar una piedra o una casa.
Supongo que enigmas hay muchos y cuestiones por resolver, cantidad, pero ¿cuáles diría que son las dudas más acuciantes de la prehistoria española, qué nos falta por saber para atar cabos?
Es difícil decir qué es lo más acuciante. La península ibérica tiene todo el tema de la humanización, que gracias a los hallazgos de Atapuerca, Orce y etcétera se ha convertido en un referente a nivel global y, evidentemente, el origen del hombre es de interés universal. Pero detrás de eso hay dos aspectos importantes: cómo el hombre llega a producir artificialmente el alimento en el Neolítico, algo que es a base de aprender a dominar la naturaleza en vez de vivir a expensas de ella. Y el tercer tema, que a mí me parece el más fascinante, es cómo se aprende a organizar sociedades complejas. Es muy difícil saber convivir: el habla, los símbolos, la jerarquía, los rituales... Eso es un mundo fascinante y es lo que hace que las sociedades entren en crisis o se expansionen.
Tiene que ser desesperante comprobar que cuanto más se descubre, más amplias son las lagunas.
Eso es como el manto de Penélope: tejiendo y destejiendo, pero también avanzando. La Prehistoria es muy optimista. Piense que hemos salido de las cuevas de Atapuerca y hoy estamos hablando mientras me hacen fotos, que supongo serán electrónicas. Es decir, somos optimistas por naturaleza, pero también somos muy conscientes de las dificultades, porque la historia del hombre es la historia de cómo vencer las dificultades.
Para usted, en lo profesional, ¿qué es lo más interesante de este congreso?
Yo vengo a aprender, a ver qué ideas nuevas vienen. Al oír a uno y a otro, multiplicas. Eso es lo más interesante de estos congresos.
Se lo comentaba porque los codirectores de Atapuerca han declarado en ocasiones que confían en que se pueda aclarar cómo llegó el hombre a Atapuerca o cuestiones genéticas...
Sí, siempre puede haber aportaciones, pero creo que las grandes ideas se conocen. Siempre hay quien se reserva alguna carta para un congreso, pero no es esa nuestra forma de trabajar. La ciencia no es marketing y el que conoce una cosa, tiene que darla a conocer cuanto antes para que los otros la multipliquen.
¿Cómo está de salud la arqueología española en este momento?
Preferiría no contestar. Se lo digo seriamente. Falta claramente una correlación entre los dineros que se dan para investigación y los resultados, que en ciencia solo son publicaciones: dar a conocer. Porque, si no, el que excava destruye y el que excava y no publica, ¿qué hace? ¿Se lo lleva a la tumba? Y eso no se controla.
¿La Administración no hace nada?
No. Estamos en claro retroceso en el coeficiente entre inversión y publicación, que es difusión internacional. Es un problema claro de nuestra burocracia, no político porque también entran nuestros arqueólogos. Es un problema de la sociedad española, siempre echamos la culpa a los políticos y estamos como todavía en Egipto, como cuando la culpa la tenía el faraón. No, en los pueblos desarrollados la culpa es nuestra, nosotros podemos cambiar o exigirles a los políticos.
Hay arqueólogos y científicos que explican que su generación disfrutó de una cierta bonanza para poner las cosas en pie y que, ahora, quizá sea más complejo conseguir un relevo generacional que mantenga la calidad. ¿Qué opina usted?
Creo que el problema principal vuelve a ser el clientelismo español. Si en una cátedra pudiera entrar el que más vale y no el que pertenece a la cátedra, probablemente mejoraríamos exponencialmente porque nunca como ahora han tenido los estudiantes los medios ni las oportunidades de viajar fuera. Pero, curiosamente, en estos momentos Ramón y Cajal o Menéndez Pidal no podrían ganar una cátedra de jóvenes, llegarían viejos y gastados.
Qué panorama tan desolador...
No, no es desolador. Es real. Pero seguimos avanzando. Yo me ciño a los datos, que son esos. Con los currículos actuales no puede haber un Menéndez Pelayo, y eso lo sabe todo el mundo. Yo me dedico a la Prehistoria, no a la Historia Contemporánea; ahora, la Prehistoria es la experiencia de muchos milenios de sucesos en muchos lugares del mundo y te da una especial habilidad para interpretar el presente desde la distancia.
Y con esa experiencia que usted ha obtenido, ¿qué lectura hace de la sociedad actual?
Que es una sociedad en crisis, porque es muy compleja. Si tocas un aspecto, cambian los demás: si aumentas la demografía tiene que haber más alimento. ¿Hasta cuándo? Hasta que ya no hay y se produce la crisis y hay deterioro económico, pero también social. Y al haberlo social, lo hay ideológico. Eso siempre es así. Y, en este momento, yo diría que el aspecto más esencial es la crisis social que no elige a los más buenos, sino que se rige por los sistemas clánicos. Y ese es un enorme freno. Si en una carrera o en un equipo cogemos a nuestro primo en lugar de al mejor, no ganamos.
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