Vía:
ANTONIO MADRIDEJOS / El Periódico.es, 2 de abril de 2008
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El sincrotrón ESRF ha permitido analizar por vez primera piedras totalmente opacas. Los diminutos seres quedaron atrapados en la resina hace unos 100 millones de años.
Investigadores de la Universidad de Rennes y del ESRF, el gran sincrotrón europeo situado en Grenoble, han descubierto 356 minúsculos animales prehistóricos, pertenecientes a especies extintas, en unas piezas de ámbar que a primera vista parecían insustanciales, pero que no lo eran en absoluto. Lo que sucedía era simplemente que el ámbar era opaco y no se podía apreciar nada en su interior. Sin embargo, empleando una novedosa técnica de observación basada en los rayos X, los científicos franceses descubrieron una miríada de insectos, artrópodos y otros extraños seres con una antigüedad estimada de 100 millones de años, en el Cretáceo Medio. Los animales quedaron atrapados por secreciones de resina de árboles que poblaron la actual región de Poitou-Charentes, en el suroeste de Francia, y que con el paso del tiempo fosilizaron hasta convertirse en hermosas piedras de ámbar.
El ámbar opaco ha sido siempre un desafío para los paleontólogos porque no permite visualizar en su interior ningún tipo de inclusión. Los paleontólogos Malvina Lak (Universidad de Rennes) y Paul Tafforeau (ESRF), junto al Museo Nacional de Historia Natural de París, analizaron el ámbar gracias a la luz del sincrotrón con una técnica denominada microrradiografía de contraste. "Este tipo de ámbar se ha intentado analizar durante muchos años, pero siempre con escaso éxito -explica Tafforeau a este diario-. Hemos abierto un gran abanico de posibilidades de estudio paleontológico".
40 PIEZAS DE CHARENTES
Los científicos examinaron 640 pequeñas piezas que pesaban en total unos dos kilos. Fue un poco de casualidad, asume Tafforeau, cuya especialidad es curiosamente la paleoprimatología y los esmaltes dentales. "Lo que pretendíamos cuando empezamos el trabajo era caracterizar el paleoambiente de Charentes --prosigue--, una zona con abundancia de ámbar pero mayoritariamente opaco. Era una lástima que no pudiéramos acceder a toda esa información". Así que empezaron a analizar las piezas en el ESRF y enseguida surgió ese inesperado tesoro formado por 356 animales fósiles, incluyendo avispas, moscas, hormigas, arañas y ácaros. La mayoría de los organismos son diminutos: por ejemplo, hay una avispa de 4 milímetros y un ácaro de 0,8. "El pequeño tamaño se debe probablemente al hecho de que los animales más grandes eran capaces de escapar de la resina antes de que se solidificara, mientras que los más pequeños caían más fácilmente", insiste Lak.
EL PROBLEMA DE LAS GRIETAS
Las rugosidades y las grietas presentes en las piedras de ámbar dificultan la observación por rayos X porque se destacan más que el objetivo de la búsqueda, en este caso los animales. Para resolver este problema, los científicos tuvieron la idea de sumergir las muestras en agua. Como el agua y el ámbar tienen densidades muy similares, la inmersión volvió prácticamente invisibles los contornos de las piezas y sus imperfecciones. Al mismo tiempo, este proceso aumentó la visibilidad de las inclusiones y mejoró la detección y la caracterización de los fósiles. Una vez descubiertos en la radiografía, algunos de los organismos fueron reconvertidos en imágenes tridimensionales. Era tal la precisión del análisis, que se pudo hacer sin problemas.
El éxito del experimento demuestra
"el valor del ESRF para el estudio de los fósiles", concluye Tafforeau. Como aperitivo, el investigador francés ya avanza que tiene 10 kilos de ámbar de la misma zona pendientes de ser estudiados.