La «tumba» del hombre de Arintero (León) muestra un rito funerario excepcional en España

Uno de los dos individuos hallados (Braña I) hace cuatro años en la cueva de La Braña-Arintero.
Ramiro

Los expertos destacan que los «funerales» sin inhumación son más propios de épocas posteriores

Vía: Diario de León.es | Cristina Fanjul | 16 de junio de 2010

«Único en España». Los profesores de Prehistoria de la Universidad de León, Federico Bernaldo de Quirós y Ana Neira Campos, manifestaron ayer que el hecho de que los dos cuerpos de los hombres del mesolítico encontrados en una cueva de Arintero hace cuatro años no fueran inhumados es un hecho excepcional. «Es la primera vez que se encuentra aquí un rito funerario del Mesolítico de estas características», destacan, y añaden que esta práctica se había constatado ya en descubrimientos realizados en Portugal o Italia pero nunca en España. Y es que el 90% los ritos funerarios durante el mesolítico eran de inhumación, mientras que los dos individuos de Arintero fueron depositados -”no enterrados”- en el interior de una cueva, lo que implica el inicio de una nueva visión del mundo del hombre que precedió al Neolítico.

Esta misma teoría la defiende Pablo Arias, investigador del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria, que destaca que este tipo de comportamientos funerarios -”una cavidad remota, aparentemente no habitable donde se colocan los cadáveres a manera de nichos”- son más frecuentes en épocas más tardías. «La Braña Arintero constituye un documento de gran importancia para conocer el comportamiento funerario de las últimas sociedades de cazadores-recolectores de la península Ibérica», explica.

Dieta y estacionalidad.

El delegado de la Junta, Eduardo Fernández, presentó ayer las conclusiones de la investigación de los dos cuerpos hallados en la cueva de La Braña-Arintero, en una publicación que, coordinada por la antropóloga Encina Prada y el arqueólogo de la Junta Julio Vidal, ha sido editada en la colección Estudios y catálogos de la Junta de Castilla y León. Este monográfico reúne toda la investigación a través de trabajos y estudios de las áreas de prehistoria y antropología de varias universidades españolas y europeas, como la de Oxford o la de Burdeos. Así, los investigadores franceses Solange Rigaud, Franceso Errico y Marian Vanhaeren fueron los responsables del estudio de los 24 caninos de ciervo encontraron junto a los cuerpos.

Caninos de ciervo perforados. Foto: Julio Vidal

Destacan los estudiosos que el conjunto responde a una selección que tenía como finalidad adornar, de acuerdo con los cánones simbólicos establecidos, el atuendo que el difunto llevó a lo largo de su vida. Además, existen diferencias en la perforación de los dientes, lo que lleva a pensar que en la confección del conjunto participaron varias personas. Encina Prada manifestó ayer que sólo dos de los caninos pertenecían al mismo ciervo, el resto procedían de distintos cérvidos, todos ellos machos. Además, se ha descubierto que la colección estaba fijada de manera lateral al vestido del portador.

Por su parte, la Universidad de Oxford, en colaboración con la de Santander, estudió el colágeno encontrado en los huesos de los dos esqueletos y determinó que, durante sus últimos años de vida, los dos humanos habían basado su alimentación en productos de origen marino, algo muy extraño para los habitantes de zonas de interior. Para Federico Bernaldo de Quirós y Ana Neira, los dos individuos formaban parte de un grupo de alrededor de cincuenta personas cuya dieta puede explicarse en el hecho de que habrían pasado a uno y otro lado de la cornisa cantábrica de manera estacional.

La antropóloga Encina Prada subrayó ayer que los restos humanos corresponden a dos varones de unos 35 o 40 años cuyos restos se conservan de manera muy completa. Ambos individuos se parecen y tienen rasgos suaves y no muy robustos. Además, no eran excesivamente altos. Medían 1,66 y 1,63 centímetros y prácticamente no falta ningún hueso. Las entesopatías de ambos muestran que habrían pasado gran parte de su tiempo en cuclillas o arrodillados, una postura que podrían haber adoptado para la fabricación de utensilios con los que cazar y recolectar.

Los dos esqueletos en el Museo de León

Desde ayer, los vestigios descubiertos en la cueva de Arintero pueden visitarse en el Museo de León. Los restos de los dos individuos y el conjunto de los 24 caninos de ciervo encontrados junto a uno de ellos se han dispuesto en vitrinas en la segunda planta de Pallarés junto a unos panales explicativos realizados por los coordinadores de la investigación. Precisamente, el delegado de la Junta, Eduardo Fernández, prometió ayer al alcalde de Valdelugueros que se pondrían en marcha las iniciativas necesarias para que el hallazgo pudiera llegar a la localidad. Por otro lado, el arqueólogo de la Junta, Julio Vidal, criticó ayer que los descubridores de la cueva de Arintero avisaran a un medio de comunicación antes que a la administración para dar publicidad a la noticia.

Para el arqueólogo, esta decisión borró muchas de las huellas que podrían haber arrojado más luz sobre las poblaciones mesolíticas. De esta manera tan peculiar agradecía Julio Vidal ayer al grupo de espeleólogos el hallazgo que ha permitido realizar la investigación cuyas conclusiones se presentaron ayer. Este periódico ha podido saber que varios montañeross mantienen silencio sobre descubrimientos realizados en los últimos años. Estas cuevas y su interior permanecerán «inéditos» ante el temor de que se repita la experiencia de La Braña.
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"Debieron pasar mucho tiempo en cuclillas"

Los arqueólogos desvelan cómo eran y vivían aquellos hombres del Mesolítico

Vía: La Crónica de León. C.D.R. | 16 de junio de 2010

(El segundo esqueleto, denominado Braña II. Foto: M.Marcos).

Hace cuatro años fueron descubiertos restos humanos en la cueva de La Braña-Arintero, en Valdelugueros, huesos que dieron lugar a múltiples especulaciones. Hoy, un libro recoge todos los estudios científicos realizados en torno a los mismo, un libro presentado ayer en el Museo de León con el título de ‘Los hombres mesolíticos de la cueva de la Braña-Arintero (Valdelugueros, León)’; coordinado por el arqueólogo de la Junta Julio Vidal y la profesora Encina Prada, el libro cuenta con la participación de un completo equipo multidisciplinar y plurinacional que ha atendido a los más mínimos detalles. Asimismo, el Museo de León también expone los dos esqueletos (casi completos), así como otros elementos asociados a ellos, como unos dientes de ciervo perforados y utilizados como adorno.

El director del museo, Luis Grau, señaló que es “necesario mostrar al ciudadano un monográfico tan importante como este”, y por eso, en el museo “vamos a mostrar a los leoneses los dos esqueletos (de hace alrededor de ocho mil años) y esos 24 caninos de ciervo”.


Los huesos conservan aun las concreciones pétreas (piedra formada a su alrededor), algunas de las cuales fueron retiradas, otras fue imposible quitar y otras se dejaron para mostrar.

El delegado de la Junta, Eduardo Fernández, destacó “el gran trabajo de investigación y divulgación que han llevado a cabo los autores que, además, ha sido altruista, ya que el coste de la investigación apenas alcanza los 12.000 euros”.

Por su parte, Vidal (tras amplio capítulo de agradecimientosy de reproches a la prensa por el tratamiento dado a los descubrimientos en los primeros momentos del hallazgo) insistió en que los restos son “ciertamente excepcionales, pues son los primeros restos humanos de época mesolítica en la cuenca del Duero”, así como en el trabajo “desinteresado de especialistas, espeleólogos e incluso la Guardia Civil”.

En referencia a los huesos, el arqueólogo explicó que “los cuerpos fueron depositados sin intención de enterrar y lejos de la entrada para alejarlos de carroñeros, rasgo inusual en épocas mesolíticas”; uno de ellos fue depositado “en una especie de repisa, mientras que el otro apareció en un pozo”. Desgraciadamente, “los huesos ya habían sido manipulados, pues algunos visitantes nos enseñaron fotos en las que los huesos estaban dispuestos de otro modo”. Pero tal vez lo más importante es que “este tipo de restos suele aparecer mucho más cerca de la costa, de modo que esta es la primera aparición de restos tan al interior”.

Por su parte, la profesora Encina Prada comenzó explicando las “muchas concreciones calcáreas que presentaban los huesos, en algunos casos fáciles de quitar y otros en que fue imposible retirar el carbonato cálcico”. Las personas propietarias de aquellos huesos “vivieron en el VI milenio antes de Cristo, sus rasgos son suaves y no robustos, medían alrededor de 1,65 metros y tendrían al morir entre 35 y 40 años”. Y es que “los huesos presentaban buena conservación, e incluso en algún caso se han conservado cartílagos”.

Uno de los esqueletos (el denominado Braña I) “presenta un fuerte traumatismo en el rostro, así como una fractura en la quinta vértebra lumbar, heridas que se curaron (no fueron mortales) y queprobablemente se debieran a una caída”.

Prada continúa describiendo los huesos y lo que de ellos se puede deducir; su dentadura “muestra un enorme desgaste tanto en muelas como dientes, lo que indicaría que la boca se usaba como tercer brazo para el trabajo, para hacer o tensar el arco, para trenzar y curtir...”. La doctora también desvela que “debieron pasar mucho tiempo arrodillados o en cuclillas, según muestran las carillas de los huesos”.

La Universidad de Burdeos fue la encargada de llevar a cabo el estudio sobre 24 caninos de ciervo que se encontraron junto a los restos humanos; estaban cosidos a la ropa, es decir, no conformaban un collar. Y la Universidad de Oxford (en colaboración con la de Santander) estudió el colágeno encontrado en los huesos de los dos esqueletos y determinó que, durante sus últimos años de vida, los dos humanos habían basado su alimentación en productos de origen marino, algo muy extraño para los habitantes de zonas de interior. “Tal vez vivían cerca de la costa y atravesaban la montaña con el buen tiempo, o tal vez consumían peces de río”, concluyeron los expertos.
De todos modos, los responsables del estudio señalaron que “aun no están definitivamente cerradas las investigaciones”.
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Una profusa información, así como un buen número de fotos, sobre el hallazgo que en su día se realizó de estos dos esqueletos de tiempos mesolíticos, se puede ver en el post que José Luis Santos realizó en 2006: "Los especialistas confirman que los restos de la cueva de Arintero en León tienen un mínimo de 5.000 años".

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