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Jaime Alvar, catedrático de Historia Antigua de la Carlos III y especialista en cultos antiguos.CARLOS CASTRO
Jaime Alvar Ezquerra habla con admiración y casi devoción sobre el mitreo que se puede ver en el museo y en la excavación arqueológica del Vicerrectorado de Lugo. Que el máximo experto mundial en cultos greco-orientales, entre ellos el dios Mitra, destaque lo que supuso el hallazgo de Lugo pone el yacimiento lucense en el primer plano de la arqueología europea. El mitreo de Lugo es la imagen de portada de su libro sobre El culto de Mitra en Hispania (2019) y el jueves formará parte del tribunal de la tesis que defenderá en Humanidades el arqueólogo que dirigió la excavación del Vicerrectorado, Celso Rodríguez Cao, y de la que se cumplen 20 años de su inicio.
—¿Por qué eligió el mitreo de Lugo como portada de su libro?
—El libro cataloga y analiza la historia del culto a Mitra en la península y el hallazgo de Lugo es insólito. Entre finales del siglo II e inicios del III la epigrafía romana sufre un colapso total. Es extraño encontrar restos con epigrafía, y en cambio Victorino, el centurión de la Legio VII que recauda impuestos en Lucus Augusti, instala en su casa un santuario a Mitra y deja su huella sobre el 212-215 d.C. explicando el motivo. Eso no ocurre en ningún mitreo que conozcamos en Hispania. Es más, el de Lugo, gracias a que une arquitectura y epigrafía, es el único que podemos decir al 100 % que es un lugar dedicado a Mitra.
—¿Y cómo se explica que en un lugar tan apartado se acabe creando un templo a Mitra?
—Los historiadores nos manejamos sobre esta época con pocos datos, y más si no hay epigrafía ni fuentes literarias, por eso el hallazgo de Lugo ha sido fundamental para entender que un culto que penetró en la península en el siglo I de la mano de personas cercanas al círculo imperial, con el gobernador de la provincia Tarraconensis animando a seguirlo, tuvo continuidad más de cien años después en un lugar tan apartado como Lucus Augusti, y más cuando el seguimiento a Mitra comenzaba a estar en desuso. Los arqueólogos saben que el espacio de Lugo estuvo levantado hasta el siglo IV, pero no significa que se siguiese hasta esa fecha celebrando culto al dios. Lo que sí sabemos, por otros hallazgos en el noroeste, como las inscripciones que se hallaron en el Monte Facho en Vigo, de mediados del siglo III; siete epigrafías que dejaron procuradores en Asturica Augusta entre los años 190 y 205; o un senador romano que monta a inicios del siglo III un santuario en Panóias, en el norte de Portugal; más el mitreo de Lugo, que se está produciendo un cambio de mentalidad brutal. El politeísmo del siglo II se hunde y es la administración romana, a través de sus altos cargos, los que intentan meter un balón de oxígeno, pero no funciona, y a mediados del siglo III se deja de practicar el mitraísmo. Y eso no tiene nada que ver con el cristianismo, que aún tardara cien años.
—Es una pena que no se pueda excavar más en el entorno del Vicerrectorado de Lugo para hallar más datos.
—Bueno, en este asunto la clave es la sensibilidad, el dinero y la paciencia, y no mirar al rédito inmediato. Yo entiendo que los recursos son limitados, pero a la larga a este tipo de yacimientos se le saca partido económico si se hace una buena musealización y se explota con criterio. Es más, un caso como el mitreo de Lugo es un balón de oxígeno para una economía local, es como un corazón cultural que bombea permanentemente a la ciudad. El turista que llega ahora se encuentra una oferta insólita, porque además Lugo tiene potencial suficiente. Yo creo que son recursos bien invertidos. Y si además, tiene visibilidad, los ciudadanos tendrán más sensibilidad, se sentirán atraídos y demandarán a los políticos más inversiones. Cuando ves que una administración local entiende esto, es algo hermoso. Dicho esto, la excavación arqueológica que se hizo en el Vicerrectorado estuvo muy bien hecha.
«El conjunto monumental junto a la Domus do Mitreo es tremendo»
Alvar no escatima elogios para el Museo do Mitreo y la excavación arqueológica. Como explicó hace dos años cuando fue invitado a la inauguración del museo que ahora gestiona la USC: «Miro este museo boquiabierto, porque se trata de un ejercicio extraordinario. Siempre alabamos lo que hacen otros países más ricos, pero aquí tenéis que estar orgullosos, no tenéis nada que envidiar de lo que conozco en Europa, y conozco unos cuantos mitreos».
—¿Y además se encuentra en lo que algunos hemos denominado zona cero del patrimonio lucense?
—Es que el conjunto monumental es tremendo, desde la época romana con el templo a Mitra y la Muralla, hasta la época medieval, con la catedral y el Camino de Santiago.
—Y desde el punto de vista científico el mitreo de Lugo es único.
—Sí porque es el único de España con epigrafía y además que explica su función. Cuando casi nadie seguía a Mitra aparece un centurión que en una esquina del mundo crea un mitreo privado, aunque a la vez lo hace público al dedicárselo a dos libertos suyos y a la propia corporación militar. Una de las líneas punteras en la investigación romana es lo que llamamos religión vivida, cuando la acción voluntaria actúa para transformar la realidad. Y el mitreo de Lugo es un ejemplo de cómo la administración romana fomentó el mitraísmo.
Alvar deja clara algunas de las funciones de los científicos, sin distinción de la especialidad:
—En la ciencia hay que crear hipótesis, y siempre es bueno que luego la escuela te proteja, pero siempre con debate. Si no hay debate sucede lo que ocurría hace años en Lugo, donde se imponía la doctrina única en la arqueología local. No había forma de contrastarla, no había réplica.
—¿En este sentido qué aportará la tesis de Celso Rodríguez?
—Me consta que Celso ha hecho un trabajo excepcional para Lugo, tanto en la excavación como en la investigación. En la excavación se ha hecho una cronología secuencial que a los estudiosos nos permite la reconstrucción de la vida religiosa y nos permite hacer hipótesis de cómo pudo haber sido. Antes, la arqueología se centraba en recuperar las obras o el yacimiento para exhibir piezas y piezas en un museo. Ahora no necesitamos tantas piezas, si no que nos interesan las microhuellas. Por ejemplo, qué semillas, o qué huesos de animales, o qué microfauna había en el entorno del mitreo de Lugo. La imagen del dios Mitra es la de una deidad matando a un toro, pero en los yacimientos de Hispania, entre ellos el de Lugo, no se halló ningún hueso de bóvido, en cambio sí hay pollos o cerdo a la parrilla (risas). Sé que Celso ha reconstruido el itinerario ritual que nos permite dilucidar la acción religiosa que se hizo en este espacio.
—Hipótesis y debate.
—Aunque en el caso de Lugo tenemos más información que en otros yacimientos, en general trabajamos con datos esporádicos, a veces poco firmes. No tenemos secuencias que nos permitan asegurar. Sí tenemos indicios que se convierten en hipótesis que en el caso de mi libro me permite llegar a conclusiones, que a veces son efímeras por la aparición de más hallazgos arqueológicos.
Celso Rodríguez Cao, arqueólo del mitreo de Lugo. KIKE.
El arqueólogo que hace justo veinte años dirigió la excavación del Vicerreitorado, Celso Rodríguez Cao, defenderá este jueves en la Facultade de Humanidades de Lugo la tesis doctoral sobre este yacimiento que primero el Concello y luego la USC han convertido en un museo romano que no solo permite conocer el culto al dios Mitra si no conocer la evolución de la ciudad y los cimientos de la Muralla. Precisamente Dolores Dopico, la directora de la Domus do Mitreo, espacio dedicado también a la divulgación científica, es codirectora de la tesis de Rodríguez Cao. El presidente del tribunal será el catedrático Juan Santos.
Fuente: lavozdegalicia.es | 14 de septiembre de 2020
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