La existencia de manantiales de aguas termales en Chaves (Portugal) fue sin duda una de las razones por las que los romanos establecieron aquí un importante asentamiento en la vía entre Braga y Astorga. Más tarde evolucionó hasta convertirse en el año 79 en un municipio de pleno derecho con el nombre de Aquae Flaviae. Recibió el prefijo Aquae por formar parte del núcleo de las ciudades balneario del imperio.
Con la construcción de un aparcamiento subterráneo, se llevaron a cabo prospecciones arqueológicas para evaluar el impacto de las obras sobre el patrimonio. En una de estas apareció un suelo de losas de granito asociado a materiales romanos y agua caliente. Estos fueron los primeros indicios de la existencia de las ruinas de las termas medicinales romanas de la ciudad. El ayuntamiento decidió entonces cambiar la ubicación del aparcamiento. La excavación permitió descubrir uno de los complejos termales más fascinantes e increíbles del Imperio, con varias etapas de construcción.