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Escena de caza en un espectáculo público con dos tubicenes que amenizan la función - Pablo Ozcáriz
A unos 40 minutos de Pamplona, sobre un cerro cercano a la localidad navarra de Eslava, se erigía hace 2.000 años una importante ciudad romana de origen vascón de la que hoy dan fe los vestigios que los arqueólogos han ido desenterrando desde los años 90. Viendo las columnas de Santa Criz de nuevo en pie, los capiteles y fustas que descansan aquí y allá, y los restos de su antiguo foro, del que aún faltan por excavar sus dos terceras partes, no es difícil imaginar la vida que palpitaba en este lugar ahora abandonado.
Allí se encontró una estatua en mármol de un togado y numerosas inscripciones romanas, pero también se recuperaron miles de fragmentos con pintura. Debieron de formar las paredes de alguna casa romana, que posteriormente se utilizó como relleno en el foro. Material de derribo que, sin embargo, contenía retazos de valiosa información histórica en sus grafitos.
«La mayoría, al ser de un tamaño reducido, tienen solo rayas que no se pueden identificar, pero algunos de ellos tienen figuras, inscripciones o escenas completas», describe el historiador Pablo Ozcáriz, que avanza a ABC algunas conclusiones de su estudio sobre estos grafitos. Sus investigaciones serán publicadas próximamente junto a las de Javier Andreu, profesor de Historia Antigua y Arqueología de la Universidad de Navarra, y de la arqueóloga Txaro Mateo, en la obra «Epigrafía romana de santa Criz», dentro de la colección «Epigrafia e Antichitá» de la Universidad de Bolonia.
Según explica Ozcáriz, en España se han conservado conjuntos de grafitos sobre pintura parietal en sitios como Baelo Claudia (Bolonia, Cádiz), Ampurias o Mérida, pero el de Santa Criz es uno de los más numerosos, con 78 grafitos sobre pintura y 37 sobre tambor de columna. Muchos de los fragmentos que los albergan estaban ennegrecidos por efecto del fuego y algunos muy deteriorados. Técnicos del Servicio de Patrimonio Histórico del Gobierno de Navarray de la empresa Artus han restaurado estas frágiles piezas, de forma muy superficial bajo lupa binocular para no dañar e interferir las incisiones de los grafitis, según explica la restauradora Carmen Usúa.
Entre los grafitos sobre pintura que se pueden identificar, Ozcáriz señala que «el 40% son inscripciones y el 60% dibujos», lo que indicaría que «el nivel de alfabetización de los ciudadanos de Santa Criz sería bastante considerable, aunque lejos del nivel de una ciudad como Pompeya», donde el 90% son inscripciones y el 10%, dibujos.
Muchas de estas inscripciones pintadas en Santa Criz resultan ilegibles por estar fragmentadas, como en la que se lee «...oma», que podría referirse a Roma, pero también a ceroma (un ungüento con el se frotaban los atletas antes del combate), a coma (cabellera), diploma (documento oficial), o a poma (fruta).
Tampoco los dibujos son fácilmente distinguibles. Este profesor de Historia Antigua de la Universidad Rey Juan Carlos ha identificado un posible barco, un ciervo, un posible perro, un animal desconocido... aunque destaca en particular dos escenas con figuras antropomorfas. En una se ve a la izquierda una cornamenta, arriba a la derecha los cuartos traseros de un animal y en medio dos figuras humanas que llevan en la mano un objeto alargado que sale de sus cabezas. «Se trata de dos tubicenes o tocadores de tubas, un instrumento que se utilizaba en el ejército en las procesiones y en los espectáculos públicos», relata Ozcáriz que cree que «con toda probabilidad representa una escena de una venatio o caza en un espectáculo público y los músicos que amenizan la función». Existen paralelos a esta escena en otros grafitos encontrados en Roma y Pompeya, añade.
Otros grafitos fueron realizados sobre un tambor de columna liso de arenisca local que ha sido limpiado por los restauradores de Patrimonio del Gobierno de Navarra. Se cree que este tambor formaba parte de un criptopórtico derrumbado y en él se observa una zona con numerosos grafitos y algunas letras sueltas en otras partes de la pieza, algunas de gran calidad epigráfica. Hay además una inscripción en la que «se lee claramente «(..I)ulius», un nombre muy habitual en el imperio y en Hispania en particular», según aclara Ozcáriz. En otra apenas se aprecia la primera letra, una M.
En la parte del tambor que muestra gran intensidad de grafitos «destaca una serie de representaciones de edificios o edículas, en algún caso decoración en el frontón», prosigue este experto. Es habitual encontrarlos en mosaicos y pinturas «y pueden representar a edificios de la ciudad, engalanados, o ser dibujos que representan un lugar, una ciudad».
«La existencia de una inscripción a la derecha de uno de estos dibujos apoyaría esta opción», añade Ozcáriz.
Los grafitos formarán parte de una exposición sobre Santa Criz que está previsto que se inaugure en mayo.
Fuente: abc.es | 19 de febrero de 2019
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