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Hola, Balbo:
Muy interesante el asunto que planteas sobre la elección de Cicerón como cónsul.
Ciertamente, no parece que esté muy claro si en su proceso electoral se llegó a depositar finalmente las tablillas (secretas). Si hacemos caso del texto de Cicerón que citas, cabría concluir que no se hizo, que no se llegó a considerar necesario, dado que fue aclamado de viva voz masivamente ya desde la primera centuria que debía votar.
No obstante, no se puede asegurar que no se hiciera, y podría suponerse que, a pesar de la aclamación que daba ya como cantada su elección, se procediera a realizarse protocolariamente a fin de respetar la legalidad (naturalmente, como es obvio, no fue necesario que se llegase hasta el final).
Hay también otro texto de Cicerón (Contra Pisón, 1-3) donde se puede leer lo siguiente: "Toda Italia, todos los órdenes, toda la ciudadanía me proclamó primer cónsul con sus aclamaciones incluso antes que con el voto".
Es decir, en este último texto vuelve a incidir en que obtuvo, antes y desde el comienzo de la votación, una aclamación masiva, que aventuraba ya que saldría elegido, pero no que no fue necesario que se llegara a votar. Se diría que subraya que, antes de procederse a la votación, ya se le aclamaba (y proclamaba) como cónsul.
Tanto si vale esta interpretación, como si no (esto es, que no se llegó a votar), habría que tener en cuenta que en la propia obra de Cicerón que citas (Sobre la ley agraria II 1-4), dice más arriba: "Y no sólo me habéis elegido cónsul, lo cual es de por sí un altísimo honor, sino que me habéis elegido en una forma en la cual pocos nobles han sido elegidos en esta ciudad; siendo hombre nuevo, nadie antes de mi..."
De donde se deduce que su elección fue especial, pero no inédita, pues al menos algunos otros también lo consiguieron de igual manera. Cicerón naturalmente se da a sí mismo más mérito en haberlo conseguido por ser un homo novus, un hombre nuevo. Si no fue necesaria la votación, entonces la cosa se complica (o se facilita) porque ya hubo precedentes.
Yo me inclino a pensar que él, al igual que otros -como él mismo apunta-, consiguieron el consulado con una aclamación tan importante que, antes de procederse a la votación (que se producía de modo efectivo, en todo caso), ya se veía que saldrían elegidos.
Por lo demás, yo también desconozco si hay más interpretaciones al respecto.
Un cordial saludo.
Hola de nuevo, Balbo:
Sí, efectivamente, todo lo que apuntas es muy cierto, y tal parece que, si hacemos caso literal del texto de Cicerón, la votación no se llegó a celebrar.
Cabe también la posibilidad remota de que el propio Cicerón se hubiera excedido en esta apreciación valorativa de su elección (ya se sabe que no tenía abuela) y dijera alegremente que no fue necesario que se produjera la votación. Pero esto, ya entiendo que es, quizás, demasiado especulativo.
No obstante, a pesar de que lo que apuntas sobre la legislación romana (constitución del voto secreto, por ejemplo), hay que tener en cuenta que la misma no se aplicaba, en muchos casos, a rajatabla.
Toda la historia romana está repleta de bastantes excepciones que practicaban respecto a la legalidad de la que se dotaban, y muy particularmente en los nombramientos de magistrados. Estas excepciones, en gran cantidad de casos, se dejaban estar, o bien se ratificaban posteriormente por los cónsules o por el senado. También es verdad que estas excepciones, cuando interesaba, se ponían en entredicho y se reclamaba su retirada y las consecuencias de ellas derivadas.
En el caso de Cicerón, como te apunté, él mismo dice que hubo otros casos similares antes que el suyo (quizás también sometidos a "Lex Gabinia Tabellaria"), y, en consecuencia, cabría calificarlos dentro de esa tónica de excepcionalidades de las que te hablo, y que debían considerarse normales o aceptadas dependiendo de los intereses políticos y sociales del momento.
Un hecho en favor de esta última tesis, vendría dado por la propia seguridad que se desprende de los textos de Cicerón sobre la legalidad implícita de su elección. Quiero decir que si Cicerón sabía de sobra cómo era la legalidad que informaba la elección de magistrados, resultaría absurdo que él pusiera en tela de juicio, de modo indirecto, la legalidad de un cargo que tanto trabajo y desvelos le costó conseguir.
En fin, no sé. No cabe duda que la cuestión que has planteado es muy interesante y da para varias vueltas en su análisis. Si me entero, o se me ocurre algo más, te lo haré saber (espero que tú también).
Un cordial saludo
Hola de nuevo, Balbo:
Muy sugerente, como siempre, todo lo que apuntas, pero creo que habría que tener en cuenta algunas cosas más.
No comprendo muy bien el alcance de tu argumentación cuando dices -sobre el odio o repulsa que pudiera suscitar Cicerón entre sus coetáneos-: "Y, la verdad, no veo que en su trayectoria política conocida existan motivos para semejante animadversión".
Y no la comprendo muy bien, porque, justamente, de todos es conocido que Cicerón, a lo largo de su vida política, tuvo que lidiar con suficientes e importantes enemigos, hasta el punto de que una de estas confrontaciones (con Marco Antonio) le costó pagarla con la vida.
En cualquier caso, es esta línea argumental sobre la posible animadversión que provocaban sus actos políticos la que nos puede proporcionar algún elemento más de juicio sobre su atípica elección como cónsul.
Quiero decir -y esto es lo importante- que, si diéramos por bueno que su elección consular no se ajustó a los cánones de la ley, y este fallo se hubiera podido considerar una irregularidad manifiesta, o que al menos provocara dudas, es evidente entonces que sus numerosos enemigos lo habrían utilizado en su contra sin perder tiempo. Y, como sabemos, y hasta donde se conoce, esto no ocurrió.
Ni el propio Lucio Sergio Catilina (que nunca llegó a cónsul a pesar de intentarlo repetidas veces, y quizás harto de ver en ello actos de corrupción electoral), ni Lucio Casio Longino (seguidor de éste en la conjura y derrotado, precisamente, por Cicerón en las elecciones consulares para el año 63), ni el tribuno de la plebe, Publio Servilio Rulo (que promovía el proyecto de reforma agraria contra la que Cicerón se opuso), ni el mismo Julio César (al cual algunos autores consideran que estaba detrás de muchas de las iniciativas dirigidas contra Cicerón -incluida la conjura de Catilina), ni otros importantes personajes de la época, decidieron que podrían encontrar arma argumental política contra el Arpinate en la forma como fue elegido cónsul e invalidar todos sus actos.
Ni siquiera se le llegó a acusar de corrupción electoral, una acusación que ya se había dado otras muchas veces, tal como le sucedió al propio cónsul para el año 62, Lucio Licinio Murena, y al que defendió el mismo Cicerón como cónsul, obteniendo su absolución. Al fin y al cabo, se podría llegar a considerar que si hubo esas aclamaciones tan masivas y populares en la elección de Cicerón (que hicieron innecesario el voto secreto) fue porque, en última instancia, todos aquellos que se manifestaron en tal sentido estaban comprados o sobornados. Ni siquiera esta duda tampoco se tuvo en cuenta. Ten presente, además, que el de Arpinum, había promovido, precisamente, la ley Tulia contra la corrupción electoral, donde se condenaba a diez años de exilio a quien la vulneraba.
Cicerón sufrió otras acusaciones que le costaron caro (como la llevada a cabo por su enemigo Publio Clodio, al denunciar la ilegalidad de que ordenara dar muerte a los seguidores catilinarios), pero no vinieron derivadas nunca de su curiosa (según suponemos) elección consular.
En definitiva, cuanto más profundizamos en este interesante asunto ciceroniano, más me reafirmo en todos los argumentos que llevo dicho hasta ahora. Su elección quizás tuvo algo de atípica -aunque no inédita- y fue legal. Tan legal que el cónsul saliente que debía presidir el comicio centuriado tuvo que dar el resultado por bueno y válido necesariamente. Nadie lo discutió y nadie lo puso en duda.
Veo ya difícil que podamos exprimir mucho más el meollo de la cuestión, aunque siempre puede haber posibilidades.
Un cordial saludo y muy agradecido de haber podido entablar contigo este interesante análisis. Seguro que nos veremos en otros debates (propuestos por ti, por mí o por otros).
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