Sala central que da acceso al resto de los baños de Alhama de Murcia.


Fuente: laverdad.es | Pepa García| 21 de septiembre de 2013

 

La región de Murcia alberga tres de los más importantes balnearios de España, cuyos monumentales restos han pervivido hasta la actualidad; un curso aborda en Murcia su historia y trascendencia.

 

El Museo Arqueológico de Murcia (MAM) aborda la semana próxima -del 24 al 27 de septiembre- un curso de divulgación arqueológica sobre 'Los balnearios en la Región de Murcia' con el barco romano del siglo I d. C. como protagonista de la Pieza del Mes. En torno a esta pieza, hallada en una 'mansio' descubierta en 2005 en las inmediaciones del Balneario de Archena, el MAM acogerá charlas impartidas por expertos en la materia como Gonzalo Matilla, director de las excavaciones de los balnearios romanos de Fortuna y Archena y profesor de Historia Antigua de la Universidad de Murcia; José Baños, arqueólogo municipal de Alhama de Murcia; Alejandro Egea, codirector de la excavación en Fortuna, y Alicia Fernández Díaz, profesora de Arqueología de la UMU. Ellos darán a conocer al gran público los últimos avances en este campo, las peculiaridades de cada uno de estos monumentales yacimientos y la valiosa información que de su estudio han conseguido extraer sobre la romanización de los territorios del interior de Hispania, sus sociedades y su economía.

 

Lo explica Gonzalo Matilla, que acaba de regresar de un periplo por balnearios romanos de Portugal y Galicia, y de participar en un congreso en Orense sobre la materia. Según él mismo, los balnearios con aguas hipertermales y propiedades minero-medicinales se convierten en santuarios ya en fase prehistórica y prerromana, y continúan siéndolo en época romana. «Los balnearios de aguas termales, algunos con aguas sulfurosas de un particular olor a huevo podrido, y que tienen propiedades curativas llaman la atención de los pobladores de los alrededores, que no tienen otra manera de explicar las peculiaridades de estas aguas más que achacándoselas a alguna divinidad que vive o está cerca de esas aguas y las dota de sus propiedades curativas», aclara Matilla, quien asegura que este carácter 'mágico-religioso' no es más que la combinación de las creencias con la experiencia ancestral de la gente que se ha ido curando.

 

Centros religiosos

Manuel Lechuga junto al dique de contención que bordeaba la mansio descubierta en el Balneario de Archena, cuando se iniciaron las obras de construcción del aparcamiento. ::JAVIER CARRIÓN / AGM

 

 

Este es el caso de tres de los balnearios termales más importantes de España y con restos arqueológicos más monumentales, que se encuentran en la Región: el de Archena -«que destaca no solo entre los españoles, sino entre los europeos», apostilla Matilla- y su barco romano; el de Fortuna -«con la segunda piscina más grande de España, de 15x7,5 metros», añade-; y el de Alhama -«unas termas monumentales del siglo I d.C., cuya peculiaridad radica en que la existencia de dos complejos, uno para baño recreativo y otro para baño medicinal, ambos con espacios separados para cada sexo», resume José Baños-.

 

Foto: Balneario de Alhama, sede del Museo de los Baños. :: V. V.

 

Su relación con la divinidad convierte estos centros en santuarios y la mayor afluencia de gente, por situarse junto a vías muy transitadas, impulsa el desarrollo de infraestructuras suficientemente dotadas para atender todo el flujo de personas. Unas construcciones que han pervivido hasta la actualidad y que han ido desvelando, en la mayoría de los casos, las sucesivas ampliaciones.

 

Explican tanto Matilla como Baños, que las excavaciones arqueológicas sirven en un principio para comprender el origen del termalismo. «Hemos comprobado que en los tres balnearios hay un ritual de comienzo del tratamiento con promesa a la divinidad y otro de fin, que, en el caso de Fortuna tiene lugar en la Cueva Negra, la morada de los dioses, el gran útero de la madre tierra, donde van los que han sanado y dejan sus exvotos y ofrendas».

 

Foto: Restos del balneario de Fortuna

 

Y, curiosamente, ese carácter sacro ha perdurado transformándose hacia divinidades cristianas -San Lázaro en Alhama de Murcia; hasta mediados del siglo XIX, Fortuna estaba bajo la advocación del Cristo de la Salud; y el de Archena está presidido por la Virgen de la Salud, patrona de la localidad-, al igual que ocurrió con los romanos. Testimonio de estos rituales religiosos son las aras votivas y piscinas colectivas de carácter ritual encontradas en los yacimientos, así como enormes salas abovedadas o cabeceras tripartitas. «Y ese ritual de agua purificadora se mantiene durante 2.000 años de historia y condensado en el mismo espacio, algo nada habitual», remarca José Baños, al hacer referencia a que en los tres casos las instalaciones han perdurado, como poco, hasta el siglo XX.

 

Sin embargo, apuntan Matilla y Baños, es el estudio comparativo posterior de todos estos balnearios lo que está arrojando luz sobre la romanización temprana de los territorios del interior de Hispania. «Nos está permitiendo hacer una jerarquización de los balnearios para conocer cuáles tenían mayor o menor flujo de visitantes: internacionales, provinciales, urbanos, comarcales y locales».

 

Un acercamiento a la red viaria

Atendiendo a esta clasificación, los arqueólogos concluyen que Archena y Fortuna son como mínimo provinciales: recibían visitantes de procedencia relativamente lejana como Consuegra (Toledo) o Valencia, «de toda la provincia Tarraconense», puntualiza Matilla. También Alhama recibió un gran flujo de gente, pues se encontraba en la ruta de comunicación con la Bética romana, bastante transitada y, «de época islámica, se conservan textos de viajeros que hacen una descripción de los baños de Alhama y lo sitúan en el mapa». No en vano, «Alhama deriva de la voz árabe al-Hamma -manantial de agua caliente-», añade José Baños.

La jerarquización de los balnearios también ha permitido conocer a los estudiosos la existencia de las vías de comunicación más importantes del momento, por los flujos de gente, se conozcan o no estas vías, como en el caso de Fortuna. Asimismo, «el análisis de toda esta información nos lleva a entender cómo se producía el intercambio de ideas y cómo se integran los distintos territorios con muchos habitantes indígenas no romanizados (íberos), convirtiéndose en epicentros de un proceso imparable y determinante en la romanización del territorio», detalla Matilla.

 

Termómetro económico

Como hoy, los balnearios tenían en su interior una muestra con valor estadístico de cómo era la sociedad del momento (con todas sus clases representadas), son centros del sentir social y político del momento y nos responden a lo que se encontraba en esa época en ciudades como Carthago Nova o en el conjunto de las grandes ciudades de la provincia Tarraconense.

 

Fuentes inagotables de conocimiento, como sus manantiales lo son de salud, los balnearios complementan las fuentes escritas que han perdurado hasta nuestros días, como las epigrafías de la Cueva Negra, las lápidas de Archena, los textos de un habitante de Asia Menor del siglo II d.C -«un hipocondriaco que iba de balneario en balneario», comenta Matilla-, los de Plinio El Joven -que nos da a entender cómo son los balnearios- o los de Séneca -facilita información sobre las termas y sus ambientes sociales-.

 

Asimismo, el estudio de los restos de los balnearios que han perdurado hasta nuestros días, concluyen los especialistas, permiten conocer las épocas de bonanza económica, en las que se produce un desarrollo de las clases medias o la burguesía. Del estudio de los baños de Alhama, Fortuna y Archena «se deduce que tienen su momento álgido en época romana, en época musulmana y en el siglo XIX, porque se invierte mucho en estas infraestructuras y tienen mucho flujo de gente», analiza Gonzalo Matilla.

 

Estos balnearios, hoy en uso -salvo el de Alhama, del que dejó de manar agua en los años 30 del pasado siglo-, siguen hoy ofreciendo tratamientos minero-medicinales a personas de toda clase y condición, y sus monumentales restos cuentan con proyectos de musealización que permitirán ofertar una combinación de turismo termal y cultural en un futuro. En el caso de Archena, el proyecto está hecho, pero la crisis lo ha paralizado, ya que lo estaba costeando el propio Balneario, aunque se pueden visitar muchas de las piezas encontradas en las excavaciones de las distintas épocas en las instalaciones termales.

Los restos del balneario de Fortuna también se pueden visitar, pues están al aire libre, aunque no están musealizados. Solo el balneario de Alhama está musealizado y reconvertido en Museo Arqueológico de Los Baños.

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