ANALISIS DEL SUPUESTO ALTAR RUPESTRE DE "LA MAZORRA".

Dos kilómetros al sureste del alto del puerto del Pico, en la ladera sureste del altozano de la Mazorra, situado a la altura del kilómetro 56,800 de la N-502, casi en la vertical de la carretera que se dirige a San Esteban del Valle, aunque en el término de Villarejo del Valle, se encuentra un curioso elemento rupestre. Una piedra caballera, ligeramente troncocónica, de casi dos metros de altura, situada sobre una lancha rectangular, de unos 5X4 metros, que presenta, casi todas en su parte este, varias decenas de pequeñas oquedades o cazoletas.

Considerado el elemento, por el Arqueólogo Territorial de Ávila, como un altar rupestre o un observatorio astronómico (así lo hizo público, el año 2010, en una revista especializada alemana), tras una investigación en el lugar, en mi opinión, se trata tan sólo, aunque curiosa, de una obra de la naturaleza, pues ningún testimonio da fe en ella de la actividad humana.

Muchas de las pequeñas concavidades, con independencia de su tamaño, no son semiesféricas, como ocurre invariablemente con las cazoletas rituales y otras están extrañamente juntas. Otras de similares características se encuentran por las rocas de los alrededores.

Significativo y esclarecedor es el que casi todas las supuestas “cazoletas” se encuentran en el tercio Este de la lancha, precisamente el más horizontal de ésta. En conclusión que el origen de estás concavidades, como el de tantas otras de origen natural, deben explicarlo los geólogos, aunque en este caso es bien evidente que sus protagonistas han sido la horizontalidad de la roca, la acción de los elementos naturales, el agua y el hielo principalmente, y unas cuantas decenas de miles de años.

En cuanto a la piedra vertical, por muchas especulaciones que se hagan, tampoco presenta, ni tan siquiera indicios de que el hombre haya puesto su mano sobre ella: ni para situarla en esa posición, ni para modificarla en forma alguna.

Lo único que hace surgir la duda de la intervención del hombre en este lugar, pero esto es tan sólo una posibilidad, es el pequeño canto que existe en el costado norte de la piedra vertical el cual ayuda a subir a la lancha horizontal. Pero igual de curiosas son las pequeñas lanchas que parecen calzar artificialmente, por el Este, la gran laja horizontal y, con toda posibilidad, están allí porque la naturaleza así lo ha dispuesto. El que lo hubiese puesto el hombre tampoco supondría remontarnos a la Prehistoria pues se observan en el lugar talleres de cantería correspondientes al último siglo.

El no haberse encontrado en la zona restos arqueológicos (estructuras defensivas o de habitación, cerámicas, etc.), correspondiente a la época en que se encuadra el supuesto altar (Cobre o Bronce), tampoco ayuda a defender la opinión de que los elementos en cuestión sean obra del hombre, sea cual fuese su finalidad y no será porque no existen en el promontorio de La Mazorra refugios rocosos atractivos para el hombre de la Prehistoria.

 También afirma el arqueólogo territorial de Ávila, en la referida revista alemana, la existencia de “una roca con cazoletas rituales, en una plataforma horizontal en lo alto del monte Torozo” (2.021 metros de altura), relacionadas con las de La Mazorra, pero sería interesante que determinase cuales de los miles de ellas que se hallan por todos lados, en especial por las rocas planas, son las rituales y cuales las naturales pues yo, pese a mi experiencia, no he sido capaz de hacerlo.

Pero de existir cazoletas rituales en tan inhóspito e inaccesible lugar sería un caso verdaderamente excepcional, por lo que tal opinión deber ser considerada como una fantasía sin ningún fundamento científico: un despropósito en definitiva, aunque es cierto que las cazoletas del supuesto altar de La Mazorra o de “La Barca” y las del monte Torozo tienen mucho en común, como se afirma en el artículo de marras: su origen natural.