
Una prospección endoscópica efectuada en seis lucillos, nichos que están en los muros, de la nave sur y en los laterales del coro de la Catedral tapados desde el siglo XVII, ha permitido descubrir unos restos humanos que podrían pertenecer a Arias Gonzalo, albacea del rey Fernando I de Castilla y, según la tradición, defensor en la ciudad en el Cerco, un grupo escultórico medieval, varias pinturas murales y la momia del obispo de Bernardo de Perigord.
Los hallazgos han tenido lugar mediante la introducción de una pequeña cámara en unos huecos abiertos en los lucillos cegados «por moda en el siglo XVII», una vez que en el 2001 en la capilla de San Juan Evangelista se hallaron de manera fortuita varias esculturas en relieve posiblemente del autor del sepulcro del doctor Grado que ahora se conservan en el Museo Catedralicio.
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