Foto: El nuncio del Vaticano en España, Manuel Monteiro (dcha), preside una misa junto al administrador apostólico de la Archidiócesis de Oviedo, Carlos Osoro, con la Cruz de la Victoria. © EFE/Archivo.

La Cruz de la Victoria, uno de los símbolos de Asturias, no fue elaborada a partir de la que enarboló el rey Pelayo, tal y como sostiene la tradición, según la prueba del carbono 14 a la que fue sometida en un estudio dirigido por el arqueólogo César García de Castro.

Fuente: EFE, Avilés | Qué.es, 14 de abril de 2010

Las conclusiones de este estudio se recogen en un informe titulado "Arqueología medieval en Asturias", que suscriben los arqueólogos Iván Muñiz y Alejandro García-Álvarez del Busto.

Es uno de los mitos que han caído gracias a las últimas investigaciones y que se recoge en el volumen de estos dos arqueólogos, ganadores del XIII Premio Alfredo Quirós Fernández 2008-2009, que mañana se presenta en la librería Cervantes, de Oviedo.

"Los contenidos del libro se ciñen a lo que es el panorama actual de la arqueología medieval en Asturias, que es una ciencia joven pero que está avanzando a pasos agigantados", ha explicado a Efe Iván Muñiz.

El libro engloba, en sus quinientas páginas, todos aquellos descubrimientos de los orígenes más remotos de la arqueología medieval que se han ido realizando en las últimas décadas, que han sido las más fructíferas.

"A partir de ahí, se construye una visión, en cierta medida, novedosa sobre la edad media asturiana", ha indicado Muñiz.

El estudio huye de la "visión más conservadora de la arqueología, que a veces se entiende como una especie de cacharrología", para ahondar más en el estudio de las formas de vida y de muerte, y de producción en las aldeas de la Edad Media, ha subrayado el arqueólogo coautor del libro.

La propuesta editorial está abierta a todo tipo de público y no necesariamente al especializado en temas de arqueología, de modo que interese "a cualquier persona preocupada por su pasado".

En esa línea de trabajo, los arqueólogos se enfrentan, a veces, a su visión "más ingrata", ha confesado Muñiz, en referencia al trabajo de "matización y destrucción del mito", como el caso del referido a la Cruz de la Victoria, fruto de una investigación de García de Castro.

"Siempre se había creído que la Cruz de la Victoria que se había formado sobre la cruz de madera que Pelayo había portado en la batalla de Covadonga, pero con las pruebas del carbono 14 se ha descartado", ha explicado Iván Muñiz.

Otro aspecto en el que hace hincapié este libro es el aislamiento que siempre se le atribuyó a la Asturias medieval, que no es tal, también es un mito que se matiza, ya que lo que se puede ver "incluso antes, es que nunca perdió de vista lo que estaba pasando tanto en la península Ibérica como en Europa".

Algo que demuestran las rutas mercantiles, tanto terrestres como marítimas, que hizo de los asturianos, no sólo importadores, "si no exportadores de ideas a otras regiones, que es algo que se puede ver muy bien en toda la cultura material de la arqueología".

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Respuestas a esta discusión

Bueno, no es que sea, desde luego, una sorpresa (puesto que se suponía que el alma de madera de la cruz no sería de tiempos del rey Pelayo), pero está bien que estas cosas se confirmen.

Lo que no se dice en la noticia del post, en cambio, es qué fecha en concreto ha dado la datación por C-14. Así que me he puesto a ver otras informaciones y compruebo (véase más abajo la noticia al completo) que se dice lo siguiente:

"En su libro Signum Salutis , dedicado a la historia de las cruces en el Principado, García de Castro incluye la calibración de los datos extraídos del examen radiocarbónico. "La fecha del corte del árbol fue bajo el reinado de Alfonso III", sentenció ayer el arqueólogo. "En arqueología era algo de sentido común".

Así es que entonces la antiguedad del alma de la Cruz de la Victoria, que está al unísono con la fecha de elaboración de su cubierta (S. X), tampoco es moco de pavo.

Y, además, desmiente definitivamente la particular historia (que en su día publicó el periodista Javier Neira) de que, al ser restaurada la cruz (tras los desperfectos que sufrió durante el bombardeo de la Cámara Santa de la Catedral del Oviedo en tiempos de la revolución de 1934) por el arqueólogo Manuel Gómez Moreno, éste les comunicó a la comisión restaurada que había tirado al fuego y sustituido por una pieza nueva la original alma de madera de roble (con el consiguiente estupor, se suponía, de todo el mundo).

La memoria de ilustre arqueólogo Manuel Gómez Moreno queda, pues, a salvo.

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El rey Pelayo pierde uno de sus símbolos

El historiador y arqueólogo César García de Castro demuestra que la Cruz de la Victoria data del reinado de Alfonso III.

Vía: La voz de Asturias / J.Cuevas / 15 de abril de 2010

Entre los arqueólogos era un secreto a voces. "Todo el mundo sabía que un trozo de madera no podía aguantar 200 años". La leyenda cuenta que la Cruz de la Victoria, tal y como la conocemos hoy, es un revestimiento de metal y piedras preciosas que se realizó sobre el original de madera que sostuvo Pelayo en la batalla de Covadonga. Pero el carbono 14 ha demostrado que la cruz de madera también fue posterior al reinado del primer monarca asturiano.

El historiador y arqueólogo César García de Castro fue el responsable de la investigación que fijó la fecha en la que se taló la madera con la que posteriormente se realizaría la base de uno de los símbolos del Principado. "Cuando el alma de la cruz se rompió en 1977", explicó ayer a LA VOZ, la parte de madera quedó en el suelo "porque al ladrón no le interesaba". Fue entonces cuando se decidió extraer una pequeña muestra para someterla a la prueba del carbono 14, que en aquellos días no era tan fiable como lo es hoy.

Un árbol que cayó bajo el reinado de Alfonso III

En su libro Signum Salutis , dedicado a la historia de las cruces en el Principado, García de Castro incluye la calibración de los datos extraídos del examen radiocarbónico. "La fecha del corte del árbol fue bajo el reinado de Alfonso III", sentenció ayer el arqueólogo. "En arqueología era algo de sentido común".

Los resultados de la investigación coincidían con la fecha, ya conocida, de elaboración de la pieza de orfebrería que recubre a la cruz de madera. Casi podría asegurarse que ambas son coetáneas y, por tanto, datan del año 908. "Cuadra perfectamente", apuntó. Pese a todo, no se puede hablar de una fecha exacta, ya que el carbono 14 tiene un pequeño margen de error a la hora de determinar la antigüedad.

De hecho, reconoció el investigador, la leyenda que relaciona al monarca asturiano con la Cruz de la Victoria no surgió hasta el siglo XVI. Hasta esa fecha, no se ha encontrado ningún documento que relacione a este objeto con Pelayo, algo que ya fue apuntado por García de Castro en 1999.


Las falsas creencias sobre la Cruz de la Victoria se recogen en el libro "Arqueología medieval en Asturias", que se presenta esta tarde en la Librería Cervantes y en el figuran algunos de los avances más importantes realizados en esta materia en los últimos años. El estudio ha sido realizado por los arqueólogos Iván Muñiz y Alejandro García-Alvarez del Busto. El informe ha hecho que los dos se lleven el XIII Premio Alfredo Quirós Fernández 2008-2009. La nueva edición del certamen se presenta hoy en la librería ovetense.

Muñiz indicó ayer que la investigación de García de Castro, realizada en el 2008 con motivo del aniversario de la Cruz de la Victoria, es una de las aportaciones más recientes a la arqueología en el Principado. Pero la publicación recoge además otros trabajos que, según Muñiz, ofrecen una visión completamente distinta de este campo.

Entre otras aportaciones, "Arqueología medieval en Asturias" recopila datos y mapas sobre poblaciones asturianas que hasta la fecha era inéditos. También acerca a los lectores a la forma de vida y a los rituales propios de Asturias durante el medievo. "Algunos aún perduran", señaló Muñiz. Por ejemplo, profundizó, la red de parroquias en la que se dividen los ayuntamientos procede de esa etapa histórica.

Arqueología medieval en Asturias , adelantó el autor, pretende ofrecer una visión menos técnica de la arquitectura. También realiza una labor de memoria histórica medieval , recuperando la actividad y el papel que desempeñaban los campesinos, sin los que los nobles no habrían podido mantener su modo de vida.

Foto: Alejandro García e Iván Muñiz, con la obra que presentaron, ayer, en la librería Cervantes. Luisma Murias / La Nueva España.es

Desmontando a Pelayo

Los arqueólogos Iván Muñiz y Alejandro García quitan fiabilidad a las leyendas que rodean al monarca asturiano La cruz y la espada parecen posteriores y es poco probable que sus restos estén en Covadonga.


Fuente: J. CUEVAS | La Voz de Asturias.es, 16 de abril de 2010

La Cruz de la Victoria no existía en tiempos de Pelayo. La espada que se atribuía al primer rey asturiano podría haber sido forjada ocho siglos después de la batalla de Covadonga, y es muy poco probable que los restos del monarca descansen en la cueva de Santa María de Covadonga. Son algunos de los mitos entorno a Pelayo que hoy son rebatidos en el compendio Arqueología medieval en Asturias .

Elaborado por los arqueólogos Iván Muñiz López y Alejandro García Alvarez-Busto, el libro fue galardonado hace un año con el premio Alfredo Quirós Fernández. "En historia no hay nada falso", aclaró ayer Muñiz durante la presentación del trabajo. "El mito no es falso en sí. Responde a una necesidad de modificar la realidad".

"Desde luego hubo una batalla", sentenció el coautor de la publicación. Y aunque es difícil determinar quién era Pelayo, "tuvo intereses señoriales en Cangas de Onís", donde se llevó a cabo el enfrentamiento. Aquel poblado no se parecía demasiado a lo que es hoy. "Era una aglomeración entorno a una encrucijada, en una zona muy propicia para el comercio", apuntó García. El dato contrasta con el aislamiento al que la orografía supuestamente había condenado a Asturias.

El libro recoge algunas de las investigaciones más relevantes de los últimos tiempos en lo que respecta a la arqueología asturiana. Así, recuerda que calibración de las pruebas del carbono 14 realizada por el profesor César Carcía de Castro demostró que Pelayo no sostuvo nunca la Cruz de la Victoria. Los resultados indican que el interior de madera de este vestigio procede de un árbol que se taló en el siglo X, 200 años después.

La espada es otro de los restos que supuestamente se conservan del monarca asturiano. "Muy probablemente", recordó Muñiz, "fue un regalo de Carlos I a la Abadía de Covadonga". En el siglo XVIII, los religiosos se la entregarían a la corte de Carlos III, y desde entonces permanece en la Real Armería de Madrid. Las investigaciones del historiador asturiano Iván Muñiz López han establecido que la espada se forjó en el siglo XVI. "Hay que entender a los canónigos de Covadonga", declaró Muñiz. En la abadía buscaban la protección de los reyes y si el regalo había pertenecido a Pelayo, la relación con la monarquía era mayor. No parece que de Pelayo se conserve ni arma larga ni arma corta. En 1873, se detalla en la publicación, el canónigo de Covadonga regala a Soto Cortés la presunta daga del rey asturiano. Finalmente, se comprobó que se trataba de un fragmento de reja.

Sin cruz, sin espada, y también sin sepulcro. Aunque es un hecho que los abades y canónigos del monasterio fueron enterrados en Covadonga, los expertos plantean sus dudas sobre los enterramientos de reyes. En el siglo XVI, los religiosos ya aseguraban, sin ninguna prueba, que Pelayo estaba enterrado bajo uno de los tres sepulcros de la cueva. Según esta versión, otra de las tumbas pertenecía, indistintamente, a Favila o a la hermana de Pelayo, mientras que el último era el del abad Juan García López de Peralta.

Felipe II enviaría en el siglo XVI al cronista Ambrosio de Morales a Covadonga. El sería el encargado de distorsionar --aún más-- la historia. El sepulcro de la abad, relatan los arqueólogos, sería desde entonces el del rey Pelayo, mientras que el de Favila se consideraría a partir de esa fecha el lugar en el que estaba enterrado el rey Alfonso I. El motivo? Felipe II estaba interesado en mantener el poder sobre la Iglesia, y a esta no le venía mal que la corona le defendiera ante los conflictos que mantenía con varios nobles asturianos.

El rey Pelayo no será, probablemente, el único personaje histórico al que se le quite la careta en los próximos años. Según explicó Alejandro García, la Ley de Patrimonio Histórico del año 2001 incrementó el volumen de excavaciones civiles y los trabajos irán en aumento en los próximos 20 años. La protección de excavaciones halladas en obras "va a suponer muchos cambios en la historia de Asturias como la conocemos", vaticinó el arqueólogo.

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