El gran problema con el que nos encontramos al estudiar al Neandertal tiene una doble vertiente:
1º. Realmente no conocemos la realidad cognitiva de esta población humana. Siempre se le compara con la conducta de los Humanos Anatómicamente Modernos, pues carecemos de otra forma conductual con la que comparar. Muchas veces se omite la posibilidad real de que sean especies diferentes y, por tanto, con capacidades cognitivas distintas.
2º. La única manera de conocer estas diferencias cognitivas es comparando las características, formas y modo de desarrollo de sus respectivas elaboraciones culturales. Pues si en un principio parecen que durante el Paleolítico medio fueron similares, en el inicio del Superior el desarrollo del simbolismo pudo marcar una diferencia sustancial. Aquí aparece un nuevo problema ¿Qué es el simbolismo humano, cómo aparece, porqué y cómo se desarrolla? Pero carecemos de modelos que ofrecer para realizar estos análisis con un mínimo de base y seguridad científica.
En esta situación, estas dos vertientes se reducen o simplifican a una sola, ¿tenían o no una conducta simbólica igual? El tema del simbolismo entre las diversas especies humanas de nuestra evolución es un problema que siempre suscita un importante interés. No obstante, su estudio con detenimiento es aún un tema pendiente.
En realidad, todos los análisis encaminados a su compresión (origen y forma de desarrollo) se realizan con los métodos propios de la Arqueología. La imposibilidad practica de llagar a conclusiones bien fundamentadas, ha obligado a pensar en la necesidad de realizar estudios multidisciplinarios (lingüistas, psicólogos, neurólogos, genetistas, científicos del comportamiento, etc.) que generen un método o forma de encauzar su estudio con una buena base científica (D´Errico et al, 2003). Sin embargo, el camino para su realización aún no se ha enfocado correctamente.
El gran problema reside en la propia articulación de ese entramado de científicos, los cuales, por las características propias de su formación académica, desconocen las pautas científicas de los otros campos. Ni el prehistoriador suele conocer los fundamentos psicobiológicos del ser humano relacionados con la conducta, ni los psicobiólogos conocen la realidad conductual de los homínidos del paleolítico. Sin un mínimo conocimiento de estos campos científicos que facilite su coordinación, es muy difícil desarrollar teorías con la armonización de sus contenidos.
El problema de la subjetividad se agudiza con la elaboración de los equipos multidisciplinares, que como es natural recae en el arqueólogo que va a dirigir la excavación (Arrizabalaga e Iriarte, 2006), prevaleciendo el criterio de su formación académica y tradición arqueológica. Efectivamente, la Arqueología, como ya es tradicional con otras ciencias (Física, Química, Biología, Geología, Genética, etc.), admite el consejo u orientación puntual de ciencias ajenas a su cometido, que aclaren importantes aspectos del momento en estudio. Pero, el análisis de la conducta humana en estos lejanos períodos es plena competencia suya, y, como tal, lo ha ido desarrollando hasta la actualidad. El desarrollo histórico de todas estas ciencias (Arqueología, Biología, Psicología, etc.) tuvo un camino totalmente independiente, unas de otras, cruzándose lo mínimo, a pesar de que la realidad humana parecía indicar otra cosa.
El modelo que se propone al principio (D´Errico et al., 2003) debe ser realizado por las ciencias que se dedican de lleno a investigar la génesis y desarrollo de la conducta humana en el presente (Neurología, Psicología, Sociología, Lingüística, etc.). Una vez logrado, aunque sea básicamente, debería aplicarse a la interpretación de la conducta del Paleolítico, lo que sin duda correspondería al Arqueólogo que realiza las excavaciones. Pedir ayuda a un psicólogo, neurólogo o biólogo, sobre la interpretación de una compleja conducta (posiblemente simbólica) encontrada en un yacimiento, sin que exista previamente un método ampliamente consensuado y un conocimiento de todas las ciencias implicadas (arqueológicas y conductuales), parece ser poco factible, pudiendo aumentar más aún la confusión reinante sobre este tipo de interpretaciones.
Por si fuera poco, ¿es posible reunir científicos de tan diversas metodologías que además tengan ciertos conocimientos de la prehistoria? Todo es posible, pero sí muy difícil de realizar.
Creo que lo que falta en el estudio del simbolismo humano es un método científico, ampliamente contrastado por el mayor número de ciencias adecuadas, que permita analizar estos problemas con mayor base científica. Sin él, todo es darle vueltas a lo mismo: cómo no se le encuentra utilidad practica o lógica de ser un objeto simbólico, pues ¿qué va a ser si no?. Se habla del simbolismo como una entidad de existencia real que existe en los humanos desde siempre, pero sin especificar sus características básicas, formas de evolución, condiciones imprescindibles para su inicio y desarrollo y, lo que es más grave, introducir en la interpretación de la conducta humana elementos inexistentes como posibles sólo para completar una imagen de gran carga simbólica (p.e. la presunción de elementos perecederos: maderas, plumas, materiales orgánicos, etc).
Parece que tras esta larga exposición, debo exponer el método desarrollado por medio de la Arqueología Cognitiva: orientación psicobiológica, para la comprensión de tan arduos problemas, lo que por otra parte es lo que he intentado, puede que con poco éxito, exponer a lo largo de este blog. Muchas veces las conclusiones son mucho más interesantes que los caminos usados para llegar a ellas, por lo que siguiendo estas ideas en los próximos post intentaré ser lo más explicito posible en su exposición y aplicación practica a la compresión (si es posible) del enigma del Neandertal.
Arrizabalaga, A. e Iriarte M. J. (2006): “El Castelperroniense y otros complejos de transición entre el Paleolítico medio y el superior en la Cornisa Cantábrica: algunas reflexiones”. Zona arqueológica, 7, (1): 359-370.
d´Errico, F.; Henshilwood, CH.; Lawson G.; Vanhaeren, M.; Tillier, A. M.; Suressi, M.; Bresson, F.; Maureille, B.; Nowell, A.; Lakarra, J.; Backwell, L. y Julien. M. (2003): “Archaeological Evidence for the Emergence of Language, Symbolism, and Music–An Alternative Multidisciplinary Perspective”. Journal of World Prehistory, 17 (1): 1-70.
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