Más de 350 obras de mármol de época imperial romana. Retratos funerarios como el de los Servilios, sarcófagos dorados con bajorrelieves como el de las Guirnaldas y el que representa la Carrera de Bigas. Por no hablar de la estatua de Atenea Parthenos y la del Sátiro Músico. Es el rico patrimonio arqueológico que constituye la ‘Colección Wolkonsky’, presentada hoy (por ayer) en Roma en Villa Wolkonsky, la residencia oficial del embajador británico en Roma, con la presencia entre otros del ministro de Bienes Culturales y Turismo Dario Franceschini, y del embajador británico Christopher Prentice. Obras que, de hecho, constituyen un verdadero “museo” de villa Wolkonsky.

Fuente: La túnica de Neso | Laura Larcan / Il Messaggero.it, 11 de diciembre de 2014

Fotos por gentileza de Rizzo/Toiati (Il Messaggero).

El patrimonio, recuperado tras un trabajo iniciado en 2011 y coordinado por la arquitecta Valentina Puglisi, comisaria de la colección, fue el orgullo del parque de la villa en los tiempos de la princesa rusa Zenaida Wolkonsky, que en 1830 compró una vasto terreno agrícola junto a la Basílica de San Giovanni para crear un refugio, lejos del centro de Roma, en el que entretener a sus amigos artistas y escritores.

“Hemos recuperado una colección privada del siglo XIX -ha explicado Puglisi-, que había sido conformada para embellecer los jardines de la villa. Hemos tratado de mantener de la mejor manera posible las obras, que son de una gran importancia para el mundo romano. Sobre todo, además de una relectura de la relación entre la antigüedad y el jardín con la colocación de la mayor parte de las obras en los invernaderos, hemos querido reabrir esta colección privada al gran público”.

El siguiente paso ahora es “entregar el archivo fotográfico al Instituto Arqueológico Alemán (el DAI) para mantenerlo a salvo y para que esté disponible también para los expertos de todo el mundo.” Se está pensando, de hecho, en abrir la villa al público bajo determinadas condiciones. “Hemos organizado ya algunas visitas al jardín restaurado -señala Christopher Prentice-, y estamos pensando en el modo de abrirlo también al público con visitas guiadas para grupos pequeños. Para nosotros -añade el embajador – la importancia de esta restauración está en el hecho de que recuperamos una parte del patrimonio cultural universal”.

La restauración ha sido posible con el apoyo de Shell Italia, con quien se ha completado su nueva disposición. Algunas obras, entre ellas retratos funerarios de familia y algunos sarcófagos con bajorrelieves, no particularmente delicados en términos de conservación, han sido colocadas en la avenida que discurre a lo largo del acueducto para hacer revivir, si bien con nuevas formas de presentación, el original encanto del jardín de la princesa Wolkonsky.

La mayor parte de las obras, incluyendo numerosos sarcófagos y fragmentos de bajorrelieves, estatuas votivas, inscripciones y elementos arquitectónicos, han encontrado sin embargo ubicación en el nuevo Museo de los Invernaderos Wolkonsky, dos invernaderos del siglo XIX comunicados entre sí y situados cerca de la puerta de entrada a la residencia, que han sido restaurados y preparados para acoger el centenar de obras que debían ser protegidas de la intemperie y para ofrecer a los visitantes la posibilidad de admirar la colección sin interferir con las necesidades de seguridad de la residencia, restituyendo al tiempo un connubio sin precedentes entre las antigüedades y el jardín. De manera más general, treinta y seis tramos del acueducto de Nerón, edificado en el siglo I d.C., atravesaban la propiedad, y la princesa construyó una villa que se apoya sobre tres de sus arcos. A lo largo del resto del acueducto dispuso un jardín de estilo romántico, que iba a ser famoso por sus rosas y sus obras romanas, la mayor parte de ellas procedentes de las tumbas que se encontraban a lo largo del recorrido del acueducto, excavadas por su hijo Alessandro.

“Este es un lugar maravilloso de Roma -ha señalado el ministro Franceschini -, un lugar extraterritorial porque pertenece al gobierno del Reino Unido, y es atravesado por un magnífico acueducto romano. Me parece importante que se haya hecho un trabajo de recuperación que hará en parte accesible a los turistas y a los ciudadanos esta pieza del patrimonio arqueológico tan importante”.

“Creo -ha añadido Franceschini- que este ejemplo recuerda además que el patrimonio cultural y arqueológico es patrimonio de la humanidad. Los Estados, la Iglesia, los particulares, las regiones y los municipios son los titulares temporales de un patrimonio que es de todos. Y todos, conjuntamente, tenemos que contribuir a recuperarlo, a restaurarlo y a hacerlo accesible”.