Foto: La estela vadiniense procedente de la Remolina.
La Asociación Riaño Vive recupera una estela vadiniense de Remolina que llevaba más de medio siglo en Bilbao
Vía:
Fulgencio Fernández, Riaño | La Crónica.net, 11 de enero de 2010
La Plataforma por la Recuperación del Valle de Riaño tiene el gran gozo de anunciar al mundo entero que hemos conseguido devolver un valioso tesoro a nuestra tierra, una estela vadiniense procedente de Remolina que llevaba muchos años lejos de nuestra tierra. A partir de unos días la podremos contemplar en el Museo Etnográfico Comarcal de Riaño”. Así anuncia la citada plataforma ‘el regreso a casa’ de la estela vadiniense de Vado Nebira.
Los integrantes de este colectivo —que han hecho popular el lema de ‘Tarde o temprano vaciaremos el pantano’— explican el origen de esta pieza recuperada. “Hace 1600 años aproximadamente, un hombre llamado Lugua perteneciente a uno de los clanes vadinienses de la zona llamado los cadecos, espetó esta piedra sobre la tierra, en el lugar llamado hoy ‘Las tierras de San Roque’, perteneciente al concejo de Remolina. Lo hizo, después de un dedicado trabajo sobre ella en honor a su amigo Vado Nebira. Del clan de los Indeginos, hijo de Anemide. Que yacería muerto bajo la tierra. Casualmente, es el mismo lugar donde apareció la lápida del conocido vadiniense, Tridio Alonge”. A este último le dedicó un libro el escritor local Saturnino Alonso Requejo, en el que cuenta la historia de un vadiniense, un joven jefe de un castro cántabro (Las Caldas-Remolina) obligado a luchar contra las legiones romanas. “Una historia amena y entrañable llena de palabras nuestras y de emociones montiscas que todos hemos sentido y sentimos quiero creer, cuando caminamos por el bosque y nos metemos en un acebal”.
La estela ahora recuperada había desaparecido de este valle hace más de medio siglo. “Corría el verano de 1955 cuando unos obreros de la cuadrilla de ‘Los Tordos’, familia constructora de Riaño que trabajaba en la construcción del puente de Remolina, justo debajo del muro del pantano. Al lado, se encuentran ‘Las tierras de San Roque’ y “en un lindero sobresalía pinada una piedra grande y plana, algo inclinada sobre otra más pequeña que la sostenía. El hallazgo llamó la atención de algunos aunque nadie sabía que esa piedra ‘diferente’ llevaba ahí tanto tiempo. Era una lápida de la tribu de los vadinienses que poblaban estas montañas en los últimos años de la romanización... algo que pocos sabían”, pero que sí había uno que lo conocía, el ingeniero de las obras, un apasionado de la arqueología. Debió intuir la importancia del hallazgo pues “un día fue metida en una caja de madera hecha por los trabajadores y subida a un camión del transportista riañés Paco Muñíz, hasta Cistierna. De allí, a un vagón del tren de la Robla destino Bilbao. Para acabar en las instalaciones del Puerto de Bilbao donde el Ingeniero tenía un puesto importante”.
A los pocos meses, un hijo del Tío Vitor, encargado de la obra, comenzó a trabajar en el puerto de Bilbao, de donde se ha retirado hace pocos años, y supo que la lápida fue a parar primeramente a la Casa de Náufragos de Getxo y después la tuvo el citado ingeniero, Antonio Aguirre, en el salón de su casa de Bilbao, frente a su sillón, hasta los últimos días de su vida”. Allí estuvo 34 largos años.
Hace 2 años, Evelio González Manuel, investigador de la historia de Riaño, narró el suceso y documentó sobre el posible camino de la lápida de Vado Nebira. La Plataforma por la Recuperación del Valle de Riaño (en colaboración con el Ayuntamiento riañés) rastreó la pieza hasta dar con ella. “La hija mayor del repetido ingeniero, Esperanza Aguirre, ha donado la lápida de Vado Nebira para que sea expuesta en el Museo Etnográfico Comarcal de Riaño”.
“Recuperar el valle de Riaño es también recuperar nuestra historia”, afirman orgullosos los miembros de la plataforma que lograron que Vado Nebira regrese a casa.
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