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Reproducción de las lanzas, tal y como las fabricaron los humanos hace 500.000 años / Schoville
Fuente: Materia | Nuño Domínguez | 15 de noviembre de 2012
Un equipo de investigadores ha situado en África las puntas de lanza más antiguas de la humanidad. Se trata de fragmentos triangulares afilados que fueron fijados en astiles para ser usados contra las presas. Las piedras, halladas en Sudáfrica, tienen medio millón de años, 200.000 más que cualquier otro arma similar encontrada antes.
El hallazgo, publicado hoy en Science, da fe de la aparición de una tecnología esencial que permitió a los humanos cazar sin tener que acercarse demasiado a las presas.
“Ponerle una punta de piedra a una lanza incrementaba dramáticamente la letalidad de un ataque, lo que quiere decir que nuestros ancestros pasaron menos noches en ayunas y podían protegerse mejor de los animales peligrosos que vivían en África”, explica Benjamin Schoville (izquierda), coautor del hallazgo.
El descubrimiento es una cura de humildad para los Homo sapiens, los únicos humanos que quedan vivos en el planeta, porque las puntas también son la primera prueba de que los humanos de África le llevaban cientos de miles de años de ventaja a sus congéneres europeos en cuanto a tecnología se refiere.
Hace pocas décadas se pensaba que los humanos modernos fueron los primeros en inventar las armas arrojadizas. Esa destreza tecnológica habría pasado después a los neandertales de Europa por imitación, lo que confirmaría así su inferioridad. Las puntas más antiguas de este tipo tienen unos 300.000 años. Las nuevas armas, que se han hallado en Kathu, al norte del país, tienen unos 500.000 años. Esa fecha es anterior a la divergencia entre los humanos modernos y sus primos los neandertales e implica que las primeras lanzas fueron inventadas por un ancestro común, probablemente el Homo heildelbergensis. “Estas lanzas eran una estrategia que usaban los ancestros de humanos modernos y neandertales así que no fue algo que uno de estos grupos aprendiese de otro”, resalta Schoville.
Hace medio millón de años, los heidelbergensis lanzaban muertos a una profunda fosa de la sierra de Atapuerca (la famosa sima de los Huesos), en Burgos. Los científicos españoles que descubrieron el lugar hallaron entre los cadáveres una gran hacha de piedra muy bien pulida en un mineral que no existía cerca del yacimiento. La llamaron Excalibur (izquierda) y la interpretaron como una ofrenda ritual. Aquella hacha, una piedra del tamaño de la palma de una mano y con dos filos laterales, era un gran ejemplo de la tecnología de la época, conocida como achelense. Era un tipo de arma que no llevaba mango ni mucho menos se lanzaba a distancia. De hecho, hasta ahora no se habían hallado puntas de lanza o flechas atribuidas a esta especie. Lo más parecido eran las jabalinas de madera halladas en Alemania y que datan de hace unos 400.000 años.
La revolución de las flechas y las lanzas llegaría a Europa mucho después, con un nuevo estilo tecnológico conocido como el musteriense, atribuido a los neandertales. Los primeros restos de este tipo son de hace unos 300.000 años y consisten en estilizados triángulos de piedra esculpidos con maña hasta aportarles el filo letal necesario para la caza. Una definición idéntica puede hacerse ahora de las puntas halladas en Suráfrica, que, vistas desde Europa, son un anacronismo mayor que decir que los egipcios construían cazas F-16. La explicación del equipo de Schoville es que los humanos africanos eran unos adelantados a su tiempo.
“Sabíamos que África era la cuna de la humanidad y ahora parece que también fue la cuna de los primeros avances tecnológicos”, señala Marina Mosquera (izquierda) investigadora de la Universitat Rovira i Virgili y experta en las herramientas heidelbergensis halladas en Atapuerca. Mosquera señala que se trata de un trabajo “muy exhaustivo”, que, sin embargo, deja aún muchas preguntas sin responder.
Foto: Las puntas de piedra originales, halladas en el yacimiento de Kathu Pan, al norte de Suráfrica. / Science
En África hay un vacío de fósiles humanos en el periodo del que datan las puntas sudafricanas. El continente no tiene restos humanos de hace entre 800.000 y 300.000 años, lo que impide atribuir con seguridad las herramientas a una especie humana, apunta Mosquera. Lo más probable, señala, es que se trate del heidelbergensis, o de la versión africana de esta especie, Homo rodhesiensis.
¿Cómo llegaron las puntas de flecha hasta Europa? La primera oleada humana fuera de África que se conoce sucedió hace unos 130.000 años. Probablemente hubo muchas otras y los neandertales y heidelbergensis entraron y salieron una y otra vez del continente, pero no hay ni rastro de ello. “Se sabe demasiado poco para poder trazar una ruta”, concluye Mosquera.
Las armas se probaron en gacelas muertas
Uno de los misterios aún no resueltos es cómo usaban los humanos las armas descritas en el estudio. “El tamaño de las puntas sugiere que se usaban a corta distancia más que como proyectiles usados en arcos o jabalinas, pero sin los mangos reales es difícil asegurarlo”, explica Schoville.
Un investigador prepara el experimento para probar las puntas de lanza en una gacela muerta. Se usó una ballesta que calibraba el impulso.
Las herramientas fueron halladas en 1976 y ahora han sido datadas y analizadas con lupa para interpretar cómo se usaban. Los investigadores han encontrado pruebas de que las puntas iban engastadas en mangos de madera. En su afán para interpretar las grietas y desgaste que muestran las herramientas han construido réplicas de las mismas y las han lanzado contra cadáveres de gacela. Todos sus experimentos indican que las puntas se usaron en lanzas, es decir, son las armas de este tipo más antiguas halladas hasta ahora.
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