Red social de Arqueologos e Historiadores
Vía: diariodejerez. es | 17/05 | 24/05 |31/05 de 2011
EN el siglo VI a.C. tres pueblos se disputaban la hegemonía del Mediterráneo Occidental. Por un lado los griegos de Focea, que en su expansión colonial habían llegado hasta las costas de Iberia buscando los metales de Tartessos; por otro lado los púnicos, que habían convertido a Cartago en el nuevo poder del norte de África. Y, finalmente los etruscos, que se habían hecho fuertes con el control de las minas de hierro de la isla de Elba, en Italia, en un momento en que Roma es aun una pequeña ciudad estado dominada por ellos. Pero hacia 535 a.C., en Alalia (Córcega) etruscos y cartagineses se enfrentan a los focenses (Herodoto, I, 166- 167). A pesar de lo oscuro de los datos, sabemos que los focenses fueron desplazados de sus posiciones, y que los años posteriores a Alalia reflejan al menos tres cambios importantes que afectan al sur de la Península Ibérica
1. El área de influencia cartaginesa se extiende en Occidente, llegando hasta la vieja colonia fenicia de Gadir.
2. El estado de Tartessos se extingue, atribuyéndose este hecho a la acción de Cartago en el sur de la Península Ibérica.
3. Finaliza el comercio focense en las costas de Andalucía Occidental. Pero entre 450 y 340 a.C. se constata de nuevo la presencia de productos atenienses en Iberia, transportados en barcos griegos y púnicos, coincidiendo con el desarrollo naval ateniense de la época de Pericles y del II Imperio.
Este es un marco de referencia necesario para entender cuál es la realidad histórica del S.W. peninsular tras la desaparición de Tartessos. Un momento en el que las fuentes literarias y arqueológicas nos hablan de la aparición de numerosas ciudades-estado que denominamos turdetanas. Sin embargo, este espacio turdetano convive con los elementos púnicos y griegos surgidos tras Alalia: y esto es algo que puede certificarse en el solar gaditano.
Un vistazo a la Geographia de Ptolomeo nos permite rastrear en el tiempo las áreas de influencia de estos elementos (turdetanos, púnicos y griegos) en la zona. En la costa se constata la omnipresencia del Gadir púnico (Ptol. II, 4, 13) al que se suman una serie de asentamientos bástulos, que también Ptolomeo denomina púnicos, en el sur (Ptol. II, 4, 6): Barbesola, Carteia, Menlaria y - sin duda- Baelo (aunque este último haya sido transpuesto a la lista de los turdulos). En el interior, asentamientos turdetanos (Ptol.II, 4, 10), destacándose entre ellos Nabrissa, Iptuci, Asido, Asta y Carissa. En última instancia, en Ptol. II 4, 5 se menciona a los Túrdulos, con Portus Menesthei, el puerto de Menestheo, en Gadir, abierto al tráfico de las mercancías griegas, y que, como nos indica el topónimo, nos remite al héroe ateniense que dirigió a los atenienses a la guerra de Troya (Homero, Ilíada II, 546).
Y aquí citamos por primera vez a Asta. Un enclave que ya existía desde mucho antes, y cuyo poblamiento se prolonga, a juzgar por los restos arqueológicos, hasta el Bronce Final, en torno a 1200 a.C. Este enclave fue favorecido precisamente por su situación, junto a la desembocadura del Guadalquivir, como punto de control de los cargamentos de metales que, desde las minas de Cástulo - y a través del Guadalquivir - y desde las riberas onubenses del Lago Ligustino, llegaban hasta Gadir, desde donde se remitían al Mediterráneo oriental. Esta era, al menos, su razón de ser en el denominado período orientalizante de Tartessos desde el siglo VIII a.C.
Pero aquí lo que nos interesa, y sin menoscabo de las etapas anteriores, es el Asta postartésica, el Asta turdetana surgida tras la desaparición de Tartessos. Y debemos comenzar admitiendo que desde este momento su pujanza dependía de sus relaciones comerciales con Gadir y su apogeo coincidirá también con el impulso del Portus Menesthei gaditano, como se adivina en el texto de Estrabón (Str. III, 1, 9) que cita los tres puntos relacionados
Hay que añadir que, después de Alalia, el tipo de relaciones comerciales que introducen cartagineses y griegos en el Mediterráneo Occidental da prioridad al intercambio de materias primas por manufacturas, y que es esto lo que explica que los mercados de Occidente se llenen con la presencia de abundante cerámica púnica y griega, así como que se puedan detectar productos del S.W. peninsular en aquellas. Baste recordar al respecto, con D. Ruiz Mata, la presencia de salazones de Gadir en los mercados de Atenas desde el V a.C., como consecuencia de esta crisis del metal .
Este importante cambio en la actividad comercial se refleja en el auge de una nueva clase mercantil, que sustituye a la vieja aristocracia tartésica y que impulsa a su vez el desarrollo de Gadir como polis: una ciudad que se urbaniza y en la que se definen nuevas instituciones de gobierno. Seguramente, como estaba pasando entonces en otros núcleos turdetanos que, como Asta, van a entrar en la órbita de influencia de Cartago.
Como observó O. Arteaga, Gadir venía desarrollando desde hacía tiempo alianzas de tipo político y económico con las ciudades púnicas de la costa andaluza. También lo había hecho con Tartessos y luego lo hará con la propia Cartago. Estos acuerdos comerciales, muy en boga después de Alalia en el Mediterráneo occidental, contemplaban cláusulas muy diversas, pero fundamentalmente determinaban áreas de influencia. Gadir pactó con las ciudades púnicas de la costa andaluza (desde Baria hasta Baelo), y al hacerlo establecía en la región un nuevo tipo de relaciones que contemplaba no solo la cantidad de producción para exportar, que evidentemente favorecía a las ciudades productoras que la vendían, sino incluso el aporte de mano de obra indígena para esta explotación de minas y tierras en régimen de servidumbre.
Asta se ve inmersa en esta nueva dinámica comercial, siendo, como había sido, una de las ciudades turdetanas más poderosas. Su propio nombre parece vincularse con el griego Asty (ciudad capital), y el epíteto latino Regia que los romanos conservaron de ella (Plinio,. N.H. III, 11) hace pensar en el importante papel que había tenido como centro político-administrativo de una de las múltiples monarquías que surgieron con la caída de Tartessos. Eso sí: la institución real no debe entenderse al modo de las grandes monarquías del oriente helenístico coetáneo sino más bien como lo que en el mundo griego habían sido las polis aristocráticas, ciudades estado que controlaban un territorio alrededor, más o menos extenso, en base al dominio de una aristocracia guerrera que sostenía a un régulo: un guerrero más que reina por la fidelidad de una aristocracia que recibe el dominio de las tierras y la percepción de rentas agro pecuarias de ellas derivadas, y de un ejército mercenario que recibe su paga. A su vez, la población de estos estados se reparte en aldeas dependientes de la aristocracia, a la que deben prestaciones de trabajo o servicios sin llegar a ser sometidas a esclavitud. Un régimen de dependencia que caracterizaba la organización social y económica de los estados turdetanos.
Así es como empieza a definirse el reino de Asta: una ciudad-estado que de ahora en adelante quedará a merced de las intervenciones de las potencias mediterráneas en el sur de la Península Ibérica.
Foto: Bronce de Lascuta
El desarrollo de la ciudad -estado en el ámbito turdetano, y con él el de Asta, fue ya analizado por O. Arteaga, quien estructuró una serie de fases para identificar este proceso: La introducción de la economía comercial -marítima en el S.W. peninsular desde Gadir estimula el impulso de la economía monetaria en la zona. Esta economía precisa de una regulación más racional, que se organiza desde las ciudades, pues la ciudad 'centraliza' la administración económica de un territorio con el control de la producción agropecuaria para su comercialización. Por otro lado, la administración económica precisa de la reorganización parcelaria de las tierras de la ciudad - estado y del desarrollo de nuevos elementos, como instalaciones portuarias.
Este auge urbano genera el desarrollo de las instituciones en la ciudad: de ahí la profusión de nuevos órganos (consejos, senados, etc.) para regular estas actividades y el desarrollo de templos o santuarios de divinidades protectoras de empresas comerciales. Además, impulsa el desarrollo de una planificación urbanística, con profusión de edificios que denotan su pujanza económica. El desarrollo de estas instituciones beneficia tanto a los hombres de negocios y propietarios de medios marítimos como a la vieja aristocracia dueña de las tierras, que controlan las instituciones de la polis.
Un esquema que puede aplicarse a Asta. La ciudad debió de integrarse en el círculo de Gadir mediante una alianza comercial. Y, como parece deducirse del texto de Estrabón (Str. III, 2, 2), era un lugar idóneo porque "Asta, donde los gaditanos suelen reunirse a menudo … no está a mucho más de cien estadios del arsenal de la isla". Hablamos de un punto próximo al puerto de Gadir, ya entonces Puerto de Menestheo, en Dehesa de Bolaños. Era un emporio abierto al tráfico de mercancías de procedencia púnica y griega, y en el que se establecían acuerdos comerciales. Quizás por ello los romanos cambiaron el topónimo Asta por Hasta (en latín, lanza) pues en los lugares donde se tasaban las mercancías se clavaba una lanza en el suelo para marcar el espacio y proceder a la venta de éstas 'sub hasta', es decir, en subasta.
Las excavaciones de Asta de M. Esteve en los años 40 del pasado siglo nos dejaron una secuencia de materiales cerámicos que arranca desde el siglo V a.C. con la aparición de cerámicas púnicas. Un indicador de que la alianza comercial ya estaba en marcha, con el intercambio de manufacturas gaditanas-púnicas por productos agrícolas del Bajo Guadalquivir. La existencia de fragmentos de cerámica ática del siglo IV a.C. constata además que los intercambios alcanzan al Mediterráneo Oriental (en un momento en que, recordémoslo, las salazones de Gadir han llegado a Atenas).
Desde el año 300 a.C., a partir de las emisiones de moneda en Gadir, la economía de Asta se orienta definitivamente a la gran exportación. Por entonces, son ya los cartagineses quienes introducen en la Turdetania su modelo de producción agrícola: como describe Diodoro (Diod. 20, 8, 3-4) en los territorios de Cartago se había extendido la vid, el olivo y los cultivos de regadío, un policultivo mediterráneo característico que coexistirá con la producción ganadera y cerealística indígena. Pero no estamos hablando de la introducción de estas especies (que ya existían en Iberia desde al menos el siglo VI a.C.), sino de la implantación una explotación racionalizada orientada a aumentar la productividad. Y Asta era el punto idóneo desde el cual organizar esta explotación.
La interpretación del Bronce de Lascuta (CIL II, 5041), puede ayudarnos a entender este paso. Esta inscripción, de 189 a.C., nos indica que Hasta Regia (ya con H) extendía su influencia a gran parte de la Turdetania occidental. Pero la interpretación de la inscripción, desde L.A. García Moreno, ha contemplado dos interpretaciones: por un lado, si Hasta tenía esclavos en la Torre Lascutana, esas tierras le pertenecían por derecho de conquista (tras una serie de enfrentamientos entre ciudades turdetanas que las fuentes escritas han silenciado). Desde esta perspectiva, la aristocracia guerrera de Hasta ejerce un control militar sobre el territorio y subyuga a su población con la servidumbre. Pero también si Hasta tenía esclavos en la Torre Lascutana es porque está reproduciendo el modelo de pacto que ha recibido de Gadir, y que se vincula con el desarrollo de la polis como centro de administración de territorios. Lascuta es una ciudad-estado cuya producción (a juzgar por la iconografía de las monedas libio-fénices del II a.C.) se vincula con los intereses de Gadir y Cartago, y 'pacta' con Hasta Regia una alianza comercial que implica la provisión de mano de obra en servidumbre para enviar a Hasta los productos agrícolas que necesita (en un momento en que, como nos muestran las excavaciones en la extensión de la necrópolis, la ciudad ha tenido un incremento de población notable).
Si tomamos la segunda opción, queda claro que la alianza comercial dejaba en manos de Hasta Regia la administración de los territorios del interior de la provincia de Cádiz, mientras que las factorías libiofénices de la costa (desde Carteya o Baelo) estarían en la órbita de Gadir. Hasta Regia amplió así su área de influencia, reorganizando nuevas parcelaciones de tierra, como se definía en el modelo cartaginés. Por lo mismo, desarrolla un conjunto de instituciones administrativas que promociona a nuevos grupos mercantiles e impulsa el desarrollo urbanístico: la ciudad, el puerto, el templo.
a) La ciudad se embellece, y se consolida su recinto amurallado: una simple acción preventiva ante posibles contraalianzas de las polis vecinas, que, siendo soberanas, podían romper los acuerdos pactados y cambiar las relaciones si las circunstancias eran oportunas. Del aspecto urbanístico poco podemos decir, pero quizás el hecho de aparecer una escultura de un león ibero-romano en La Mariscala datable en estas fechas, y similar a otro aparecido en la cercana Carissa (Bornos), revela aspectos- quizás funerarios - del régimen monárquico imperante tanto aquí como en otras ciudades turdetanas.
b) El acuerdo comercial con Gadir supone que las exportaciones de Hasta se canalizan a través del nuevo Puerto de Menestheo, aunque Hasta cuenta con un puerto secundario propio, que podemos buscar más allá del área de influencia de Gadir, quizás en el espacio entre Rota y Sanlúcar.
c) Del mismo modo que Gadir potenció el desarrollo de las actividades mercantiles bajo la protección de Hércules Gaditano, Hasta potenció el culto del Oráculo de Menestheo (que ya vinculaba a Gadir con las empresas mercantiles atenienses del siglo IV a. C). El Oráculo, según se desprende del texto de Estrabón (Str. III, 1, 9), estaría ubicado en las proximidades del faro del Kaipionos Pyrgos (Chipiona), en área de dominio hastiense.
Las excavaciones de Hasta revelan que, junto a la cerámica púnica o griega, existe ya en el siglo III a.C. cerámicas turdetanas propias. Es también un claro exponente del desarrollo comercial que ha adquirido la ciudad en el propio ámbito turdetano. Pero esta situación cambiará desde 237 a. C., cuando los Bárquidas, en pleno conflicto con Roma, apresuren la invasión de la Península Ibérica.
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Hola, Paloma:
Tengo conocimiento del largo cierre que lleva ya el Museo Arqueológico de Jerez (cerca de seis años), lo que es una auténtica vergüenza, como dices. Pero sin ánimo de desesperarte, te diré que nosotros, aquí en Asturias, hemos visto por fin reinagurado el Museo Arqueológico después de estar cerrado por reforma...,¡¡diez años!! O sea, más vergüenza todavía.
En estos momentos, así, que recuerde de memoria, llevan también largo tiempo cerrados (al menos algunos de ellos) los museos arqueológicos de Santander, Orense, Pontevedra, Ibiza, Granada, Albacete, etc., y eso sin contar algunos de menor de entidad que también están con las puertas cerradas. Y, por supuesto, otro museo importante, y que parece que también va a ir para largo su reapertura, es nada menos que nuestro apreciado Museo Arqueológico Nacional (MAN).
Como ves, el panorama es francamente muy poco presentable, y tengo para mí que, en estos tiempos de crisis, algunos museos de los que he citado van a estar años y paños a la espera de su apertura definitiva.
Suerte con el Museo de Jerez y cordial saludo.
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