Todo espacio urbano de época romana tiene una relación muy estrecha con el territorio que se extiende a su alrededor, sobre todo porque el ager (campo) se convierte en una parte fundamental de la propia administración económica de la urbs (ciudad). En el caso de Ilunum (Hellín, Albacete) esta relación parece comenzar prácticamente desde el inicio de su fundación como municipio, constatada, gracias a la inscripción monumental de la puerta de la ciudad, en el año 9 a.C.
Tradicionalmente, el desarrollo de la parcelación del territorio en torno a las ciudades se atribuía únicamente a aquellos centros urbanos con rango de colonia, como la conocida en el actual municipio de Lezuza (Libisosa), donde era habitual la llegada de población foránea o colonos provenientes de alguna deductio o licenciamiento de veteranos. Esta solía hacerse inmediatamente después de la fundación de la colonia para facilitar el asentamiento y la integración tanto de las poblaciones locales como de los contingentes romano-itálicos, a los que se solía entregar un fundus o propiedad tras su licenciamiento. En estos casos, el desarrollo de la ocupación del territorio se realizaba de forma temprana y paralela al empuje del propio centro administrativo al que pertenecía.
En los últimos años, sin embargo, los investigadores han podido comprobar cómo también en ciudades con la categoría de municipio se llevó a cabo la parcelación del territorio colindante, con la documentación de trazas que constatan catastros organizados por centuriae (espacios o parcelas que se convertían en una unidad de explotación y de control fiscal). Este podría ser el caso del territorio adscrito al municipio de Ilunum, donde a pesar de no haberse encontrado trazas de la centuriación romana, la temprana implantación de las villae, nos lleva a pensar en una organización del territorio paralela al momento de su fundación.
También, desde el punto de vista arquitectónico, en los escasos centros urbanos excavados hasta la fecha en la actual provincia de Albacete, como por ejemplo la citada Colonia de Libisosa (Lezuza), o el propio Municipio de Ilunum (Tolmo de Minateda), vemos cómo los restos arqueológicos documentados en ambas ciudades no muestran suficientes evidencias de una arquitectura privada de tipo doméstico que acogiera una gran cantidad de población, ya que dichos testimonios se reducen a edificios de carácter público o defensivo, como en el caso de la muralla augustea de Ilunum.
Sin embargo, a pesar de que no son muchas las villae objeto de excavaciones sistemáticas en estas zonas, y que sin duda resulta muy difícil precisar el origen de muchas de ellas, aquellas que se han estudiado más detalladamente sí parecen mostrar un inicio constructivo temprano, ligado al momento en que las mencionadas ciudades adquieren su rango jurídico municipal o colonial, en torno al cambio de Era.
Este hecho, además de traer consigo una serie de transformaciones urbanísticas, debió facilitar la creación de un paisaje agrario romanizado en suterritorium, convirtiéndose en el verdadero motor de estas poblaciones de la meseta sur.
En el territorio suburbano de Ilunum, destacan algunos establecimientos agrícolas con ocupación continuada desde los siglos I y II d.C. Estas villas se ajustan generalmente, en cuanto a su disposición y orientación, a las recomendaciones de los agrónomos latinos, normalmente junto a algún curso fluvial o manantial y próximas a alguna vía de comunicación que facilitase el comercio y las relaciones con el exterior.
Las villas romanas altoimperiales se asentarán cerca del territorio fértil del arroyo de Tobarra y de su confluencia con el río Mundo, así como de la calzada existente entre Carthago Nova y Complutum, eje que marcó la principal actividad económica de la región. Este es el caso de villas como la de Zama, en la misma margen del Arroyo de Tobarra que ocupa el Tolmo, con una gran balsa de mortero hidráulico y abundantes estructuras, y la de La Horca, en la margen opuesta. Algo más alejadas se encuentran la Villa de Hellín y los enclaves rústicos de El Transformador, El Saltador, Los Canales y Vilches.
Esta concentración de asentamientos junto a las principales vías de comunicación evidencia y permite constatar el carácter que este ámbito territorial tendría como área de paso entre la costa, la meseta y la alta Andalucía, lo que parece que favoreció la temprana implantación del «sistema de villa» en esta región, más propensa al hábitat rural que al estrictamente urbano, con una economía basada en la explotación agrícola (cereales y vid) y ganadera.
De entre todas estas villas, destaca sin lugar a dudas el descubrimiento de la Villa de Hellín. Se trata de un asentamiento con áreas de residencia señorial e instalaciones de carácter productivo, conocido parcialmente desde finales del siglo XVIII cuando el canónigo Lozano, en su Bastetania y Contestania del Reyno de Murcia, se refiere al hallazgo de lienzos y monedas romanas en las inmediaciones de la Fuente.
Por lo que respecta a la vivienda, se trataría de una villa con un grado de riqueza destacado, a juzgar por la aparición de muros decorados con pinturas y otros materiales como ladrillos, sillares, tegulae y vestigios de morteros hidráulicos. Destacan los dos mosaicos descubiertos de forma casual en 1925 y 1939, y que en la actualidad se conservan en el Museo Arqueológico Nacional y en el Museo de Albacete.
Recientemente se han excavado instalaciones que parecen corresponder a un área termal de la villa. Junto a los restos residenciales, una excavación de urgencia realizada en los años 80 permitió documentar la existencia de dos hornos cerámicos, que probablemente corresponderían a la parte rústica o productiva de la primera fase de la villa (s. I d. C.).
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Julia Sarabia Bautista es Doctora en Arqueología por la Universidad de Alicante, y es miembro del equipo de investigación Tolmo de Minateda desde 1998. En la actualidad es investigadora contratada en el proyecto"MEditerranean MOuntainous LAndscapes: an historical approach to cultural heritage based on traditional agrosystems" (MEMOLA); financiado por la Comisión Europea-FP7, y trabaja en la Università degli Studi di Padova (ITALIA). Ha centrado su investigación en la arqueología de los paisajes históricos y culturales, los patrones de asentamiento rural entre la Antigüedad tardía y la Alta Edad Media en el sureste de la península Ibérica, la Arquitectura ornamental, la aplicación de técnicas de teledetección para el estudio de los paisajes, o la aplicación de Sistemas de Información Geográfica.