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Foto: Animación del descenso de la serpiente emplumada. © Mayan Majix
La serpiente emplumada comienza a descender. Todo está envuelto en la oscuridad a excepción de la escalera norte del enorme templo por donde llega. Mientras el sol proyecta su misteriosa sombra, los escalones se iluminan poco a poco dándole vida a la gran cabeza serpentina que reposa en la base del templo. El gran dios se desliza por los escalones, extiende su prodigioso cuerpo y entonces desaparece.
Así como sucedió hace más de 1,000 años, el fenómeno del equinoccio (21/22 marzo y septiembre) en el templo de Kukulcán en Chichén Itzá, sigue conmoviendo los corazones de los espectadores. En estas épocas del año, el juego de luz y sombra en el templo, crea esta ilusión óptica: La de una serpiente que se mueve. Miles de entusiastas se reunen en Chichén Itzá para vivir la experiencia de la magia maya. Al observar a la serpiente bajar por el templo, los visitantes se podrán preguntar hacia dónde va.
Existe una profunda ironía en este descenso y desaparición, como si Chichén Itzá fuera el punto de partida para un viaje, en cierta forma lo es porque Yucatán es, en efecto, la puerta de entrada a un gran mundo: El Mundo Maya.
Desde lo alto de la pirámide de Kukulcán, que tiene más de 21 metros, la vista de este Imperio Maya es asombroso. Enormes templos, complejas plataformas esculpidas, inmensas canchas de pelota y columnas salpican el paisaje. La inclemente y áspera tierra del Yucatán se extiende hasta donde alcanza la vista. Sin embargo. con toda su majestuosidad. el enorme sitio arqueológico de Chichén Itzá representa sólo una parte de lo que se ha llegado a conocer como El Mundo Maya.
Esta vasta área fue habitada por los antiguos mayas, cuya civilización alcanzó su apogeo cultural entre los años 200 y 900 d.C. En un tiempo, los mayas dominaron la parte este de Mesoamérica, incluyendo Guatemala, Belice, la parte occidental de Honduras y parte de El Salvador, así como los estados mexicanos de Yucatán, Quintana Roo, Campeche, Chiapas y Tabasco. Desde la enorme cordillera de volcanes que abarca desde Chiapas a la parte inferior de Centro América, hasta las rígidas mesetas del Yucatán, el paisaje maya reune gran variedad de condiciones climatológicas.
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Vínculos entre el culto a Kukulcán y el planeta Venus
El culto de los mayas prehispánicos a Kukulcán estaba relacionado con el planeta Venus, como puede observarse en numerosos edificios de Chichén Itzá -indicó la Arqlga. Lilí Fernández Sousa, profesora e investigadora de la Facultad de Antropología de la Uady.
Durante su ponencia "La plataforma de Venus en la plaza del Osario", en el marco de los festejos por el 30o. aniversario del plantel, la especialista comparó los datos obtenidos en las últimas excavaciones y restauración de la estructura con otras manifestaciones de ese planeta en Teotihuacan, Xochicalco y Cacaxtla.
La plataforma de Venus del grupo del Osario es un edificio cuadrado de perfil talud-tablero, cuyas alfardas están coronadas con cabezas de serpientes. En los ocho paneles que la componen se repiten las mismas imágenes: el signo pop o estera, el "hombre-pájaro-serpiente", el "atado de los años" o siglo mesoamericano y una media estrella que simboliza a Venus, representación considerada como propia del centro de México.
La media estrella de Venus está presente en el Templo de los Jaguares, la Columnata Norte y el Mercado, entre otros edificios de Chichén, en los que aparece en la ropa de algunos personajes identificados como guerreros.
Según observaciones de varios estudiosos del arte y de la iconografía mesoamericana, el planeta Venus estaba asociado, en los inicios de su culto, al agua y la fertilidad, después, hacia el año 550 d.C., en Teotihuacan, adquirió un sentido de sacrificio y muerte.
Por otra parte, varios gobernantes mayas se consideraban ligados al planeta, como lo demuestra la designación del rey Yax Pac de Copán en una fecha relacionada con el ciclo venucino.
También parece que Venus estuvo relacionado con Quetzalcóatl y con Itzamná, que también era representado por medio de serpientes.
Al comparar las representaciones de Venus en Chichén Itzá, con las de otros sitios del centro de México, apoyan la idea de que esta ciudad maya tenía un carácter cosmopolita, sin embargo, los datos iconográficos no son suficientes para sostener esta afirmación, harían falta estudios en otras áreas de la arqueología para aseverar este hecho.
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