El trabajo de Ignacio Simón Cornago supone la primera incursión específica en lasepigrafías vernáculas, un ámbito olvidado hasta el momento de la epigrafía paleohispánica

Fuente: informaria.com| 19 de septiembre de 2013

“Los soportes de la epigrafía paleohispánica: inscripciones sobre piedra, bronce y cerámica” es una obra de Ignacio Simón Cornago que tiene como objetivo inicial  abordar el estudio de los soportes de las inscripciones paleohispánicas, pero a su vez muestra una clara profundización en las lenguas vernáculas, aspecto poco desarrollado hasta el momento.

 

El Secretariado de publicaciones de la Universidad de Sevilla y las Prensas de la Universidad de Zaragoza han publicado en común este trabajo de que supone un importante avance en la epigrafía, ciencia encargada de estudiar los textos realizados sobre materiales duros. Esta disciplina es muy reciente y encuentra su nacimiento en la primera mitad del Siglo XX, si bien proliferó ya en la década de los setenta. Para afrontar la interpretación de tan complejos y elusivos documentos, la obra privilegia el estudio de los soportes (tipología, iconografía, etc.)  perspectiva un tanto minusvalorada por la investigación previa.

 

Son pocos los testimonios escritos que nos han legado las culturas ibérica y celtibérica, cuyas lenguas, por tanto, solo conocemos de forma muy parcial. Un número amplio de esos textos, que constituyen los más antiguos ejemplos de escritura hallados en buena parte de la península ibérica, se recopilan en este libro, que incluye catálogos completos de tres tipos epigráficos concretos: las inscripciones sobre piedra, las estampillas y las téseras de hospitalidad. En el primer caso se han recogido todas las inscripciones ibéricas y celtibéricas, mientras que en el caso de las téseras de hospitalidad se parte desde las colecciones privadas ingresadas en la Real Academia de la Historia. Las téseras sólo pertenecen a la Celtiberia, con el bronce como principal protagonista en sus soportes dada la importante influencia romana. Por último, las estampillas, sobre cerámica, reflejan parte de la historia económica de la época.

 

Los resultados de tal enfoque se suman a los avances de la lingüística y de otras disciplinas (historia antigua, epigrafía, arqueología, etc.) que convergen en el interés que despiertan estas inscripciones, asociadas a diferentes prácticas sociales (la hospitalidad, la autorrepresentación de las elites, etc.) de unas comunidades en el umbral de la historia, profundamente afectadas por la conquista de Roma, que, también en el ámbito de la lengua, la escritura y la expresión epigráfica, tuvo enormes repercusiones.

 

El volumen, con un formato de 21cm x 30cm y 764 páginas, centra todas las investigaciones en el Siglo II y I a.C., a posteriori de la conquista romana, ya que fue el periodo de mayor intensidad en el desarrollo de las prácticas epigráficas en las lenguas vernáculas.

 

 

Ignacio Simón Cornago es doctor en Historia por la Universidad de Zaragoza, especializado en las epigrafías celtibéricas e ibéricas, con una amplia experiencia gracias a las investigaciones realizadas en la Université de Toulouse y la Escuela Española de Historia y Arqueología situada en Roma. Ha publicado en revistas de ámbito nacional y extranjero, además de participar en los dos últimos coloquios internacionales sobre lenguas y culturas paleohispánicas.

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Este trabajo, basado en la epigrafía, pudiera ser complementario al de Ignacio Simón Cornago:

Tartesios, íberos y celtíberos: sus escrituras y su lengua

Este ensayo no es más que la demostración empírica, argumentada, contextualizada y comentada, de una aseveración de don Manuel Gómez-Moreno: “Tardíamente, gracias a las inscripciones, conocemos algo de su lengua que, no obstante ser todavía ininteligible, parece de tronco indoeuropeo y más afín al griego que al latín”.

En este trabajo no sólo se comprueba el origen indoeuropeo de la lengua ibérica sino también de las llamadas tartesia y celtíbera, demostrando que las tres pertenecen a la familia indoeuropea y son próximas a las lenguas del grupo griego: micénico, arcaico, épico, jonio, dórico, eólico, beocio, lacedemonio y ático.

Aun más, se evidencia de que no se trata de tres lenguas: tartesio, íbero y celtíbero sino de una sola, tal como acertadamente intuyeron von Humboldt, Hübner y Schuchardt, con las lógicas evoluciones temporales y sus modismos dialectales; de manera que preferimos hablar de lengua ibérica o, mejor, simplemente íbero.

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