Fuentes: rtbf.be| Inrap | 12 de abril de 2013 (Traducción de G.C.C. para Terrae Antiqvae)

Más de 2.200 años después de su entierro en una necrópolis gala, guerreros con espadas de hierro y mujeres que portaban torques y fíbulas de bronce han sido revividos gracias a las excavaciones preventivas llevadas a cabo en el Parque Logístico de Buchères Aube, cerca de Troyes, al este de París.

El descubrimiento fue realizado hace unas semanas por equipos del Instituto francés de Investigaciones arqueológicas (Inrap). Las excavaciones han dejado al descubierto quince recintos funerarios espectaculares en forma cuadrangular, circular y de herradura. Algunos de ellos pertenecen a periodos anteriores a la época celta, especialmente la Edad del Bronce. Los recintos, caracterizados por tumbas profundas de dos metros, están alineados. La voluntad de aproximar a los difuntos entre ellos es patente. Ciertas fosas se yuxtaponen o superponen: en una tumba dos difuntos fueron enterrados el uno junto al otro. Como en la mayoría de las necrópolis protrohistóricas, la ausencia de enterramientos de niños es notable.

De una treintena de tumbas identificadas en el lugar, cerca de la mitad ya han sido excavadas y han revelado a cinco hombres con armas (dos ellos tienen un escudo) y mujeres que llevan adornos característicos de la cultura La Tène (siglos IV y III a.C.), una época de importantes migraciones celtas. La presencia de una necrópolis gala es sorprendente en este lugar, ya que no se registra ningún rastro de un gran asentamiento urbano en la zona.

Los arqueólogos creen que el lugar fue elegido probablemente porque muchos recintos funerarios que datan de la Edad de Bronce (2.200 a 800 a.C.) tendían a elevarse sobre el lugar, a modo de montículos alineados en al menos dos kilómetros. "Debían constituirse en marcadores del paisaje, visibles desde lejos en estas llanuras", explica Cécile Paresys (izquierda) arqueóloga del Inrap.

Aunque algunas tumbas han sido ya vaciadas para evitar que los objetos y los restos óseos sean dañados por las lluvias, otrss todavía albergan a sus ocupantes desde el jueves pasado durante una visita organizada para los periodistas.

El impresionante esqueleto de un gran guerrero con su espada al lado y una visible lanza de hierro cerca del cráneo, está junto al de una joven. A diferencia del hombre que porta brazaletes de hierro, la mujer gala lleva un torque de discos y un brazalete serpentiforme, ambos de bronce. Tales adornos característicos, así como las fíbulas halladas, permiten datar las tumbas entre los años 325 y 260 a.C.

Un recinto excepcional

Este complejo funerario es excepcional en más de un sentido.

A pesar de los espacios grandes espacios abiertos por la arqueología prevenyiva en el valle del Sena, Champagne, en particular alrededor de Troyes, el descubrimiento de los monumentos funerarios de este periodo es muy raro.

Además, en algún otro lugar de este territorio, durante los siglos IV y III a.C., otras prácticas funerarias originales se llevaban a cabo: los muertos eran enterrados en silos subterráneos abandonados, como lo demuestra la excavación de un conjunto de este tipo a menos de un kilómetro de la necropólis de Buchères.

Esta última también difiere significativamente de las que se encuentran un poco más al norte, en el Marne: de hecho no había vajilla ni partes de comida para acompañar a los difuntos de Buchères.

Sin embargo, es difícil hablar de estas personas y sus bienes antes de realizar cualquier análisis.