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Fuente: LNE | Domingo Caballero| 17 de septiembre de 2012
La doctora Pulido, del Departamento de Biología de La Laguna, se dedica con arrojo a la divulgación científica y al combate femenino. El libro que nos ocupa cambia los enfoques habituales y nos fuerza a una mirada distinta.
Como un neandertal en una cacharrería; así me siento yo en esta aventura otoñal: empeñado en comentar el libro de la Pulido, bióloga, paleontóloga, divulgadora, frente a mi ausencia de medallas y títulos formales. Confieso que a veces me consideraba ingenuamente capacitado porque yacen en mis vitrinas algunos instrumentos líticos, algún bifaz que ejerce de pisapapeles, alguna raedera de cuarcita roja sangrienta. Bien es verdad que, a causa de mi biografía por montes y valles, puedo localizar, en el pedregal más confuso aquella piedra única, antinatural, que brinda varios golpes sabios que exhiben un brillo peculiar, un filo peculiar, que condensa una voluntad humana, o humanoide, orientada a cortar, romper o rasgar. Alguien pergeñaba una finalidad para una piedra, la sometía a un proceso artefactual, y la usaba. O sea, aquellos bichos pensaban.
Mi dedo acaricia la piedra que ha dejado de ser sólo piedra mientras me pregunto por qué buscaban la simetría claramente estética, no funcional directamente, como si pensaran acabar en las estancias y vitrinas de esos museos pedagógico-turísticos. El resbalar de los dedos por la superficie brillante, pulida, de un artefacto lítico, genera un escalofrío antropológico que nos vincula, a millones de años vista, con un animal calculador, formalista y esteta.
Y ahora decidme: a través de 600.000, 800.000 ¿ninguna hembra erecta o sapiens tomó un núcleo pétreo y lo golpeó una y otra vez con intención práctica y estética?
Carolina Pulido pone proa a su argumento: «Las mujeres neandertales eran fuertes y autosuficientes». Y a partir de aquí la autora reprochará a paleontólogos, editores, divulgadores, su silencio para con la mitad paleolítica femenina, relegada a la categoría de hembra reproductora, que espera, débil y asustada, al varón hirsuto, al macho cazador. Así se nos representa en los diversos intentos pedagógicos, contemplada la feminidad desde un evidente androcentrismo, en esos escenarios museísticos, preferentemente oscuros, desde donde nos miran unos humanoides con greñas y decaídas tetas, y en donde siempre hay un humano actual de corta edad que te pregunta a gritos qué es una vulva.
No hablo en nombre de ningún feminismo explícito. Es una cuestión epistemológica (con perdón). Una ruptura más contra esencialismos graníticos sobre qué es ser hombre ahora o mujer. Sea bienvenido todo lo que suponga un derrumbe del malhadado «sentido común», tan opresivamente esencial. Las esencias son como garrapatas seculares.
Entiendo que la autora, con lengua de hoy, y atendiendo a primates y otros bichos, nos desmonte conductas de sumisión, de pasividad, de «fidelidad», de «recato», que no serían más que proyecciones del presente sobre el pasado.
Las esencias, como caspa, van cayendo una a una: sexo no reproductivo, meramente social. La unidad básica es la comunidad y en ningún caso la pareja monógama. Homosexualidad tranquila, representada en nuestras cuevas. Prácticas como la felación, delineada en las paredes de los santuarios paleolíticos. Y, en fin, apareamientos múltiples y promiscuos que, según amplia bibliografía aportada por la autora, proporcionarían mayor fertilidad. Así opinan primatólogos, paleoantropólogos, arqueólogos y expertos en biología molecular. Estampo aquí estas opiniones sobre la promiscuidad y que sea lo que Dios quiera.
Como final digno de meditación, C. M. Pulido nos recuerda esos centenares de figurillas femeninas en marfil, hueso, arcilla (20.000 o 30.000 años) denominadas «venus impúdicas» porque exhiben minuciosamente sus caracteres sexuales. (En la oscuridad una voz infantil pregunta qué es un triángulo púbico) ¿Las tallaban los varones? ¿Las mujeres? ¿Es suficiente que sean estatuillas femeninas para pensar que sólo las confeccionaban los varones?
Marx dejó dicho: «Los hombres son mujeres como las demás»...
Me refería a Groucho.
Ficha Técnica
Título: La senda mutilada. La evolución humana en femenino
Autora: Carolina Martínez Pulido
Edita: Minerva Biblioteca Nueva, S.L. Madrid, enero de 2012
Colección: Estudios sobre la mujer
Encuadernación: Tapa blanda
Número de páginas: 261
ISBN: 978-84-9940-291-8
Precio: 17 euros
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