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Vía: diariovasco.com | Kepa Oliden | Arrasate| 17 de abril de 2011
Recientemente el catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Alicante, Juan Manuel Abascal, ha publicado en la revista 'Archivo español de arqueología' del año 2010 un artículo dedicado a una inscripción latina custodiada en el Museo de Segóbriga (Saelices, Cuenca), perteneciente a la colección de la Real Academia de la Historia de Madrid, cuyo origen era desconocido hasta la fecha.
La referida inscripción muestra el siguiente texto latino: 'Valerivs tirio dialco votum libens me rito.', y, tal y como se ha descubierto, fue llevada a Madrid en 1804 por el erudito José de Vargas Ponce, después de exhumarla en el entorno de la ermita mondragonesa de San Valerio de Meatzerreka.
La historiadora mondragonesa Arantza Otaduy Tristán, tras leer el trabajo de Abascal, ha reconstruido la historia de este hallazgo sensacional.
Esteban de Garibay
Otaduy señala que las primeras referencias escritas de esa inscripción se encuentran en los textos del historiador Esteban de Garibay, quien indicó que Juan de Ortega, obispo de Calahorra-La Calzada, diócesis a la que pertenecía por aquel entonces Mondragón, se había personado en el lugar para dar con el presunto enterramiento del santo zaragozano San Valero. Y es que decía Garibay que en Meatzerreka existía una piedra con un texto antiguo que mencionaba a ese santo. Además, San Valerio tenía gran devoción entre los mondragoneses del siglo XVI y éstos acudían hasta la ermita para realizar ritos que aliviaban el dolor de cabeza.
Y fueron esos ritos los que hicieron sospechar a la Santa Inquisición de que en Mondragón se rendía culto a un dios precristiano llamado Decalgos, por lo que en los albores del siglo XVIII la piedra inscrita fue retirada de la ermita y enterrada.
Hubieron de pasar varios años, hasta que en 1804 el citado José de Vargas se personara en Mondragón para recuperar la inscripción y llevarla a Madrid. Pero, los acontecimientos históricos que se sucedieron a comienzos del siglo XIX hicieron que su estudio no viera la luz, y, consecuentemente, el origen de esta piedra cayó en el olvido durante más de 200 años, hasta la publicación del artículo del año 2010.
Este importante descubrimiento, según Arantza Otaduy, podría «apoyar la teoría del historiador mondragonés José María Uranga, quien siempre defendió la tesis del intercambio cultural dado en Mondragón entre los romanos y las tribus autóctonas que moraban esa tierra».
A juicio de la historiadora arrasatearra, también es reseñable que la piedra «apareciese en el barrio de Meatzerreka, tradicionalmente ligado a la minería del hierro. Siendo éste el mineral que puede justificar la presencia de los conquistadores latinos. Por último, el hallazgo contribuye a esclarecer, en cierto modo, el oscurantismo existente en la historiografía local sobre la Época Antigua».
Definitivamente, los ciudadanos de Mondragón «deben sentirse muy orgullosos de la historia de su pueblo, porque allí se han encontrado restos de todos los períodos de la historia occidental conocidos». Como recalcaba Arantza Otaduy, de Mondragón «es el resto humano más antiguo del País Vasco, el húmero de la mujer heidelbergensis de Lezetxiki. También hay un poblado de la edad de Hierro en Murugain. Se conoce la existencia de un castillo, el de Arrasate, previo a la fundación de la villa. Su historia medieval y moderna es apasionante. Sus moradores conocieron el declive de las ferrerías tradicionales y el desarrollo de la Revolución Industrial. Parece inevitable ligar la historia de Mondragón a la metalurgia del hierro y, ahora, la inscripción CIL II 4977 del Museo de Segóbriga puede que abra el camino al estudio de la extracción de ese mineral en el Mondragón de Época Romana».
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Información relacionada:
* Santuarios Iberos en época romana (Celtiberia.net)
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He fundido mis dos comentarios anteriores, ampliándolos.
Del porqué eligieron los venaqueros de Mondragón a San Valerio del Bierzo como Santo Patrono y cómo fue este pacífico Santo desplazado del Patronazgo por un santo Valero maño que se coló de rondón.
La elección de un Patrón no es cosa que pueda tomarse a broma y debió de ser tratado con graves discusiones en la Cofradía. Un Santo Patrón debe ser elegido bien, no es cuestión dejar en manos de cualquier desconocido tan alta jerarquía espiritual. Pero ¿qué méritos tiene nuestro Valerio del Bierzo?. En primer lugar conoce, como lo mineros vascos, los antros subterráneos y las cimas peladas de las montañas, porque vivió en ambas. En segundo lugar, él mismo cuenta en su Autobiografía cómo espantó con la invocación y signo de la Cruz Victoriosa a un gigante o demonio, salido de una cueva cercana, que bloqueaba la entrada de la Iglesia de San Feliz. Los eremitas de la Tebaida berciana eran especialistas en estos menesteres de espantar cuélebres y monstruos de las entrañas de la tierra, San Fructuoso había terminado con la muy célebre Sierpe de castro Lupiano. En tercer lugar porque da la casualidad de que San Valero, en un páramo de información absoluto con relación la minería en siglo VII en León, es el único autor que menciona la explotación de hierro en las montañas del Bierzo. La explotación del hierro en un lado y otro de la Cantabria no fueron hechos aislados y el trasiego de gentes fue constante durante siglos a lo largo de un camino que no es otro que el de Santiago. Cuando las noticias sobre este santo varón llegaron a los oídos de los mineros de Udalaitz, en unos tiempos en que había que expulsar a los demonios de los subterráneos antros, les debió parecer adecuado elegir a un especialista armado de la Santa Cruz (varias ermitas) para resolver estos expedientes.
Lo argumentos son de peso: un santo varón que vive en cuevas, que espanta a los demonios y que conoce las explotaciones mineras tiene que ser el candidato ideal. Como rival el San Valero de Zaragoza no tiene entidad: un obispo urbano, por muchos méritos que tenga, no concede garantías suficientes. La tradición no explica, ni puede explicar que pinta aquí este santo.
Pero los siglos no pasan en vano y las urgencias de espantar monstruos cesaron. Lo santos también debía de adaptarse a las circunstancias y requerimientos “populares”, si un día sirvieron para plantar la Cruz Triunfante, en los siglo XV y XVI habrían de servir para dar pátina de antigüedad a la fe cristiana. Nuestro San Valero siguió en la memoria de la gente cada vez más difuminado hasta que el relato de la historia de España, hecho por la urgencia de legitimar genealogías y jugando con la homonimias lo trocó en otro. Cuanto más vetusto, mejor, cuanta más trayectoria del linaje mayor enjundia y tantas más oportunidades de ascender en la escala social. Este ansia de fundamentar en la antigüedad de linaje la valía de uno mismo, se trasladó al plano religioso. Por aquel entonces, la sombra de Valerio de Zaragoza iba escondiendo al del Bierzo. Al fin y al cabo, se cuenta que el maño fue expulsado a las ásperas montañas del norte. Con esta escueta referencia histórica un santo importante, de los que dejan huella histórica por lo antiguo de su fe y la persecución que sufrió por ello, poco a poco desplazaba a nuestro profesional para acabar proclamando, en boca de Garibay, que dice haberla recogida de la tradición, que los de Mondragón, por lo menos, eran cristianos desde el siglo III. Poco importó que tan extravagante opinión fuera combatida por historiadores de la época para que la autoridad de Garibay y la “tradición popular” se impusieran. Tanto es así que hoy en día hay historiadores trabajando con toda seriedad para explicar a este santo espurio en un contexto de cristianización temprana, paganismo residual, minería de hierro e incluso el posible uso del euskera en su predicación, pues los orígenes altoaragoneses del obispo no descartan que conociera el eusquera. Por lo demás, la “tradición” de que San Valero vivió en la cueva de su nombre es impuesta a raíz del descubrimiento casual de la cueva, famosa por sus cristalizaciones y fauna rupícola, a finales del siglo XVIII. La reina Isabel II y otros del familia Real la visitaron y dejaron en su interior recuerdo de su visita.
La piedra de toque
Uno de los argumentos más sólidos que da Garibay para fundamentar el paso de San Valero zaragozano era la existencia de una inscripción antiquísima que lo nombraba en una iglesia bajo su advocación. Si fuera esta la inscripción que rescató Vargas y que ahora publicado J.M. Abascal nos damos cuenta de la superchería. Garibay, que vio y leyó la inscripción nunca pudo tomarla como cristiana, pero como tal la echó al viento para reforzar su argumento de fuerza. Nadie se iba a tomar la molestia de subir el áspero Udalaitz para leer lo que ponía y así, esta inscripción pagana, sin publicar, sin otro marchamo que la autoridad de Garibay, fue la piedra de toque de la autenticidad de la predicación de San Valero zaragozano en Mondragón. Dice Garibay que esta inscripción era venerada por los lugareños y besada con fervor. Tamaño dislate solo podía producirse por la ignorancia del vulgo y de los responsables eclesiásticos locales que eran incapaces de dar una traducción coherente del contenido y se conformaban con celebrar el hecho de que este pagano se llamara Valerius. Encontrar inscripciones romanas en Guipúzcoa es bien raro, si el nombre que la inscripción contiene coincide con el del santo local es una verdadera suerte. Garibay, sin embargo no era un ignorante, conocía de inscripciones antiguas sobre piedra, medallas o monedas, por eso nunca publicó la leyenda y tampoco tendría mucho interés en que se conociera. Obviamente si sobrevivió hasta el siglo XVIII fue por su aislamiento y la falta de interés en cotejar su contenido. Su función apotropaica aseguraba la fe en la curación por la intercesión de los santos y las auridades religiosas locales, con cierta laxitud, permitieron el rito. La Inquisición, más expeditiva, debió de hacer una lectura mejor que Garibay, decretó que la piedra era pagana y la enterró sin publicidad. Los besos y cabezadas de los feligreses cesaron. El diablo Dialcus no perturbaría más la fe de los vascos.
No veo en qué manera esta inscripción puede servir para estudiar el estado de la minería del hierro en la época romana ni que tiene que ver el Valero zaragozano para hablar de la cristianización del territorio.
Un complemento interesante para esta información
REUTILIZACIONES DE MATERIAL ROMANO EN EDIFICIOS DE CULTO CRISTIANO
L.Caballero Zoreda y J.C. Sánchez Santos
Museo Arqueológico Nacional
¿qué quiere decir 'Valerivs tirio dialco votum libens me rito"
y ,en realidad ¿hay alguna relación entre la inscripción y los san Valerios? es interesantísimo todo ,pero me he hecho un lío....
Muy interesante todo el comentario Sr. Salvador.
Me alegra que diga que no ve por ningún lado la relación entre la inscripción y la minería en época romana en la zona de Mondragón, pues yo también me preguntaba a cuento de qué venía esa aseveración, más allá de que dicha inscripción "apareciese en el barrio de Meatzerreka, tradicionalmente ligado a la minería del hierro", tal como comenta la historiadora Otaduy Tristán. A no ser que la deidad indígena Dialcus tuviera algo que ver con la actividad minera, cosa que ignoro (y que me parece se ignora).
María:
La traducción de la inscripción es: Valerio Tiro cumplió su voto a Dialco.
La inscripción, obviamente, no tiene nada que ver con los patrones o santos de los que habla Salvador, salvo lo que él mismo explica en su comentario.
Saludos a los dos
Gracias Guillermo; desde luego,no tiene que ver con ningún San Valerio;entonces había un San Valerio del Bierzo,como explica Salvador que sufrió un intento de desplazamiento por otro santo .
De todas formas,no deja de ser casualidad que haya una ermita dedicada a San Valerio en el mismo sitio donde apareció la inscripción.
es muy interesante todo lo de San Valero ,Salvador.
Muchas gracias Guillermo y María. Es tan solo un entretenimiento vacacional que pretendía poner de relieve la tozudez con que algunas “tradiciones populares”, impulsadas a veces por autores de peso (aunque con un tocado prestigio, como Garibay), se mantienen en el tiempo a despecho de cualquier razonamiento e impugnación.
Voy a ver si consigo leer el trabajo del sr. Abascal porque todavía tengo un par de cositas que me gustaría aclarar.
Y con lo que sigue me postulo para recibir una colleja por la quizás extravagante especulación .
Navegando en la red en busca de Dialcus encuentro que es el nombre antiguo (siglo XI) de un pueblo francés en la Auvernia que hoy se llama Diou , según se reseña en Congrés Archéologique de France . XXI session pag. 61. En la web de pueblo leo: Origine du nom : "Diocum", qui veut dire "église de Dioco" ou "Dialceus".
Cisa Dioc(um) es la lectura del nombre de una dedicante a la diosa Drusuna en un ara encontrada en Olmillos (Nuevas inscripciones latinas en San Esteba de Gormaz, Gómez-Pantoja y Palomar, accesible en Dialnet). Todos los nombres son únicos, aunque según los que entienden tienen raíces corrientes en la antroponimia celta.
Mi pregunta es si se podría establecer una relación entre el Dialcus mondragonés y esta Cisa Dioc(um) dada la sorprendente identidad onomástica entre el nombre del nombre del pueblo francés (Dialcus, Diocum) y ambos personajes.
El nombre Dialcus sería entonces una divinidad celta en pleno corazón del Goierri guipuzcoano,
Apuntar tan solo que en el pueblo de Diou (Dialcus, Diocum) existen minas de mármol desde tiempo inmemorial.
Por último una pregunta ¿En qué siglo estaría fechada la inscripción del ara votiva de Valerius? Gracias
Con tanta cháchara me había olvidado la prueba palmaria de que la advocación a San Valerio, el monje berciano espanta cuélebres, puede tener una relación importante con el nombre del pueblo, Montdragón, e incluso va fijando la fecha posible en la cual la cofradía se puso bajo su advocación. Mondragón fue fundada y nombrada así por Alfonso X el Sabio en 1260.
Se cuenta de que un horrible dragón, llamado Erensuge (Suge, serpiente) asolaba la región. Los habitantes pactaron entregarle una doncella de tiempo en tiempo, que se zampaba con ganas. Al cabo le engañaron, poniéndole una muñeca de cera en su lugar. Se le pegaron los dientes y los ferrones aprovecharon para clavarle una barra de hierro candente, matándola.
La cera es la luz con la que dejaron estupefacta a la sierpe.
Las leyendas sobre dragones surgen precisamente en el siglo de la fundación de la villa. Caro Baroja (Ritos y mitos equívocos) cree que leyenda surgió tiempo después
Los eremitas bercianos habían dado sobradas muestras de profesionalidad y solvencia en el oficio. En el siglo XIII los eremitas iban pasando a los cenobios, pero aun tenían sus paladines. En Mondragón, la Cofradía, probablemente formada con el nacimiento de la villa, no tuvo duda para elegir su Patrón.
Un saludo. A ver si hay más datos porque no me acabo de creer esta historia. Hay zonas oscuras.
Es interesante que ,por lo que se lee en este trabajo ,también hay una relación entre un Albinus de una placa funeraria placa funeraria y el san Albin de la ermita del paraje en la que se encontró .
“Resulta curioso por otra parte, que el antropónimo que revela este epígrafe, sea el de Albinus,
ya que como mencionamos el sitio se llame precisamente San Albín, y desde antiguo se vienen
descubriendo enterramientos realizados en pizarra y granito.”
Rio-Miranda Alcón, J.–Iglesias Domínguez, Mª Gª . Revista Cultural AHIGAL nº 23 Año 2005
NUEVAS APORTACIONES A LA EPIGRAFÍA Y ARQUEOLOGÍA
ROMANA DE CÁCERES
Ya está disponible el artículo
CIL II 4977 (MONDRAGÓN, GUIPÚZCOA).UNA INSCRIPCIÓN ROMANA ENTERRADA...
Juan Manuel Abascal. 2010, 83, págs. 127-131
Archivo Español de Arqueología
La arqueóloga Merxe Urteaga Artigas (miembro de Arkeolan) ha hallado posibles restos de época romana en el montículo de Santa Bárbara, en pleno casco histórico de Arrasate/Mondragón, dónde también fueron hallados los restos del castillo de Goikobalu.
Tal vez esos hallazgos sirvan para contextualizar la inscripción CIL II 4977.
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