Torre de Bujaco y Arco de la Estrella en la Plaza Mayor de Cáceres

Fuente: El Periódico de Extramadura | 23 de septiembre de 2012

La eterna pregunta ¿de dónde venimos? conduce a los cacereños directamente a un encantador pueblecito del Lacio italiano. Su nombre es revelador: Norma en la actualidad, Norba en la antigüedad. Situado sobre un gran barranco que lo eleva hasta 410 metros, ocupa un lugar estratégico para soportar las embestidas de los pueblos que llegaban por el mar y las sucesivas guerras. Allí se alza un yacimiento arqueológico que se pierde en los tiempos, con murallas que los romanos ya encontraron levantadas cuando fundaron la colonia de Norba en el siglo IV a.C., hace 2.400 años. Y de allí, según coinciden las teorías, vinieron los fundadores de Cáceres.

Foto: Norma, en la actualidad

Un grupo de jóvenes acaba de visitar el municipio italiano en un intercambio organizado por el Instituto Municipal de la Juventud. Los italianos vendrán en octubre. Desde hace años se fragua el hermanamiento entre ambas poblaciones, unos lazos que nunca han estado tan justificados. Curiosamente, pocos cacereños conocen con detalle la existencia de la Norba italiana, y los jóvenes que acaban de regresar llegan sorprendidos. Afirman que algo en aquel enclave evoca a Cáceres. El entorno o el ambiente recuerdan a un lugar cercano.

El municipio actual se llama Norma por variaciones lingüísticas, pero a su lado se levanta la vieja Norba. "Conserva intactas sus murallas. Después de Pompeya fue uno de los primeros yacimientos estudiados. En 1901 ya comenzaron las excavaciones", explica el historiador cacereño Antonio Rodríguez, investigador y autor de varios trabajos, que ha participado en el viaje. Las murallas son anteriores a los romanos, "pueden encontrarse paralelismos con las de Micenas, Tirinto e incluyo Troya", indica.

Restos de la muralla de la ciudad de Norba (Italia)

Se trata de murallas ciclópeas, de bloques poligonales labrados que encajan como un puzzle. "Se aprecia perfectamente la torre y la Puerta Maggiore", precisa el historiador cacereño. El trazado original es prerromano, distinto al esquema clásico de las ciudades romanas, más irregular, como una ciudad griega. Tiene dos acrópolis, una mayor con un templo a Diana y una menor con dos templos, y otro más dedicado a Juno.

Foto: Puerta principal de Norba (Italia)

En el siglo IV a.C., los romanos aprovecharon este asentamiento para fundar la colonia de Norba. La dotaron de calles rectas, zona residencial, foro y termas, que se conservan actualmente en muy buen estado. Las excavaciones han sacado a la luz domus o casas muy interesantes con peristilo, aljibe e incluso bóvedas. Y ello pese a que en el año 83 a. C., las tropas de Sila arrasaron la ciudad en su guerra civil con Mario.

Ya por entonces existían patricios romanos con el nomen (apellido) de Norbano , por su procedencia de Norba. Algunos habían llegado a cónsules. Uno fue Cayo Norbano Flaco, cuyo origen también se sitúa en Norba según dan por hecho historiadores como García Bellido. "De familia partidaria de Mario y lugarteniente de César, tras la destrucción de la ciudad parece ser que financió su reconstrucción", relata Antonio Rodríguez. Sus victorias militares le llevaron a ser cónsul en Roma en el 38 a.C., y entre los años 37-34 permaneció como procónsul en la Hispania Ulterior.

 

NACE LA COLONIA

En este periodo, y siguiendo las directrices de César, fundó la colonia de Norba Caesarina (34 a.C). Le puso 'Norba' por su propio apellido fruto de su origen, y 'Caesarina' en memoria de Julio Cesar, asesinado en el año 44 a.C. Además, era práctica habitual premiar a los legionarios otorgándoles tierras en los dominios conquistados, por ejemplo en el caso de Mérida (25 a.C.) con las legiones X Gémina y V Alaudae. Los historiadores barajan que en Cáceres pudo pasar algo parecido, que Cayo Norbano Flaco premiara a sus tropas leales tras una larga y exitosa carrera militar.

Y además, bien podrían ser soldados de la Norba italiana siguiendo la costumbre de la época, al existir relaciones clientelares entre la familia poderosa de Cayo Norbano y sus habitantes. Así lo sostiene, por ejemplo, el historiador Emil Hübner.

De hecho, existen inscripciones funerarias en Cáceres (izquierda) como la de Cayo Norbanus Capito, del siglo I, en la calle de los Condes (fachada de Torre de Sande), que demuestra que la clientela del procónsul pudo participar en su fundación. Fuera porque venían de la Norba italiana, o bien porque nacieron en Norba Caesarina (como gentilicio), el apellido Norbano aparece en muchísimas inscripciones epigráficas --unas ochenta en Cáceres--, la mayoría conservadas en el museo.

Sea como sea, Norba Caesarina conoció un largo periodo de prosperidad entre los siglos I y III, en la época romana altoimperial, a pesar de funcionar como ciudad satélite de Emerita Augusta (centro administrativo de los nuevos territorios de la Lusitania). Para compensar esa influencia de Emerita, los norbanos buscaron el patronazgo del entorno más inmediato del primer emperador, eligiendo a Lucio Cornelio Balbo, cuya hija estaba casada con Cayo Norbano Flaco. A él le dedicaron un pedestal, lo que es especialmente importante, ya que esta inscripción atestigua el nombre y titulatura de la colonia hacia los años 20-10 a.C.

                                                                                                                     

Además de las inscripciones epigráficas, Cáceres conserva restos de Norba Caesarina como los de la antigua Puerta de Coria (izquierda, se aprecian los sillares), el Arco del Cristo, la placa que reza Colonia Norba Caesarina en la Puerta de Mérida (ya no está), y sobre todo el hallazgo de la propia ciudad a raíz de las obras en el palacio de Mayoralgo en el año 2002. Allí se descubrió parte del foro y se extrajeron piezas de la época, como el torso de una escultura thoracata en bronce fundido y dorado (derecha).

Norba Caesarina vivió momentos de prosperidad. Plinio el Viejo señala que de esta colonia dependían, al menos en época flavia, los campamentos de Castra Servilia y Castra Cecilia. Por su parte, Cayo Norbano regresó a Roma para celebrar sus grandes triunfos en el 34 a. C., y tras otros servicios fue premiado finalmente con la carrera sacerdotal.

Pero a mediados del siglo III d. C. ya era evidente la crisis político-militar del mundo romano. Las ciudades empezaron a abandonarse en detrimento del campo y surgió una sociedad del temor que levantó las llamadas murallas del miedo, también en Cáceres. Se construyeron con los materiales que se iban desmontando de los grandes edificios públicos. Fue el ocaso de Roma.

A lo largo del siglo IV, la vida de la ciudad languideció aún más con un empobrecimiento que se constata en las excavaciones arqueológicas. Tras las invasiones germanas del 409 d.C., la colonia terminó por ser abandonada hacia mediados del siglo V, y su solar y sus ruinas no fueron reutilizados hasta después de la conquista musulmana de la Península Ibérica, con la llegada de los almohades a Cáceres.

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