En el artículo The First Labyrinths, de Jeff Saward podéis encontrar las referencias prehistóricas conocidas del símbolo del laberinto como motivo grabado. Se da la curiosa circunstancia de que, a la vez que se consideran los laberintos incisos de Galicia como los que arrojan las cronologías más antiguas, sus manifestaciones gemelas prerromanas en el Mediterráneo, aunque más recientes, son también las más ricas y extendidas. También encontramos este motivo en otras zonas de Europa, particularmente en Escandinavia (los célebres trojeborg y pinturas en iglesias), pero han sido datados desde el s. XIII en adelante, aunque también es cierto que frecuentemente están cerca de yacimientos de la Edad del Bronce y del Hierro(1)

En mi opinión, este símbolo no puede ser un buen ejemplo de aquellos que surgen en distintas zonas del mundo de tal manera que su uso y significado evolucionan de manera autónoma y aislada. al contrario, es complejo y su realización requiere aprendizaje, tanto que su conocimiento podría haber estado limitado a algunos iniciados(2). Lejos de opinar que Galicia fue el foco de difusión del laberinto, sí parece claro que hubo algún tipo de contacto entre los mundos atlántico y mediterráneo desde muy antiguo que permitió el intercambio de bienes, pero también de tecnologías, ideologías y creencias. Por ejemplo, se han constatado contactos comerciales del occidente europeo, particularmente la cultura de Wessex, en el sudeste de Inglaterra, o la cultura de los túmulos armoricanos de la Bretaña francesa, con el mundo micénico:

«La mitad del segundo milenio marca un hito en el desarrollo de los intercambios en la Edad del Bronce. Las civilizaciones cretense y micénica estaban en su máximo apogeo y su influencia comenzó a notarse por los Balcanes y hasta en Europa central. Poco después, dicha influencia empezó a extenderse a otras orillas de toda la cuenca del Mediterráneo. Las relaciones comerciales entre Grecia y Europa septentrional están demostradas, entre otras cosas, por la presencia en Cnosos y en las tumbas reales de Micenas de ámbar, entonces uno de los materiales más preciados. El ámbar procedía de Jutlandia y de las costas del Mar del Norte, y llegaba a Grecia por una vía reconstruida por el investigador inglés J. M. de Navarro. Que además de dichos intercambios hubo también otros tecnológicos queda demostrado por el hallazgo, en los emplazamientos prehistóricos de Europa central, de armas del tipo común en Micenas y Cnosos, así como de yelmos de guerra parecidos a los usados en ambas culturas. Así, parece más que obvia la hipótesis de que los intercambios materiales llevaban aparejados intercambios de ideas, de creencias, de figuraciones mágicas y de culto. [...] El primer periodo de la Edad del Bronce coincide con el aprovechamiento intensivo de las vetas de oro de Irlanda. La civilización micénica y la cretense cubrían sus necesidades de oro primordialmente de aquella fuente, además de Inglaterra, de Alemania y de Escandinavia»(3).

«Un material arqueológico muy abundante de Francia e Inglaterra prueba unas relaciones comerciales intensas de estos dos países con el Egeo motivadas por la necesidad que tenía este último de los metales del Occidente, tal como las cuentas u otros ornamento de pasta vítrea, cuentas de vidrio, etc., que se localizan desde el mediodía francés, hasta las 40 cuentas y pendientes de pasta vítrea de la cultura de Wessex y del Bronce Medio inglés; el parentesco entre la taza de oro de Rillaton (Cornualles) y las de la tumba de fosa 4 de Micenas, entre los discos de ámbar con cerco de oro de Manto (Wilshire) y de Cnosos, fechado este último en el Minoico Reciente II, o s. XV, entre los ornamentos de franja de cadena de las Islas Británicas y sus prototipos de Palestina o de Enkomi, entre el fragmento de puñal de bronce, procedente de un túmulo de Pelynt, en Cornualles, y sus prototipos micénicos tardíos demuestra lo mismo. Esta ruta es la prolongación hacia las regiones ricas en estaño de los países del norte de la seguida por los lingotes de cobre de Chipre y de Cerdeña. Es el camino que seguirían a partir del año 900 ó 750 los griegos precoloniales que continúan el comercio micénico de la ruta del mediodía francés a las costas vascas, aquitanas, armoricanas y a las Islas Británicas, ruta frecuentada por los naturales del país y antes por las gentes del Bronce sículo de Sicilia. cf. C.F.C. HAWKES: op. cit. 97 s.; J. BRIAD: Les dépôts et l'âge du Bronze Atlantique, Rennes 1965, 122, 196, 236 ss., 299. El autor relaciona este comercio con la explotación del estaño»(4).

Curiosamente, en el arte rupestre de la costa atlántica gallega ha quedado constancia de estos contactos a la luz de las representaciones de barcos fenicios o micénicos de los petroglifos de Oia y Carnota. A este respecto Hidalgo y de la Peña opinaban que:

«Aunque gravemente afectada na súa integridade por un acto vandálico que borrou a zona central da figura, o que sobrevive ten entidade máis que dabondo para comprendermos o sensacional do tema: a representación dun navío de casco curvo, con proa e popa elevadas, mástil colocado máis preto daquela que desta e os correspondentes estais. Todo –estilo iconográfico y características arquitectónicas– apunta á consideración de que o que está representado neste petroglifo é un navío de filiación mediterránea e de cronoloxía aproximada de finais do III Milenio a.C., perfectamente encaixable coa xeral da arte rupestre galaica. A presencia desta embarcación súmase ás evidencias arqueolóxicas que falan a prol da presencia de navegantes mediterráneos nas terras atlánticas cando menos dende estes tempos de introducción da Metalurxia. Lémbrese ao respeito os comentarios de máis arriba verbo das figuras labirínticas»(5).

y sobre las figuras laberínticas que:

«Trátase dun deseño de complicado trazado que remite a un modelo iconográfico extendido polo Mediterráneo dende tempos prehistóricos, onde foi posto en relación directa co coñecido ciclo mitolóxico cretense do Minotauro, e logo, xa en época romana, tamén coa non menos mitificada cidade de Troia. A súa presencia no contexto rupestre galaico, máis aló dos fortísimos valores simbólicos que agocha, abre interesantes reflexións sobre os contactos mantidos cos focos culturais mediterráneos en momentos tan antigos como poden ser os tempos do III Milenio a.C., que é a data máis probábel do desenrolo deste ciclo rupestre»(6).

Nosotros, aquí, nos vamos a centrar en la estación rupestre de Carnota, conocida como Laxe Escrita, donde encontramos varias representaciones de barcos.







Aunque en la actualidad la masa forestal, constituida por eucaliptos, impide su visión, el paisaje circundante es rico en accidentes en el horizonte que pueden servir como buenas referencias de la puesta del sol en fechas o momentos señalados de su calendario : Monte do Facho, Veladoiro, A Moa del Monte Pindo y el Alto de Adraño. Sobre Veladoiro se produce la puesta del sol en el solsticio de verano y sobre el extremo del cabo de Finisterre, el sol en las fiestas de media estación que dan comienzo y fin al verano. Es decir, desde a Laxe Escrita el sol se pone durante todo el año en el mar, excepto durante el cuarto del año (centrado por el solsticio) correspondiente al verano. A estos alineamientos hay que añadir otro alineamiento en el solsticio de verano, esta vez en la salida del sol, que se produce sobre un pequeño pico de los tres que se ven sobresaliendo en la ladera del monte hacia el Este. La probabilidad de que se produzcan estos tres alineamientos, entre los 8 considerados, es de sólo un 3% atendiendo a la evaluación estadística de observatorios astronómicos prehistóricos que expusimos en un artículo anterior. Puedes descargar los cálculos en este enlace.





El motivo del barco es uno de los más frecuentes en el arte rupestre escandinavo(7). Allí, aparece frecuentemente asociado a las modernas representaciones de laberintos de tipo cretense repartidos por diversas iglesias escandinavas(8). El símbolo del barco, además, parece estar estrechamente relacionado con el mundo de los muertos(9). Su relación con las fiestas estivales del solsticio, así como Beltaine y Lugnasad, podrían ser análogas a las manifestadas por el símbolo del laberinto grabado de Mogor con las fiestas de primeros de mayo y primeros de agosto, o de la serpiente con el solsticio de verano.  Un interesante paralelo podría ser el monumento megalítico conocido como Piedras de ale o Ale Stenar, en Scania, en el sur de Suecia, que tiene forma de barco de 67 metros de largo: «Las Rocas Ales están construídas de manera tal que, visto desde el centro, el Sol nace sobre la piedra de popa en el solsticio de invierno y se pone sobre la de proa en el solsticio de verano»(8)Serpiente, barco y laberinto parecen entonces ser símbolos comunes de la Muerte, y consiguientemente del Invierno, que es vencido y superado por el Verano.
Ales Stenar (Fuente:Wikipedia)

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(1) MÉNDEZ FILESI, M., El laberinto. Historia y mito, Alba, 2009, pp. 214-234

(2) GUENÓN, R., Símbolos fundamentales de la ciencia sagrada, La caverna y el laberinto, Cap. XXIX de Símbolos fundamentales de la ciencia sagrada, Eudeba-Colihue, Buenos Aires, 1988 (primera edición 1937) http://temakel.net/node/574

(3) SANTARCANGELI, P., El libro de los laberintos, Siruela, Madrid, 1997, p. 119

(4) BLÁZQUEZ MARTÍNEZ, J. M., Los orígenes de la colonización fenicia de occidente, Ediciones Universidad Salamanca, 1975, pp. 42-43

(5) HIDALGO, J. M., DE LA PEÑA SANTOS, A., COSTAS GOBERNA, F.J., SILVA, A. M., BACELAR ALVES, L. Arte Rupestre Prehistórica do Eixo Atlántico, editado Eixo Atlántico en Gráficas Planeta, 2005, p. 163

(6) HIDALGO, J. M., DE LA PEÑA SANTOS, A., COSTAS GOBERNA, F.J., SILVA, A. M., BACELAR ALVES, L. Arte Rupestre Prehistórica do Eixo Atlántico, editado Eixo Atlántico en Gráficas Planeta, 2005, p. 131

(7) HARDING, A. F., Sociedades europeas en la Edad del Bronce, Ariel Prehistoria, 2003, pp. 328-343

(8) MÉNDEZ FILESI, M., El laberinto. Historia y mito, Alba, 2009, pp. 195-213; «está documentado que a principios del siglo XIX la tradición oral relacionaba estos trojeborg con antiguos ritos propiciatorios de las pescadores. De alguna manera servían como talismanes para evitar las tempestades y obtener buena pesca, lo cual podría explicar los barcos que acompañan los laberintos representados en la iglesias». MÉNDEZ FILESI, M., El laberinto. Historia y mito, Alba, 2009, pp. 222-223

(9) «Los barcos estaban muy relacionados con los muertos. En la Edad del Hierro las sepulturas colectivas se señalaban mediante alineaciones de piedras levantadas que trazan la figura del cascarón de un barco visto desde arriba. Además, sobre los siglos VIII y IX, y sin duda antes, los personajes importantes se hacían inhumar en un barco». MÉNDEZ FILESI, El laberinto…: 234, HARDING, A. F., Sociedades europeas en la Edad del Bronce, Ariel Prehistoria, 2003, pp. 118-120

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