Red social de Arqueologos e Historiadores
(Publicado originalmente en Ciencia Histórica)
Más de una vez el cine le ha hecho una mala jugada a la historia, tergiversando hechos conocidos, añadiendo otros inexistentes y hasta reuniendo en una escena personajes que vivieron en épocas diferentes, como cuando las películas en blanco y negro nos mostraban a hombres peleando con dinosaurios. En uno de estos casos, la película “Apocalypto” del actor/director/papuchi (para algunas) Mel Gibson, podemos ver en la escena final como el protagonista, un maya que ha escapado del sacrificio violento en una gran ciudad, se encuentra en la playa con un galeón español. Difícilmente. Para cuando Cortes y sus huestes se acercaron al continente recién descubierto, la civilización maya llevaba varios siglos desaparecida. Tómese nota de que cuando hablo de civilización me refiero al país o imperio fundado por los habitantes de la península de Yucatán y Centroamérica en la época prehispánica, y no al grupo étnico y su cultura, que aún perviven saludablemente en las mismas regiones.
La historia de los mayas comienza aproximadamente en el segundo milenio antes de nuestra era, cuando se registran los primeros asentamientos sedentarios en el norte de Guatemala. Tanto en Belice como en el sur del estado mexicano de Chiapas se han encontrado restos de poblaciones permanentes, capaces ya de producir cerámica. Para el año 250 a.C., cuando los romanos se preparaban para extender su república por el Mediterráneo, una docena de reinos-estado mayas comerciaban y competían entre sí en un área geográfica con más de 200 mil kilómetros cuadrados. Ejemplos de esta era Pre-Clásica los podemos ver en Komchen, que presumía de Sacbes, o caminos pavimentados, antes que los romanos, y Dzibilchaltún, ambas a poca distancia al norte de la actual Mérida, en México, y no muy lejos del Chicxulub que escribí hace un par de semanas. Entre otras cosas, los arqueólogos han encontrado vestigios del que por aquel entonces ya era un producto muy popular, el cacao. y los primeros jeroglíficos mayas. Por razones que desconocemos, muchas de estas ciudades fueron abandonadas hacia el primer siglo de nuestra era, algunas para ser re-ocupadas en etapas posteriores.
El Periodo Clásico (250 d.C.- 900 d.C.) fue el auge de la civilización maya, extendiéndose desde los estados Mexicanos de Chiapas y Tabasco, toda la Península de Yucatán y hasta el oeste de Honduras y el norte de El Salvador. Numerosas ciudades estado independientes surgieron entre la selva aprovechando los recursos a su alcance, construyendo colosales monumentos de piedra y desarrollando una cultura científica y artística que competía con las más avanzadas de Europa y Asia. Ciudades como Caracol, Palenque, Copán, Tikal (una de sus pirámides fue utilizada como escenario en la película “La Guerra de las Galaxias”), Calakmul y Uxmal comerciaban con jade, obsidiana, cacao, conchas y sal a largas distancias con otros grupos mesoamericanos, incluidos los habitantes de Teotihuacán, a más de mil kilómetros de distancia. El único sistema de escritura encontrado en la América pre-colombina, los jeroglíficos mayas fueron un importante vehículo para la expansión y consolidación de la cultura en una civilización que se distinguía por la independencia de sus distintos reinos, no muy diferente a lo que sucedió en la Grecia Clásica.
Igual que en muchas otras culturas antiguas, la estructura social de los mayas mezclaba la política con la religión. Los reyes llevaban a sus pueblos a la guerra en nombre de los dioses y las consecuencias para los perdedores podían ser brutales. Como hicieran los aztecas varios siglos después, los mayas llevaban a cabo sacrificios humanos rituales para “pagar” esa deuda de sangre en la que el pueblo había incurrido al momento de la creación. Desgraciadamente, la película mencionada anteriormente se centra exclusivamente en este aspecto, e ignora por completo el legado cultural de los mayas.
Por otra parte, la atención de las hordas con bermudas y cámaras fotográficas que sin descanso apabullan las ruinas mayas se centra en la arquitectura. Los afortunados que visitan centros arqueológicos como Chichen-Itza, Uxmal, Palenque, Tikal o Bonampak han sido testigos de sus fabulosas construcciones, templos, observatorios y, en especial, las pirámides escalonadas, construidas por gentes que no contaban con bestias de carga ni herramientas de metal pero sí con avanzados conocimientos en matemáticas y geometría, por si solas monumentos representativos de una gran nación que floreció ajena a lo que sucedía en otros continentes. Pero al igual que la vida, las civilizaciones nacen, crecen, se reproducen y mueren. La suerte del imperio maya no sería diferente.
Hasta la segunda mitad del siglo XX, los expertos no se ponían de acuerdo en las causas del colapso de la civilización maya, es más, algunos todavía las discuten. Más recientemente, estudios científicos han logrado dar con un culpable más que razonable del declive. Descartada quedó desde el principio la posibilidad de un enemigo externo, pues no se han encontrado rastros de ningún vecino lo suficientemente poderoso ni de ataque alguno. Tampoco hay vestigios de una única catástrofe natural, como sucedió cuando el volcán Thera acabó con los micénicos. La teoría más aceptada actualmente apunta más bien a un largo ocaso del poderío maya provocado por extensos periodos de sequía. Investigaciones climatológicas y no arqueológicas basadas en el estudio de sedimentos acuíferos, sugieren que reducciones paulatinas de la pluviosidad, aunadas por la deforestación ligada a la agricultura, fueron las causantes del descenso de la población en los grandes centros urbanos. Para cuando los españoles fondearon sus galeones en las costas yucatecas, el imperio maya había dejado de existir.
Pero no sus gentes y su cultura. En la actualidad, más de cinco millones de mayas pueblan los mismos territorios que en el pasado y su lengua y tradiciones perduran a pesar de la hegemonía hispánica. No es extraño para los turistas que visitan Mérida o las cristalinas aguas de Can-Cún o Playa del Carmen escuchar en bocas de los indígenas que trabajan en los hoteles y restaurantes (y en oficinas), la dulce cadencia de su lengua ancestral.
Junto con los Incas y los Aztecas, los Mayas son una de las grandes civilizaciones de la América pre-hispánica y mucho queda en el tintero de su cultura para escribir innumerables artículos, pero debido a las limitaciones del formato blog me veo en la necesidad de resumir en pocas palabras su extenso legado. Me comprometo en el futuro volver al tema y dar más luz a los grandes logros y desdichas del pueblo maya. Palabra de bloguero.
Excelente sintesis de tema tan complejo,a ver si aprendo.
Muchas gracias por tu comentario Juan Pedro. El tema de los mayas y de las demás culturas prehispánicas en América es muy complejo y muy extenso, pero desde mi posición de aficionado a la historia he intentado publicar una "probadita" para alentar al público en general a estudiar y conocerlos mejor. Me halaga mucho que te haya gustado.
Gracias nuevamente y un saludo.
¡Muchas gracias, Jesús!, por compartir toda esa interesante y esclarecedora información relacionada con el Imperio Maya y su cultura en general.
Gracias a tí, Santiago, por leerme y por comentar. No soy un experto en el tema, pero he tenido la suerte de pasar largas temporadas en Yucatán y algo se me ha pegado. Espero dsifrutes con los siguientes artículos.
Gracias nuevamente y un saludo.
En realidad, llamar imperio a la civilización maya es un error. Los mayas, a diferencia de Aztecas e Incas, no centralizaron su organización política, social o religiosa. Eran ciudades independientes, con una buena red diplomática entre ellas. Relaciones de dominio entre algunas, sí; pero nunca existió una ciudad o gobernante que abarcara a todo el territorio... y menos a todas las épocas en las que los mayas tienen presencia. Saludos!
Muchas gracias amigos de Revista Nómada Guatemala. Tienes mucha razón en que la civilización maya nunca se consolidó como un imperio en sí, sino que se basó en la convivencia de una serie de ciudades/estado que comerciaban y luchaban entre sí de acuerdo a sus intereses locales, algo muy similar a lo que sucedió en la Grecia antigua y que menciono en el artículo. Sólo he utilizado la palabra "imperio" como convención histórica para facilitar la redacción.
Gracias nuevamente por comentar y un cordial saludo.
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