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Fuente: cronica.mx.com | 21 de enero de 2016
Descubren en la zona arqueológica de Templo Mayor (México) una ofrenda de consagración con 336 objetos, entre éstos 20 de oro únicos en su tipo como orejeras, cascabeles y corazones, además de 27 cuchillos de pedernal, 187 lascas de piedra verde, seis conchas, cinco cuentas de piedra verde y el esqueleto de una serpiente. Este reciente hallazgo se registró a los pies de la escalinata de la pirámide principal y las hipótesis plantean que los vestigios rememoran el mito del nacimiento de Huitzilopochtli, deidad asociada al Sol.
Los arqueólogos Nicolás Fuentes Hoyos y Gerardo Pedraza Rubio, pertenecientes al Proyecto Templo Mayor, dirigido por Leonardo López Luján, comentan a Crónica que la ofrenda fue depositada durante el reinado de Ahuizotl (o etapa VI), es decir, entre 1486 a 1502, justo cuando se estaba construyendo una nueva plataforma para la pirámide de mayor importancia en Tenochtitlan.
Gerardo Pedraza platica que durante la actual construcción del puente que conectará la calle de Guatemala y Argentina, él y su colega fueron los responsables de salvaguardar las escalinatas del Templo Mayor, entonces al momento de retirar materiales modernos e infraestructura urbana, identificaron cinco ofrendas, de las cuales, una –la número 167– fue la que encontraron en mejor estado de conservación.
“La ofrenda 167 es la que mayor información ha arrojado, no sólo por los artefactos que la componen sino por su ubicación. A simple vista se puede ver que está alineada con el monolito de la diosa Coyolxauhqui, porque está ubicada en ese mismo eje en una etapa constructiva posterior, lo cual es muy interesante”, señala.
Fue en septiembre del año pasado, precisa Nicolás Fuentes Hoyos, cuando removieron una porción de relleno prehispánico que estaba mezclado con concreto moderno y hallaron piezas de oro, las cuales formaban una ofrenda que medía 40 centímetros de ancho por 38 de largo, misma que terminaron de trabajar a finales del año pasado.
“Encontramos 20 piezas de oro que van desde punzones de hueso cruzado, corazones humanos y orejeras y cascabeles de la diosa Coyolxauhqui. Son figuras únicas hechas en oro, nunca se habían visto esas formas, son láminas de oro que las recortaron y repujaron. Es un material que no se encuentra comúnmente en los rellenos”, destaca el arqueólogo.
Una particularidad de estos objetos, comenta, es que presentan perforaciones, es decir, en algún momento formaron parte de un collar o aplicaciones; además, las piezas están en pares: dos pares de orejeras, cuatro corazones, cuatro huesos cruzados y seis cascabeles.
Al respecto, Leonardo López Luján, comenta que el oro es un material raro en Mesoamérica, al contrario de lo que sucede en Alaska, California, Perú, Colombia y en general, en Sudamérica. “Llevamos 38 años excavando y todo el oro que ha aparecido en Templo Mayor cabe en mis manos, el peso total es de medio kilo, a diferencia de las decenas de kilos de oro que se hallan en tumbas de Sudamérica”.
SERPIENTE Y CUCHILLOS.
El total de piezas que conforman la ofrenda son 336, entre las cuales, destacan 27 cuchillos de pedernal, 187 lascas de piedra verde, cinco cuentas de piedra verde, seis conchas trabajadas que provienen del Pacífico y los restos de una serpiente.
“Localizamos 27 cuchillos de pedernal, de los cuales, cinco son conocidos como cuchillos rostros que representan a deidades o personajes porque son cuchillos que tienen aplicaciones que simulan dientes y ojos. Éstos no servía para extraer el corazón, los usaban como imágenes de dioses”, precisa Nicolás Fuentes.
Sobre las lascas, detalla, fueron colocadas para santificar o bendecir el depósito ya que “pareciera que están espolvoreadas en la ofrenda”. Respecto a los cascabeles de cobre, el arqueólogo indica que por estar encerrados en la mezcla de cal y arena, pudieron conservarse a tal grado de que se pueden apreciar los detalles decorativos: una falsa filigrana o espiral en su base.
“Después de que logramos retirar estas piezas, encontramos inmerso en la mezcla de cal y arena, el esqueleto de una serpiente de buen tamaño, era una serpiente adulta y la encontramos torcida, lo que nos hace suponer que la depositaron viva o recién sacrificada”, comenta.
¿De dónde provenían estos objetos?, los especialistas aseveran que los caracoles del Pacifico, las piedras verdes metamórficas de la Sierra Madre del Sur, es decir, Guerrero y Oaxaca; el cobre del oeste de Guerrero o Michoacán y del oro, se tiene documentado que los principales yacimientos estaban en Guerrero y Oaxaca.
REVIVIR EL MITO.
¿Cómo se hizo la ofrenda? Nicolás Fuentes explica que el sacerdote tuvo que delimitar con rocas un pequeño círculo dentro del núcleo constructivo de la nueva plataforma para ahí depositar una cama de arena, la cual está en proceso de estudio para saber si es de origen lacustre o marino.
Después colocaron la mayoría de los cuchillos, luego las lascas de piedra verde y por último los cascabeles y figuras de oro; así, una vez depositados, se vertió mezcla fresca de cal con arena y se colocó el piso de la nueva plataforma. Por lo tanto, agrega, fue una ofrenda de consagración para dotar de sacralidad la ampliación del Templo Mayor.
¿Qué significado tiene esta ofrenda? Leonardo López Luján comenta que al estar al pie del Templo Mayor, alineada al monolito de la Coyolxauhqui y orientada a la capilla de Huitzilopochtli, recrea el mito del nacimiento del dios del Sol, el cual narra que en la cúspide del Cerro de la Serpiente la diosa Coatlicue dio a luz a Huitzilopochtli —dios del Sol—, quien mató a su hermana Coyolxauhqui, la diosa de la Luna, porque ésta junto con sus hermanos las estrellas, mataría a su madre por quedar embarazada.
“Entonces el sacerdote que colocó la ofrenda, puso los cascabeles y orejeras de Coyolxauhqui porque está representando a la diosa con sus ornamentos y armas, puso el arma de las diosas prehispánicas: el tzotzopaztli o machete de tejido; pero a su vez el sacerdote llenó la ofrenda con puntas de flecha, con lo cual está diciendo que ahí fue muerta y sacrificada la diosa de la Luna. Es decir, rememora el mito del nacimiento de Huitzilopochtli, abajo esta su enemiga principal: su hermana la noche; y el sacerdote está depositando a la diosa pero muerta, sacrificada y vencida”, concluye.
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