Dentro del proceso de elaboración del simbolismo lo primero que hay que hacer es analizar el concepto, que sobre nuestra propia existencia tenemos, por medio de una pregunta clave:

¿Es la conciencia reflexiva o autoconciencia una facultad heredada que siempre se manifiesta en nuestra especie; o corresponde a una capacidad evolutivamente adquirida, que se desarrolla gracias a la influencia del ambiente social y cultural en el que nacemos y vivimos?

Sin un ambiente adecuado tal propiedad cognitiva no se manifiesta, o lo hace de forma inadecuada. En este sentido, sería la utilización de específicas informaciones aprendidas del medio social, que facilitan el desarrollo de una conducta con características especiales (Marina, 1998: 113). Podríamos definirla como el conocimiento subjetivo que tenemos sobre nuestros propios procesos mentales, de la información que recibimos, de los actos que realizamos y de nuestra relación con los demás. Por tanto, la conciencia reflexiva o autoconciencia corresponde a una capacidad cognitiva, con cierto carácter innato en función de su posibilidad de desarrollo, que para que se manifieste en la conducta es necesario una estimulación y aprendizaje adecuados, por medio de un entorno sociocultural concreto.

Lo que sí parece claro es la relación de su aparición con dos procesos ya mencionados: las capacidades evolutivas y las características medioambientales, pues con su desarrollo adecuado y mutua interrelación, van a dar lugar a nuestra conciencia reflexiva. Actualmente, son muchos los autores que están de acuerdo que tal proceso es una propiedad emergente del cerebro. El concepto parece nuevo, aunque tiene relación con la concepción de exaptación evolutiva, pues se basa en el mismo principio, aunque con enfoques diferentes (psicológicos y evolutivos). El profesor de Filosofía John R. Searle, en su libro “El misterio de la conciencia” ofrece una definición muy precisa (2000: 30):

Una propiedad emergente de un sistema es una propiedad que se puede explicar causalmente por la conducta de los elementos del sistema; pero no es una propiedad de ninguno de los elementos individuales, y no puede explicar simplemente como un agregado de las propiedades de estos elementos. La liquidez del agua es un buen ejemplo: la conducta de las moléculas de H2O explica la liquidez, pero las moléculas individuales no son líquidas.

La conciencia reflexiva es pues una propiedad emergente de la conducta (Ávarez Munárriz, 2005: 25-31; Mora: 2001: 142), resultante de la unificación funcional de otras capacidades cognitivas (mecanismos de atención seriados, memoria a corto plazo, emotividad, etc.) que, por sí solas, no explican tal propiedad, pero la suma funcional de ellas daría lugar a las propiedades de autoconciencia humana (Edelman y Tononi, 2000; Mora, 2001: 147).

El desarrollo de la conciencia reflexiva se producirá cuando las capacidades cognitivas lo permitan, y las características del medio ambiente sean las adecuadas. Si en la actualidad tales condiciones parecen obvias, en la prehistoria adquieren un protagonismo esencial. Las primeras van apareciendo con la evolución física, mientras que las segundas hay que crearlas, teniendo un desarrollo propio y diferente a la evolución neurológica.

Con el desarrollo de esta capacidad cognitiva surge el concepto de individualidad (social y, sobre todo, personal), que siempre se desarrolla en un medio social, por lo que dependería de las características de éste. Con este nuevo concepto iniciamos el reconocimiento e interiorización de la idea abstracta del yo / nosotros en relación con el concepto de tú / otros. La identificación, tanto individual como colectiva, de esta propiedad se basa en la noción de diferencia existente entre los individuos y grupos (Jenkins, 1996: 4), que se traduce en la existencia universal de una palabra determinada para referirse a uno mismo (yo), como así lo expone el sociólogo alemán Norbert Elías (1990: 123). Para su producción se necesita una interacción social, tanto intra como intergrupal, de una forma importante y continuada, que genere continuamente problemas de relación entre los individuos del mismo grupo, y de estos con otros grupos. Igualmente, es necesario el inicio de las diferencias sociales (tecnológicas, políticas, religiosas, etc.) dentro del mismo grupo, desarrollando diferentes actividades con características funciones, simbolización y actividad.

El proceso implicaría la paulatina creación de cambios conductuales que resalten la diferencia entre unos y otros, por parte de algunos elementos sociales con mayor capacidad para desarrollar tales conceptos, siendo rápidamente adquiridos por los elementos más jóvenes del grupo, que los asumirán como suyos propios (Hernando, 2002). Los primeros avances, que la capacidad cognitiva humana debió desarrollar para crear un mundo simbólico como el actual, serían el inicio de la propia identificación social del grupo en contrapunto con la identificación de las demás poblaciones, es decir, a la creación del concepto de la individualidad social. Con posterioridad a su desarrollo, se iniciarían los criterios de individualidad personal o diferencias particulares que surgen entre los elementos de un mismo grupo humano (germen de la propia autoconciencia individual, tal y como la entendemos en la actualidad). En su paulatino aumento de complejidad, darían lugar a diferentes manifestaciones de tipo social, tecnológico, político y religioso dentro del propio grupo (Elías, 1990; Hernando, 1999; 2002: 49-63).

Estas ideas que en principio parecen sacadas de un libro de filosofía, son en realidad de crucial importancia para una interpretación adecuada de los procesos simbólicos del paleolítico, sobre todo de su inicio y desarrollo. Un ejemplo sería la interpretación de los enterramientos del paleolítico Medio. Antes de introducirnos en su posible explicación quisiera conocer las opiniones de los lectores a dos preguntas:

¿Tiene todos los enterramientos voluntarios un componente simbólico?
¿Dónde se estudia mejor el simbolismo de un enterramiento, en las características de la inhumación, o en el comportamiento del grupo que lo relizó?


* ÁLVAREZ MUNÁRRIZ, L. (2005): La conciencia humana. En: La conciencia humana: perspectiva cultural. Coord. por Luis Alvarez Munárriz, Enrique Couceiro Domínguez. Anthropos. Barcelona.
* EDELMAN, G. M., y TONONI, G. (2000): Un Universe of Consciousness. Basic Books, New York.
* ELÍAS, N. (1990): La sociedad de los individuos. Ensayos. Península / Ideas. Barcelona.
* HERNANDO, A. (2002): Arqueología de la identidad. Akal. Móstoles (Madrid).
JENKINS, R. (1996): Social Identity. Nueva York y Londers, Routledge.
* MARINA, J. A. (1998): La selva del lenguaje. Introducción a un diccionario de los sentimientos. Anagrama. Barcelona.
* MORA, F. (2001): El reloj de la sabiduría. Tiempos y espacios en el cerebro humano. Alianza Editorial. Madrid.
* SEARLE, J. R. (2000): El misterio de la conciencia. Paidos. Barcelona.

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Comentario por Rebeca el noviembre 2, 2008 a las 2:15pm
Es evidente que el éxito de la especie Homo se debe al hecho de que en algún momento fuimos conscientes de la importancia del "otro" para la supervivencia del individuo y del propio grupo.Los vínculos se hicieron fuertes y la capacidad de empatizar con los demás se convirtió en una característica muy humana ya presente en el Paleolítico Medio con los Neandertales.Antes de ellos,que sepamos,ningún ser vivo había enterrado voluntariamente a miembros de su grupo.Esto es muy significativo y denota un componente simbólico claro.
Comentario por Angel Rivera el noviembre 2, 2008 a las 8:34pm
Primero gracias por contestar. Tu lógica respuesta es la que más se está difundiendo en la actualidad, aunque famosos arqueologos opinan lo contrario sobre el simbolismo de los enterramientos musterienses (p.e. Mellars, Striger, Gamble). El problema se sitúa en que ninguno de los dos grupos puede aportar datos científicos que confirmen sus afirmaciones, ya sea en un sentido o en otro. La causa es que ambos carecen de algun método que aplicar en su explicación, por lo que se limitan a buscar signos más o menos claros de intencionalidad del enterramiento y de la existencia o falta de elementos que puedan ser considerados como simbólicos. Muchas veces es su palabra como experto (titulo más honorífico que real, pues creo que nadie es experto en prehistoria al desconocer practicamente todo de los mecanismos de producción cultural) o lo tristemente forma de comentar estos procesos (parece ser, es posible que sea, o cualquier expresión que indique posiblidad, pero nunca certeza).
Los problemas en su interpretación radican en nuestra propia forma de pensar y en su extrapolación a un mundo que desconocemos totalmente, más de lo que podemos imaginar. Tanto los humanos modernos como los Neandertales son los exponentes de dos Humanidades muy semejantes, pero no iguales. Recientemente he leido un artículo sobre la identificación del genoma de los neandertales, en él se indica una característica muy importante:

La mayoría de esas diferencias genéticas carecerán de función importante, pero algunas pueden tenerla, como es el caso del cerebro, en el que el especialista argumentó que "los neandertales tenían un cerebro tan grande como el nuestro, pero puede que el nuestro funcione de modo algo distinto".

La aparición de una conciencia reflexiva, como bien dices, es la base del exito de nuestra especie, y quizás la última causa de la desaparición de la otra Humanidad (los neandertales), pero siempre aparece el problema de cómo apareció, cuándo y de qué manera, este asunto (a mi forma de entender la prehistoria crucial)es el verdadero plvido de las ciencias arqueológicas, que nisiquiera se lo plantean como un tema a investigar.

Pero volviendo a los enterramientos, ¿porqué relacionas un entierro voluntario con un claro simbolismo? ¿Crees que siempre que hay una inhumación debe existir un componente simbólico, o pueden existrir otras causas que lo motivea?
Por último otra pregunta, y perdona si soy pesado, pero quizás en la clave de toda posiblididad (yo también utilizo las expresiones de posiblidad, estudiar en la universidad tantos años deja huella) de intentar comprender el problema con una lógica mejor documentada:

¿Dónde se estudia mejor el simbolismo de un enterramiento, en las características de la propia inhumación, o en el comportamiento del grupo que lo relizó?
Comentario por Rebeca el noviembre 4, 2008 a las 2:10am
El problema del orígen del comportamiento simbólico reside en que las evidencias del mismo no son abundantes en el Paleolítico medio.Sin embargo,aunque no sean tan claras,sí existen pruebas que nos hacen cuestionarnos el orígen exacto de la conducta simbólica,la cual,cada día parece menos exclusiva de nuestra especie.
Es cierto que en Prehistoria casi todo es especulación.Con respecto a nuestra especie,al menos nos tenemos a nosotros mismos y aunque no sepamos exactamente que significado tiene un bisonte pintado en una cueva sabemos que,desde entonces, nuestra capacidad de abstracción es ilimitada y que para el ser humano hay tantas realidades como personas.
Por desgracia,no tenemos evidencia de como veían el Mundo los Neandertales.Sabemos que el mundo real,su entorno lo dominaban y sabían sacar partido de él.Eran seres inteligentes y el sentido común me dice que ante ciertos fenómenos naturales se sintieran desconcertados y su,digamos,"limitada imaginación"les llevara a ver algo mágico en ciertas ocasiones.
Enterraban a sus seres queridos.¿por qué? Intencionalidad hay...¿nosotros, por qué lo hacemos? ¿no puede ser el mismo motivo?
Respecto a la segunda pregunta,¿cómo se puede estudiar el comportamiento de un grupo de Neandertales en el momento de una inhumación?Sólo tenemos evidencias físicas de algunos enterramientos...
Comentario por Angel Rivera el noviembre 4, 2008 a las 8:32pm
Tienes razón al decir que uno de los principales problemas del estudio del simbolismo es la escasa evidencia de conductas y objetos que sobre el mismo tenemos en el Paleolítico medio. Pero el principal problema es la falta de método, y por tanto objetividad científica, que aplicar en su estudio y disminuir en lo posible tanta especulación. Sin embargo, tales palabras son difíciles de plasmar en algo concreto, fácil de asumir y aplicar en el análisis e la conducta humana. Los continuos posts que he ido comunicando van encaminados a tal esfuerzo. Pero la confusión debe ser amplia pues es complejo ver a donde voy a llegar.

Sobre la intencionalidad y simbolismo ya he expuesto mi opinión en mi último post. La última pregunta la respuesta estaría en el post de Autoconciencia o conciencia reflexiva. Es la sociedad la que entierra a sus muertos y en el carácter de estas inhumaciones estaría el desarrollo cognitivo de sus creadores. Si la sociedad tiene componentes simbólicos, los enterramientos podrían tenerlos.

¿Tienen las conductas sociales de los neandertales de carácter simbólico? Pocos datos pueden indicar tales hechos, pero existen, lo que nos produce nuevas incógnitas:

¿Todos los neandertales tenían un componente simbólico o sólo unos pocos en condiciones ambientales determinadas?

¿El comportamiento y capacidades cognitivas de los neandertales son las mismas que la de los humanos modernos?

Ambas preguntas están interrelacionadas, pero su respuesta requiere el método preciso y un intento de objetividad lo más extenso posible. Esto es lo que intento mostrar en este blog, tan complejo y lejano de la propia disciplina académica ortodoxa. Pero para poder entenderlo sólo hay que tener una mente abierta e interés por conocer otras vías explicativas de la realidad prehistórica.
Comentario por Rebeca el noviembre 4, 2008 a las 9:11pm
Estoy de acuerdo contigo:intento tener la mente abierta cuando se trata de Prehistoria.Tienes mi apoyo.
Seguiré pendiente de tu blog; es muy interesante,de verdad...

Gracias

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