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Arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) corroboraron la existencia de Noh Kah, “Ciudad Grande”, una zona arqueológica maya de 34 hectáreas y al menos seis grupos arquitectónicos ocultos en la selva de Quintana Roo.
En un comunicado, el INAH explicó que la urbe fue explorada después del descubrimiento de un muro revestido con piedras cuadrangulares de las que penden largas lianas, realizado por pobladores del ejido Botes-Rovirosa.
Sobre dicho muro, el arqueólogo Javier López Camacho destacó que se trata de una construcción posterior al auge que experimentó la urbe, hace más de mil 500 años, en el periodo Clásico Temprano, entre 250 y 600 d.C.
Así, desde hace dos años especialistas de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), en coordinación con el Centro INAH Quintana Roo, realizan la recolección de material cerámico y el levantamiento topográfico de la milenaria metrópoli, de la cual han definido los seis grupos arquitectónicos.
López Camacho mencionó que “Noh Kah pertenece a un área muy importante que es la ribera del río Hondo, colindante con Belice, donde se extienden sitios monumentales que desconocíamos totalmente y que van a arrojar datos relevantes para la reconstrucción histórica de lo que se conoce ahora en sitios como Dzibanché y Kohunlich”.
Para delimitar el territorio se utilizó el reconocimiento aéreo, pero debido a la abundancia de la selva fue necesario hacer un recorrido en superficie a fin de obtener coordenadas precisas, localizarlo y mapearlo, lo que permite al equipo de especialistas hacer lecturas de distancia mediante ondeas electromagnéticas.
“Ciudad Grande” incluso puede brindar conocimiento sobre la influencia de la dinastía Kaan en lo que hoy es el sur de Quintana Roo, reconocida por la presencia del glifo de la “Cabeza de Serpiente” en sitios como El Resbalón, Dzibanché” y Pol Box, o Los Alacranes en Campeche, explicó el instituto.
“Hubo un control muy fuerte por parte de esta dinastía para el Clásico Temprano, claro que el sitio Noh Kah estaría sujeto a una entidad política mayor que podría ubicarse más al norte del área geográfica”, explicó López Camacho, responsable del Laboratorio de Topografía de la ENAH.
La forma y organización de los montículos, así como la mampostería expuesta, revelan dos etapas culturales en la ciudad; la primera de ellas, para el Clásico Temprano, en relación con la expansión de instituciones de gobierno y cultura material.
Tras la derrota de Tikal, hacia 562 d.C., por parte de Calakmul, el asentamiento tuvo otro periodo de desarrollo. “Hablamos del Clásico Tardío, aproximadamente entre 600 y 800 d.C., influenciado por la provincia de Río Bec, en la región central de la península de Yucatán”, refirió el arqueólogo.
El patrón de distribución coincide con el modelo de asentamiento de otros sitios del sur de Quintana Roo, el cual se caracteriza por la separación del área nuclear de las ciudades a fin de ejercer un mayor control de la población.
Por ello, los grupos arquitectónicos de la antigua urbe han sido nombrados “El Corozal”, “El Pich”, “El Pocito”, “Hop Na” y “El Veinte”, que se hallan separados por distancias que oscilan entre 0.5 y 3.0 kilómetros.
El especialista comentó que es interesante el acondicionamiento que se hizo del lugar dado lo accidentado de la orografía, de ese modo los antiguos constructores adecuaron las laderas para habilitar terrazas, lo que hace difícil su detección desde el aire y también motivó que se mantuviera oculto por siglos.
En “El Corozal”, próximo a la gran aguada que debió abastecer a todo el asentamiento, se observan dos conjuntos en torno a las plazas; frente a éste se ubica “El Pich”, el grupo desde cual se ejercía el poder político, según revela su arquitectura, en la sobresale un montículo alargado cuya base mide 100 metros.
También en “El Pich” se distinguen tres patios, en diferentes niveles, rodeados por estructuras habitacionales y en cada uno de ellos sobresale una edificación de mayor altura que los preside.
En “El Veinte” se reconoce un basamento piramidal sobre la loma más alta, que se orienta hacia el núcleo que forman los grupos “El Pich”, “El Pocito” y “El Paredón”, integrándose de ese modo al sitio, a pesar de su distancia de 1.5 kilómetros al sur.
El mapeo busca ver cómo se estructuraba Noh Kah, la forma en que los grupos arquitectónicos se unían a través de calzadas y la infraestructura que permitía el aprovisionamiento de agua. Estos datos ayudarán a entender la organización del sitio y su evolución temporal, desde el Clásico Temprano al Clásico Tardío, indicó el INAH.
Noh Kah, “Ciudad Grande”, se ha ido convirtiendo en una entrada de ingresos para los pobladores cercanos gracias a la implementación del Programa de Empleo Temporal para su mantenimiento, y también de reconocimiento de su propio pasado, finalizó.
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