Jordi Agustí con la reedición del libro La gran migración - Jordi Mestre / IPHES

Fuente: IPHES | 30 de abril de 2013

En la publicación se defiende la tesis de que los humanos somos unos inmigrantes que procedemos de África a causa de los cambios climáticos

Una de las características del ser humano es la capacidad para invadir y colonizar
nuevos ambientes. Esta tendencia a la dispersión y a la movilidad queda en la actualidad perfectamente reflejada con los continuos flujos migratorios que, a veces de manera dramática, pasa en nuestros días. Pero, en realidad, esto fue ya así desde un principio.

Esta es la tesis principal que Jordi Agustí, investigador ICREA en el Institut Català de
Paleoecología Humana i Evolució Social (IPHES), defiende en el libro didáctico La gran migración (Editorial crítica), realizado junto a Mauricio Antón (coautor del texto e ilustrador de la obra) que publicado por primera vez en 2011 ahora se ha reeditado.

Su estudio se basa en la información obtenida con el análisis de miles de fósiles hallados en varios yacimientos del mundo, en muchos de los cuales excava el IPHES, como es el
caso de Atapuerca (Burgos), la cuenca Guadix-Baza (Granada) y Dmanisi (Georgia).

El libro constata que hace unos 7 millones de años se originó en África el primer
homínido bípedo. Unos 4 millones de años después, estos lejanos antepasados se
dispersaron por casi todo el continente africano, hasta que hace unos dos millones de
años, sus descendientes se aventuraron a salir de África.

“Ésta fue la primera gran migración de la historia de nuestro linaje”, observa Jordi Agustí. El mismo científico añade: “Una vez establecidos en la vertiente meridional del Cáucaso, aquellos arcaicos representantes de nuestro género, 'Homo habilis', cuyo cerebro apenas excedía los 600 gramos, se dispersaron por buena parte del Asia tropical, llegando en un corto lapso de tiempo hasta la lejana Java. Hacia el oeste, estos homínidos alcanzaron también el sur del continente europeo y, muy notablemente, la península ibérica, como lo demuestran los excepcionales hallazgos de Atapuerca y de la cuenca Guadix-Baza”.

Territorios vetados

La segunda oleada migratoria se produjo hace sobre un millón de años, con homínidos que ocuparon de nuevo buena parte de Europa y Asia. “Pero esta segunda oleada tuvo unas características muy diferentes de la anterior. A diferencia de los primeros, estos homínidos, pertenecientes a la especie 'Homo heidelbergensis', poseían una tecnología avanzada que les permitió adentrarse en territorios que hasta entonces habían estado vetados para cualquier primate, como las frías estepas que se extendían al norte de las grandes cadenas montañosas, como los Alpes, el Cáucaso o el Himalaya”.

Finalmente, hace sobre 500.000 años, acontece el tercer gran éxodo de África, del
cual procedemos todos los pobladores actuales del planeta. “Esta nueva migración llegó todavía más lejos que las anteriores permitiendo el acceso a nuevos continentes, como Australia o las dos Américas”, añade Jordi Agustí.

Ahora bien, el investigador del IPHES advierte que hay algo distinto entre los actuales
flujos migratorios y los que protagonizaron aquellos arcaicos homínidos: “Ahora son
movimientos migratorios conscientemente asumidos, pero en aquel entonces se
produjeron al hilo de los cambios climáticos y ambientales que se han sucedido en nuestro planeta”. Es por ello que en el libro se presta especial atención al contexto ecológico que acompañó a aquellos homínidos dentro y fuera de África, así como las especies a las que pertenecían, como Homo antecesor, una especie descubierta en Atapuerca, la domesticación del fuego, la aparición del lenguaje, el pensamiento simbólico o las revoluciones tecnológicas que se sucedieron.