Vía: La Voz de Galicia.es | 8 de abril de 2011

Un pequeño libro en páginas amarillas recoge el hallazgo: la parroquia de Cumiar puede presumir de pasado. Un conjunto de petroglifos salpicados por su monte llaman la atención del arqueólogo Juan Bautista Martínez, conocido como «Xoan Tamuxe». Su descubridor da buena cuenta de los dibujos encontrados, pero el paso de los años los hace desaparecer devorados por la vegetación. Imposible incluirlos en el catálogo del concello de Ponteareas porque no hay modo de acceder a la zona, plagada de eucaliptos y vegetación baja que cubre por completo el monte. Sin embargo, todo cambia.

Por suerte o por desgracia, un incendio arrasó el paisaje verde de la parroquia, limítrofe con el concello de As Neves, el verano pasado. El incidente tiñó de gris 80 hectáreas de monte después de diez horas de fuego y obligó incluso a desalojar una residencia de mayores. En medio del humo nadie cayó en la cuenta de que ahora ya se podían distinguir las piedras. No fue hasta hace poco cuando los amantes de la arqueología Manolo Ledo y Ángel de Prado se acercaron y volvieron a encontrar los citados dibujos.

Daños

«Están moi deteriorados respecto ao seu estado orixinal porque o lume fai que a pedra perda capas e deteriora o gravado», apunta Ledo mientras señala los distintos grupos de rocas repartidos por entre un bosque que empieza a renacer bajo los troncos quemados. Esta nueva oportunidad de estudio sirvió para que los dos interesados pudieran percatarse de la presencia de 29 cuadrados en una de las circunferencias, una peculiaridad que hasta entonces era desconocida.

Su testimonio sirvió también para que Patrimonio se interesara por el tema y expresara su intención de acudir esta misma semana a catalogar los dibujos. Este trámite servirá para otorgarles mayor protección sobre posibles destrozos futuros, que podrían provocar en esta ocasión su olvido y completa desaparición.

De hecho, en la actualidad parte de los grabados no se puede apreciar por encontrarse supuestamente debajo de un camino de tierra abierto como pista forestal. Los que resistieron han perdido profundidad y resultan más difíciles de distinguir, aunque todavía se adivinan los trazos de los antiguos gallegos que habitaron durante años la comarca de O Condado y dejaron allí su huella.

El descubridor