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El tramo de la muralla romana que será paseable y que arranca de la Casona del Arco de la Cárcel, donde está el Centro de Interpretación del León Romano - RAMIRO
Fuente: diariodeleon.es | 11 de noviembre de 2015
La concejala de Urbanismo y Medio Ambiente del Ayuntamiento de León, Ana Franco, ha firmado hoy el acta de inicio de las obras de la muralla de la ciudad junto a los técnicos del Ministerio de Fomento, que han recorrido buena parte de su trazado.
El proyecto técnico fue elaborado por el Ayuntamiento de León y será el Gobierno el que ejecute la totalidad de las obras a través de una encomienda a la empresa pública Tragsa.
Las obras consisten en la rehabilitación de dos tramos, el de mayor alcance en la zona de la Casona de Puerta Castillo hasta el inicio del Convento de las Clarisas, incluyendo el paseo sobre el adarve de la muralla, que será accesible desde la propia Casona para personas con movilidad reducida. La superficie aproximada del adarve que será visitable tras las obras es de 750 metros cuadrados y su longitud de 88 metros.
En esta zona también se realizarán los trabajos de restauración y consolidación del lienzo interior de la muralla, cuya superficie supera los 900 metros cuadrados (750 m2 de lienzo propiamente dicho y 150 m2 de pretiles y remates de coronación).
En segundo lugar se intervendrá en la parte exterior y superior de la muralla de un tramo de la Avenida de los Cubos, entre los cubos E10 y E11, actualmente oculto parcialmente por una edificación, quedando a la vista la parte superior del lienzo de la muralla y los cubos, que es lo que se va a restaurar.
Este tramo se ubica en el número 9 de la calle de los Cubos, e incluye dos cubos y el remate superior. En este caso el objeto de las obras es el lienzo exterior a la calle, colindante con el Hospital de Regla y el Colegio de la Carmelitas, y con una superficie aproximada de 314 m2 (258 m2 de lienzos y cubos la Muralla y 56 m2 de pretiles y remates de coronación).
En este mes de noviembre comenzarán los trabajos de estudios técnicos y arqueología, con la ejecución de dos catas arqueológicas en el adarve de la propia muralla, la lectura de los lienzos de Muralla a restaurar, un estudio petrológico y un análisis biológico. A continuación, una vez acabados los estudios anteriores, y pasadas las fechas de más bajas temperaturas, previsiblemente en el mes de enero o febrero de 2016, comenzarán los trabajos de restauración de la propia Muralla y de adecuación del adarve.
Las obras estarán finalizadas previsiblemente en verano de 2016. El importe de las obras que va a ejecutar el Ministerio es de 797.707,88 euros. La aportación municipal (elaboración de los proyectos de arquitectura y de arqueología, dirección de las obras, coordinación de seguridad y salud, y seguros de responsabilidad civil de los técnicos intervinientes), se estima en el 10% del valor de la inversión.
Además, al tratarse de obras que promueve conjuntamente el Ministerio con el Ayuntamiento de León, están exentas del Impuestos sobre Construcciones, Instalaciones y Obras (ICIO), que actualmente es del 4%.
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Fuente: eldiariodeleon.es | 13 de noviembre de 2015
Estatua de Trajano. NY Carlsberg Glyptotek, Copenhague
Atravesaba Trajano a diario la calle Ancha. Cubierto con su toga, tocado con su casco imperial. El más grande emperador romano de todos los tiempos, salvando César Augusto, cruzaba todos los días la vía Pincipalis del campamento romano para llegar a su casa, en Sierra Pambley.
Era ya uno de los mejores comandantes del Imperio y a su paso se guardaba un silencio reverencial. Por eso y porque era el legado, el comandante en jefe de la Legio VII Gémina Pía. En León vivió tres años.
Al acabar su jornada de trabajo, saldría quizá de los Principia, el cuartel general en la calle San Pelayo, y se encaminaría directo a la Catedral. A los baños. A las inmensas y cuidadísimas termas romanas que se extienden bajo el templo gótico, la plaza de la Regla y quizá más allá. Eso si no optaba por relajarse en el pequeño y lujoso balneario construido en su domicilio, una edificación a la altura de un miembro de la élite del ejército de Roma. Tal vez caminara por León con su mujer, Pompeya Plotina, tapada con su estola de patricia romana, tocada con su velo para ocultar la melena. Contrajo matrimonio con ella mucho antes de convertirse en emperador y cuentan las crónicas que hizo junto a él su entrada triunfal en Roma.
Plotina tenía fama de ser intelectual, amable y benevolente. Tal vez inculcó en Trajano el empeño en el bienestar de la gente y el amor por las grandes obras civiles. Quizá eso explique la construcción de un anfiteatro en la calle Cascalerías, aprovechando la ladera de un pequeño altozano que baja desde el Húmedo, dismulada ahora bajo el palacio de Don Gutierre, su plaza con escalinata y la rampa que sirve de tobogán a los niños.
Ese anfiteatro para cinco mil espectadores, con sus gradas excavadas en el declive del monte y el resto levantado en piedra y madera, que se conserva en la cripta de Cascalerías, servía de campo de entrenamiento para los soldados y de pequeño coliseo para el gran espectáculo romano, la lucha de gladiadores, que hacían gira por provincias, y el combate con las fieras. Quizá de vez en cuando algún león traído de África, si la ocasión lo merecía, el resto de las veces con fieras ‘autóctonas’, o sea osos, lobos y jabalíes.
Aunque todo comenzó antes.
Llegaron a aquella planicie victoriosos y tal vez exhaustos. Era una inmensa pradera, vacía, silenciosa, suavemente elevada desde la que se divisaban dos ríos y al fondo, las montañas. Eran cinco mil hombres jóvenes, corpulentos, pertrechados. Corría un día cualquiera entre los años 15 y 10 a.C.
Excavaron un foso, fabricaron una cajones de madera que rellenaron con la tierra sacada de la zanja y levantaron la primera muralla que tuvo León. Una empalizada de cuatro metros de alto. Aquella primera noche la pasaron allí. Y ya no se fueron nunca.
El lugar existe. Está al borde mismo del Arco de la Cárcel, en lo que hoy es la Casona de Puerta Castillo, el lugar que el Ayuntamiento ha convertido en Centro de Interpretación del León Romano. Ahí están los restos de los primeros barracones de la Legio VI, el lugar donde durmieron por primera vez los legionarios que fundaron la ciudad.
La sexta legión, la ‘victoriosa’, venía de ganar una guerra. Habían combatido contra los cántabros en feroces batallas. A las tribus rebeldes de Hispania no les gustaban los pactos y combatieron hasta el final. Dicen que la soldada que se pagaba a cada legionario en estas tierras era elevada, para combatir la fiereza de los indígenas. Así que tal vez el viento del Norte, el que azota aún este solar en el que vivimos, les pareció una caricia.
Pero la VI Victrix, creada por el mismísimo César Augusto a semejanza de la que luchó contra Marco Antonio y Cleopatra, no había llegado hasta la meseta entre el Torío y el Bernesga para batallar sino para mantener el orden, asegurar el territorio y dar escolta a gobernadores y procuradores. Así que la valla de madera y la trinchera por la que discurrían las aguas de la presa del Arco de la Cárcel —de la que hay constancia en fotos de principios del siglo XX y de la que queda como testigo el pozo de agua artesiana— y los cauces de los riachuelos que corrían hacia Barahona y Cantarranas, se transformaron pronto en otras más sólidas.
Los soldados la hicieron de tapines, costumbre heredada desde entonces en esta tierra. Cortaban en rectángulos el terreno y colocaban los ‘ladrillos’ de tierra con la hierba hacia abajo. Para entonces, ya estaba trazada la calle Ancha, la vía Principalis del campamento romano, y la población civil, las mujeres de los soldados, algunas de procedencia astur, los comerciantes y las prostitutas se agolpaban en una pequeña ciudad extramuros, al borde mismo de la muralla, en lo que hoy es Pallarés, bajo cuyos cimientos está el primer vertedero que tuvo León. Romano, claro.
Siguiendo el trazado de esa muralla de tapines, la Legio VII levantó otra de piedra. Y luego otra más, aprovechando la fortificación y el foso. Cada vez más alta, cada vez más robusta. No en vano era una legión de ingenieros, gente experta que hizo arte de la necesidad.
No hace falta ir muy lejos ni excavar nada para verla. Está en la Carretera de los Cubos, en la calle Carreras (izquierda). Por allí entraba el acueducto que traía agua potable desde los Altos de Nava, a tramos sobre el suelo, a tramos elevado. Sus restos están ahora en el Jardín de San Francisco.
En el 68, cuando Trajano era apenas un chaval de 15 años al que faltaban dos para entrar en una legión, llegó a oídos de Servio Sulpicio Galba la intención del emperador de asesinarlo. En Cardenal Landázuri se reunieron sus fieles. Mandos de la Victrix y parte de sus soldados se encaminaron a Puerta Obispo y abandonaron León en apoyo a Galba. El 10 de junio del año 68 les entrega el águila en Clunia y crea una nueva legión, la Legio VII Galbiana, que acabaría siendo la VII Gémina Pía. Con ellos tomó Roma y se proclamó emperador.
Mientras, León siguió creciendo, la Legio VII se acantonó en el campamento y la cannaba, el vicus romano, la ciudad civil, se extendió hacia Puente Castro. Pero la calle Ancha siguió siendo igual. Dos mil años idéntica. La misma vía que atravesaba Trajano, la misma que tomó Marcelo, un centurión romano, para proclamar su conversión al Cristianismo. Cuentan que en julio del año 298, en plena celebración de las fiestas por el nacimiento el emperador Valerio, se despojó de su espada y el sarmiento de vid y proclamó su adhesión a la causa cristiana. Lo hizo en público, ante la legión en pleno, en el campo que se abría ante el Palacio de los Guzmanes (arriba), la extensión que hoy ocupa la iglesia de San Marcelo, la plaza de las Palomas y el Ayuntamiento viejo.
Marcelo era leonés. Había nacido en el campamento romano en algún año de la segunda mitad del siglo III. Vivía junto a su mujer, Nonia, y sus hijos —hasta doce cuentan las crónicas: Claudio, Lupercio, Victorio, Facundo, Primitivo, Emeterio, Celedonio, Servando, Germano, Fausto, Jenuario y Marcial— al comienzo de la calle Ancha, en la casa que hoy ocupa la capilla del Cristo de la Victoria. Apresado y enviado a Tánger, fue condenado a muerte y decapitado el 29 de octubre del 298.
Porta Principalis Sinistra (foto: viatorimperi)
Protegida por la muralla, León vivió el declive del imperio pero nunca dejó de ser romana. La VII Gémina Pía Félix fue la única legión que quedó para siempre en la Península. Nunca se fue de León. Su historia sigue aquí, en la ciudad. Bajo el asfalto. En cada rincón de la ciudad. Basta con mirar.
En el lugar donde pasaron la noche los primeros legionarios que llegaron a León para fundarla se alza el Centro de Interpretación del León Romano. Allí, junto a la muralla romana del Arco de la Cárcel, en el mismo sitio en donde dice la leyenda que Pelayo dejó a la santa Marina traída desde Covadonga y la depositó en una hornacina excavada en el tercero de los cubos, el mismo que cada Jueves Santo escalan por la noche los fieles de Genarín para hacer la ofrenda de naranja, queso y orujo al ‘santo pellejero’ que murió atropellado por el primer camión de la basura, en el emplazamiento donde se da cita la historia se conservan los restos del León primigenio.
Acercarse hasta allí es acudir al lugar donde comenzó la historia misma. Allí están los restos de la primera empalizada que levantaron los legionarios, el primero de los barracones, los vestigios de las otras dos fortificaciones y la gran muralla. Y no habrá que imaginar cómo vivían los legionarios romanos, cuenta el museo con una reconstrucción de cómo era su vida cotidiana, sus camastros, los jergones, los cascos y las cáligas, las sandalias con las que los soldados de Roma conquistaron el mundo.
Están allí los orígenes de la ciudad. La huella de sus legiones.
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Fuente: eleconomista.es | 15 de noviembre de 2015
Los soldados romanos de la Legio VI Victrix cercaron León levantando una muralla de madera que se fue fortificando hasta las guerras carlistas, una defensa de dos mil años de historia por donde se podrá pasear en 2016, cuando sea restaurada, no sin antes desvelar tesoros ocultos en el subsuelo.
El Ministerio de Fomento ha concedido al Ayuntamiento de León una partida de casi 800.000 euros para que se pueda pasear por 88 metros de la muralla romana, aunque antes, a lo largo de este mes de noviembre, se realizarán catas arqueológicas con un "objetivo", ha relatado a Efe el arqueólogo municipal, Victorino García (derecha).
En el lugar en el que se realizarán los trabajos, en el tramo entre la Casona de Puerta Castillo, el Convento de las Clarisas y en Los Cubos, hay posibilidades de descubrir la cimentación del campanario de la iglesia original de Santa Marina, una construcción de finales del siglo XII, coetánea o, incluso, algo anterior a la catedral.
"Se ve ahora la escalera de piedra pegada. Tenemos documentación donde se menciona en el lugar un cenobio dependiente de San Isidoro", ha afirmado García que, sin embargo, considera que en esas catas no se espera encontrar otros restos destacables.
El fin de esos trabajos, además de acondicionar la zona para impulsar el proyecto de muralla por la que se pueda pasear, es el de llegar al "núcleo romano salvo que, por el medio, apareciera algo que lo impidiera", después de haber localizado "restos de algún pavimento anterior", puede que no de época romana, pero quizá sí medieval.
León tuvo cuatro fortificaciones en la época romana, además de la cerca del Burgo, de época medieval, que representaría la quinta.
Fueron los primeros romanos en llegar a lo que hoy se conoce como la bimilenaria ciudad de León los que levantaron el primer muro, una cerca leve de piedra que construyó la Legio VI Victrix sobre la que, después, en el año 74 d.C., la Legio VII Gemina asentó una fortificación más sólida.
A finales del siglo III se construyó la "gran muralla tardorromana" en la zona de la Carretera de los Cubos, que serviría de base para la muralla de la ciudad medieval que hoy se conserva.
El núcleo de la cerca de origen romano está compuesto de cal y canto, mientras que para las caras exterior e interior se utilizaron bolos de río y diversos tipos de aparejo, como hiladas de bloque irregular de cuartiza, a veces cintados de ladrillo y otros materiales que llegaban de otras construcciones.
La muralla está compuesta, por tanto, de piedras que habían llegado del campamento militar romano más antiguo, restos de construcciones como el anfiteatro cuando entró en proceso de derribo, lápidas y otros elementos pétreos con significado, ya que se han encontrado inscripciones funerarias, dedicadas a los dioses o los próceres.
"Era común la destrucción de construcciones de alto imperio. En este caso los propios tardorromanos emplean estos materiales porque son edificios que no tienen el significado que tuvieron dos siglos antes", ha detallado el arqueólogo municipal.
La construcción ha sufrido en los últimos 1.700 años varios "procesos de refortificación y de restauración que han afectado a su fisonomía primitiva" ya que, incluso, algunos de los cubos de la muralla se alzaron ya en época medieval.
La última fortificación data de la época de las guerras carlistas mientras que, a partir del siglo XIX, se llevó a cabo el proceso de demolición de algunos cubos y de otros elementos de la muralla para "hacer más anchas las calles", ha referido el arqueólogo de la ciudad.
Dos milenios después, León es un "caso excepcional", junto con otras ciudades, como Lugo o Ávila, que también conservan sus murallas.
El recinto que las fortificaciones romanas y medievales delimitan en León es, sin embargo, mayor que en esas dos capitales, aunque sí es cierto que está peor conservada que la que pueden disfrutar lucenses y abulenses.
Pero, además, León pretende contar el próximo año con un tramo de 88 metros para pasear por el mismo lugar por el que hacían guardia los soldados romanos que custodiaban la fortificación y que, desde lo alto de los cubos, contemplaban el horizonte, vigilantes, por si el enemigo acechaba.
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