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Puente romano de Villa del Río sobre el arroyo Salado (Córdoba) - VILLADELRIO.ES
El puente romano de Villa del Río que hoy se conoce es un espejismo de la infraestructura construida durante la pertenencia de Hispania al Imperio Romano. Nadie cuestiona el origen y la naturaleza de esta pasarela, declarada Bien de Interés Cultural (BIC) en 1931, que perteneció a un tramo de la vía Augusta, tal y como demuestra los restos de la calzada romana. A lo largo de la historia también fue conocido como puente de Montoro, la antigua época del Imperio Romano, y más recientemente como puente de Ronda. Independientemente de cómo se le llamase, siempre ha tenido el sobrenombre de romano a pesar de no conservar a simple vista nada de la construcción por la que recibe tal título.
El ingeniero de Caminos, Canales y Puertos y autor de varias publicaciones sobre construcciones romanas, Manuel Durán Fuentes (izquierda), sostiene en su tesis doctoral que el puente pudo haber sido derribado por causas naturales, como un terremoto o crecida del arroyo, o por la acción del hombre, como es el caso de un escenario bélico o el expolio de los sillares tras su abandono y caer en declive las calzadas romanas.
La hipótesis de la avenida del arroyo Salado cobra más fuerza ya que es algo que ha ocurrido en la historia reciente. Como la riada de 2011 con el agua a punto de saltar por el pretil del puente. La última vez que se tiene constancia de que el caudal rebasó la infraestructura hidráulica fue el 3 de noviembre de 1997, cuando se llevó por delante los pretiles, tal y como apunta en su investigación Durán.
Que el puente hubiese sido borrado de la faz de la tierra durante sus más de dos mil años de existencia (se ha fechado en el siglo I aunque con dudas sobre su cronología exacta) no es algo improbable. La investigación del ingeniero gallego, considerado como el mayor experto en puentes romanos de España, apunta datos que avalan esta hipótesis. «La cimentación del puente es de construcción romana, eso no lo discuto, lo que sí cuestiono es la arquería». Así, señala que las piedras no tienen la misma talla, ni han sido labradas de la misma forma y presentan una disposición constructiva similar en arcos de ventanas y de puertas de entrada de mezquitas como la de Santa Sofía en Estambul o la Mezquita-Catedral de Córdoba.
La forma en la que están distribuidos los arcos del puente «tiene un parentesco más a construcciones de época califal, como las que se hicieron en Al-Andalus, u orientales», señala el ingeniero gallego. Otra de las singularidades que diferencian a este puente es la estrechez de uno de los apoyos de los desaguaderos de las pilas que enmarcan la bóveda principal, «que transmite a quien los observa una inhabitual sensación de inestabilidad, desconocida para las obras romanas», sostiene Durán en su tesis.
No hay que echar la vista muy atrás para comprobar que la teoría que mantiene Durán sobre el derrumbe del puente estuvo a punto de repetirse. El mal estado de conservación de la infraestructura motivó la inclusión de este monumento en la Lista Roja del Patrimonio, una iniciativa de la Asociación Hispania Nostra para dar a conocer y proteger el patrimonio cultural y natural en estado de abandono y que corren el riesgo de desaparición, destrucción o alteración esencial de sus valores. Eso fue el 22 de agosto de 2012. Desde entonces, tras la creación de la Asociación Defensores y Amigos del Puente Romano de Villa del Río se han realizado algunas intervenciones, tanto en el puente como en su entorno, con la suficiente enjundia para sacarlo de la lista negra de monumentos en vías de extinción, algo que ocurrió el 21 de junio de 2018.
Aún así, los defensores de esta arquitectura de base romana y rediseño califal advierten de que aún no se han adoptado las medidas para proteger al monumento de las fuertes crecidas del arroyo Salado, que amenazan con repetir la historia y llevarse en una riada por delante todo el puente, a excepción de los cimientos que, tal y como sostiene Durán, son de construcción romana porque los ingenieros de la época de los emperadores «hacían obras contundentes, eran gente que hacían construcciones duraderas» con el objetivo de que se perpetuasen en el tiempo dejando a un lado la estética o la ornamentación de sus construcciones. En definitiva, un puente de raíz romana y vuelo oriental. Todo un mestizo sobre el arroyo Salado.
Fuente:abc.es| 18 de noviembre de 2019
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