Vía: MILENIO | Jesús Alejo | 6 de julio de 2011


Dos esculturas prehispánicas en piedra caliza, que representan a cautivos de guerra, fueron halladas por especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en la zona arqueológica de Toniná, en Ocosingo, Chiapas.

 

A decir del investigador Juan Yadeun, responsable del Proyecto Arqueológico Toniná, el hallazgo muestra que la lucha regional que tenían Palenque y Toniná se convirtió en una lucha entre todos los viejos imperios mayas.

 

“Una de las esculturas la descubrimos en tres partes, la primera en septiembre del año pasado y en mayo y junio encontramos las otras dos partes, con lo que nos dimos cuenta que es un cautivo de magnífica hechura, cuyas inscripciones nos dicen que viene de un reino de los señores de Copán”.

 

Se trata de la representación de un guerrero que llegó al lugar con las tropas de Copán, entre 695 y 699 de nuestra era, cuando Toniná tenía totalmente bloqueado a Palenque del resto de los imperios mayas.

 

En el año 714, Toniná arribó a Palenque y capturaron al segundo hijo de Pakal, pero se supone que entre el año 695 ó 699 es cuando “el bloqueo está terrible y seguro el señor de Palenque pidió a sus aliados de Copán que aliviaran la tensión, pero son capturados, lo que en lugar de aliviar la tensión pone todo peor, pues empieza a sufrir un colapso terrible”.

 

 

“Siempre exhibían a los guerreros en el juego de pelota. Se ve que al personaje lo capturan en esa guerra, lo tuvieron varios años como jugador de pelota, hasta que finalmente los decapitan en 699, y la inscripción dice que lo quemaron para que su espíritu se incorporara a la pelota”.

En todas las pelotas representadas en inscripciones se señala que el cautivo está dentro, lo que es muy interesante porque el proceso para que la pelota vuele es agregarle ceniza al látex, “lo que era mágico porque toda pelota aderezada con ceniza volaba y rebotaba a una velocidad impresionante”, de acuerdo con el arqueólogo.

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Con una altura cercana al metro con 20 centímetros, colocado con piernas flexionadas, y un peso de alrededor de 400 kilogramos, la escultura ofreció información para comprobar que en la cancha del juego de pelota de Toniná se realizaron ceremonias de las tres creaciones del universo, previas a la cuarta que se supone va a ver el 21 de diciembre de 2012.

 

“El personaje nos hizo armar todo, porque en las inscripciones que trae en el pecho está el emblema del juego de pelota y dice que es el de la tercera creación. Trae el nombre de un héroe y tiene como título nobiliario el pertenecer a la dinastía de Copán, un señor con muy mala suerte, porque empieza a perder batallas con todo mundo”.

El descubrimiento corrobora la alianza pactada por los señoríos de Copán, en Honduras, y Palenque, en México, en la guerra que esta última ciudad maya sostuvo contra Toniná durante 26 años (de 688 a 714 d.C.), por el control de las aguas del río Usumacinta, batallas sostenidas por Toniná hace más de mil años.

 

 

Se trata, además, de una de las esculturas mejor conservadas de Toniná, donde se producía un arte maravilloso, asegura el coordinador del Proyecto Arqueológico, pues se tiene constancia de infinidad de artistas que, incluso, trabajaban a velocidades impresionantes, como “un mural que dice que lo hicieron en 13 días, en el que se ve que participaron cinco artesanos muy importantes”.

“Se ve que había una escuela escultórica maravillosa, porque al mismo tiempo que van conquistando reinos, se van trayendo como tributo a los artistas, a los pintores, a los escultores. En Toniná tenemos esculturas que son de las mejores del arte maya.”

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Iconografías mayas que cambian la historia

 

Vía: MILENIO | Jesús Alejo | 6 de julio de 2011

 

Desde hace tres décadas, en la zona arqueológica de Toniná, en Chiapas, se llevan a cabo una serie de trabajos de exploración que, poco a poco, arrojan resultados que marcan un antes y un después en la historia de la cultura maya, como son seis tableros de su juego de pelota, cuya recuperación permite conocer el cambio en su iconografía y en las relaciones de poder.

De acuerdo con el arqueólogo Juan Yadeun Angulo, responsable del Proyecto Arqueológico Toniná, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en la ciudad prehispánica se dio un cambio iconográfico gigante: la vieja decoración del juego de pelota ligada al Popol Vuh fue totalmente destruida y en su lugar se puso una iconografía dedicada a representar las guerras de Toniná y Palenque, hacia el año 690 de nuestra era.

“En excavaciones recientes encontramos dos tableros con forma de cabeza de serpiente, que se juntan con cuatro que ya teníamos, muy interesantes por ser unos escudos teotihuacanos cuadrados relacionados con la guerra, en la que están hincados unos cautivos de guerra y las inscripciones dicen que son aliados de los señores de Palenque que pelearon contra Toniná, y también aliados de los señores de Copán, por lo que se ve que era una guerra de grandes dimensiones, que implicaba los extremos del imperio maya.”

Las seis esculturas están fragmentadas en más de 300 pedazos, si bien las cuatro primeras fueron restauradas y están expuestas en el Museo de Sitio de Toniná, de las últimas se tuvieron que hacer reproducciones, tanto de los marcadores viejos como de los nuevos, para mostrar cómo se quitaron las serpientes que representan las cabezas del cielo, y en su lugar se pusieron unos nuevos marcadores que hicieron un cambio muy importante.

“La primera iconografía del juego de pelota muestra la lucha entre los señores del cielo y los del inframundo y cómo vencen los señores de la luz. En la segunda etapa se hace la misma representación, sólo que ahora los señores de Toniná representan a los señores del cielo y los señores de Palenque representan a los de la muerte.

 

“Este momento en la guerra entre Toniná y Palenque transforma todo el México antiguo, porque acaba de caer Teotihuacan y eso da un cambio total en la estructura del poder, antes concentrado en una aristocracia muy cerrada y con las guerras se abre, el poder se expande por completo”, explica el arqueólogo.

Expresión del cielo y la tierra

La cancha del juego de pelota tiene seis marcadores, que en la época posclásica tienen un hoyo por donde pasa la pelota, pero en la época clásica los marcadores eran cabezas de deidades, en este caso de serpientes: serpientes empotradas en la cancha del juego de pelota.

En el año 687 las quitaron los propios mayas y en su lugar pusieron los escudos teotihuacanos, que miden 90 por 1.60 de largo; se sabe que son escudos teotihuacanos por ser cuadrados, los mayas eran redondos, y están hechos de algodón, de plumas y de listones.

“Encima de ese escudo está la representación de los cautivos de guerra como si estuvieran hincados y del tablero sale la cabeza del jugador de pelota, que es el nuevo marcador: en lugar de que los marcadores fueran las serpientes del cielo, ahora son los jugadores de pelota y, sobre todo, los cautivos, que están justo en el momento que los van a decapitar, para demostrar que el juego de pelota es el lugar en el que se funde el inframundo con el cielo.”

Los hallazgos también ayudan a entender un poco más lo que es un juego de pelota, porque se ve que las clases guerreras estaban totalmente ligadas al juego, eran parte de su expresión permanente.

Sin embargo, el especialista asegura que lo más importante es que se cuenta con la interpretación final de los dos momentos fundamentales de los mayas: cuando cambian sus iconografías.

“Tenemos dos épocas: la del clásico, totalmente ligada a la lucha de los dioses, y en el epiclásico tenemos cómo esa lucha se escenifica en la tierra y cómo cambia toda la estructura socioeconómica hacia algo mucho más abierto. Después, otra vez se concentra el poder en Chichén Itzá, en un solo templo y una deidad”, concluye Juan Yadeun.