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Imagen del esqueleto de la niña romana aparecida en la calle Fernando Regueral. Luis Caro Dobón
Fuente: Diario de León.es | Cristina Fanjul| 29 de septiembre de 2012
Apareció en el 2007... y volvió a desaparecer. Porque esta es la primera vez que se publica la imagen del bebé recién nacido que unas catas arqueológicas en la calle Fernando Regueral devolvieron a la luz. Y su importancia no es, ni mucho menos, baladí. Muy al contrario, su aparición suscitó grandes esperanzas acerca de una de las cuestiones que más debates ha generado en los últimos años entre los historiadores y expertos en arqueología romana.
La discusión radica en torno a la posibilidad de que los campamentos de legionarios se hubieran convertido en una auténtica ciudad, albergando en su interior a las familias que los soldados habrían formado durante sus campañas. Nunca hasta ahora se había encontrado prueba alguna que atestiguara la presencia de mujeres y niños intramuros.
El arqueólogo Emilio Campomanes (izquierda) ‘tropezó’ con los restos de un bebé que probarían que sí, que el campamento de la Legio VII no mantenía la vida en el exterior, y que la muralla era permeable a la cannaba.
Cuenta Campomanes que el enterramiento, que apareció bajo un edificio romano, correspondía a un perinatal, es decir, un niño —en este caso niña— muerto en un momento indeterminado previo al parto, durante el parto o bien ligeramente posterior a ese momento. Estos hallazgos existen en muchos lugares, aunque no son precisamente frecuentes.
El arqueólogo destaca que existen numerosas teorías sobre los motivos que llevaron a hacer este tipo de enterramiento. Entre ellas destaca prácticas vinculadas a creencias de sociedades prerromanas que pasaron al mundo romano, y teorías que, directamente, hablan de infanticidio. Y es que esta práctica está bien atestiguada en Roma y entre las razones que llevaban al asesinato de niños estaba la enfermedad, las taras físicas o el hecho de que el nasciturus fuera ilegítimo. El arqueólogo no puede precisar a qué edificio pertenecía el inmueble, dado que el espacio de la excavación era reducido y no permitió obtener una planta más amplia, pero se puede deducir que estaba habitado.
Aún no ha sido analizado
El esqueleto de esta niña, que se encuentra en la osteoteca de la Universidad a la espera de ser analizado por Luis Caro Dobón, podría cambiar la perspectiva sobre la vida de los legionarios romanos en la Legio VII. Hasta ahora, la idea de que intramuros la vida tan sólo se conjugaba con el componente masculino ha prevalecido. Sin embargo, en algunos campamentos europeos se ha descubierto que no, que los soldados habrían desarrollado vida familiar con las indígenas y habrían tenido hijos con éstas.
Otros ejemplos
Ya hay investigaciones que defienden esta tesis. La arqueóloga Penélope Allison, por ejemplo, alertó en León de esta posibilidad hace seis años. Allison ha estudiado los vestigios de los fuertes de Vetera, Rottweil, Oberstimm y Ellingen y ha descubierto en ellos restos que han dado la vuelta a lo que tradicionalmente creía la arqueología sobre la vida privada de los legionarios. Entre los elementos hallados destacan prendedores de pelo, broches y —lo que resulta más importante aún— tumbas de niños enterrados bajo las casas. Todo ello ha llevado a la historiadora a dar por sentado que los campamentos no estaban integrados tan sólo por hombres. Y es que de otra manera resulta complicado pensar que 300 hombres habrían sido capaces de haber aguantado en el campamento durante 25 años. La relación de afecto que los soldados tenían hacia estas mujeres y sus hijos se demuestra además en algunas de las inscripciones de las tumbas.
La arqueóloga considera que en muchos casos, debido a las inscripciones encontradas, los soldados se casaban —si bien no legalmente —con indígenas, a las que después llevarían incluso a los destinos que se les encomendaban. Acerca de la posibilidad de que en estos casos ellas durmieran fuera del campamento, en la cannaba, la historiadora se muestra tajante: «¿Cuál sería el objeto de que pasaran todo el día dentro y salieran al anochecer?», dice.
Allison considera también que estas mujeres realizaban gran cantidad de tareas dentro de los fuertes —no solamente las propias de las esposas—, como las de artesanas o comerciantes. Otra de las conclusiones a las que Allison llega y que desmonta las creencias tradicionales se refiere al rango que había que tener dentro del ejército para tener esposa. Desde siempre se había creído que a los soldados rasos no les estaba permitido. Sin embargo, el estudio de los objetos claramente femeninos hallados —horquillas, broches, botes de perfumes, etc— y su distribución por doquier, parece demostrar que las mujeres estaban perfectamente integradas en los campamentos.
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Qué difícil es encontrar una noticia que no arroje una o más excepcionalidades que no lo son, o que no venga a "cambiar", "dar la vuelta", "reescribir", "dar un vuelco", "reinventar"... todo lo que se sabe de algo. Y así pasa también en ésta, con frases como:
"Nunca hasta ahora se había encontrado prueba alguna que atestiguara la presencia de mujeres y niños intramuros"... Allison ha estudiado los vestigios de los fuertes de Vetera, Rottweil, Oberstimm y Ellingen y ha descubierto en ellos restos que han dado la vuelta a lo que tradicionalmente creía la arqueología sobre la vida privada de los legionarios... Todo ello ha llevado a la historiadora a dar por sentado que los campamentos no estaban integrados tan sólo por hombres.... Otra de las conclusiones a las que Allison llega y que desmonta las creencias tradicionales se refiere al rango que había que tener dentro del ejército para tener esposa. Desde siempre se había creído que a los soldados rasos no les estaba permitido..."
Se debate uno entre dejarlo pasar, y que todo el mundo lo crea y repita, o bien (a costa de caer mal), primar el dejar al menos abiertas al lector otras opciones.
Éste de las mujeres dentro de los campamentos es un tema que lleva de moda unos 20 años. Pero no se pueden trasladar a la sociedad seguridades que no lo son, y afirmaciones que no son ciertas.
Por ejemplo, P. M. Allison, que está haciendo una gran labor tratando de localizar y geoposicionar los hallazgos que "pudieran" ser de uso femenino e infantil (lo que, además de no ser siempre fácil de fijar, ya contradice por sí lo de que "Nunca hasta ahora se había encontrado prueba alguna que atestiguara la presencia de mujeres y niños intramuros", pues es justamente sobre miles de tales materiales en lo que trabaja la autora), está siendo contestada en muchas de sus suposiciones. Por ejemplo, porque no contempla opciones alternativas para la presencia de tales materiales, y porque éstos no prueban per se que las mujeres y los niños vivieran habitualmente en el interior de los campamentos, sino, como mucho, que entraban puntualmente en ellos.
Sería muy largo de detallar, pero en el artículo de Agnieszka Tomas "Reading Gender in Social and Military Spaces", Światowit. Annual of the Institute of Archaeology of the University of Warsaw, VIII (XLIX)/A, 2009–2010, 139 ss. hay un buen resumen sobre ello, copio parte de sus conclusiones:
"Civilians, including women, have left proof of their presence inside army posts in a broad gamut of circumstances. It has been argued above that artifacts attributed to females and children, and found inside roman army posts... hardly need to be proof of the actual presence of families in the barracks… The only legionary fortress where evidence of female presence is undoubted is Vindonissa. This case should be examined by scholars in particular. In other legionary camps (Vetera and Novae), differently than in auxiliary forts, female-related objects appear to be concentrated around the gates, main streets and officers’ accommodations. They also do not seem to be related in any way to long-term domestic activities; for example, no loom-weights have been found together with other female-related artifacts."
Tampoco se aceptan las ideas de Allison (y por tanto las que arriba se nos presentan sobre León) en la última monografía que conozco al respecto: A Companion to Women in the Ancient World, edd. Sharon L. James y Sheila Dillon, Chichester, John Wiley & Sons, 13/02/2012, cf. el cap. 32, de L. Allason Jones, "Women in Roman Britain" (una buena parte de campamentos están en Gran Bretaña), 467 ss., véase aquí o aquí.
En cuanto a que "Sin embargo, en algunos campamentos europeos se ha descubierto que no, que los soldados habrían desarrollado vida familiar con las indígenas y habrían tenido hijos con éstas" y "Otra de las conclusiones a las que Allison llega y que desmonta las creencias tradicionales se refiere al rango que había que tener dentro del ejército para tener esposa. Desde siempre se había creído que a los soldados rasos no les estaba permitido...", resulta difícil incluso creer que Allison diga lo que se le atribuye. Parece obvio que esto ya se tenía que saber hace siglos, y que tendrá pruebas. En efecto, la habitual fórmula ipsis liberis posterisque eorum / civitatem dedit et conubium cum / uxoribus quas tunc habuissent / cum est civitas iis data… singuli singulas ("a éstos -licenciados- se les dio la ciudadanía romana y el matrimonio legítimo junto a la esposa, una sola, que entonces tuvieran, así como a sus hijos y descendientes"), presente en cientos de diplomas de licenciamiento romano de soldados de a pie, auxiliares, ha probado de siempre que los soldados rasos podían tener a lo largo de su vida militar una o más compañeras bajo la fórmula del concubinatus, a la cual (a una sola de ellas), al licenciarse él, también se le concedía la ciudadanía romana, como a los hijos previamente habidos, y el reconocimiento del conubium, que era el matrimonio legítimo entre los ciudadanos romanos. El volumen del CIL (Corpus Inscriptionum Latinarum) que recoge los diplomas de licenciamiento es el XVI. Aquí hay cerca de 200 ejemplos de la repetición de dicha fórmula: Roman Military Diploma.
Y, lo mismo que sabemos eso, sabemos que, desde Augusto, que introdujo una gran severidad en la disciplina militar, estaba prohibido que las mujeres, ancianos y niños convivieran con los soldados en los campamentos. Por eso éstos tenían que vivir fuera, en las canabae, donde también se asentaban los comerciantes y artesanos. Como no fuera un destacamento pequeño, en una zona tan remota que nadie se enterara, y en una época muy tardía y ya de mucho relajo, eso no era posible en el ejército romano, como sigue siendo imposible hoy en día. Y en un campamento tan importante como el de la Legio VII es simplemente impensable.
Termino dejando unas pocas citas de las fuentes antiguas. Que no sólo de objetos materiales vive la Antigüedad...
Suetonio, Vida de Augusto, 24: In re militari et commutavit multa et instituit atque etiam ad antiquum morem nonnulla revocavit. Disciplinam severissime rexit. Ne legatorum quidem cuiquam, nisi gravate hibernisque demum mensibus, permisit uxorem intervisere.
"(Augusto) hizo muchos cambios e innovaciones en el ejército, además de la reactivación de algunos usos de los tiempos pasados. Exigió la más estricta disciplina. Fue con gran renuencia que permitió incluso a sus generales visitar a sus esposas, y sólo en la temporada de invierno".
Servio, Comentarios a la Eneida, III.519: “castra” quasi casta, vel quod illic castraretur libido: nam numquam his intererat mulier: "A los campamentos se les llama 'castra', casi como 'casta', porque allí será castrada la líbido; pues nunca se ha permitido a la mujer permanecer en ellos" (y de forma parecida lo conserva san Isidoro).
Herodiano, III.8.4–5 (para el año 197 d.C., bajo Septimio Severo): “The soldiers too were given a very substantial sum of money and with this many other privileges that they had not had before, such as an increase in pay (which Severus was the first to give), permission to wear a gold ring and the right to live at home with their wives. All these things are usually considered to be inimical to military discipline and to a state of prompt readiness for action (Whittaker, 306–309).
No es hasta Septimio Severo, pues, que se permitió a los soldados "el derecho de vivir en su casa con sus mujeres". Pero ni siquiera esto quiere decir que tales domicilios privados estuvieran dentro de los campamentos mismos (menuda broma de campamento sería entonces), sino que se les concedió lo que en nuestros tiempos llamamos "derecho de pernocta", esto es, poder dormir, o pasar sus descansos reglamentarios y enfermedades, fuera, en las casas privadas que tuvieran junto al campamento, en las canabae mismas (artículo de N. Hanel, 2007). Y esto es lo normal porque, como bien dice Herodiano, lo contrario iba contra la disciplina militar, y perturbaba la rapidez de reacción en caso de necesidad.
Sin entrar en más detalles, que se podría (¿cómo se sabe que "las mujeres pasaban todo el día dentro"?, o el hecho de que obviamente, todos los hijos de soldados auxiliares eran "ilegítimos" por lo antes dicho, pero no por eso había que asesinarlos...), parece todo lo contrario de lo que en la noticia se nos dice. Y añadiré mi coletilla de costumbre, que lo aclaro sin ánimo de ofender, sino justamente de aclarar.
Quizá algún día pueda conseguirse que los hallazgos se presenten de una forma más moderada, en sus justos términos, incluso en los científicos más ajustados.
Le agradezco un montón su comentario y los enlaces que ha puesto, Dra. Alicia. Muy instructivo. Suerte que la tenemos a usted para precisar, como mandan los cánones, el alcance de muchas de estas noticias.
Lo que sí me temo es que, en cuanto a la grandilocuencia o exageración con que en muchísimas ocasiones se nos presentan los hallazgos arqueológicos, no nos vamos a librar tan fácilmente, y mucho menos en los tiempos actuales. Quiero decir que, dada la pavorosa crisis económica que nos ha caído encima, no es de extrañar que hasta los propios arqueólogos -y científicos en general- magnifiquen en demasía, y más que nunca, el resultado de sus actividades, pues conseguir subvenciones o amparo económico de nuestra voraz y despilfarradora clase política se presenta como una tarea realmente ímproba.
Un saludo muy cordial.
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