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Varias muestras de alfarería romana hecha en Lugo que fue hallada en excavaciones. (Foto. Pepe Álvez)
Vía: El Progreso | Sabella Corbelle | 16 de junio de 2011
Una gran parte de la población romana y castrexa de Lucus Augusti se dedicaba a la alfarería. La zona norte de la ciudad, entre la calle San Froilán y la plaza de Santo Domingo, albergaba, al menos, treinta hornos destinados a esta actividad. La producción se concentraba, sobre todo, en esta última plaza llegando a la altura de la plaza de abastos. Se hacía de todo: piezas ornamentales y vajilla para uso diario o para ocasiones especiales (la silicata) y se vendían a muchos sitios.
«Probablemente, hubiese excedentes de este tipo de objetos de cerámica. Se comercializaban por toda la Gallaecia, pero también salían estas vasijas de cerámica desde Lugo hacia el norte por las distintas vías romanas. De hecho, hay producción lucense encontrada en Astorga y Braga», explica el arqueólogo Enrique Alcorta.
Ollas de cocina y de almacenaje, cuencos, tazas, morteros, jarras, ánforas, lucernas e incluso orinales son algunas de las piezas que se cocían en Lugo y se exportaban a otros lugares. Los diseños de las piezas también eran variados: se hacían con espatulados o con distintos tipos de dibujos, entre ellos algunos geométricos. Eso sí, los que se decoraban eran los destinados al adorno. En los de cocina, no se perdía el tiempo.
«Tiene su lógica. Los romanos eran un pueblo tremendamente práctico. ¿Para qué molestarse en decorar un cacharro que, después, en la cocina, se llenaría de hollín?», se pregunta el arqueólogo.
Contrariamente a lo que nos pueda parecer hoy en día, la cerámica romana que se hacía en Lugo no era de color terracota. Era de dos tipos: gris y ocre. «La cerámica de color gris era la tradicional. La ocre, con dibujos hechos con pintura roja, era de origen romano. La cerámica indígena sobrevive y las dos subsisten pacíficamente, como en otras muchas cosas», cuenta Alcorta.
Las piezas de cerámica no eran exclusivas de las clases pudientes. Todo el mundo podía acceder a ellas. Sobre todo, porque muchas eran necesarias para la vida diaria. Las vasijas se cocían en los hornos y luego se vendían en el mercado del foro, que estaría situado donde está ahora la delegación de Hacienda, en la calle de la Reina, según Enrique Alcorta.
Además de artesanos dedicados a producir bienes de consumo, habría artistas relevantes, que dejaron construcciones tan relevantes como Santa Eulalia de Bóveda.
Monedas
Las monedas que circulaban por Lucus Augusti eran de plata y bronce. Apenas había de oro. También para esto hay una explicación: «Es lo mismo que pasa hoy en día. Tú no te vas a comprar con un billete de 500 euros. Así que las que más predominaban eran las de plata y bronce y se encontraron muchas, lo que demuestra que había mucho intercambio de productos por toda la ciudad», cuenta Alcorta.
No sólo las monedas demostraban que en Lugo el foro generaba mucho comercio, también otros hallazgos como anzuelos de bronce o ruedas de molino movidas por asnos son testigos de otras actividades económicas. «Los anzuelos demuestran que había gente que iba a pescar al río y luego vendía ese pescado y las ruedas de molino denotan que también había panaderías», afirma.
Lucus Augusti tendría 5.000 habitantes y era una urbe con mucho movimiento económico. Las vías y el puente romano contribuyeron a desarrollar este comercio. «Lo más importante del puente es que servía para comunicar Lucus Augusti y Brigantium, que podría ser Betanzos o A Coruña», explica Alcorta.
EL Día a día |
Los habitantes de Lucus Augusti eran madrugadores. Hay una razón evidente: no había luz eléctrica y la vida se regía por la luz solar. Las mujeres eran las primeras en levantarse, sobre las 8.00 horas. «Las mujeres dejaban a sus hijos en la escuela e iban a hacer la compra y a por agua», explica Enrique Alcorta.
Alimentos Dentro de las murallas de Lucus Augusti no había huertos ni animales. La comida y la madera procedía de los alrededores, de las villas, que estarían en extramuros. Esclavos En Lucus Augusti, no había esclavos porque no hay constancia de éstos en ningún punto de la Gallaecia. Por lo tanto, la muralla no fue construida por este sector de la población. Los peones fueron, seguramente, militares e incluso la propia población, que colaboraría en su levantamiento. Ocio Las partidas de dados consumían una gran parte del ocio cuando no iban al anfiteatro. En Lugo no aparecieron restos de este tipo de edificio. Alcorta afirma que, de haber existido, tendría que estar en la parte más soleada y sería de piedra y no muy grande. «Sería proporcional a la ciudad, normalito, como el de Braga, no tendría mármol ni estatuas», señala el arqueólogo. |
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