El descubrimiento, que se publica en Nature, es la primera prueba de que un grupo anterior a los humanos ya tenía la capacidad intelectual necesaria para idear cómo hacer herramientas afiladas. También arroja luz sobre el desarrollo cognitivo de nuestros ancestros que, según Sonia Harmand, coautora del estudio e investigadora del Instituto Turkana Basin de la Universidad Stony Brook (Nueva York), no se puede comprender únicamente a partir del estudio de los fósiles.
Los investigadores Sonia Harmand y Jason Lewis examinan una de las herramientas halladas.
Hasta el momento, las herramientas de piedra más antiguas eran las que se encontraron en Gona, en Etiopía. Databan de hace 2,6 millones de años y se habían vinculado a la industria olduvayense, llamada así porque los primeros instrumentos de esta época se descubrieron en la Garganta de Olduvai, en Tanzania, a mediados del siglo XX. Una década más tarde esos utensilios se pudieron asociar finalmente con el primer humano, el Homo habilis, que vivió aproximadamente hace entre 1,5 y 2,5 millones de años.
En 2010, no obstante, se produjo un nuevo hallazgo que volvió a cuestionar la relación entre el desarrollo de tecnología y los homínidos responsables de fabricarla. En Dikika, también en Etiopía, se encontraron una serie de huesos de animales de 3,4 millones de años que presentaban unas marcas de corte que sugerían que se habían utilizado utensilios para separar la carne. Al no encontrarse ninguna herramienta en el yacimiento, los investigadores no podían concluir si aquellas marcas las había producido una herramienta elaborada con ese propósito o, simplemente, con una piedra afilada. Tampoco podían saber quién las había generado. Este nuevo descubrimiento de herramientas arroja luz sobre la cuestión.
Foto: Sonia Harmand examina una de las herramientas de piedra. / MPK-WTAP
Según explican los investigadores en un artículo en Nature, se trata de un conjunto formado por 149 utensilios de piedra, relacionados con la fabricación de herramientas, como lascas y rocas usadas para golpear, y otras cuya función parece ser de yunque. Se encontraron en un yacimiento llamado Lomekwi 3, en Kenia, a finales de una campaña de excavación en 2012. Y por la forma en que están talladas sugieren que los individuos se situaban de pie, sujetando una piedra en una mano y golpeándola con otra, a modo de martillo, hasta conseguir un borde afilado con el que poder cortar plantas, o la carne de animales.
“El hallazgo es muy relevante porque demuestra que estos homínidos prehumanos eran capaces de repetir un gesto con intencionalidad y de prever que de la fractura de aquella piedra que golpeaban saldría un utensilio con el que podrían cortar. Esta cuestión es muy importante. Los chimpancés, por ejemplo, parientes nuestros, no lo saben hacer. Usan herramientas pero no conocen cómo fabricarlas”, explica Robert Sala (izquierda), profesor de prehistoria e investigador del Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució (IPHES), especialista en tecnología lítica.
Las herramientas halladas estaban situadas sobre una capa de ceniza volcánica que ha permitido datar el yacimiento en alrededor de 3,3 millones de años. Asimismo, el estudio de los isótopos de carbón del suelo y de los fósiles animales hallados en la misma capa han permitido saber cómo era el ecosistema de la zona: un área boscosa, con presencia de arbustos. Esto es muy relevante porque hasta ahora uno de los argumentos clásicos en paleoantropología afirmaba que la tecnología se había desarrollado como respuesta a un cambio en el clima que había comportado que se expandiera la sabana y que eso, a su vez, había favorecido que aparecieran grandes grupos de animales que podían servir de comida para los homínidos. De ahí que los protohumanos comenzaran a desarrollar herramientas para poder aprovechar mejor la carne de los animales que cazaban.
Sin embargo, según destacan los investigadores en su artículo, el tamaño y las marcas halladas en las nuevas herramientas sugieren que se usaban para muchas más cosas; sobre todo, explica Jason Lewis, coautor del estudio e investigador del Instituto Turkana Basin y de la Universidad de Rutgers (EE.UU.), teniendo en cuenta que habitaban en un entorno boscoso en el que podían acceder a plantas. Y apunta que posiblemente esas herramientas se usaron para romper nueces, tubérculos o incluso extraer insectos de los troncos de los árboles.
La producción de herramientas es muy importante en la historia de la evolución humana porque marca el inicio de una nueva estrategia de comportamiento que acabó transformando los sistemas sociales y la cultura de los humanos a través del aprendizaje social de habilidades y tecnología. “Las herramientas se asocian a un proyecto, a un plan, a la capacidad de establecer relaciones entre objetos, de entender las causas y ser capaces de proyectar en el futuro las consecuencias, además de la gran capacidad de coordinación motora necesaria”, señala Emiliano Bruner (paleoneurobiólogo, derecha), del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH).
Y eso deja entrever las capacidades cognitivas de aquellos homínidos. Los autores del estudio señalan que esta tecnología requiere que aquellos protohumanos tuvieran capacidad de control de las manos, de la visión y de la coordinación entre cuerpo y sentidos. “Una visión más actual de la paleoantropología interpreta la mente como resultado de la integración de cerebro, cuerpo y ambiente. En este caso, la herramienta no es producto de un proceso cognitivo, sino parte integrante del mismo, una extensión del cuerpo que forma parte del proceso”, añade Bruner.
Para Eudald Carbonell (izquierda), al frente del IPHES, codirector del yacimiento de Atapuerca y uno de los mayores expertos en tecnología prehistórica, “este descubrimiento es importante porque demuestra que estos homínidos saben secuenciar y la secuenciación es uno de los indicios más importantes de la evolución humana y lo que llevará a la larga al lenguaje”.
Pero entonces, ¿quiere eso decir que ya había humanos sobre la faz de la Tierra hace 3,3 millones de años? ¿O que la tecnología no es exclusiva de los Homo, como había considerado la paleoantropología durante mucho tiempo?
“El descubrimiento de un fragmento de mandíbula en Etiopía en marzo de este año retrasaba el registro fósil humano hasta los 2,8 millones de años, apenas medio millón de años con referencia a las herramientas, un tiempo que en evolución no es nada”, destaca Carbonell.
El descubrimiento también tiene implicaciones muy interesantes para entender la evolución del cerebro humano. “El homínido que fabricó esas herramientas tenía un cerebro muy pequeño, porque sabemos por el registro fósil que no crece hasta más adelante. Y eso demuestra lo que nosotros desde el IPHES hemos defendido desde hace mucho tiempo: que son las herramientas las que hacen el género homo”, señala Sala, investigador del IPHES, que remacha: “este hallazgo nos confirma que la tecnología es prehumana”.
“Hasta ahora se decía que sólo un cerebro grande, como el nuestro, podía permitir el desarrollo de tecnología. Para nosotros es al revés, la tecnología fue el factor fundamental de presión y selección de la propia naturaleza. Seguramente, si aquellos individuos eran capaces de repetir gestos con intención, sumado al consumo de carne y otros factores, eso pudo acelerar la estructura nerviosa neuronal del cerebro”, añade Carbonell.
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